¿Qué hay en una etiqueta?

El perfil de las personas que se mueven está cada vez más institucionalizado. Podemos emplear etiquetas como 'trabajador migrante", "refugiado" o "víctima de la trata", pero las experiencias vitales de las personas se resisten a tan perfecta categorización.

Los límites entre una persona objeto de trata, una persona objeto de contrabando, un refugiado, un migrante documentado y un migrante indocumentado se detallan cada vez más minuciosamente en los convenios internacionales y en las leyes y políticas nacionales, pero la realidad de la vida de las personas es mucho más compleja de lo que una etiqueta puede abarcar.

Un trabajador migrante de Birmania en Tailandia casi siempre explica su migración por causas económicas pero, si se ahonda un poco más, el carácter represivo de la dictadura militar rápidamente se perfila como causante de la pobreza y la migración. Podrían regresar a casa, pero les resultaría difícil sobrevivir si lo hicieran.

Estos migrantes económicos recurren a intermediarios para llegar a la frontera entre Tailandia y Birmania con el fin de evitar las minas terrestres y los puntos de control, y luego utilizan intermediarios en Tailandia para encontrar empleo porque sin documentos no pueden viajar dentro del país. Encuentran empleos en los que trabajan 10 horas al día en fábricas textiles, como servicio doméstico y en otros trabajos manuales, recibiendo de 2 a 4 dólares estadounidenses al día (el salario mínimo legal es de 5 a 7 dólares al día) y bajo la amenaza de deportación si realizan cualquier demanda de sus derechos. ¿Han cometido estos migrantes el delito de ser objeto de contrabando y, por lo tanto, merecen el castigo y la deportación o son víctimas de la trata y por ello merecen protección y compensación? ¿O deberían ser respetados como personas que toman la responsabilidad de su propia supervivencia y la de sus comunidades?

El derecho internacional no será nunca capaz de responder eficazmente a las infinitas combinaciones de las experiencias de los migrantes cuando no se tratan las causas y cuando algunas de las respuestas generan nuevas categorías de personas. Quienes llegan en desvencijadas barcas por aguas peligrosas lo hacen porque han sido excluidos de las rutas normales y los medios legales para viajar.

Resistir a la categorización

Debido a los diferentes regímenes de protección legal para las personas refugiadas y objeto de trata, así como a la inexistencia de uno general para los migrantes, también se trata a los tres grupos como si se mantuvieran separados. De hecho, existen situaciones y políticas que los separan. En Tailandia, a los 140.000 refugiados reconocidos de Birmania, alojados en los campos a lo largo de la frontera entre Tailandia y Birmania, no se les permite salir de los campos y de ese modo no interactúan con ninguno de los trabajadores migrantes procedentes de Birmania o la población local tailandesa. Se estima que dos millones de trabajadores migrantes birmanos que actualmente viven y trabajan en Tailandia son alentados a vivir en sus lugares de trabajo. Los trabajadores fabriles viven en dormitorios donde cientos de trabajadores reclaman un espacio del tamaño de una alfombra y donde las puertas están bien cerradas con un guardia de seguridad manteniendo un control vigilante para evitar la entrada de personas ajenas al recinto. Los trabajadores de la construcción viven en chozas a la sombra de las mansiones que están construyendo. Las personas objeto de trata son confinadas en casas particulares aisladas donde limpian, cocinan y, durante las 24 horas del día, a disposición de empleadores abusivos o en condiciones atroces en los barcos de pesca. Diferentes categorías de migrantes son aislados entre sí y segregados de la población local.

Sin embargo, a pesar de estas segregaciones, los trabajadores migrantes, los refugiados, las personas objeto de trata y contrabando a veces se desplazan juntos y trabajan juntos. La incursión de funcionarios contra la trata en una fábrica de procesamiento de pescado y marisco en Tailandia expuso la disposición de dormitorios en las vigas del techo para las personas objetos de trata, mientras que los demás trabajadores vivían en otra área de la fábrica. Los prostíbulos pueden ser el hogar de los trabajadores del sexo que vienen a trabajar y dejan de ir a casa y de un grupo que ha de permanecer siempre aún cuando quiera marcharse. Los trabajadores migrantes saben si entre ellos hay víctimas de trata, si a los migrantes se les ha dado protección y garantías de que no perderán su personalidad jurídica o serán deportados, los trabajadores migrantes pueden ser los actores clave para hacer frente al tráfico.1 Para citar un ejemplo reciente, el 24 de enero de 2011, el Bangkok Post publicó la historia de cómo unos trabajadores migrantes birmanos habían informado sobre el destino de un hombre ucraniano que, al parecer, había sido retenido en un estado de servidumbre en una fábrica en Bangkok durante 14 años. Los trabajadores migrantes que también trabajaban en la fábrica lo cuidaban, cuando salieron de la fábrica escribieron a su familia y luego llevaron a la fábrica funcionarios de la embajada para liberar al hombre.

Acabar con la cultura de la tolerancia de la explotación de todos los trabajadores migrantes ayudaría a asegurar unas condiciones de trabajo decentes y dignas para la totalidad de los trabajadores - y también liberaría a las víctimas de trata de la explotación. Si un trabajador migrante pudiera informar de cualquier caso de explotación o abuso sin temor a las repercusiones, a los empleadores les resultaría mucho más difícil el tráfico o el abuso de migrantes y las condiciones de trabajo podrían mejorar. Los trabajadores migrantes tendrían más poder de negociación para mejorar sus condiciones si supieran que los empleadores no pueden reemplazarlos con mano de obra forzada. Si se reconociera el papel como importantes agentes en la lucha contra el tráfico de los trabajadores migrantes, deberían ser reconocidos y apoyados por los grupos de lucha contra la trata de personas, así como por grupos de defensa de los derechos de los migrantes.

