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La protección en la ciudad: algunas buenas prácticas en Nairobi

Más de 50.000 refugiados registrados viven en Nairobi.[1] Las agencias de asistencia humanitaria se enfrentan a múltiples dificultades cuando intentan llegar hasta las personas más vulnerables entre una población tan grande, y los refugiados con necesidades especiales pugnan por acceder a la asistencia que necesitan. Los refugiados lesbianas, gais, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI) constituyen uno de estos grupos. Aunque hay muchas organizaciones en Nairobi que están realizando un valioso trabajo con los refugiados, es necesario un mayor esfuerzo para integrar a los refugiados LGBTI en los programas de asistencia y protección.

En el caso de los hombres, las relaciones con personas del mismo sexo están prohibidas al amparo de los Artículos 162 y 165 del Código Penal de Kenia y aunque en realidad haya pocas condenas, los informes de las ONG señalan que la policía acosa y chantajea a las personas LGBTI.[2] Los refugiados LGBTI también corren ciertos riesgos dentro de las comunidades de refugiados y entre la población local. El informe de Human Rights First El camino hacia la seguridad (The Road to Safety[3]) documenta altos niveles de violencia en las comunidades de refugiados hacia los LGBTI que viven en ellas, con gente que fue golpeada, secuestros e incluso un intento de prender fuego a un joven gay somalí. El informe de la Sociedad Hebrea de Ayuda al Inmigrante (HIAS, por sus siglas en inglés) Invisible en la ciudad (Invisible in the City) también denuncia ataques de  ciudadanos keniatas hacia los refugiados LGBTI que, por una cuestión de supervivencia, son trabajadores sexuales[4].

Los refugiados LGBTI a menudo se resisten a acceder a la asistencia proporcionada por las ONG, las oficinas de ACNUR o los proveedores de cuidados sanitarios por miedo a que otros refugiados les identifiquen como miembros del colectivo LGBTI y, como consecuencia, sean objeto de acoso o violencia. Otros temen que los proveedores de servicios les discriminen y prejuzguen. Por ejemplo, un refugiado contó a Human Rights First cuánto temía acercarse a ACNUR o a una ONG para solicitar ayuda porque le preocupaba que otros refugiados le identificaran como persona LGBTI o que algún miembro del personal de estos organismos le denunciara. Ya perdió su empleo y su lugar de residencia y fue expulsado de su iglesia cuando el pastor se enteró de que era gay. Nos contó que tenía otros tres amigos que se encontraban en una situación igual de vulnerable pero que tenían demasiado miedo a buscar ayuda y que la única razón por la que él había venido aquel día era porque la ONG donde nos encontramos había accedido a atenderle un viernes, cuando normalmente no hay otras visitas.

Alcance e identificación

A pesar de estos escollos, existen algunas buenas prácticas en Nairobi que podrían reproducirse en otros lugares. Una, por ejemplo, sería llegar hasta los refugiados LGBTI con vulnerabilidades concretas e identificarles. En 2009 una ONG de Nairobi creó un programa de asistencia a refugiados LGBTI. Para ello generaron listas de derivación de refugiados pertenecientes a este colectivo que necesitaban asistencia acercándose a organizaciones locales LGBTI, confiaron en proveedores de cuidados sanitarios e instituciones religiosas progresistas así como en otras organizaciones que trabajan con refugiados para informarles de los servicios de asistencia humanitaria que esta ONG prestaba. Más recientemente, la ONG ha establecido delegaciones en zonas en las que reside un gran número de refugiados, haciendo así que los servicios sean más accesibles al reducir el tiempo y los costes de transporte.

Una serie de asesores refugiados que han recibido formación se encuentran en estas delegaciones para llegar hasta las comunidades locales de refugiados. Esto ha provocado un importante aumento en el número de refugiados LGBTI que buscan asistencia humanitaria, siendo de ciento veinte la cifra de personas pertenecientes a este colectivo que se han acercado a la organización para solicitar ayuda en los seis primeros meses desde la apertura de dichas delegaciones. Otro factor importante es la política de “puertas abiertas” de la ONG. Los refugiados no necesitan pedir cita sino que pueden acercarse a la oficina en cualquier momento, lo que implica que los refugiados LGBTI no tienen que esperar con otros refugiados durante largos períodos de tiempo para acceder a estos servicios, algo que este colectivo había señalado como un gran obstáculo debido al temor que sentían de que otros refugiados descubrieran su orientación sexual o su identidad de género.

