Se estima que hay más 100 millones de équidos de trabajo —caballos, burros y mulas— en partes del mundo que cuentan con escasa atención veterinaria: 55 millones de caballos (el 84 % de la población mundial), 41 millones de burros (98 %) y 13 millones de mulas (96 %). Estos caballos, burros y mulas de trabajo proporcionan transporte y energía agrícola y, en muchos casos, son el único medio de generación de ingresos para sus dueños, muchos de los cuales viven en la pobreza. Se estima que un 50 % de la población mundial depende de la tracción animal como su fuente principal de energía para la agricultura y el transporte.
Existen numerosos grupos, organizaciones no gubernamentales y personas que trabajan para mejorar la salud y el bienestar de los équidos de trabajo en todo el mundo. Este trabajo incluye la provisión de atención y capacitación veterinarias para los cirujanos veterinarios locales y los propietarios de los équidos. Sin embargo, hasta ahora poco se sabe sobre las cantidades de équidos de trabajo asociados con las personas desplazadas y en campamentos de refugiados. El proyecto “Humanos y animales en campamentos de refugiados” tiene el objetivo, entre otras cosas, de determinar las cantidades de équidos de trabajo que viajan junto a personas desplazadas y de cuantificar las necesidades de estos animales y de los desafíos a los que se enfrentan.
Si bien los équidos saludables y bien cuidados se consideran un beneficio, muchos dueños son demasiado pobres para tener acceso a información sobre cuidado animal y suelen vivir lejos de cualquier forma de atención veterinaria. Este puede ser particularmente el caso de las personas desplazadas, ya sea que se hayan trasladado a campamentos de refugiados, asentamientos informales u otras ubicaciones, donde su acceso a la atención veterinaria puede ser precario o inexistente.
En 2003, aproximadamente 14 000 burros trasportaron a familias desplazadas por la guerra y desastres naturales al campamento de refugiados Abu Shouk en Darfur, Sudán. Dieciocho meses después, se informó que solo habían sobrevivido unos 2300. La Sociedad para la Protección de Animales en el Extranjero (SPANA, por sus siglas en inglés) estimó que el 84 % había muerto por falta de acceso a la comida. Hasta ahora, se han publicado muy pocas directrices o protocolos específicos para mejorar el manejo de situaciones tales como las que se informaron en Sudán.
En los entornos de recursos limitados, los animales están en segundo lugar después de los humanos, que es tal vez como debe ser. Sin embargo, en Abu Shouk, tal como indicó la veterinaria Tess Sprayson, “Debido a una falta de mejor colaboración entre la ayuda humanitaria y los organismos de bienestar animal, los burros sufrieron una muerte innecesaria y lamentable, mientras que sus propietarios perdieron lo que era, en muchos casos, su único medio para transportarse o generar ingresos[1]” (y un sustento crítico con vistas a un futuro fuera del campamento). En Darfur, SPANA intervino para proporcionar forrajes y atención veterinaria básica, y los animales que quedaban en el campamento Abu Shouk sobrevivieron. Sin embargo, existe muy poca información sobre las cantidades de équidos de trabajo que se utilizan para viajar desde o hacia los campamentos de refugiados en cualquier otra región del mundo. Asimismo, se sabe muy poco acerca del destino de los équidos de trabajo después de que sus dueños llegan a un campamento.
Dado que se reconoce que una vez que los refugiados pierden su ganado tienen menos posibilidades de regresar a su hogar[2], es momento de comenzar a trabajar para determinar la escala del desplazamiento animal, para así comprender el destino de estos animales y desarrollar marcos para dar respuesta a la presencia de équidos de trabajo. Las organizaciones humanitarias y de bienestar animal están bien preparadas para trabajar juntas: tienen necesidades similares, a menudo utilizan equipos similares y tienen un interés común en “una salud3” (el esfuerzo colaborativo de múltiples disciplinas —trabajo a nivel local, nacional y mundial— para lograr una salud óptima para las personas, los animales y el medio ambiente). Hasta ahora, hay muy pocos ejemplos de esto4,5; sin embargo, los campamentos de refugiados representan una gran oportunidad para que los organismos de bienestar veterinario y animal marquen una diferencia para el beneficio a largo plazo de las personas desplazadas y de sus animales. La cooperación se podría extender al desarrollo, la integración y el análisis de herramientas de evaluación, los métodos de diagnóstico compartidos, las medicinas, las vacunas, los sistemas de vigilancia y las políticas para la prevención, la gestión y el control de enfermedades zoonóticas.
Dada la cantidad sin precedentes de personas desplazadas en el mundo actualmente, parece lógico suponer que también aumentó la cantidad de animales afectados. La Sección de Información sobre el Terreno y Apoyo a la Coordinación de ACNUR, la Agencia de la ONU para los refugiados, hace un seguimiento de la cantidad de personas obligadas a huir cada año, y puesto que los équidos son fácilmente identificables, registrar su presencia y su cantidad debería ser una tarea relativamente sencilla. El desarrollo de herramientas simples de evaluación que permitiría que el personal no veterinario registre la presencia de équidos y otros animales que necesiten intervención veterinaria puede ofrecer beneficios de bienestar considerables para esta olvidada población de animales, y para las personas que dependen tanto de ellos.
Patrick J Pollock Patrick.Pollock@ed.ac.uk
Profesor sénior de Cirugía Equina, Universidad de Edimburgo www.ed.ac.uk
[1] Sprayson T (2006) ‘Taking the lead: veterinary intervention in disaster relief’, In Practice, 28:1, pág. 50
[2] Andrzejewski J (2013) ‘War: Animals in the Aftermath’ en Nocella A J, Salter C y Bentley J K C (ed.) Animals and War: Confronting the Military-Animal Industrial Complex. Lanham, Md: Lexington Books
3 Gibbs E P J (2005) ‘Emerging zoonotic epidemics in the interconnected global community’ , Veterinary Record 157, 673–679. http://veterinaryrecord.bmj.com/content/157/22/673
4 Alder M y Easton G (2005) ‘Human and veterinary medicine’, BMJ 2005, 330:858 www.bmj.com/content/330/7496/858
5 Zinsstag J, Schelling E, Wyss K y Mahamat M B (2005) ‘Potential of cooperation between human and animal health to strengthen health systems’, The Lancet, vol. 366 (9503): 2142–5.
http://bit.ly/Zinsstag-Lancet-2005