Del lugar al espacio: reflexión sobre la adaptación en los campos de los espacios adaptados a los niños durante la COVID-19

Aunque la COVID-19 no se percibe actualmente como una amenaza grave para la salud de los niños, las repercusiones indirectas que la pandemia tiene en sus vidas y en su bienestar psicosocial pueden ser profundas. Por tanto, los espacios adaptados a los niños pueden ser aún más importantes, especialmente en los frágiles contextos de desplazamiento.

Los Espacios Adaptados a los Niños (CFS, por sus siglas en inglés) —una de las intervenciones humanitarias más utilizadas para apoyar, cuidar y proteger a los niños refugiados y desplazados— ofrecen lugares físicos que son entornos seguros y estables para que estos prosperen y alcancen los hitos de su desarrollo. Los objetivos primordiales de los CFS son promover su bienestar psicosocial, servir como mecanismo de protección contra el abuso, la explotación y la violencia, así como movilizar a las comunidades para que apoyen, cuiden y protejan a los niños[1]. Aunque existen versiones móviles, los CFS suelen ser estáticos; ofrecen una serie de actividades estructuradas y de juego no estructurado que promueven que los menores establezcan vínculos significativos con sus semejantes y con los adultos, fomentan su capacidad de alfabetización funcional y mejoran su bienestar psicosocial.

Sin embargo, los modelos tradicionales que se emplean para los programas de salud mental y apoyo psicosocial (SMAPS) no han sido diseñados para contextos de epidemias, como la de ébola o la pandemia de COVID-19, en los que las medidas de salud pública para reducir la transmisión de enfermedades infecciosas y salvar vidas imponen unas restricciones drásticas al movimiento, la interacción social y la prestación de servicios. En medio de la pandemia de coronavirus, intervenciones como los CFS se ven obligadas a quedar en pausa debido al riesgo de transmisión, por lo que los profesionales se enfrentan como nunca antes al desafío de dar con la forma de contribuir al bienestar social y emocional de los niños, principalmente a través de medios remotos. Nos hemos preguntado cómo podemos trasladar la premisa original de estos modelos de prestación de servicios basados en el lugar al contexto de la COVID-19. ¿De qué forma podemos cambiar de un lugar físico a un espacio conceptual que se mantenga fiel a los objetivos originales y a los resultados probados[2] de los CFS? ¿Es posible promover unos resultados positivos en materia psicosocial y de salud mental para los niños, al mismo tiempo que se mitiga el riesgo de transmisión de la COVID?

Comenzamos a explorar estas cuestiones entre los programas de CFS (en respuesta a la crisis de refugiados en el Nilo Occidental, Uganda) a través de un ensayo aleatorio controlado iniciado en 2018. Con la declaración de la pandemia en marzo de 2020, el Gobierno ugandés ordenó el cierre de todas las instituciones educativas, incluidos los CFS. Solo se permitió la continuación de los servicios considerados esenciales y los que eran necesarios para salvar vidas. Ahora estamos recurriendo a nuestro trabajo existente para determinar cuál es la mejor manera de adaptar los CFS para abordar las necesidades actuales en materia de salud mental y apoyo psicosocial de los menores y sus familias como consecuencia y en el contexto de la COVID-19. A partir de esta experiencia, hemos desarrollado cuatro series de recomendaciones para adaptar la programación de los CFS y para detectar diferentes modalidades de aprendizaje que ya están en uso o accesibles para los niños dentro de sus comunidades.

El bienestar de los cuidadores

Más de un tercio de los niños y sus cuidadores encuestados mencionaron nuevas fuentes de estrés para estos últimos o relacionadas con la prestación de cuidados en el contexto de la pandemia de la COVID-19. Algunas de ellas son el cierre de las iglesias, el cierre de las fronteras (que restringe los traslados de vuelta a Sudán del Sur), la inseguridad económica, la falta de bienes materiales para cubrir las necesidades básicas, la falta de apoyo de los familiares y el miedo al propio coronavirus. También se registraron nuevos estresores relacionados con la COVID para los cuidadores cuando se redujo la exposición de los niños a sus amistades. Los dos estresores más frecuentes a los que se hizo referencia fueron la falta de alimentos y de acceso a la educación.

