Medir las muertes y las desapariciones de migrantes

La tarea de documentar las muertes y desapariciones de migrantes conlleva gran cantidad de dificultades, pero queda mucho margen de mejora en la cobertura y la integridad de los datos.

Las personas que intentan emigrar a otros países se ahogan en conductos de aguas residuales; mueren congeladas en bosques remotos; o de deshidratación e inanición después de que sus vehículos se averíen en medio del desierto. Documentar las muertes y desapariciones de migrantes ayuda a contrarrestar la invisibilidad de estas tragedias, mientras que la recopilación, el análisis y la difusión de los datos también son valiosos para las campañas de promoción, para fundamentar las políticas migratorias con una base empírica y para mejorar la planificación operativa.

Pero recopilar información sobre las víctimas mortales durante la migración es un reto por varias razones. La falta de opciones seguras y legales para migrar obliga a las personas a viajar por rutas migratorias irregulares para evitar ser detectadas. Como consecuencia, o no se comunican los fallecimientos o se producen sin que haya testigos. Además de que una topografía remota y hostil dificulta la búsqueda de los restos mortales; así pues, estos restos de innumerables personas que mueren en viajes migratorios irregulares —especialmente los de quienes desaparecen en el mar— nunca se recuperan.

Hay otros problemas, aunque más fáciles de superar: en primer lugar, las dificultades para consensuar una definición operativa de “migrante desaparecido” y, en segundo lugar, la falta de fuentes de datos fiables y accesibles. En el contexto de la pandemia de la COVID-19, la recopilación de datos se ha convertido en un reto cada vez mayor, con obstáculos adicionales planteados por la reducida cobertura mediática de las muertes de migrantes, la incapacidad de llegar a ellos para recabar testimonios y el cierre de fronteras que los empuja hacia rutas menos visibles.

¿Quién es un migrante desaparecido?

El Proyecto Migrantes Desaparecidos (MMP, por sus siglas en inglés) de la Organización Internacional para las Migraciones es una recopilación de datos mundial de libre acceso que hace un seguimiento de las muertes de personas a lo largo de rutas migratorias mixtas de todo el mundo[1]. Desde su creación, en 2014, el proyecto ha registrado 40 505 muertes y desapariciones durante la migración[2]. No existe una definición consensuada de “migrante desaparecido”, pero es evidente que se necesita una definición operativa para elaborar una base de pruebas.

La definición del MMP hace referencia a una persona que falleció (o que desapareció y se la presupone muerta) en el proceso de migración hacia un destino internacional, con independencia de su condición jurídica. Los migrantes que mueren o desaparecen fuera del proceso de migración —por ejemplo, cuando un migrante reside en un país extranjero— no se incluyen en la base de datos. El MMP también excluye las muertes que tienen lugar en los centros de internamiento de migrantes y en asentamientos (como los campos de refugiados), y los fallecimientos que se producen tras la deportación. Esta definición fue diseñada específicamente para identificar los riesgos relacionados con los viajes migratorios irregulares.

Una categoría de migrante desaparecido ausente en la definición del MMP es la de los muchos que pierden el contacto con sus seres queridos. Estas personas pueden estar vivas, pero en situación de no poder contactar con sus familias, o puede que decidan no hacerlo por miedo a la deportación o a otras consecuencias.

Aunque sea necesario adoptar una definición para iniciar la recopilación de datos sobre cualquier tema, esto también puede tener consecuencias negativas. Por ejemplo, la exclusión de las muertes que se producen en los albergues para migrantes, en los campos de refugiados o en los centros de internamiento puede llevar a pensar que los migrantes que se encuentran en esos espacios están más seguros que los que están en tránsito. También puede hacer que quienes no conozcan la metodología del MMP acaben subestimando el alcance y la magnitud de las muertes de migrantes. Esto resulta especialmente problemático cuando las cifras del MMP se utilizan en los medios de comunicación con poca información previa y cuando se muestran las tasas de mortalidad, pero no se explica cómo se calcularon[3].

Además, establecer cuándo se produjo un fallecimiento “en el proceso de migración” es especialmente problemático. En general, la noción de tránsito implica provisionalidad, pero no dice nada sobre la duración, la dirección o la continuidad del viaje migratorio. En la metodología del MMP se supone que el tránsito es generalmente continuo; pero en realidad, los migrantes suelen hacer una pausa o redirigir su ruta para reponer fuerzas y recursos económicos, y el viaje completo puede durar meses o años. Si un migrante muere o desaparece durante una de sus paradas, su defunción no será contabilizada por el MMP. El resultado es que muchos incidentes se excluyen de la base de datos porque no se ha podido establecer que el migrante se encontrara en tránsito.

