La firma de un Acuerdo Tripartito sobre repatriación voluntaria busca poner fin a la larga espera de los refugiados para regresar a sus hogares. Sin embargo, es difícil saber qué se considera como normalidad en el país de origen, y si las condiciones han mejorado para permitir un retorno digno. Los refugiados somalíes en Kenia se han tenido que plantear estas cuestiones tras la firma de un Acuerdo Tripartito en noviembre de 2013 entre los gobiernos de Kenia y Somalia y la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR)[1].
Si bien Kenia se encuentra a la cabeza de las solicitudes de repatriación, el ACNUR, Somalia y los Estados donantes también están favoreciéndola. Debido a que el ACNUR a menudo se encuentra desbordada por los millones de refugiados a los que asiste en todo el mundo y acostumbra a centrarse en las situaciones emergentes, se tiende a considerar la repatriación como la mejor solución. Para el Gobierno de Somalia, la repatriación de sus ciudadanos refuerza la legitimidad de su gobierno tanto a nivel nacional como en el exterior. Sin embargo, Somalia ha insistido en que los retornos se hagan por fases y sin plazos, ya que esto fomenta paulatinamente la capacidad del Estado. Para otros Estados donantes, la repatriación supone ir dejando de aportar financiación poco a poco.
El Gobierno de Kenia ha enumerado una serie de razones para justificar la repatriación de los refugiados somalíes. La razón más destacada que se ha dado es que aquellos que se encuentran en Dadaab representan una amenaza para la seguridad de Kenia por colaborar o simpatizar con Al Shabab. Los defensores de este argumento afirman que los campos de refugiados de Dadaab se han convertido en campos de entrenamiento para el grupo terrorista Al Shabab, instalado en Somalia, y en bases de lanzamiento para ataques en suelo keniata. Dicha afirmación carece actualmente de fundamento, ya que ningún refugiado somalí ha sido condenado por cargos relacionados con el terrorismo. Organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch y Amnistía Internacional cuestionan este alegato y afirman que convierte a los refugiados somalíes en chivos expiatorios[2]. En segundo lugar, el Gobierno de Kenia asegura que Somalia es ahora un lugar seguro al que regresar. Esto es difícil de corroborar porque muchas partes de Somalia siguen siendo inaccesibles e inhóspitas, y Al Shabab sigue en posición de lanzar ataques masivos contra civiles, tal y como lo demuestran los bombardeos de Mogadiscio de octubre de 2017 que se cobraron más de 500 vidas. Por lo tanto, el regreso a algunas partes de Somalia es aún precipitado. En los casos en los que se han producido, los retornados han tenido que negociar para acceder de nuevo a sus tierras porque algunas de ellas habían sido ocupadas o reclamadas por otros desde que ellos se marcharon.
El Acuerdo Tripartito fue sometido a un gran escrutinio y han surgido diversas cuestiones. ¿Siguen siendo voluntarios los retornos que tienen lugar al amparo del Acuerdo Tripartito aun cuando el Gobierno de Kenia amenaza con cerrar los campamentos de Dadaab, como ya ha hecho en varias ocasiones? ¿Representa el Acuerdo Tripartito el sentir general o la forma de pensar de los refugiados acerca del retorno? Aunque los refugiados pueden no estar directamente involucrados en la negociación y redacción de los acuerdos tripartitos, su participación a nivel extraoficial es fundamental para que después se adopten y se opte por el retorno voluntario. También es importante la cuestión de si el Estado de origen tiene capacidad y voluntad para gestionar el retorno masivo de refugiados somalíes. La respuesta a estas cuestiones determinará si la repatriación tendrá éxito y ayudará a evitar retornos precipitados. Estos retornos precipitados e involuntarios no se limitan en absoluto al caso de Kenia. Los refugiados sirios en Europa, por ejemplo, se enfrentan a la posibilidad de que su retorno también lo sea.
Solo el 1 % de los refugiados somalíes tiene acceso al reasentamiento en un tercer país, lo que limita la viabilidad de esta opción. Sin embargo, la integración local podría complementar potencialmente al retorno y al reasentamiento; y ser especialmente eficaz para los refugiados somalíes que llevan más de dos décadas viviendo en los campamentos de Dadaab y a los que, por tanto, podría resultarles más fácil integrarse en Kenia que en Somalia. También podría ser una mejor opción para los adultos jóvenes que han estudiado y socializado en Kenia y que probablemente no han conocido otro lugar que puedan considerar su hogar. Si el gobierno lo permite, la integración local podría facilitar a los refugiados somalíes garantizarse medios de vida productivos. Las situaciones de refugiados prolongadas y la dependencia en los campamentos de Dadaab de la ayuda humanitaria podrían alejar a una población de refugiados potencialmente productiva de la participación significativa en el desarrollo socioeconómico de Kenia. Y aunque la integración local puede ser una potencial fuente de conflicto con la población autóctona (sobre todo cuando los recursos son limitados), una planificación cuidadosa y una introducción progresiva podrían suponer una alternativa para los refugiados somalíes.
De las tres soluciones duraderas (repatriación, integración local y reasentamiento) ninguna por sí sola es adecuada para abordar la situación de los refugiados somalíes, sino que se deben perseguir de forma simultánea, entre otras cosas, para evitar la amenaza del retorno forzoso.
Peter Kirui pkirui@uoeld.ac.ke
Profesor asistente, Historia y Gobierno, Universidad de Eldoret www.uoeld.ac.ke
Suzanne Francis s.francis@chester.ac.uk
Jefa de Programa en Política y Relaciones Internacionales, Universidad de Chester www1.chester.ac.uk y Profesora adjunta honorífica, Universidad de KwaZulu-Natal
[1] www.refworld.org/pdfid/5285e0294.pdf
[2]Véase, por ejemplo, www.amnesty.org/download/Documents/4000/afr520032014en.pdf