Cuando se abrió el Oasis de las mujeres y las niñas (Women and Girls Oasis Centre) en el campamento de refugiados Zaatari en Jordania, a finales de 2012, era un terreno polvoriento y árido, rodeado de remolques prefabricados y una valla. Hacia fines de 2014, el recinto estaba lleno de coloridos murales, plantas colgantes que asomaban de las macetas hechas de botellas de agua recicladas y sonidos de niños gritando, jugando y aprendiendo a unos metros de las ventanas del centro infantil. Las mujeres trabajan, conversan, toman café, lloran, se consuelan, bromean y ríen.
Casi todas las mujeres que llegaron al Oasis se habían visto obligadas, a causa del conflicto en Siria, a convertirse en cabezas de hogar. Tras haber sobrevivido a la brutalidad del conflicto, se enfrentaron con las nuevas y abrumadoras responsabilidades de la vida en el exilio. Pocas se sentían preparadas para afrontar este desafío. La vida en Zaatari, según nos informaron muchas de las mujeres, presenta un gran contraste con una vida en Siria definida por roles de género prescritos culturalmente.
En contextos humanitarios, las respuestas dirigidas a las mujeres y a las adolescentes con frecuencia se limitan a aspectos de protección y salud reproductiva y respuesta a la violencia de género. Aun así, el enfoque proactivo de crear un espacio físico para las mujeres puede ser un gran catalizador para las que también reclaman más espacio social y político. En los casos en que se adoptó este tipo de enfoque, hay historias alentadoras de mujeres refugiadas que desarrollaron y articularon estrategias individuales y colectivas para atender sus necesidades. Asimismo, las mujeres expresan una mayor confianza en su capacidad de afrontar los retos que planteará el desplazamiento en el mediano y largo plazo.
Vulnerabilidad y empoderamiento
Durante las crisis humanitarias aumentan los riesgos para las personas y las familias desplazadas en muchos aspectos, como la vulnerabilidad a todas las formas de violencia de género, al reclutamiento forzado y a la explotación laboral, incluido el trabajo infantil. Las mujeres y las niñas, de todas las edades, se encuentran más expuestas a los riesgos. Esto se debe a varios factores: la separación de familias, la ruptura de la ley y el orden y los sistemas tradicionales de protección, y la incapacidad de las personas desplazadas para satisfacer sus necesidades más básicas, lo que lleva a la adopción de estrategias de respuesta que pueden ser dañinas. Si bien son fundamentales las intervenciones de prevención y respuesta que atienden los problemas relativos a la protección, es importante considerar las oportunidades que también pueden surgir a partir de estas crisis. Por ejemplo, el desplazamiento repentino puede ofrecerle a una mujer la posibilidad de dejar a una pareja abusiva, de adoptar nuevos roles al verse obligada a mantener a su familia de manera inesperada o de encontrar su voz al dar un paso al frente y abogar por soluciones a los nuevos desafíos que enfrenta su familia o su comunidad.
Sin embargo, el lenguaje de empoderamiento no se adopta sistemáticamente en las situaciones humanitarias, y la igualdad de género suele dejarse a un lado como un problema de desarrollo. Es fundamental reconocer la importancia del empoderamiento de las mujeres en la acción humanitaria y del espacio físico, social y político para que se priorice a las mujeres refugiadas mediante programas como el Oasis. Este tipo de programa hace hincapié en el diálogo con las mujeres sobre sus necesidades y aspiraciones, y da lugar a intervenciones que abordan, con una visión a más largo plazo, los objetivos críticos de protección, participación y subsistencia.
El Oasis ha permitido el surgimiento de múltiples relatos que van mucho más allá de un análisis de los riesgos y la vulnerabilidad, y que examinan las capacidades y las formas de promover y apoyar las estrategias de respuesta que se refuerzan entre sí. Esta tarea adquiere una especial relevancia cuando se considera la arquitectura física y social del espacio para las niñas y las mujeres refugiadas. Además de los problemas específicos de protección que enfrentan a causa de su sexo, necesitan mecanismos de compromiso ciudadano y autonomía que faciliten su participación en la vida comunitaria y en la toma de decisiones. Con este enfoque integral, las mujeres empiezan a reconstruir la confianza en sí mismas que puede haberse debilitado debido a la separación, por lo general forzosa, de sus roles tradicionales.
Según un reciente informe de ACNUR (la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados) , 145.000 refugiadas sirias ahora encabezan sus hogares solas[i] y este es el caso de muchas de las mujeres de Zaatari. A pesar de estas pruebas, las estrategias humanitarias califican a las mujeres y las niñas de "vulnerables" de forma constante – e inaceptable– sin articular las definiciones de vulnerabilidad con claridad.
