Últimamente, el Líbano ha experimentado múltiples crisis: la pandemia de COVID-19, un desplome de su moneda sin precedentes, protestas en todo el país contra un Estado corrupto y sectario, y la explosión que tuvo lugar en el puerto de Beirut en agosto de 2020. Por ello, tanto los actores estatales como los humanitarios están cada vez más preocupados por las tensiones intercomunitarias y otras amenazas a la estabilidad nacional que se han dado últimamente entre la ciudadanía libanesa, personas desplazadas sirias y apátridas. El discurso político en el país se ha centrado en los brotes ocasionales —y a menudo aislados— de violencia colectiva, así como en un Sistema de Seguimiento de las Tensiones gestionado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Sin embargo, el análisis de lo que ha significado y continúa significando la “estabilidad” en el Líbano y de cómo la experimentan los distintos colectivos es limitado.
Estas preocupaciones se basan en un historial mucho más largo de intentos por parte de actores externos por promover la estabilidad entre los diferentes colectivos etnoreligiosos del Líbano[1]. En 1860, Francia envió tropas para sofocar los enfrentamientos entre la población cristiana maronita y la drusa del Monte Líbano. Tras la Primera Guerra Mundial, Francia creó el “Gran” Líbano, un nuevo Estado nación con un sistema de gobierno sectario que se desmoronaba cada dos por tres. Durante la guerra civil que tuvo lugar entre 1975 y 1989, se pudieron ver combates entre varias facciones cristianas y musulmanas, así como dentro de ellas. El Ejército sirio ocupó entonces el Líbano hasta 2005. Este retorcido pasado político ha generado una gran preocupación entre la sociedad civil y el Gobierno por las tensiones entre los diferentes colectivos que componen la población libanesa.
Las personas desplazadas sirias en el Líbano
La preocupación por los efectos desestabilizadores del desplazamiento desde Siria debe entenderse desde el punto de vista de este historial. Desde 2011, han entrado en el Líbano 1,1 millones de personas desplazadas sirias, que ahora constituyen el 25 % o más de la población actual del país. Los movimientos de refugiados a tal escala en otros lugares bien podrían haber desencadenado una gran operación de seguridad interna o incluso una acción militar. En el Líbano, sin embargo, la respuesta “humanitaria” del Gobierno ha sido mínima, y la población siria ha recibido en gran medida asistencia de organizaciones internacionales y no gubernamentales. Los partidos políticos y la población libanesa se dividen entre partidarios y detractores del Gobierno de al-Asad en Siria[2]. La petición de ACNUR de crear campos de refugiados para los desplazados sirios fue rechazada por temor a que esto pudiera provocar estallidos de violencia y menoscabara la cohesión social en el Líbano. Este tipo de sucesos ya se habían producido con anterioridad: en Karantina, un campo de refugiados palestinos que fue arrasado al estallar la guerra civil en 1975, y en 1982, cuando las fuerzas israelíes respaldaron a las milicias cristianas libanesas en su masacre de palestinos en los campos de refugiados de Sabra y Chatila.
En un contexto tan dividido, la supervivencia del Estado se basa en la idea de que el gobierno civil es más beneficioso para el “bien común” que el consuetudinario o el religioso. Los actores de la sociedad civil han realizado importantes esfuerzos por mantener y ampliar los vínculos entre los colectivos políticos y religiosos libaneses. La reciente afluencia de población siria puede entenderse mejor si analizamos esta búsqueda de estabilidad que es intrínseca a la naturaleza histórica de la estructura de gobierno a lo largo del siglo pasado.
Las personas desplazadas sirias en el Líbano abarcan todo el espectro socioeconómico: desde millonarios hasta pobres obreros no cualificados. Además de un gran número de ONG libanesas creadas para ayudar a estos desplazados, muchos de los sirios más acomodados del Líbano han creado ONG para ayudar a sus compatriotas a hacer frente al empobrecimiento, la falta de acceso a los servicios públicos y la incertidumbre de la vida en el exilio. Aunque se han dado casos de violencia contra la población desplazada siria, como un desalojo masivo en Bisharri y la quema de refugios en Bhanine a finales de 2020, son pocos y espaciados. Incluso la imposición a gran escala de toques de queda nocturnos a la población siria suele reflejar el posicionamiento de los partidos políticos libaneses pro y anti al-Asad, más que ser una respuesta directa a la población desplazada siria a título individual.
