Vietnam es uno de los principales países de origen de las personas que llegan a Europa a través del tráfico ilícito o de la trata. La mayoría son hombres jóvenes y niños procedentes de un conjunto de provincias de la zona centro-norte y del norte del país que emprenden este largo y peligroso viaje principalmente porque creen que tendrán mejores perspectivas económicas en el extranjero. A pesar del crecimiento constante de la economía vietnamita, el acceso a las oportunidades para ascender en la escala social a través de la educación o el empleo es desigual y se concentra sobre todo en las zonas urbanas. Son los vietnamitas que no pueden acceder a esos medios y que proceden de provincias con un largo historial de búsqueda de empleo en el extranjero quienes conforman la mayor parte de los migrantes hacia Europa.
En la década de 1980, Vietnam había formalizado programas de exportación de mano de obra y de estudios al extranjero con países del antiguo bloque soviético, lo que dio lugar al establecimiento de comunidades de diáspora en Moscú, Kiev, Varsovia, Praga y Berlín. Estas rutas comerciales y migratorias siguen existiendo hoy en día y Vietnam es, en la actualidad, el noveno país del mundo que más remesas de dinero recibe. Los servicios que facilitaban la migración continuaron funcionando tras la Guerra Fría, pero ahora están en manos de misiones de tráfico ilícito de personas controladas por grupos vietnamitas dedicados al crimen organizado en Vietnam y en el extranjero.
Actualmente, la captación se realiza a través del boca a boca y de redes sociales y servicios de mensajería como Facebook y Zalo. Tras la tragedia que ocurrió en octubre de 2019 cuando 39 vietnamitas fueron hallados muertos en un camión frigorífico en Essex (en el sudeste del Reino Unido), los traficantes han empezado a cobrar 50 000 dólares o más y aseguran que pueden garantizar el paso seguro al Reino Unido además de un empleo. Las familias piden prestada al menos la mitad de la cuantía total para pagar la primera etapa desde Vietnam a un país europeo.
Cuando una persona vietnamita decide pedir dinero prestado y emprender el viaje a Europa, está asumiendo una enorme carga financiera y psicológica. Los traficantes y las bandas de delincuentes se aprovechan de las deudas de los migrantes para controlarles durante el viaje y, a menudo, les someten a situaciones de explotación a lo largo del camino obligándoles a trabajar en talleres clandestinos o vendiendo medicamentos falsificados, por ejemplo. En particular, las mujeres y los niños son vulnerables ante las violaciones y la prostitución forzada u otras formas de explotación sexual en países de tránsito como Rusia, Ucrania, Polonia, República Checa, Alemania, Países Bajos, Bélgica y Francia.
Los equipos de respuesta iniciales en Europa, como los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y las ONG, se enfrentan a muchos retos a la hora de identificar a los vietnamitas que sean posibles víctimas de la trata y ofrecerles apoyo. Entre esos retos se encuentran los siguientes: una cantidad insuficiente de funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y de trabajadores sociales que hablen la lengua vietnamita; el desconocimiento del contexto cultural vietnamita, lo que provoca que al llevar a cabo las entrevistas sea difícil evaluar con exactitud la edad y tranquilizar a los migrantes en lo que respecta a su seguridad; y el limitado número de traductores oficiales con conocimiento de la situación con respecto al tráfico ilícito y la trata. También se da el caso de que los equipos de respuesta iniciales y las autoridades a menudo solo tienen conocimiento de las actividades que se llevan a cabo dentro de sus propias fronteras, y la falta de una respuesta coordinada para hacer que se cumpla la ley permite a las mafias lideradas por vietnamitas operar sin llamar la atención y también a plena luz del día. Por último, la falta de comunicación y de coordinación entre los países y sus organismos análogos impide rastrear a los migrantes cuando cruzan las fronteras.
