El brote de COVID‑19 ha desbaratado el empleo y el comercio, y ha puesto en peligro la vida en general. Los efectos adversos de la pandemia son innumerables, pero quienes más los han sentido son los miembros más vulnerables del planeta: los refugiados. Aunque en los lugares más improbables hay de esperanza. Incluso en los lugares más incómodos, como los asentamientos de refugiados, hay personas que se mantienen firmes y comprometidas a marcar la diferencia en sus vidas y en las de sus comunidades.
En el asentamiento de refugiados PTP, en el condado de Grand Gedeh (Liberia), Odell y Emma[1] han estado al frente de la respuesta a la COVID‑19 reparando bombas manuales, una ocupación poco habitual para las mujeres. No contentas con ser meras espectadoras o receptoras de ayuda, estas dos mujeres refugiadas decidieron actuar contra la propagación de la COVID‑19 y sus consecuencias para la salud pública y los medios de vida. Emblemas de la determinación, la iniciativa y el empoderamiento femenino, participan no solo en la reparación de bombas manuales, sino también en actividades de subsistencia. Han plantado y cosechado maíz, ñame, pimienta y arroz, y se encargan de vender el maíz de la cosecha de este año.
Ambas mujeres llegaron a Liberia en 2011. Huían de la violencia en Costa de Marfil tras las controvertidas elecciones presidenciales marfileñas. Odell y Emma no querían depender de los hombres para sobrevivir y eso las llevó a participar en un curso de formación teórico-práctico de una semana sobre bombas Afridev en junio de 2019. Este curso fue organizado conjuntamente por ACNUR y el Gobierno de Liberia para formar a 13 refugiados y cuatro miembros de la comunidad de acogida. Odell y Emma fueron dos de las cuatro mujeres refugiadas que completaron con éxito su formación y han seguido utilizando sus habilidades desde entonces.
Su papel cobró especial importancia a finales de 2020, durante la pandemia de COVID‑19, cuando siguieron trabajando para garantizar el suministro de agua potable a pesar de los riesgos para su propia salud. A principios de 2021, su equipo había reparado todas las bombas manuales de los 33 bloques del asentamiento de refugiados PTP, aunque el constante desgaste hace que todavía tengan que llevar a cabo reparaciones ocasionales. También esperan viajar al condado de Maryland para reparar las bombas del asentamiento de refugiados de Little Wlebo, como forma de animar a más mujeres refugiadas a convertirse en mecánicas de bombas manuales.
Las dos mujeres han forjado un fuerte vínculo a través de este trabajo y se han ganado el respeto de su comunidad. Los residentes del campo de refugiados PTP no solo disponen ahora de un mejor acceso al agua limpia para lavarse las manos y evitar la propagación de la COVID‑19, sino que también la utilizan para su ganado y sus huertos. Desde que Odell, Emma y su equipo de 11 hombres repararon las bombas manuales, los refugiados ya no tienen que recorrer a pie más de 500 metros para acceder a un punto de abastecimiento de agua. En un momento en que la población está perdiendo sus medios de vida debido a los toques de queda y los confinamientos, y en que se enfrenta a un aumento de los costes del transporte y de los productos básicos y a unas perspectivas económicas sombrías, he aquí dos mujeres refugiadas que trabajan sin remuneración para llevar agua a sus compañeros en el asentamiento.
“Odell y Emma son valientes y trabajadoras. La sociedad cree que esta labor está destinada a los hombres. Sin embargo, sienten pasión por el trabajo y han conseguido sobresalir en él y acabar con los mitos”. Otis Zarzar, Coordinador de WASH de Condado, Ministerio de Obras Públicas, Condado de Grand Gedeh.
Esta es la historia de dos mujeres que se han comprometido a utilizar sus habilidades para contribuir al bienestar de su comunidad, en la creencia de que cada acción cuenta y de que cada uno puede marcar la diferencia. ¿Su mensaje a sus compañeras que están ahí fuera? “Cree en ti misma. No tengas miedo de fracasar o de probar algo nuevo y desafiar el statu quo. Los refugiados tienen tanto que aportar a sus países de acogida, y la educación y el trabajo práctico son la clave”.
Gibson Zulu zulug@unhcr.org @Gibson71501618
Responsable de campo asociado, ACNUR Liberia
[1] Se han cambiado los nombres.