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CRISIS SIRIA – Los aspectos de la violencia de género contra las refugiadas sirias en el Líbano

En época de conflicto a todo el mundo le afecta la violencia. Sin embargo, las mujeres y las niñas corren un mayor riesgo de ser víctimas de diferentes tipos de violencia, como la sexual y de género, debido a la falta de protección por parte de la sociedad y de la ausencia de un acceso seguro a los servicios. La violencia sexual como arma de guerra está ampliamente reconocida, pero también existen otras formas de violencia contra las mujeres durante el conflicto como la violencia doméstica, la explotación sexual y los matrimonios a edades tempranas.

ACNUR estima que a principios de septiembre de 2013 el número de refugiados sirios en Líbano era de 720.003 y la cifra de desplazados va en aumento. Varias organizaciones locales e internacionales han llevado a cabo evaluaciones rápidas para entender mejor la magnitud y el impacto de la crisis sobre los desplazados sirios en el Líbano. Algunas de las cuestiones principales detectadas mediante estas evaluaciones son el hacinamiento, el acceso inadecuado a los servicios básicos, el aumento de los alquileres y del precio de los alimentos, y la competencia por las limitadas oportunidades laborales. Las evaluaciones también ayudaron a identificar a las mujeres y los niños como las personas que se encontraban entre los grupos más vulnerables, por el mero hecho de pertenecer a un sexo concreto, a un grupo de edad o a un estatus social determinado. Esto a su vez desveló el aumento de la violencia sexual y de género entre los refugiados y la necesidad de que las agencias humanitarias desarrollen urgentemente una respuesta a medida para reducir esta forma de violencia.

No se dispone de datos cuantitativos con respecto a la violencia contra las mujeres pero muchas mujeres y niñas desplazadas sirias declararon haber sufrido algún tipo de violencia, en especial, violaciones. Una evaluación rápida realizada en 2012 por el Comité Internacional de Rescate en colaboración el ABAAD-Centro de Recursos para la Igualdad de Género determinó que las vulnerabilidades de las mujeres y niñas sirias aumentaban su exposición a la violencia de género antes de cruzar las fronteras y también en sus nuevas comunidades de acogida, y llegó a la siguiente conclusión:

·         Los grupos de muestra y los informantes clave señalaron que mujeres y niñas se enfrentaban a violaciones y violencia sexual así como otras formas de violencia más amplias durante su estancia en Siria.

·         Las mujeres adultas y las adolescentes destacaron la violencia de pareja, los matrimonios a edades tempranas y el sexo por supervivencia así como otras formas de violencia experimentadas desde su llegada al Líbano. Algunas mujeres adultas que participaron en varios grupos de muestra denunciaron que la violencia de pareja se había incrementado desde su llegada al Líbano mientras que las adolescentes declararon que habían aumentado los matrimonios a edades tempranas, la mayoría de las veces como un esfuerzo por parte de las familias para “proteger” a las niñas contra violaciones o para asegurarse de que estuvieran “bajo la protección de un hombre”.  El sexo por supervivencia, típicamente relacionado con la necesidad desesperada de mujeres y niñas de ganar dinero para costearse la vida desde su llegada al Líbano, también se señaló como un tipo de violencia frecuentemente experimentado por mujeres y niñas sirias.

·         Muchas mujeres y niñas recién llegadas viven en asentamientos para refugiados sin planificar, con la mínima intimidad y con su seguridad comprometida, en especial entre aquellas poblaciones de refugiados que viven en edificios públicos abandonados.

·         Las supervivientes son reacias a denunciar la violencia sexual y de género o a buscar ayuda por culpa de la vergüenza, el miedo y la “deshonra” de sus familias. Las mujeres corren el riesgo de sufrir más violencia física y sexual, incluida la muerte, a manos de sus propias familias cuando denuncian un caso de violencia de género, un patrón que existe en muchos contextos.

·         La coordinación, que es mínima, y la falta de adherencia a las normas internacionales de la asistencia humanitaria han menoscabado la capacidad de las mujeres y las niñas de acceder a los servicios. La discriminación y el maltrato constituyen barreras clave para el acceso a los servicios.

·         A las mujeres y niñas se les ha restringido el acceso a la información acerca de la disponibilidad de servicios y apoyo, en especial a aquellos que son relevantes para las supervivientes de la violencia de género. Los informantes clave estuvieron muy de acuerdo en que actualmente hay pocos servicios específicamente diseñados para cubrir las necesidades de la violencia de género o que sean accesibles para las refugiadas sirias[1].

