Skip to content
A mediodía oímos disparos

A mediodía oímos disparos. Salimos de la casa lo más rápidamente posible. Ya era demasiado tarde. Un grupo de unos 80 hombres del LRA llegó y nos rodearon. Nos ataron y luego dispararon y mataron a mi abuelo justo delante de mí. Nos llevaron a mí y a mis tres hermanos al monte, dejando a mi madre y a mi abuela. Después de una hora de caminata nos separaron y yo me quedé con mi hermano de 14 años, Patrick. Mis otros dos hermanos no han sido nunca más vistos.

A mediodía oímos disparos. Salimos de la casa lo más rápidamente posible. Ya era demasiado tarde. Un grupo de unos 80 hombres del LRA llegó y nos rodearon. Nos ataron y luego dispararon y mataron a mi abuelo justo delante de mí. Nos llevaron a mí y a mis tres hermanos al monte, dejando a mi madre y a mi abuela. Después de una hora de caminata nos separaron y yo me quedé con mi hermano de 14 años, Patrick. Mis otros dos hermanos no han sido nunca más vistos.

Estuve en manos del LRA durante ocho meses. Estábamos siempre en movimiento. Me obligaban a llevar cargas pesadas, encontrar comida y cocinar. Chicas como yo, algunas de tan sólo 12 años, fueron obligadas a convertirse en “esposas” de los hombres del LRA. Fui asignada a un chico que era en realidad congoleño como yo y había sido secuestrado, pero ahora era un combatiente del LRA. Por fin pude escapar un día en que me enviaron a buscar comida. Cuando los combatientes del LRA que estaban allí se quedaron dormidos, otra chica y yo salimos corriendo. Caminamos 40 kilómetros y finalmente llegamos a salvo a un pueblo de Sudán. Patrick escapó, dos meses después.

No sé si tengo el VIH, porque no hay prueba clínica del VIH en Niangara. Ahora vivimos como desplazados en una ciudad donde hay algunas fuerzas de paz de las Naciones Unidas por lo que nos sentimos más seguros, pero en nuestro pueblo no hay nadie que nos proteja. Hasta que la ONU venga a nuestra zona, es demasiado peligroso para nosotros acceder a nuestros campos y por eso pasamos hambre.

DONATESUBSCRIBE