Grupos de derechos de migrantes

En Tailandia, la red de mujeres Women Exchange 2 reúne a mujeres migrantes de diversos orígenes, etnias y profesiones; incluyendo obreras, activistas laborales, exiliadas políticas, trabajadoras del sexo, refugiadas y activistas de derechos humanos. Se reúnen mensualmente en diversos lugares a lo largo de la frontera, con el fin de romper las barreras creadas entre las diferentes categorías, para desarrollar la unidad y trazar una estrategia colectiva para promover sus derechos.

Hoy en día existe una presión sobre los grupos de derechos para definir y delimitar su territorio. Cada uno de los grupos anti-trata, grupos de refugiados y grupos de migrantes define sus propios mensajes, servicios y defensa. Los gobiernos y las poblaciones locales reaccionan de manera diferente a cada uno de estos grupos. En el mejor de los casos los grupos de migrantes son tolerados y en el peor están prohibidos según países de origen. Los Estados fallidos no quieren que se difundan sus fallos; la migración es una respuesta directa a los fracasos sociales y económicos y prefieren mantenerla oculta.

Los grupos de derechos de los migrantes con sede en Tailandia no pueden establecer organizaciones hermanas en el país de origen para informar a los migrantes de sus derechos antes de la partida porque la migración de millones de ciudadanos birmanos durante los últimos 20 años ha sido ignorada por el régimen y todos los migrantes han de migrar sin ninguna documentación. Sólo desde principios de 2009 el régimen ha acordado la emisión de documentos a algunos migrantes (en forma de un pasaporte provisional sólo válido para cruzar a Tailandia), sin embargo se trata de un procedimiento puramente administrativo y no se han dado las medidas correspondientes para educar y empoderar a los migrantes. Los refugiados también exponen los fracasos políticos y civiles y, por lo tanto, sufren una respuesta gubernamental similar en los países de origen. En cambio, los grupos anti-trata reciben el reconocimiento y agradecimiento públicos de su trabajo, aunque en la práctica a menudo se enfrentan a una falta total de cooperación por parte de las autoridades locales, las cuales pueden estar involucradas en el tráfico.

Una anomalía, sin embargo, es que el régimen militar birmano parece dar la bienvenida a los debates y las distracciones sobre un puñado de traficantes sin escrúpulos o sobre la explotación de sus ciudadanos en otro país. El régimen, que ha utilizado durante mucho tiempo cargadores forzados, niños soldado y otras formas de trabajo forzoso, ha entrado con entusiasmo en la Iniciativa Ministerial Coordinada del Mekong para combatir la trata de personas (COMMIT, por sus siglas en inglés), albergando muchas de las reuniones y comprometiéndose a luchar contra la trata con medidas de prevención, enjuiciamiento y protección. El marco de lucha contra la trata de personas, a diferencia del trabajo forzado, les permite echar la culpa a otros. Con ello también se recompensa lo que los gobiernos autoritarios hacen mejor: hacer cumplir la ley, arrestar y detener. Además, cabe la posibilidad de que tales regímenes reciban alabanzas en el ámbito internacional por hacer frente a una grave violación de los derechos humanos como es el tráfico, aunque generalmente los derechos distan de ser prioritarios en su agenda.

Los grupos de lucha contra la trata de personas, de refugiados y de derechos de los migrantes necesitan enfrentarse frontalmente a esta hipocresía. Tienen que unir sus fuerzas para exponer las condiciones que llevan a las personas a tener que abandonar sus países de origen, ya sea por violaciones de los derechos económicos, políticos o civiles. Tienen que unirse en el desafío de los regímenes restrictivos de migración que aumentan los riesgos de muerte, abuso y tráfico para migrantes y refugiados. Necesitan unirse para hacer frente a las políticas que utilizan la categorización para segregar a las personas y que hacen que la inseguridad y la inestabilidad formen parte de la vida de tantas personas. Deben unirse a los sindicatos y los trabajadores locales para protestar contra la explotación de los trabajadores manuales y de servicios. Trabajadores migrantes, refugiados y personas objeto de trata, así como sus grupos de apoyo, deben empezar a cuestionar las etiquetas asignadas a cada persona que reflejan sólo una pequeña porción y tiempo en la vida de una persona.

Jackie Pollock es Directora de la Fundación MAP, ONG tailandesa que trabaja para promover los derechos de los trabajadores migrantes birmanos. Este artículo ha sido adaptado de un texto más amplio producido en la GAATW Alliance News http://www.gaatw.org/publications/Alliance% 20News/Alliance_News_July_2010.pdf

1 Véase: Pollock Jackie, 'Beyond Trafficking Jams: Creating a Space for Trafficked Women' ('Más allá de atascos de tráfico: Crear un espacio para las mujeres objeto de la trata'), The Irrawaddy Magazine, febrero de 2001, Vol. 9, n º 2. Disponible (en inglés) en: http://www.irrawaddy.org/article.php?art_id=2140.

2 Con el apoyo de la Fundación MAP.

 

 

 

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