Crear confianza como equipos de respuesta iniciales
Casi el 50 % de todos los menores no acompañados que llegaron en 2018 al aeropuerto de París-Roissy (parte de una ruta de tráfico ilícito de personas relativamente nueva que pasa por Haití) eran ciudadanos vietnamitas. La Cruz Roja francesa, en calidad de administradora ad hoc para representar a los menores no acompañados detenidos en la frontera francesa, solicitó a nuestro equipo que le proporcionara servicios de interpretación y apoyo sociocultural a dos jóvenes vietnamitas, de sexo masculino y femenino respectivamente, que habían sido identificados como posibles víctimas de la trata. Se les concedió un permiso transitorio de estadía en Francia, se les puso bajo tutela de los servicios de protección de menores y les proporcionó alojamiento mientras esperaban a que se emitiera un dictamen acerca de su estatus oficial.
Llegamos muy temprano al hotel donde se alojaban los migrantes, a sabiendas de que había muchas posibilidades de que huyeran. Durante las seis horas que pasamos juntos les explicamos cuál era su situación legal y las ventajas de quedarse en Francia, y forjamos tantas conexiones personales como fue posible para que empezaran a confiar en nosotros.
Había claros indicios de que las historias que nos contaron al principio estos adultos jóvenes, Mai y Tuan[1], habían sido ensayadas y eran falsas. Mai declaró que era una huérfana de la provincia de Quang Tri —aunque su acento indicaba lo contrario— que había sido secuestrada cuando tenía 10 años y llevada a China, donde trabajó varios años como esclava. Aseguraba que un día conoció a un hombre chino (cuyo nombre nunca preguntó) que se ofreció a pagarle su viaje a Europa y le ayudó a escapar. Esta es una de las historias que los traficantes suelen contarle a los migrantes para que estos, a su vez, las relaten ante las autoridades cuando les pregunten. En realidad, las bandas de delincuentes rara vez cargan con huérfanos que no pagan. Sin embargo, tuvimos que ser sensibles con Mai, ya que también podía darse el caso de que la razón por la que nos contaba esta historia falsa fuese que hubiera sufrido abusos o explotación sexual a lo largo del trayecto.
El primer paso para crear una relación de confianza fue mostrar empatía, ofreciéndole comida y bebida, y explicándole que solo éramos voluntarios que querían ayudar. Hablamos sobre temas ligeros como su comida vietnamita y jugador de fútbol favoritos, y bromeamos acerca de las uñas de Mai y de lo importante que era para todas las mujeres vietnamitas encontrar un buen salón de manicura. Empleamos los términos adecuados para dirigirnos a cada uno de ellos —les tratamos de “hermana mayor” (chị) y “hermana/hermano menor” (em)— y utilizamos como excusa el horóscopo vietnamita para preguntarles por su edad, ya que es costumbre que los vietnamitas respondan con el animal que corresponde a su signo del zodiaco en vez de hacerlo con un número.
Mai y Tuan poco a poco empezaron a confiar en nosotros y, al final, se sintieron lo suficientemente cómodos como para desvelar más datos acerca de sus historias reales. Mai tenía poco más de 18 años, tenía miedo de viajar sola y echaba mucho de menos a su familia. Se había embarcado en este viaje después de que hubieran deportado a su padre de Europa hacía unos meses, y ahora era su deber pagar las deudas y mantener a su familia. Mai no tenía ni idea de a cuánto ascendía su deuda. Había tomado la ruta “VIP” que empleaba el transporte aéreo para llegar a Francia, pero tendría que esperar hasta su destino final, el Reino Unido, para que los traficantes le dijeran cuánto les debía. Era probable que se tratara de unos 50 000 €, y la carga de pagarla y de mantener a su familia era un peso enorme que motivaron lo que hizo después.
El padre de Tuan había fallecido, dejando a la familia endeudada. Tuan estaba estudiando Derecho y Ciencias Políticas en la universidad, pero sus tíos le animaron a que dejara los estudios y se marchara al Reino Unido para ganar dinero para mantener a toda la familia, incluida su madre y su hermana con discapacidad. Igual que Mai, Tuan no sabría cuánto costaba su viaje hasta que llegara al Reino Unido. Su tía y su tío pedirían prestado a otros para pagarlo y Tuan tendría entonces la responsabilidad de ganar dinero para sufragar la deuda de su tía y de su tío.