Asimismo, los migrantes se ven a menudo obligados a pausar sus viajes debido a las políticas gubernamentales que restringen su movimiento. En 2020, las restricciones a la movilidad impuestas para contener la propagación de la COVID-19 han sido especialmente preocupantes, ya que han dejado a miles de migrantes varados en situaciones peligrosas en las que probablemente no dispusieron de ayuda humanitaria, ni acceso a atención sanitaria.

Un adolescente marfileño murió a bordo de un barco en cuarentena en Italia un mes después de ser rescatado del Mediterráneo. Al parecer, la falta de acceso a una adecuada atención sanitaria en el barco provocó el deterioro de su salud y, finalmente, su fallecimiento[4]. Si hubiera podido acceder a una mejor atención sanitaria inmediatamente después de su viaje por mar, se le podría haber salvado la vida.

Fuentes de datos

Son pocas las fuentes oficiales que recopilan y publican datos sobre las muertes de migrantes, y los datos disponibles suelen ser inexactos o incompletos. Son los organismos de control de fronteras y los examinadores forenses quienes habitualmente recopilan los pocos datos oficiales de los que disponemos. Para abordar el problema de que muchos migrantes desaparecidos no estén recogidos en los datos gubernamentales, el MMP se basa en otras fuentes, como los medios de comunicación sociales y de noticias, las ONG, la sociedad civil, los organismos internacionales y los propios migrantes.

En sus esfuerzos por ayudar a las familias de los migrantes desaparecidos, la Oficina del Médico Forense del Condado de Pima, en Arizona, examina los restos mortales no identificados hallados en su jurisdicción y determina cuáles podrían ser codificados como “indocumentados que cruzan la frontera”. Entre los criterios que utilizan están si el cuerpo fue recuperado en un corredor migratorio conocido, si las pertenencias de la persona coinciden con los artículos que suelen llevar los migrantes y si esos suministros proceden de México. Esta sencilla clasificación se traduce en un registro inestimable de las muertes de migrantes a lo largo de una frontera que cuenta con una de las mayores tasas de letalidad. Desde 2001, se han registrado más de 3398 muertes de migrantes[5].

Las noticias de los medios de comunicación son una de las fuentes más utilizadas por el MMP. Sin embargo, muy a menudo la información que los medios ofrecen sobre las muertes de migrantes es inexacta, incompleta o ha sido malinterpretada y exagerada[6]. Además, cuando estas se producen en gran número y en corredores muy conocidos, como el del Mediterráneo, será más probable que los medios de comunicación se hagan eco de ellas, lo que puede sesgar los datos del MMP. Este problema se agrava más aún cuando se centra gran parte de la cobertura mediática en unas pocas cuestiones. En 2015, cuando se produjo una amplia cobertura mediática de la crisis del golfo de Bengala, observamos un aumento sustancial de nuestros datos. El MMP documentó la muerte de 577 migrantes rohinyás en el mar ese año. En cambio, en 2020, el MMP solo ha registrado 165 muertes de este tipo a pesar de que las ONG han declarado que más de un millar de rohinyás han estado varados en el mar durante meses, lo que indica que el número de víctimas mortales bien podría ser mayor.

El MMP también utiliza otras fuentes de información, como las encuestas a migrantes y los testimonios de los supervivientes. La reciente represión de las ONG que llevan a cabo operaciones de búsqueda y salvamento y que ofrecen ayuda para salvar vidas a los migrantes —como las que actúan en el Mediterráneo y en la frontera sur de EE. UU.— no solo pone en riesgo las vidas de los migrantes, sino que también obstaculiza nuestra capacidad de recabar pruebas. Por último, el MMP utiliza los datos de las salidas marítimas para identificar posibles incidentes que impliquen el fallecimiento o la desaparición de migrantes en las rutas de ultramar.