La explotación sexual o el sexo “por supervivencia” no consensuado tiene lugar cuando las mujeres y las niñas ofrecen favores sexuales a cambio de alimentos y otros bienes, o de dinero para pagar el alquiler, especialmente en el Líbano. “Y si quieres que otras ONG te ayuden debes mandar a tu hija, tu hermana o a veces a tu esposa… y que “sea amable con ellos” para poder conseguir algo… No sé si me entiendes” (participante en un debate de un grupo de muestra).

Aunque el matrimonio a edades tempranas de las hijas era una práctica común en Siria antes de que estallara el conflicto, cabe denunciar que se está haciendo cada vez más frecuente como nueva estrategia de resolución de problemas, ya sea para proteger a las mujeres jóvenes o para reducir la presión de las cargas económicas familiares.

La baja autoestima entre los hombres por lo que implica ser un refugiado lleva, en algunos casos, a una expresión negativa de su masculinidad.  La violencia hacia las mujeres y niños ha aumentado puesto que algunos hombres desahogan sus frustraciones y abusan de su poder dentro del hogar. “No me siento como un hombre de verdad después de lo que me ha pasado y, para ser sincero, ya no lo puedo soportar”. “Cuando mi mujer me pide verduras o carne para preparar la comida, le pego. Ella no sabe por qué la golpeo y yo tampoco”.

Fuera del hogar también hay ejemplos de mujeres y niñas que son vulnerables ante el acoso físico y verbal, incluido el acoso sexual, y en algunas zonas tienen miedo de que las secuestren, les roben o las ataquen. Las viudas u otras mujeres que se encuentran solas son especialmente vulnerables, por lo que algunas ocultan el hecho de que a sus maridos los hayan asesinado o secuestrado e incluso fingen recibir llamadas telefónicas de ellos para protegerse del acoso de otros hombres.

Carecemos en gran medida de información sobre la prevalencia de la violencia de género entre los hombres y los niños –y sobre su impacto– pero un reciente estudio llevado a cabo por ABAAD con ayuda de UNICEF[2] confirma que ellos también se han enfrentado a la violencia de género y a la violencia sexual en Siria o en sus comunidades de acogida. Durante una serie de entrevistas con jóvenes y niños desplazados descubrimos que desconocían el término violencia de género pero casi todos los entrevistados señalaron diferentes formas de este tipo de violencia (incluida la doméstica y el acoso por razones de género, que estaban presentes dentro de sus comunidades tras haberse exiliado de Siria, y habían sido testigos o supervivientes de ella. El 10,8% habían sido expuestos al acoso/daños durante los tres meses anteriores pero tendían a asociar las formas de violencia de género a las que estaban expuestos con el hecho de ser sirios o palestinos/sirios. El racismo y la discriminación dificultaban su capacidad para identificar la violencia de género.

Cuando a los entrevistados se les preguntaba concretamente por el impacto de los daños/acoso que sufrían, la mayoría aseguraba que no lo sabía y que intentaba olvidarlo. Algunos pensaban que la culpa de que les hubiese pasado esto era suya. Además, los pocos que se lo habían contado a alguien declararon que no se había hecho nada al respecto. Estaba claro que el comportamiento de la mayoría de los encuestados había cambiado de forma drástica por culpa del desplazamiento y de lo que habían presenciado, lo que provocaba constantes conflictos en los hogares. Manifestaron que sentían inseguridad, tristeza, dudas, rabia y soledad y a veces ellos mismos actuaban de forma violenta. Su acceso a los recursos y el apoyo social necesario para ayudarles era limitado.

Los hombres jóvenes y los niños en especial son también muy susceptibles de ser captados para realizar trabajos forzosos y desde edades tempranas porque desde pequeños se les considera los encargados de mantener económicamente a la familia, constituyendo en sí una forma de violencia de género.

Respuesta

Muchas organizaciones nacionales e internacionales trabajan para reducir la violencia de género contra las refugiadas sirias a través de programas de prevención y protección que utilizan un enfoque multisectorial alternativo. Este enfoque incorpora diversos servicios como asesoramiento jurídico, información y concienciación, servicios sanitarios y psicológicos, etc. pero los programas están descentralizados y desperdigados por diferentes regiones y son diferentes sus proveedores. El tener que acudir a diversos lugares para obtener servicios menoscaba –por culpa de las restricciones económicas o culturales– la capacidad de estas personas para acceder a todos los servicios que necesitan.