No habían pasado ni dos horas desde que salimos del hotel, cuando los servicios sociales nos notificaron que Mai y Tuan se habían subido a un coche que pasaba por allí y que dimos por sentado que pertenecía a la red de tráfico ilícito de personas. De esta experiencia extrajimos varias lecciones valiosas. Como equipo de respuesta inicial, no fuimos capaces de explicarnos adecuadamente ni de ofrecerle a Mai y a Tuan garantías acerca de su derecho a la protección como personas vulnerables en Europa, especialmente a la vista del riesgo que corrían de ser objeto de trata en una etapa posterior de su viaje. También les deberíamos haber pedido a los servicios sociales que les quitaran los teléfonos móviles para evitar que se comunicaran con los traficantes. Por último, hubiéramos necesitado más tiempo para establecer una relación de confianza con ellos y hablar abierta y constructivamente acerca de cómo podrían pagar su deuda para que se sintieran en posición de decidir quedarse en Francia.
Recomendaciones
- Las autoridades europeas y las ONG deberían adoptar las siguientes recomendaciones para mejorar sus respuestas integrales en lo que respecta a la identificación y protección de los migrantes y de las potenciales víctimas de trata o de explotación:
- Recopilar datos completos sobre las víctimas de trata en toda Europa.
- Adoptar un enfoque multinacional y multinstitucional con respecto al crimen organizado vietnamita y aumentar el intercambio de información y la creación de redes entre los organismos estatales, las fuerzas del orden y las ONG.
- Centrarse en las líneas difusas entre la trata y el tráfico para diseñar una respuesta más efectiva.
- Contratar y formar a trabajadores sociales y funcionarios encargados de hacer cumplir la ley entre las comunidades de la diáspora vietnamita.
- Ofrecer una formación especializada adicional y obligatoria para los traductores, representantes de las ONG, trabajadores sociales y funcionarios encargados de hacer cumplir la ley que estén en contacto con potenciales víctimas. En dicha formación, se debería incluir la manera de aportar información específica para el contexto vietnamita y cómo realizar entrevistas con sensibilidad cultural, así como una sesión informativa sobre los mecanismos de control específicos que utilizan los tratantes y los traficantes.
- Contar con actores del sector privado para que participen en el despliegue de programas de prevención en Vietnam que aborden los factores de expulsión económicos.
Campañas de prevención y sensibilización
Es necesario realizar campañas de sensibilización en Europa y en Vietnam en las que se describa la realidad del trabajo en Europa y se ponga de manifiesto el aumento del riesgo que se corre de ser víctima de explotación y de trata que lleva aparejado la acumulación de una deuda considerable. Todos los programas de prevención deben tener lugar antes de que se contraiga la deuda, ya que el proceso de devolución empieza una vez que el dinero ha cambiado de manos en Vietnam, no después de que el migrante emprenda su viaje. Dichos programas deben tener múltiples vertientes, contar con la participación de múltiples partes interesadas y abordar las causas fundamentales. Estos deben combinar las actividades de sensibilización con oportunidades de prosperar, como becas para estudiar en centros de educación secundaria o formación profesional y programas de empleo. Los mensajes para la prevención también deben adaptarse a las características culturales y lingüísticas específicas de las provincias de las que procede la mayoría de los migrantes. Por lo general, esos programas tienen buena acogida cuando los imparten líderes de la comunidad local, como la Unión de Mujeres, o personas influyentes que son modelos de conducta.
Un ejemplo de programa de prevención exitoso sería el desarrollado a través de la alianza entre una ONG de lucha contra la trata, que tenía sede en Vietnam, con los Gobiernos del Reino Unido y Vietnam, y el sector privado. En la campaña se utilizaron anuncios de interés público, que se transmitieron por los canales tradicionales y a través de las redes sociales, en los que aparecían las estrellas de la selección nacional de fútbol de Vietnam. El fútbol es el deporte más popular en el país y los jugadores de la selección nacional son considerados héroes y modelos a seguir. Los anuncios también se utilizaron para presentar a los espectadores el actual programa de becas de formación profesional y de empleo que ofrecía la ONG como un camino alternativo hacia un futuro mejor en Vietnam.
Mimi Vu Mimi.vu@gmail.com
Nadia Sebtaoui nadia.sebtaoui@gmail.com
Expertas independientes en trata de personas
[1] Los nombres han sido modificados para proteger sus identidades.