La inclusión del Anexo 7 en el Acuerdo de Paz de Dayton resultó fundamental en muchos aspectos pero, pese a que la devolución de las propiedades a sus dueños originales fue increíblemente bien, el regreso de la gente a sus hogares no lo fue tanto. Esto sucedía especialmente en los numerosos casos en los que un retornado se había convertido en una minoría demográfica en su comunidad de antes de la guerra. Los líderes políticos se esforzaban poco o nada en crear un ambiente acogedor de verdad para el retorno o en dar el paso de la reconciliación política. El regreso de las minorías siguió siendo desalentador, ya que los retornados tenían dificultades para encontrar trabajo en sus comunidades de antes de la guerra, y se enfrentaban a importantes discriminaciones en términos de relaciones sociales y de acceso a servicios públicos como la salud, la protección policial, la seguridad social y las escuelas.
El sistema educativo en Bosnia-Herzegovina es una consecuencia lógica de la ausencia de una reconciliación sincera y general durante las últimas dos décadas, y las implicaciones en las políticas públicas de la estructura estatal de poder compartido acordada en Dayton. La infraestructura educativa del país no fue inmune a la nueva estructura traspasada, fragmentada y, como dirían algunos, enrevesada. Las escuelas siguieron instruyendo con el mismo carácter de exclusión étnica que durante la guerra[1].
En ausencia de un Ministerio de Educación estatal que coordinara y dirigiera las políticas de educación, los Ministerios de Educación de las entidades y los cantones trabajaban por caminos separados y desiguales. Como consecuencia, prácticamente todas las escuelas de Bosnia-Herzegovina tienen su propio “carácter” étnico que representa a la mayoría de la población en esa comunidad. Se puede ver en los diferentes planes de estudio y libros de textos para las escuelas de etnia bosnia, croata y serbia[2].
Diferentes métodos, mismos resultados
En las zonas de la Federación en las que las comunidades de etnia bosnia y croata están lo suficientemente mezcladas, el simple hecho de que sea imposible imponer un solo plan de estudios ha dado lugar a más de cincuenta casos de “dos escuelas bajo el mismo techo”. En estos casos, los edificios escolares son “compartidos” y los ocupan diferentes colectivos de estudiantes que reciben enseñanza según el plan de estudios de etnia bosnia o croata en diferentes alas, plantas o grupos. En las pocas comunidades de la República Srpska en las que han retornado personas que no son de etnia serbia, sus estudiantes de etnia no serbia (básicamente de etnia bosnia) estudian el plan de estudios de allí a menos que haya un número mínimo de estudiantes de su minoría que les permita cursar “su” conjunto nacional de asignaturas, entre ellas Historia, Geografía, Lengua materna y Religión, separándose de sus compañeros de etnia serbia en esas asignaturas. Tanto si se trata de zonas homogéneas como mixtas, los niños se enfrentan a perspectivas narrativas únicas que formarán parte de sus enseñanzas, y ya sean las divisiones visibles (como en el caso de las escuelas “2 en 1”) o más sutiles, el resultado es el mismo: una generación de jóvenes ciudadanos con un escaso sentimiento de futuro compartido en su país o una limitada visión al respecto.
Hubo un periodo de tiempo, especialmente entre 1999 y 2007, en el que las reformas educativas empezaron a funcionar. Las necesidades de los niños retornados fueron reconocidas de forma explícita en el Acuerdo Provisional de Satisfacción de los Derechos y Necesidades de los Niños Retornados firmado en 2002 que pretendía acabar con las prácticas más descaradas que impedían un retorno sostenible. Dio comienzo un esfuerzo para eliminar el discurso del odio de los libros de texto para la asignatura de Historia y los nombres y símbolos más exclusivamente étnicos se eliminaron de las escuelas. Las escuelas “2 en 1” (ya de por sí, una solución “provisional”) fueron mejoradas en algunos casos gracias a los numerosos intentos de unificación administrativa. El Ministerio estatal de Asuntos Civiles desarrolló una pequeña cartera educativa; se desarrolló un Organismo de Educación estatal que se encargaba de asesorar para garantizar unos estándares curriculares consistentes y unos resultados de aprendizaje; y se estableció una Conferencia de Ministros de Educación para asesorar, consultar y coordinar. Sin embargo, en ausencia de un compromiso legal para armonizar e integrar de forma gradual los sistemas educativos, o de voluntad política para presionar a favor de una agenda inclusiva, estos organismos se han visto muy limitados en su labor y las reformas no han conseguido llegar al fondo del problema de la separación de los planes de estudio y de la creciente política de división por etnias de la vida pública en Bosnia-Herzegovina[3].