En el Nilo Occidental, el personal local ya había organizado actividades móviles que les permitían llegar hasta los cuidadores y sus hijos en los campamentos, respetando las medidas de seguridad y el distanciamiento social. Los cuidadores reciben sesiones de crianza positiva que siguen el Manual de Crianza del Ministerio de Género, Trabajo y Desarrollo Social de Uganda y el Módulo de Crianza de World Vision. Cuando se preguntó a los cuidadores y a los niños qué método de aprendizaje preferían para que se les impartiera educación durante la situación de la COVID, la radio fue el más mencionado, aunque también se apuntó de manera abrumadora a los libros y los materiales impresos. Por tanto, las emisiones de radio podrían ser un medio útil y de gran alcance para promover mensajes de crianza positiva y para disipar cualquier estigma o información errónea relacionada con la COVID. Las emisiones de radio pueden incluir información sobre la COVID, la prevención de la violencia, el autocuidado y la conciencia plena, el deporte y el ejercicio físico autodirigido, y actividades de alfabetización funcional y aritmética. Dado que aproximadamente solo una cuarta parte de los participantes posee una radio en el hogar, sería ideal distribuir estos aparatos y contar con un programa para su mantenimiento. Las campañas existentes para proporcionar radios a los hogares a cargo de menores pueden ampliarse para seguir respaldando los objetivos de los CFS para todos los niños del campo en el que se encuentra su asentamiento. Estas campañas también pueden proporcionar materiales directos a las familias, ya sea informativos, educativos o de comunicación o kits de juegos psicosociales para acompañar las actividades dirigidas por los facilitadores durante las emisiones radiofónicas.

El apoyo comunitario a las familias

Dado que el acceso a la comunidad es ahora más difícil debido a las restricciones de la COVID-19, varios colectivos comunitarios han liderado los esfuerzos para reducir la transmisión de la enfermedad e identificar a las familias que necesitan apoyo psicosocial general y ayuda especializada en materia de salud mental. Trabajadores sanitarios con formación y voluntarios de la comunidad han colaborado en la difusión de mensajes sobre la COVID. Esta iniciativa podría ampliarse para desarrollar y difundir mensajes sobre SMAPS adaptados a los niños y para reforzar los esfuerzos de los colectivos comunitarios, de los comités de protección de la infancia y de los líderes religiosos que ya trabajan en informar para prevenir la propagación del virus y abordar el estigma y otros conceptos erróneos.

Los trabajadores sociales y los miembros de los comités de protección de la infancia han trabajado juntos para identificar y derivar los casos de alto riesgo de problemas de salud mental y movilizar más recursos para los niños con discapacidad. Los métodos tradicionales de asistencia individualizada se han adaptado para ofrecer apoyo a distancia por medio de teléfonos móviles con los que se hace un seguimiento de los casos, y se contacta regularmente con los cuidadores, sobre todo con aquellos cuyo caso se considera de alto riesgo. No obstante, muy pocos hogares tienen acceso a teléfonos móviles. En medio de este vacío, los miembros de los comités de protección de la infancia han desempeñado una importante labor como intermediarios entre el trabajador social y los cuidadores. Reforzar las competencias de los miembros de los comités de protección de la infancia en materia de Primeros Auxilios Psicológicos, como componente clave de un conjunto de herramientas más amplio, puede mejorar su comprensión de cuál es la mejor manera de responder a las personas que sufren malestar psicológico, lo que conduce a una adecuada detección y derivación de los casos de alto riesgo en cuanto a problemas de salud mental. Un reciente estudio llevado a cabo tras el brote de ébola en Sierra Leona observó que incluso una formación de un día resultaba efectiva, aunque quienes la habían recibido debían seguir formándose con instructores cualificados para actualizarse y garantizar que los conocimientos adquiridos se apliquen correctamente[3].

Los clubes infantiles y juveniles

En su inmensa mayoría, los niños encuestados señalaron que no poder volver a la escuela —y estar con sus amigos— era su principal fuente de preocupación. Antes del cierre de los CFS en el asentamiento, los clubes infantiles y juveniles podían reunir a los menores y promover la cohesión social, la consolidación de la paz y la protección de la infancia, y también servían para permitirles liderar la defensa de algunas causas. En ausencia de los CFS, estos pequeños clubes infantiles y juveniles han prosperado fuera de los confines de su antigua sede. Facilitadas por colectivos comunitarios y líderes religiosos, entre sus actividades se incluyen las que normalmente tendrían en los CFS. Los grupos siguen una serie de sesiones adaptadas de un plan de estudios para la consolidación de la paz dirigido por los niños. Los miembros de los clubes infantiles que cuentan con formación en periodismo también han ayudado en las actividades de respuesta a la COVID a través de información adaptada a los niños sobre la prevención del coronavirus y la higiene personal, ya sea cara a cara o a través de teléfonos móviles, compartiendo información sobre la protección de la infancia a través de la radio y durante las reuniones comunitarias, y promoviendo la protección de los menores frente a la violencia. Los miembros de los clubes también se dirigen a los hogares encabezados por menores para hacerles llegar mensajes básicos sobre protección infantil y apoyo psicosocial.

Aunque no se recomiendan durante la respuesta sanitaria a un brote, estos clubes infantiles y juveniles pueden resultar un vehículo útil para los esfuerzos de respuesta liderados por niños, incluido el desarrollo y la difusión de información sobre la SMAPS y la protección de la infancia que podría salvar vidas. Estos pequeños grupos pueden además contar con el apoyo de miembros de la comunidad y voluntarios para adaptar los currículos psicosociales existentes (como el Catálogo de actividades de los Espacios Adaptados a los Niños) para realizar ejercicios entre semejantes o en pequeños grupos[4]. Por último, un nuevo módulo desarrollado por World Vision sobre enfermedades infecciosas puede ayudar a los clubes infantiles y juveniles a adaptar los mensajes y materiales relativos a la salud mental y psicosocial a los niños y adolescentes.