Algunas nuevas iniciativas están abordando el problema de la dispersión de los puntos de provisión de servicios creando un sistema de referenciación claro de los proveedores con el fin de facilitar a los beneficiarios el acceso. Un ejemplo es la apertura (realizada por ABAAD en colaboración con ACNUR, UNICEF y el Consejo Danés para los Refugiados) de tres Refugios Seguros en tres zonas diferentes del Líbano en las que se concentran grandes cifras de refugiados sirios. Estas viviendas ofrecen un lugar seguro y confidencial para las refugiadas sirias que han sobrevivido a la violencia de género o que corren un gran riesgo de ser víctimas de ella, y también para sus hijos. Además de ofrecer alojamiento durante un período de hasta 60 días, los centros también ofrecen –en el mismo lugar– asistencia individualizada y asesoramiento para situaciones de crisis, apoyo jurídico y psicosocial, servicios médicos y forenses e información sobre la provisión de servicios sociales (oportunidades económicas, refugio a largo plazo, servicios sanitarios, etcétera).

Recomendaciones

Las siguientes recomendaciones se extraen de nuestro reciente estudio publicado con Oxfam que evalúa el impacto de la crisis siria desde una perspectiva de género e incluye un examen de la prevalencia y el impacto de la violencia de género[3]:

 

·         Aumentar el número de espacios seguros para mujeres, hombres, niños y niñas.

·         Organizar la distribución masiva de mensajes educativos para la protección de las mujeres y los hombres.

·         Aumentar las competencias de los proveedores de cuidados clínicos de los/as supervivientes de agresiones sexuales, la asistencia individualizada en los casos de violencia de género y el cuidado de los niños supervivientes.

·         Realizar auditorías sobre la seguridad en la comunidad con el fin de evaluar su situación en zonas relevantes. Establecer mecanismos de protección comunitarios basados en auditorías regulares sobre la seguridad en la comunidad, como el apoyo a los colectivos de mujeres y el fomento de la capacidad de los programas de protección para mujeres.

·         Sensibilizar a los principales interesados en acciones humanitarias de la comunidad y hacer que se impliquen en la seguridad para implantar las medidas adecuadas que sean sensibles con las cuestiones de género, incluidos mecanismos para controlar la proliferación de armas cortas.

·         Trabajar para garantizar que todos los actores que participan en la entrega de la ayuda reciban formación sobre la igualdad de género, la eliminación de la violencia contra las mujeres y unas normas éticas mínimas para la entrega de la ayuda, y que tengan como objetivo el cumplir con los principios operativos estándar. Todos los actores deberían realizar un seguimiento sistemático de la violencia sexual en los conflictos, y crear su propio sistema de documentación sobre la violencia de género. 

·         Garantizar que todos los organismos de ayuda se adhieren al principio de tolerancia cero con la violencia y la explotación sexual, establecer mecanismos para denunciar dichos incidentes y actuar en consecuencia cuando se observen o denuncien tales incidentes.

·         Establecer mecanismos confidenciales y de confianza para rastrear y denunciar los incidentes de explotación sexual y los abusos durante la entrega de la ayuda, e informar a las mujeres y niñas sirias sobre la existencia de dichos mecanismos.

·         Organizar sesiones de concienciación sobre la violencia de género que afecta a los chicos jóvenes para el personal de las organizaciones de ayuda e iniciar un grupo de apoyo para hombres jóvenes y niños.

 

Ghida Anani ghida.anani@abaadmena.org es fundadora y directora del ABAAD-Centro de Recursos para la Igualdad de Género, Beirut, el Líbano. www.abaadmena.org

Este artículo también se desprende de los dos informes señalados en las notas a pie de página número 1 y 3. Las citas de los participantes de los grupos de muestra han sido extraídas del informe Arenas movedizas.



[1] Véase el resumen, Syrian Women & Girls: Fleeing death, facing ongoing threats and humiliation (Mujeres y niñas sirias: huir de la muerte, enfrentarse a amenazas constantes y a la humillación), Comité Internacional de Rescate, agosto de 2012. http://tinyurl.com/IRC-Lebanon-August2012

[2] Evaluación del impacto de la violencia de género en los hombres jóvenes y niños entre los refugiados sirios y sirios/palestinos en el Líbano, ABAAD-UNICEF, próxima publicación en septiembre de 2013.

[3] Roula El Masri, Clare Harvey and Rosa Garwood, Arenas movedizas: cambios en los roles de género de las personas refugiadas en Líbano, ABAAD-Centro de Recursos para la Igualdad de Género OXFAM, septiembre de 2013 http://tinyurl.com/Oxfam-ABAAD-ShiftingSands-2013

 

 

 

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