Este importante número de la Revista Migraciones Forzadas llama nuestra atención sobre los actuales retos a los que se enfrentan los desplazados sirios y sobre la constante búsqueda de soluciones. Las estadísticas sobre el desplazamiento sirio son abrumadoras y las cifras siguen en aumento. La mitad de la población siria ha sido desplazada: hay registrados cinco millones y medio de refugiados y más de seis millones de desplazados internos.
La tragedia del conflicto sirio y los niveles de desplazamiento de su población reflejan las tensiones y defectos específicos de nuestra región que, a menudo, son un reflejo de otros patrones globales similares. Entre estas tensiones y defectos se incluye el legado actual de erráticos gobiernos políticos y económicos frente a lo que no podemos hacer nada, pero en su mayoría, tienen su origen en cuestiones que están bajo nuestro absoluto control: voluntad política insuficiente y vacilante; respuesta escasa o nula por parte de los Estados de acogida para dar cobijo a los refugiados a corto plazo; ayuda humanitaria y de desarrollo insuficiente y descoordinada; constantes tensiones internas y violencia que perpetúan el desplazamiento; y participación directa en el conflicto Sirio de media docena de países extranjeros de dentro y fuera de nuestra región.
Muchos países y organizaciones han ofrecido su ayuda, pero también estamos siendo testigos del cansancio mundial y su incapacidad para diseñar una respuesta coherente y efectiva que ponga fin al sufrimiento de estos millones de personas desplazadas. Jordania, el Líbano y Turquía acogen a la mayoría de los refugiados sirios. Han abierto sus fronteras, escuelas y clínicas con la ayuda de una importante asistencia humanitaria internacional. Muchas comunidades e individuos han acogido y ayudado a los recién llegados. Sin embargo, la llegada de refugiados a comunidades vulnerables y de bajos ingresos también agrava los problemas existentes y da lugar a nuevas tensiones, especialmente en lo que respecta al trabajo, los salarios y la sobrecarga de las infraestructuras. Lamentablemente, algunos países de acogida llegan a su límite y cierran sus puertas a nuevos refugiados. La fatiga de los donantes y la compasión conducen a políticas de acogida y alojamiento más restrictivas dentro y fuera de Oriente Medio, ya que el miedo, la ira e incluso la desesperación se imponen.
Los traumas que sufren las personas desplazadas son consecuencia de las mismas, subyacentes y persistentes, deficiencias, desigualdades y disfunciones que desembocan en la marginación y la vulnerabilidad humana a gran escala en algunas sociedades. Si no se abordan los factores subyacentes de la indignidad humana, el desplazamiento se seguirá produciendo con todos los desafíos que lo acompañan.
Llevamos mucho tiempo debatiendo acerca de estas lecciones, incluida la realidad de que muchas personas desplazadas nunca retornarán a sus hogares. Investigadores, organismos humanitarios, organizaciones no gubernamentales locales y Gobiernos de países de acogida deberían seguir ahora una estrategia vital aunque evasiva: deben fusionarse el asilo provisional y los mecanismos de ayuda humanitaria de emergencia con las promesas a largo plazo de desarrollo y dignidad que emanan del acceso al trabajo y de la oportunidad de residencia. Hacerlo levantará tanto a las personas desplazadas como a las comunidades de acogida.
Los refugiados necesitan protección y acogida hasta que sea posible ofrecerles una solución duradera, que para quienes decidan retornar sea por voluntad propia y en condiciones seguras y dignas. Debemos generar la voluntad política y la movilización internacional necesarias para ayudar a las personas desplazadas y a las comunidades de acogida por igual, así como debemos mejorar los recursos para facilitar el trabajo a las organizaciones humanitarias locales que ayudan a los sirios desplazados. Iniciativas recientes como el Pacto Mundial sobre Migración y el Pacto Mundial sobre los Refugiados ofrecen la posibilidad de progresar pero sólo podrán tener éxito si cuentan con un apoyo firme y con el compromiso de los Gobiernos. Debemos apoyar a las personas desplazadas para que vuelvan a tener la oportunidad de vivir una vida digna y plena; regresar a sus hogares en paz o empezar una nueva vida en otro lugar que les permita, a ellos y a sus vecinos, prosperar juntos.
Su Majestad la Reina Noor Al Hussein de Jordania eauk@peacebuilders.org