La defensa de la SMAPS y de la protección de la infancia como servicios esenciales

El cierre de los CFS como servicio no esencial por parte del Gobierno supuso que la tan necesaria protección de la infancia y el apoyo en materia de SMAPS fueran inaccesibles. Gracias a los esfuerzos de defensa del programa de CFS y la colaboración con la task force local sobre la Protección de la Infancia, se pudieron reintroducir gradualmente los servicios de protección de la infancia y de SMAPS a través de trabajadores sociales, sanitarios con formación al respecto, docentes y líderes comunitarios. Las modalidades de prestación de servicios descritas anteriormente se adaptaron rápidamente en consulta con las comunidades, incluidos los niños. Se identificaron los casos de alto riesgo para la salud mental y la protección de la infancia trabajando de cerca con los distintos colectivos y sectores de los campamentos. Los grupos de coordinación para la protección de la infancia colaboran frecuentemente con las autoridades locales para compartir novedades relativas a la evaluación, con el fin de respaldar la defensa de la causa y mejorar la respuesta a las lagunas en los servicios de protección de la infancia y de SMAPS.

Conclusión

Los testimonios de epidemias pasadas demuestran que, en estos contextos, los niños se enfrentan a un mayor riesgo de sufrir violencia, abandono, abusos y explotación, y a la interrupción o colapso de los servicios, incluidos los sistemas de protección, lo que hace que programas como las SMAPS sean aún más cruciales[5]. Como las operaciones humanitarias en todo el mundo se han visto muy afectadas por la COVID-19, la adaptación de sus programas se ha convertido en un punto clave para los organismos: ¿cómo se podrían adaptar las herramientas y los enfoques para mantener los servicios esenciales y la ayuda humanitaria por igual?[6] Esperamos que nuestras reflexiones sean útiles para quienes estén tratando de responder a esta pregunta y adaptarse en los próximos años mientras seguimos lidiando con esta y con futuras pandemias. Actualmente, World Vision está priorizando el aprendizaje y la adaptación de sus herramientas y enfoques básicos a la COVID-19 y busca colaboración y alianzas, en especial en materia de protección de la infancia y SMAPS.

 

Janna Metzler jlm2200@cumc.columbia.edu

Profesora asistente adjunta, Mailman School of Public Health, Universidad de Columbia

 

Aimyleen Gabriel aimyleen.gabriel@worldvision.org.uk

Asesora superior del Programa de Protección de la Infancia, World Vision UK

 

Frieda Mwebe frieda_mwebe@wvi.org

Especialista en Protección de la Infancia en Situaciones de Emergencia, World Vision International

 

Kevin Savage kevin_savage@wvi.org

Director de Investigación Humanitaria, World Vision International

 

Los autores agradecen la contribución de los equipos de WV Uganda y Africhild que han respaldado el estudio sobre los Espacios Adaptados a los Niños (CFS) en el que se basa este artículo, que fue financiado por Elrha, R2HC, el DFID, Wellcome Trust y el NIHR.

 

[1] Grupo Temático sobre Educación Mundial, Grupo Temático Mundial sobre Protección, INEE y UASC (2011) Guidelines for child friendly spaces in emergencies
https://inee.org/resources/guidelines-child-friendly-spaces-emergencies

[2] Hermosilla S, Metzler J, Savage K, Musa M y Ager A (2019) “Child friendly spaces impact across five humanitarian settings: a meta-analysis”, BMC Public Health 19(1): 576 https://doi.org/10.1186/s12889-019-6939-2; Metzler J, Savage K, Yamano M and Ager A (2015) Evaluation of Child Friendly Spaces: An inter-agency series of impact evaluations in humanitarian emergencies DOI: 10.13140/RG.2.1.2745.4807

[3] Sijbrandij M et al (2020) “The Effect of Psychological First Aid Training on Knowledge and Understanding about Psychosocial Support Principles: A Cluster-Randomized Controlled Trial”, International Journal of Environmental Research and Public Health 17(2) www.mdpi.com/1660-4601/17/2/484

[4] https://app.mhpss.net/?get=49/cfs-activity-catalogue.pdf

[5] World Vision International (2020) COVID-19 Aftershocks: Secondary impacts threaten more children’s lives than disease itself
www.wvi.org/sites/default/files/2020-04/COVID-19%20AFTERSHOCKS-%20SECONDARY%20IMPACTS%20THREATEN%20MORE%20CHILDREN%E2%80%99S%20LIVES%20THAN%20DISEASE%20ITSELF_0.pdf

[6] ACAPS (2020) COVID-19 Impact on humanitarian operations: Quick survey www.acaps.org/sites/acaps/files/products/files/20200407_acaps_quick_survey_humanitarian_impact_of_covid-19.pdf

 

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