Antes de este nuevo enfoque basado en “estar al alcance” de los refugiados pocas lesbianas venían a solicitar asistencia pero, desde que las delegaciones están operativas, más de cuarenta refugiadas lesbianas se han acercado a la ONG. Dado que algunas mujeres se encuentran con barreras adicionales para acceder al dinero para el transporte o que necesitan obtener permiso de sus maridos o de otros miembros varones de la familia para abandonar sus hogares, la proximidad de las delegaciones ha hecho que la protección sea ahora más accesible para ellas. El éxito de este alcance ha demostrado la importancia de realizar una difusión proactiva, situando los servicios en zonas accesibles para los refugiados y siendo flexibles con las citas.

Numerosos refugiados LGBTI en Kenia sobreviven mediante el sexo. El trabajo de llegar hasta ellos, identificarles y derivarles a los profesionales correspondientes necesita, por tanto, llevarse a cabo en las zonas en las que se congreguen los trabajadores sexuales. Las organizaciones LGBTI keniatas llevan a cabo en la actualidad campañas de sensibilización y concienciación sobre la salud entre los trabajadores sexuales LGBTI, que podrían ampliarse para incluir temas como la sensibilización sobre cuestiones de protección para los refugiados y solicitantes de asilo LGBTI que desempeñan trabajos sexuales.

Un refugio seguro

Otro ejemplo de buenas prácticas en Kenia es la provisión de un refugio seguro para un número limitado de refugiados LGBTI que se encuentren en peligro. Aunque sigue siendo necesario tomar medidas para que las casas refugio existentes (como las destinadas a víctimas de la violencia de género) sean seguras para todos, una ONG ha creado un programa de alojamiento disperso por diferentes zonas para acoger a refugiados LGBTI que corren grandes riesgos mientras esperan ser reasentados. En lugar de alojar a los individuos en una única casa refugio, este programa permite a los refugiados determinar un lugar seguro donde desean quedarse y cubre los costes de alquiler durante un período de tiempo. Muchos de ellos deciden quedarse en lugares que se encuentran alejados de las zonas en las que viven otros refugiados, ya que esto les permite disfrutar de un mayor anonimato. Este enfoque también ayuda a evitar que refugiados LGBTI viviendo en una única casa refugio teman convertirse en objeto de acoso y violencia.

El apoyo psicosocial

Muchos refugiados LGBTI carecen de un sistema de apoyo social porque temen sufrir acoso o violencia si revelan su orientación sexual o su identidad de género. Este aislamiento contribuye a que algunos establezcan relaciones de dependencia (a menudo abusivas) con una única persona como fuente de apoyo a cambio de realizar tareas domésticas o favores sexuales, y esto puede contribuir a aumentar las altas tasas de síntomas de trastorno de estrés postraumático halladas en este sector de la población.

En Nairobi una ONG organiza sesiones de asesoramiento en grupo llevadas a cabo por los refugiados, en las que cuentan con la orientación de un terapeuta experimentado. La existencia del grupo reduce el sentimiento de aislamiento y sirve de grupo de apoyo en el que se debaten y comparten los problemas y sus soluciones. La ONG también ofrece terapias individuales centradas en la aceptación de uno mismo y en ayudar con la típica hostilidad por parte de la sociedad respecto a las propias percepciones sobre la orientación sexual y la identidad de género. Esto permite que los refugiados LGBTI tomen decisiones bien fundadas sobre hasta qué grado deberían resistir la presión social para adaptarse, les ayuda a desarrollar su capacidad de recuperación y su autoestima, e incrementa la sensación de tener el control de su propia vida. Los eventos sociales organizados por la comunidad LGBTI también ofrecen oportunidades para desarrollar una red social a nivel local.

La formación

Durante los tres últimos años la misma ONG ha venido proporcionando formación al personal de ACNUR y a sus socios internacionales en Nairobi sobre las diversas maneras en que los refugiados LGBTI pueden representar su orientación sexual y su identidad de género y sobre cómo abordar la homofobia y la transfobia interna e institucionalizada entre el personal de ACNUR y de la propia ONG. La formación ha ayudado a incrementar el grado de concienciación sobre las necesidades específicas de los refugiados LGBTI y también ha contribuido a desafiar y combatir los prejuicios individuales e institucionales entre la plantilla de estos organismos. Es necesario un apoyo continuo a esta formación dado que los procesos para abordar los prejuicios exigen compromisos a largo plazo. Como parte de su estudio de investigación Invisible en la Ciudad (Invisible in the City), la Sociedad Hebrea de Ayuda al Inmigrante (HIAS) planea lanzar una guía en la que se detallen las mejores prácticas para trabajar con refugiados LGBTI, que servirá de base para posteriores programas de formación a nivel regional.

