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Un recorrido por las opciones curriculares de los refugiados palestinos

La cuestión acerca de lo que aprenden los refugiados a menudo se queda fuera de los debates sobre la importancia de la educación. Esta omisión es significativa. Las opciones curriculares y los libros de texto que las transmiten reflejan una visión de la sociedad: quiénes están incluidos, quiénes no y cómo están representados.  

Desde hace mucho tiempo hay disputas sobre los planes de estudio que se imparten a los refugiados[1] palestinos que estudian en escuelas gestionadas por las Naciones Unidas. Tras el desplazamiento de los palestinos en 1948, escuelas públicas, privadas y gestionadas por voluntarios les abrieron sus puertas en sus lugares de exilio. En algunos casos, las escuelas que ya existían ampliaron su capacidad para incluir a estudiantes refugiados; en otros, se crearon nuevas escuelas para ellos. La aparición poco sistemática de las escuelas y la insuficiente financiación de la educación hicieron que los proveedores dependieran en gran medida de los recursos educativos existentes, incluidos los planes de estudio y los libros de texto del Estado de acogida. Cuando el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS) se hizo cargo de las escuelas en mayo de 1950, era más conveniente, rentable y políticamente viable seguir utilizando esos recursos que crear otros nuevos. Además, la utilización de los planes de estudio del Estado de acogida en la enseñanza primaria facilita la continuación de los estudios en las escuelas secundarias. Y por último, la armonización con los planes de estudios de los Estados de acogida les facilitaba la tarea de acreditar y homologar los resultados del aprendizaje. 

La importancia del derecho de retorno de los refugiados llevó a los representantes de la ONU y de los Estados Árabes a “recomendar encarecidamente” que la geografía y la historia de Palestina se enseñaran no solo en las escuelas del OOPS, sino también en las escuelas públicas y privadas que aceptaban alumnos palestinos[2]. Pero durante los siguientes años el OOPS ha tenido que hacer frente a numerosos retos para implementar esas políticas.

 Uno de los retos más notables surgió en 1967, inmediatamente después de la ocupación israelí del Muro de Cisjordania y Gaza. A las pocas semanas, las autoridades israelíes intentaron cambiar los planes de estudio utilizados en los territorios palestinos ocupados, alegando que promovían el odio e incitaban a la violencia. Se solicitó a la UNESCO que examinara los libros de texto utilizados en las escuelas del OOPS para evaluar su conveniencia. El proceso de toma de decisiones fue tortuoso. Por un lado, la comisión encargada de llevar a cabo la revisión reconoció la importancia de analizar libremente la historia, así como el derecho de las personas desplazadas a expresar su consternación o desesperación. Por otro, a la comisión le preocupaba que los estudiantes refugiados estuvieran expuestos a algo más que la mera frustración, desesperación y venganza.

Al final de la revisión, la comisión recomendó que unos pocos de esos libros dejaran de utilizarse, que otros fueran editados y que el resto se siguieran utilizando tal y como estaban. Sin embargo, los gobiernos árabes y el israelí se mostraron contumaces. El gobierno sirio, por ejemplo, se negó a cooperar con la comisión, argumentando que una revisión de sus libros de texto era una violación de la soberanía siria. Cooperantes en un principio, Jordania y Egipto rechazaron más tarde las críticas a sus libros de texto por las mismas razones. Israel también estuvo en desacuerdo con las conclusiones, alegando que la revisión había sido demasiado indulgente y prohibió de forma unilateral los libros de texto que consideraba inapropiados.

 El impacto de estos desacuerdos en los estudiantes fue significativo. En Gaza, los estudiantes del OOPS comenzaron el curso académico 1967–1968 sin casi ningún libro de texto, mientras que los del Muro de Cisjordania se vieron privados de un tercio de los libros necesarios como consecuencia de la prohibición israelí. El desabastecimiento y los retrasos en la recepción de materiales didácticos también afectaron a las escuelas de Jordania y Siria. Para hacer frente a esta situación, el OOPS, a expensas suyas, elaboró millónes de páginas de fichas didácticas basadas en los libros de texto, pero excluyendo los pasajes que la Comisión había considerado problemáticos.  Pero los gobiernos árabes consideraron que se trataba de una forma de censura y prohibieron al OOPS distribuirlas.

Las desavenencias entre las partes siguen enterrando las políticas curriculares del OOPS. La introducción de un plan de estudios palestino a principios de la década de 2000 y su implementación en las escuelas del OOPS reavivó las acusaciones de Israel y de destacados donantes occidentales de que a los refugiados se les enseñaba el odio y la violencia en sus escuelas, a pesar de que los hallazgos decían lo contrario[3]. En 2017, la Autoridad Palestina acusó al OOPS de censura y amenazó con suspender los vínculos con el organismo. Más recientemente, en 2018, el Gobierno de Estados Unidos —el mayor auspiciador del OOPS— retiró su financiación y reiteró las acusaciones israelíes de que sus escuelas promueven el antisemitismo, afirmaciones que el organismo negó. Aunque otros han intervenido para paliar parcialmente la escasez de recursos (al menos de forma temporal) esta última crisis sigue poniendo en peligro la educación de más de medio millón de refugiados palestinos.

 En todo este periplo, se han dejado de lado las opiniones de los refugiados sobre la educación que reciben. Y cabría recordar que los menores refugiados aprenden lo que viven. Para los palestinos, como para muchas otras poblaciones refugiadas, eso significa una constante y persistente violación de sus derechos. Quienes comparten la responsabilidad de la educación de los refugiados —ya sean Estados de acogida, organizaciones multilaterales o países donantes— deberían recordar que cuando los contenidos educativos ignoran estas realidades, las escuelas pierden relevancia y los resultados educativos pueden verse comprometidos, en detrimento de todos.

 

Jo Kelcey jo.kelcey@nyu.edu

Doctoranda, Universidad de Nueva York www.nyu.edu

 

[1] El OOPS se creó tras el conflicto árabe-israelí de 1948. Tras exiliarse o ser expulsados, más de 900 000 palestinos buscaron refugio en Jordania, el Líbano y Siria, mientras que otros fueron desplazados al Muro de Cisjordania o a la Franja de Gaza. Aunque ha habido otras oleadas de desplazamiento, solo a los desplazados en 1948 y a sus descendientes se les considera “refugiados palestinos” y, por lo tanto, entran dentro del mandato del OOPS. Dado que este artículo versa sobre todo acerca del OOPS, empleamos en el mismo el término “refugiados palestinos”. Véase RMF número 26 (2006) “Desplazamiento palestino: ¿un caso aparte?” www.fmreview.org/palestine

[2] UNESCO (1952) “Report of the working party convened by UNESCO to make recommendations on the possible development of the UNRWA–UNESCO Education Programme for Palestine Refugees in the Near East” http://unesdoc.unesco.org/images/0017/001785/178569eb.pdf

[3] Brown N (2001) “Democracy, history and the contest over the Palestinian curriculum, preparado por el Adam Institute http://lllp.iugaza.edu.ps/Files_Uploads/635063694488064181.pdf  

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