En semejante sistema, los retornados pertenecientes a minorías lo siguen siendo y se ven forzados a elegir entre integrarse, estudiar por separado (si hay un número de retornados suficiente) o, tal vez, mudarse y abandonar la idea del retorno. En los últimos años han cesado las reformas e incluso se han visto señales de regresión. Por ejemplo, en la República Srpska, en 2013, en la localidad de Konjevic Polje (cerca de Srebrenica), los padres sacaron a sus hijos de la escuela y organizaron manifestaciones en Sarajevo (incluida una acampada anexa a la ciudad en la que dormían algunos de los manifestantes) en protesta contra las políticas y prácticas que exigían que sus hijos estudiaran el plan de estudios de allí. Los padres de etnia bosnia, sin embargo, no exigían una escuela más inclusiva para los estudiantes de las distintas etnias sino su propio plan de estudios, por lo que también caían en la narrativa separatista dominante. Este caso refleja las dinámicas de exclusión y extremismo que han llegado a dominar los debates políticos. Las autoridades de la República Srpska no han tenido en cuenta esas demandas y, en su lugar, han reforzado la división y las tensiones étnicas y nacionalistas al insistir en que las pocas escuelas que ofrecen la opción de cursar el conjunto nacional alternativo de asignaturas (unas 20 escuelas) se refieran a la “lengua de la gente de etnia bosnia” en vez de a la “lengua bosnia”, lo que refuerza aún más el problema del país compuesto de “pueblos constituyentes” en vez de ciudadanos[4].
Al no existir presión internacional o reivindicaciones populares para que se revisen el sistema educativo y las políticas divisoras del país, no hay motivo para pensar que las escuelas vayan a mejorar o a hacerse más inclusivas. Este status quo le conviene a los partidos políticos nacionalistas que gobiernan y que miran con recelo opciones más cívicas que puedan debilitar su propio asentamiento en el poder. A largo plazo esto pondrá en peligro el retorno actual y cerrará la puerta a cualquier retorno futuro.
La inclusión del derecho al retorno en el Acuerdo de Paz de Dayton fue un noble ideal que en muchos aspectos cayó víctima de la realpolitik del Estado de posguerra tras la firma de dicho acuerdo. Las personas desplazadas por la guerra que han rehecho sus vidas en otro lugar disponen ahora de escasos incentivos para regresar a un país que sigue en estado de conflicto latente, como se ve en su sistema educativo dividido. Veinte años después de Dayton, el estado actual de las cosas debería preocupar no solo a las personas con intereses en los Balcanes sino también a quienes trabajan para estabilizar diversos Estados tras guerras en otras partes del mundo. Lejos de ser una cuestión política “leve”, la educación en un Estado en situación de posguerra es una cuestión de seguridad e ignorarla puede ser peligroso.
Valery Perry valeryperry@yahoo.com
Investigadora independiente y asesora con sede en Sarajevo; socia sénior del Consejo de Democratización Política; profesora de análisis y resolución de conflictos, Escuela de Ciencia y Tecnología de Sarajevo.
[1] Donia R. (2000) ‘The Quest for Tolerance in Sarajevo’s Textbooks’ [La cruzada por la tolerancia en los libros de texto en Sarajevo], Human Rights Review, Vol. 1, Nº 2, pág. 38-55. http://link.springer.com/article/10.1007%2Fs12142-000-1003-1#page-1
[2] El distrito de Brčko es una excepción a medias, ya que los niños estudian juntos algo más que en otros lugares. Véase Perry V. ‘Democratic Ends, (un)Democratic Means? Reflections on Democratization Strategies in Brčko and Bosnia-Herzegovina’ [¿Fines democrácticos con medios (anti)democráticos? Reflejos sobre las estrategias de democratización en Brčko y Bosnia-Herzegovina] en Innes M. (Ed) (2006) Bosnian Security After Dayton: New Perspectives [La seguridad bosnia tras el Acuerdo de Dayton: nuevas perspectivas]. Routledge, pág. 51-70. http://tinyurl.com/PerryV-2006-Routledge
[3] Perry V. ‘Classroom Battlegrounds for Hearts and Minds: Efforts to Reform and Transform Education in Post-war Bosnia and Herzegovina’ [Los campos de batalla para los corazones y las mentes en las aulas: los esfuerzos para reformar y transformar la educación tras la guerra en Bosnia-Herzegovina] en Listhaug O. y Ramet S. P. (Eds) (2013) Bosnia-Herzegovina Since Dayton: Civic and Uncivic Values [Bosnia-Herzegovina desde el Acuerdo de Dayton: valores cívicos e incívicos]. Longo Editore Ravenna. Pág. 225-246. www.academia.edu/6252902/_Classroom_Battles_for_Hearts_and_Minds_Efforts_to_Reform_and_Transform_Education_in_post-War_Bosnia_and_Herzegovina_
[4] Jukic E. ‘Hundreds of Bosnian Pupils Fail to Start School’ [Cientos de estudiantes bosnios no consiguen empezar la escuela], Balkan Insight. 1 de septiembre de 2014. www.balkaninsight.com/en/article/hundreds-of-pupils-in-bosnia-did-not-start-school