En 2020, la travesía de la costa noroeste de África hasta las islas Canarias (España) experimentó un aumento significativo de los flujos de migración en comparación con 2019. La información sobre el sexo y la edad de las personas que desaparecen en esta ruta y la localización precisa de su muerte o desaparición es escasa. En 2020, al menos 849 personas perdieron la vida en esta ruta. El MMP todavía tiene pendientes de verificar y registrar varios incidentes que podrían haber implicado cientos de muertes, pero es difícil obtener pruebas. Como consecuencia, el MMP ha empezado a recopilar datos sobre las salidas desde la costa senegalesa. Esta información se puede comparar con la de las llegadas a las islas Canarias para contabilizar posibles naufragios.

Recomendaciones

Aunque hay muchos retos que obstaculizan la documentación, se puede hacer mucho para mejorar la cobertura y la exhaustividad de los datos sobre los migrantes desaparecidos, como sugieren las siguientes recomendaciones.

Los datos deben representar las experiencias vividas por las personas que emprenden viajes migratorios. Los actores que utilizan definiciones operativas, como el MMP, deberían desarrollar directrices acerca de cómo adaptar sus metodologías a las realidades cambiantes de los viajes migratorios.

Todos los actores que trabajan en espacios en los que se producen muertes y desapariciones de migrantes deberían recopilar y compartir datos. Asimismo, los encargados de recabar las denuncias sobre personas desaparecidas deberían desglosar estos datos para poder identificar las desapariciones relacionadas con la migración.

Los actores deberían compartir los datos sobre los migrantes desaparecidos, sea cual sea su definición. Los datos sobre los migrantes desaparecidos suelen estar dispersos y fragmentados, y sería de gran valor reunir fuentes de datos dispares para su comparación y verificación.

Los Estados deben empezar a recopilar urgentemente datos sobre el fallecimiento de migrantes en sus territorios. Es probable que los actores oficiales ya recopilen datos sobre las defunciones en su jurisdicción. Las autoridades locales, nacionales y regionales que los recopilan deberían desglosarlos por estatus migratorio y publicarlos de conformidad con las leyes de protección de datos. Esto incluye recopilar información —de forma sensible— procedente de los migrantes acerca de las muertes o desapariciones de compañeros de las que hayan sido testigos.

Las ONG, las ONG internacionales y la sociedad civil deberían colaborar para resolver los casos y generar pruebas. Los esfuerzos para la recopilación de datos dirigidos por actores no gubernamentales que trabajan directamente con las personas en tránsito pueden aportar información nueva y aumentar la probabilidad de que puedan ser verificados, especialmente en los casos en que no se hayan recuperado los cuerpos de los migrantes. También debería fomentarse la colaboración con las familias de los desaparecidos y entre ellas, ya que su participación puede aportar información crucial y ayudarles a sobrellevar la incertidumbre de la pérdida a la que se enfrentan.

Los medios de comunicación deberían acogerse a las directrices existentes para informar sobre las muertes de los migrantes. Las noticias de los medios de comunicación pueden ser el primer indicio de que se ha producido el fallecimiento o la desaparición de un migrante y, como tal, pueden desempeñar un papel fundamental para la recopilación de datos. Siempre que sea posible, deberían incluirse datos sobre las personas involucradas en dicho suceso, teniendo en cuenta también los intereses de los fallecidos y sus familias. Además, las noticias deberían mencionar lo limitados que son los datos publicados para evitar inexactitudes o malinterpretaciones, y deberían intentar ofrecer un retrato de las personas que están detrás de esas cifras.

 

Andrea Garcia Borja agarciaborja@iom.int @agarciaborja

Analista de datos

 

Julia Black jblack@iom.int @_Julia_Black

Responsable de proyectos

 

Proyecto Migrantes Desaparecidos, OIM

 

[1] https://missingmigrants.iom.int

[2] La cifra abarca el periodo comprendido entre el 1 de enero de 2014 y el 30 de enero de 2021.

[3] Dearden K, Sánchez Dionis M, Black J and Laczko F (2019) “Calculating ‘Death Rates’ in the Context of Migration Journeys”
https://publications.iom.int/books/gmdac-briefing-series-towards-safer-migration-africa-migration-and-data-northern-and-western

[4] Agenzia Italia (2020) bit.ly/3neBlXF (solo en italiano)

[5] Mapa de la mortalidad de los migrantes bit.ly/35ajDhC

[6] White A y Singleton A “Mixed messages: Media coverage of migration and fatalities”, capítulo 3 en OIM (2017) Fatal Journeys, Volume 3, Part 1: Improving Data on Missing Migrants

 

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