La salud mental y el apoyo psicosocial son vitales para nuestro bienestar individual y colectivo, especialmente ahora.
Las tensiones y los retos del desarrollo durante las últimas décadas del campo de actuación conocido actualmente como salud mental y apoyo psicosocial (SMAPS) seguirán definiendo cuestiones relacionadas con su implementación, priorización e impacto.
Para fomentar la salud mental y el bienestar psicosocial —dentro de una respuesta protectora integral— de las personas afectadas por las emergencias humanitarias se requiere de la acción y coordinación multisectorial.
En contextos urbanos complicados, las organizaciones deben rediseñar los modelos de intervención de SMAPS establecidos para garantizar que los servicios sean accesibles a los más vulnerables y específicos para ese contexto. No puede simplemente limitarse a trasladar al contexto urbano intervenciones diseñadas para el campamento.
Los sesgos culturales pueden reducir la efectividad de los programas y causar graves perjuicios a comunidades que ya son vulnerables.
Los docentes desempeñan un papel primordial a la hora de aportar SMAPS a sus alumnos y de mantener unos sistemas educativos resilientes; para que puedan seguir haciéndolo es fundamental respaldar su propio bienestar.
La fe y la espiritualidad son parte de la identidad y la vida cotidiana de muchas personas, y la sensibilidad hacia dicha fe forma parte de una prestación de SMAPS integral y centrada en las personas en contextos humanitarios.
Dado que la identidad, las prácticas y las creencias religiosas tienen un profundo impacto sobre la salud mental, la sensibilidad religiosa es esencial en el ámbito de la ayuda y la SMAPS.
La mediación cultural es fundamental para optimizar tanto el acceso como la calidad de los servicios de salud mental.
Los desequilibrios de poder y de género subyacentes que exponen a las mujeres y niñas desplazadas al riesgo de sufrir violencia de género se ven exacerbados por las vulnerabilidades relacionadas con su condición jurídica, la seguridad económica, el acceso a los servicios y las condiciones de vida.
Los límites operativos en contextos humanitarios no siempre permiten dedicar el tiempo y los recursos suficientes a los procesos participativos vitales para establecer enfoques comunitarios de SMAPS.
La actividad física (incluido el deporte) es una estrategia con base empírica, aunque poco reconocida, para proteger y promover la SMAPS entre las poblaciones desplazadas.
Aunque la COVID-19 no se percibe actualmente como una amenaza grave para la salud de los niños, las repercusiones indirectas que la pandemia tiene en sus vidas y en su bienestar psicosocial pueden ser profundas. Por tanto, los espacios adaptados a los niños pueden ser aún más importantes, especialmente en los frágiles contextos de desplazamiento.
En las últimas décadas, las comunidades humanitarias y de desarrollo han logrado avances sustanciales en lo que respecta a la recopilación y el uso de datos en los que basar los programas. Pero siguen existiendo importantes retos y lagunas que requieren de nuevos enfoques y alianzas.
Elaborar estadísticas que resulten familiares y utilizables para los Gobiernos y sus asociados para el desarrollo tiene enormes beneficios.
La reciente ratificación de las recomendaciones internacionales acerca de las estadísticas sobre los refugiados y desplazados internos ayudará a sistematizar la inclusión de estos colectivos vulnerables en las políticas nacionales y en los programas de desarrollo. Pero queda mucho trabajo por hacer para que las recomendaciones pasen del papel a la práctica.
Las encuestas telefónicas pueden ser especialmente útiles en épocas —como la pandemia actual— en las que es difícil realizarlas cara a cara, aunque pueden presentar desafíos.
La tarea de documentar las muertes y desapariciones de migrantes conlleva gran cantidad de dificultades, pero queda mucho margen de mejora en la cobertura y la integridad de los datos.
Las barreras administrativas y éticas del intercambio de datos sobre el ADN para la identificación de los migrantes encontrados a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México evidencian lo necesarias que son unas soluciones a largo plazo y unos procesos sostenibles.
Los efectos de la desaparición de personas en viajes migratorios rebotan en sus familias y comunidades.
La pandemia ha aumentado los retos de las familias migrantes que pasaban el duelo por el fallecimiento o la desaparición de sus seres queridos. Pero hay maneras prácticas de ayudarles.
Para que los actores puedan localizar a los migrantes desaparecidos y asistir mejor a sus familias es fundamental reforzar el compromiso con la coordinación y la colaboración. Las nuevas iniciativas muestran el camino.