Los programas como el Oasis de las mujeres y las niñas no solo identifica a las afectadas como "desplazadas", sino que incorpora sus capacidades y aspiraciones anteriores, como abogadas, maestras, consejeras, médicas e ingenieras. En este modelo, se utiliza la respuesta a las necesidades inmediatas de protección y seguridad como un paso hacia las intervenciones que contribuyen a modificar la autopercepción de las mujeres con respecto a su capacidad para hacer frente a sus circunstancias y se ofrece un espacio en el que las mujeres pueden desarrollar más plenamente sus capacidades y aspiraciones.
Participación y toma de decisiones
En el Oasis, las refugiadas sirias reciben información, recomendaciones y apoyo para prevenir y responder a la violencia sexual y de género. Se dictan clases y sesiones de información, dirigidas a mejorar las habilidades para la vida, como la alfabetización, enseñanza de idiomas, salud y bienestar. Como resultado de una evaluación de las competencias de las participantes, también se establecieron talleres de sastrería y de peluquería. Las mujeres sirias se presentan de forma voluntaria en estos talleres, que, a su vez, ofrecen servicios gratuitos a quienes viven en el campamento. Esto les brinda a las participantes la oportunidad de desarrollar o fortalecer sus habilidades necesarias para el mercado laboral y de obtener la satisfacción de brindar servicios valiosos a su comunidad. Por último, las participantes del programa reciben capacitación en materia de participación ciudadana y supervisión de tutores. Esta formación se adapta específicamente a las mujeres refugiadas y facilita el desarrollo de estrategias y aptitudes de liderazgo para movilizar la acción relativa a los temas de interés dentro de su comunidad.
El objetivo de los espacios seguros como el Oasis de las mujeres y las niñas es crear las condiciones en las cuales las mujeres y las niñas puedan elevar sus voces o desempeñar un papel en la toma de decisiones de la comunidad. La participación en las estructuras decisorias es clave para los compromisos en materia de rendición de cuentas en la respuesta humanitaria. No obstante, por desgracia, no solemos obtener logros significativos en cuanto al liderazgo y la participación, siendo los factores culturales o la urgencia los principales obstáculos. La toma de decisiones de los refugiados en un ambiente como este parece difícil o incluso un lujo, pero las mujeres del Oasis señalan que quieren tener la oportunidad de definir sus vidas, sus necesidades y sus aspiraciones. Y muchas de ellas vinculan su participación en el programa a la recuperación del sentimiento de dignidad. Asimismo, informan que, en su contexto, los comités estructurados a partir del concepto del equilibrio de género del 50 % no alcanzan el supuesto objetivo de participación igualitaria de mujeres y hombres debido a los roles culturales que determinan las interacciones entre ambos y, en algunos casos, la intimidación abierta por parte de los miembros masculinos que lleva a las mujeres a retirarse.
Para asegurar que las estructuras de toma de decisiones de la comunidad se definan en función de las condiciones de participación de las mujeres y que se escuchen sus voces en las instituciones de Zaatari, las principales agencias de gestión de campamentos y movilización de la comunidad han aprovechado los recursos del Oasis para organizar comités de mujeres. Es fundamental distinguir entre las situaciones en las que las mujeres no participan y la suposición de que las mujeres no desean participar. Si bien, en general, la participación de las mujeres en las estructuras de comités del campamento de Zaatari es reducida, un grupo de mujeres se acercó al personal del Oasis para pedir que, además de alfabetización en árabe, se dictaran clases de inglés a fin de defender mejor su caso ante los responsables de las decisiones de la comunidad humanitaria, quienes, en su mayoría, hablan inglés.
Esta no es una historia de víctimas, sino más bien de mujeres supervivientes que reciben apoyo al dar pasos hacia la construcción de un nuevo mundo y una nueva vida para ellas y sus familias. No hay que olvidar que muchas de ellas eran profesionales antes de convertirse en refugiadas. Estas mujeres nos dicen que no quieren definirse solamente como víctimas o beneficiarias de ayuda, sino como mujeres involucradas activamente en un proceso de establecer nuevas estrategias para seguir avanzando frente a sus circunstancias actuales. Los enfoques de recuperación posconflicto necesitan generar un espacio para el empoderamiento de las mujeres que permita el pleno desarrollo de este relato.
Melinda Wells melindawells@gmail.com
Asesora sobre políticas de género y humanitarias.
Geeta Kuttiparambil grits71@hotmail.com
Miembros de las listas de GenCap y NORCAP.
Las opiniones expresadas en el presente artículo son las opiniones de los autores y no reflejan necesariamente las opiniones de sus respectivas organizaciones.
[i] UNHCR (2014) Woman Alone: The fight for survival by Syria’s refugee women [Mujeres solas: la lucha por la supervivencia de las refugiadas sirias] http://womanalone.unhcr.org/mobile/#_ga=1.72256083.1140573610.1389696781