Otras buenas prácticas

Debido a que con frecuencia es difícil autoidentificarse abiertamente por el peligro de quedar expuestos ante la violencia o el acoso, a los refugiados LGBTI les ha resultado útil a veces disponer de miembros de la plantilla de personal específicos –coordinadores– para trabajar con ellos en ACNUR o en las ONG. Esto significa que los refugiados LGBTI simplemente pueden acercarse a recepción y solicitar hablar con un trabajador concreto en vez de tener que explicar la naturaleza de sus circunstancias y contribuye a crear un ambiente de confianza. El respeto de la confidencialidad es una de sus mayores preocupaciones. En Kenia, los refugiados LGBTI mencionaron la presencia de intérpretes procedentes de su mismo país de origen en las oficinas de ACNUR o de la ONG, razón por la que no acudían a ninguna de estas organizaciones en busca de ayuda, con independencia de que el intérprete fuera a estar o no en la sala durante su visita. Entre algunos de los modos de abordar esta cuestión podemos incluir la publicación de información en las áreas de recepción con respecto a la confidencialidad de toda la información compartida durante las entrevistas y contenidas en los expedientes de los refugiados, e incorporar información sobre el respeto de la confidencialidad en los materiales de difusión. Del mismo modo, algunas ONG han colocado símbolos alrededor de sus oficinas como banderas arcoíris LGBT o carteles que anuncian que los refugiados no serán discriminados por ninguna razón, ni siquiera por su orientación sexual e identidad de género. ACNUR y las ONG deberían intentar ofrecer espacios confidenciales en los que los refugiados puedan proporcionarles información de manera discreta sin que nadie les escuche por casualidad. Toda la plantilla de personal, incluidos los intérpretes y otros trabajadores como guardias de seguridad y chóferes, debe recibir formación acerca de la no discriminación y de la importancia de la confidencialidad.

En Kenia el proceso de registro y la determinación de la condición de refugiado puede ser acelerado por petición de una organización socia. Sin embargo, no todos los refugiados LGBTI que se encuentran en peligro pueden ser derivados por los socios. Como consecuencia, ACNUR debe disponer de procedimientos para acelerar el proceso para los solicitantes LGBTI vulnerables que se acerquen a la oficina directamente para registrarse y solicitar la determinación de la condición de refugiado.

Dado que los refugiados LGBTI corren el riesgo de ser víctimas de la violencia en países o zonas concretas, ACNUR y las ONG deben tomar medidas para protegerles, entre ellas documentar los incidentes violentos y aumentar la concienciación de los Gobiernos sobre éstos y sobre cualquier negligencia en la respuesta de la policía ante estos incidentes; identificar a los profesionales médicos y jurídicos que pueden asistir a las víctimas y ofrecer a los refugiados acceso a refugios seguros. Que la policía se comprometa a cumplir su deber de proteger a todas las personas, incluidos los refugiados LGBTI, así como el compromiso de las comunidades de refugiados para abordar la violencia que pueda surgir entre ellos (incluida la que pueda surgir hacia los refugiados LGBTI), constituyen dos estrategias adicionales que pueden mejorar su grado de protección.

Los países de reasentamiento deberían seguir reforzando las medidas para acelerar este proceso en los casos donde las personas corren riesgos importantes. Estos países deberían también respaldar las medidas para ofrecer protección, tales como proporcionarles refugios seguros o trasladar a un centro de tránsito de emergencia a aquellos que corriesen un gran peligro mientras esperan ser reasentados.

La delegación de ACNUR en Nairobi trabajó en 2012 con socios urbanos para evaluar a los grupos de asistencia con necesidades específicas, incluidos los refugiados LGBTI, como señalaba la política de edad, género y diversidad de 2011 de ACNUR.[5] A raíz de eso se desarrollaron puntos de acción para mejorar aspectos como la identificación y el alcance, la derivación y la gestión de casos, y el acceso a la información y los servicios. Éste es un enfoque útil y, si se implementa de manera efectiva tanto en los campos como en las zonas urbanas y se actualiza con regularidad contribuirá a una mejor integración de la protección de los grupos vulnerables en los programas de protección y asistencia humanitaria de ACNUR y las ONG.

 

Duncan Breen BreenD@humanrightsfirst.org es socio senior del Programa de Protección para los Refugiados de Human Rights First www.humanrightsfirst.org. Yiftach Millo yiftach.hias@gmail.com es consultor de investigación de la Sociedad Hebrea de Ayuda al Inmigrante (HIAS) www.hias.org.

 


[1] El Gobierno keniata anunció en diciembre de 2012 que los refugiados que residieran en zonas urbanas serían trasladados a los campos de Dadaab y Kakuma y que las agencias que prestaran servicios en zonas urbanas deberían dejar de asistir a los refugiados y solicitantes de asilo con efecto inmediato. Si desea obtener información sobre actualizaciones y sobre la evaluación del impacto, vaya a www.urpn.org

[2] Comisión de Derechos Humanos de Kenia: The Outlawed Amongst Us (Los fugitivos entre nosotros) www.khrc.or.ke/component/docman/doc_details/14-the-outlawed-amongst-us.html

 

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