Hasta hace muy poco no había restricciones de visado entre ambos países, lo que permitía a la población siria entrar y quedarse fácilmente en el Líbano. Antes de 2011, medio millón de trabajadores sirios formaban parte fundamental de la industria agrícola y de la construcción libanesas. Estos trabajadores, en su mayoría hombres, se trajeron a sus familias con ellos cuando quedarse en Siria se volvió peligroso. Por tanto, la mayoría de la población desplazada siria en el Líbano está familiarizada con el pueblo libanés y, sin embargo, viven apartados de él[3]. Y eso es lo que ha dificultado los esfuerzos por acercar a los refugiados y a la población de acogida.
Los esfuerzos de la sociedad civil para promover la cohesión social
A lo largo de las décadas, la mayoría de los proyectos de cohesión social en el Líbano han ido destinados a salvar las distancias entre las distintas sectas etnoreligiosas del país y los partidos políticos de carácter religioso. Rara vez han participado los desplazados sirios en estos proyectos, ni en su diseño ni a la hora de disfrutar de sus beneficios. Muchos de ellos, como el United Lebanese Youth Project, la Tomorrow’s Youth Organization, la Lebanese Organization for Studies and Training, y la Youth Development Organization, se han centrado sobre todo en la juventud.
Cada vez más, los proyectos de cohesión y estabilidad intentan abordar las relaciones entre los desplazados sirios y las comunidades de acogida libanesas. En 2015, distintos actores ——entre ellos ministerios públicos, ONG nacionales y organismos internacionales— se unieron para formar un “Sector de la Estabilidad” destinado a abordar esas tensiones intercomunitarias. Entre sus actividades se incluyó el establecimiento de un Sistema de Seguimiento de las Tensiones gestionado por el PNUD. Un estudio de investigación llevado a cabo por el proyecto “Social Cohesion as a Humanitarian Objective” (la Cohesión Social como Objetivo Humanitario)[4] ha identificado varias estrategias para fomentar actitudes más acogedoras hacia los sirios en el Líbano. Algunos programas que en un principio fueron concebidos para prestar ayuda solo a los refugiados han incorporado a beneficiarios libaneses. Otros han creado espacios para que se produzca una interacción positiva entre la población de acogida y los desplazados sirios, con la esperanza de establecer vínculos sociales y de confianza. Estos han sido dirigidos por ONG y organismos internacionales como el Consejo Noruego para los Refugiados y el Comité Internacional de la Cruz Roja.
La estabilidad en el Líbano apenas se ve amenazada por el gran número de sirios que acoge, ya que muchos tienen lazos sociales y relaciones de parentesco arraigados en el país. La exclusión y la hostilidad entre sectas han sido constantes en la corta historia del Líbano como Estado nación. Su respuesta hacia las personas desplazadas, entre ellas armenias, palestinas, iraquíes y ahora sirias, ha estado marcada por la discriminación. Sin embargo, la solidaridad y el apoyo a la población desplazada siria dependen en gran medida del papel de la sociedad civil. Muchas de las iniciativas más exitosas han sido colaboraciones entre actores sirios y libaneses. Dos oenegés, Multi Aid Programs y Basmeh & Zeitooneh, por ejemplo, fueron fundadas por población siria de clase media y alta y recibieron un importante apoyo inicial por parte de miembros de la sociedad civil libanesa. Los actores de la sociedad civil siria y libanesa, a menudo estrechamente vinculados e interrelacionados entre sí, comparten los mismos objetivos: mantener la estabilidad en el país que ha dado asilo a tanta población desplazada siria. La sociedad civil es fundamental para los objetivos del “sector de la estabilidad” en el Líbano.
Dawn Chatty dawn.chatty@qeh.ox.ac.uk @nouraddouha
Profesora emérita de Antropología y Migración Forzada, Universidad de Oxford
[1] Para conocer los antecedentes históricos, ver Fawaz L (1992) An Occasion for War: Civil conflict in Lebanon and Damascus 1860, Berkeley: University of California Press
[2] Dionigi F (2017) “Rethinking borders: The dynamics of Syrian Displace to Lebanon”, Middle East Law and Governance, Vol 9 (3): pp. 232-248
[3] Chatty D (2017) “How Syrian Refugees Survive”, Current History, Vol 116 (794): pp. 337-341