Los barrios marginales de la capital de Bangladesh, Daca, tradicionalmente han proporcionado alojamiento a los pobres que se desplazan por motivos ambientales. Los aumentos recientes en la cantidad de tormentas e inundaciones han disminuido la habitabilidad de las regiones costeras y rurales del país; al no poder pescar, cultivar ni vivir en su tierra de forma segura, millones de personas han migrado desde sus hogares y ahora son desplazados internos en las ciudades de Bangladesh. Como no pueden acceder a las casas en los barrios marginales, la siguiente opción de vivienda para los desplazados internos por razones medioambientales es la calle.
Los "habitantes de las calles" de Daca han transformado los espacios públicos en lugares de uso privado; crean su propio alojamiento endeble bajo lonas azules a los lados de las calles, frente a las aceras de las tiendas y debajo de puentes en barrios favorecidos. Los hombres que una vez fueron agricultores y pescadores son ahora conductores de triciclos y vendedores de verdura en Daca, que por la noche duermen en los jardines de los edificios del Gobierno de Bangladesh. Las mujeres trabajan en fábricas, son trabajadoras sexuales o se dedican a trabajar como empleadas domésticas de día para familias de clase media; cuando termina el día, duermen en los parques y en las estaciones de autobús de Daca. Las familias se unen en comunidades y construyen cocinas al aire libre y áreas de lavado portátiles entre los edificios y en los callejones, y pagan a funcionarios por el derecho a dormir en las calles. Las viviendas de estos migrantes climáticos se encuentran debajo de centros comerciales abandonados y en obras en construcción de apartamentos de lujo repartidas por toda la ciudad.
Al vivir en las calles, están en mayor riesgo de asalto, violación, robo y enfermedad, y sus hijos son vulnerables al tráfico de personas y a abusos laborales. Algunas ONG han establecido centros de puertas abiertas para asistir las necesidades de higiene y de salud de las personas que habitan las calles y han construido un alojamiento a corto plazo para mujeres embarazadas. Si bien la satisfacción parcial de las necesidades básicas de los migrantes es sin duda algo beneficioso para la salud y el bienestar, para aquellos que pueden acceder a los servicios, un alojamiento verdadero aún está fuera de su alcance.
A nivel mundial, frente a desastres ambientales, la comunidad de ayuda internacional erige tiendas temporales y construye estructuras permanentes para proteger a los desplazados del daño y así reducir la vulnerabilidad de los supervivientes mientras se preserva su dignidad. Esta es la importancia que tiene un alojamiento seguro, independientemente de lo básico que sea. Bangladesh ha recibido una gran financiación internacional para proyectos y planes de adaptación al cambio climático y lleva invertidos más de US$ 10 000 millones en la construcción de bombas de riego, la distribución de paneles solares y la construcción de alojamientos anticiclónicos en las regiones costeras rurales para mitigar el impacto del cambio climático. Estos son programas importantes, pero, dado que la migración también forma parte de la adaptación, el hecho de proporcionar un alojamiento digno a los desplazados por motivos climáticos también debe ser una parte integral de cualquier estrategia de adaptación climática.
Dado que los desplazados de Daca son desalojados cada vez con más frecuencia de los barrios marginales y se les impide que duerman en espacios públicos, se necesita con urgencia encontrar soluciones de alojamiento. Un censo actualizado y fiable de los habitantes de los barrios marginales y de la calle sería un excelente punto de partida para evaluar la necesidad de la construcción de alojamientos y para la provisión de salud y educación. Un informe sobre unidades disponibles, habitables y asequibles para los migrantes desplazados por el cambio climático ayudaría a las comunidades a asegurar que se reemplacen las viviendas que se perdieron en el desarrollo urbano. La construcción de un alojamiento para aquellas personas que viven en las calles ayudaría a Bangladesh a cumplir con las leyes internacionales de derechos humanos y con su propia Constitución, que establece que todos sus ciudadanos deben tener acceso a una vivienda.
Nellie LeBeau natalielizab@gmail.com
Directora e investigadora, Emerson Henry Partners
Hugh Tuckfield hst.ktm@gmail.com
Doctorando, Universidad de Sydney www.sydney.edu.au