De los 9,5 millones de personas que hasta la fecha se han visto obligadas a exiliarse por culpa del conflicto en Siria, más de dos tercios –unos 6,45 millones de personas– están desplazadas dentro del país[1]. De hecho, Siria es actualmente el país del mundo con más desplazados internos. Muchos han sido desplazados varias veces. Y se siguen produciendo nuevos desplazamientos: cada minuto una familia se exilia; de media, unas 9.500 personas al día[2]. Al menos la mitad de los desplazados son menores.
La Comisión Internacional de Investigación del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha enumerado una serie de “ataques generalizados contra los civiles”, entre los que se incluyen asesinatos, ejecuciones sumarias, masacres, detención de civiles (menores incluidos), tortura sistemática, violaciones y otros actos de violencia sexual, reclutamiento y uso de menores en las hostilidades, desapariciones forzadas, toma de rehenes, emboscadas, ataques con armas químicas contra civiles, y ataques a hospitales, personal médico y periodistas; todos ellos cometidos con impunidad tanto por las fuerzas gubernamentales como por grupos armados no estatales[3]. No es de extrañar que muchos civiles teman por sus vidas y se acaben exiliando.
Además, la Comisión habla de “desplazamientos arbitrarios generalizados” provocados directamente por los “bombardeos terrestres y aéreos indiscriminados y desproporcionados” sobre zonas habitadas por civiles y señala que las distintas partes del conflicto han incumplido la obligación que les impone el Derecho internacional humanitario de tomar todas las medidas posibles para proteger a los civiles desplazados, proporcionarles asistencia y asegurarse de que los miembros de una misma familia no sean separados. La Comisión también ha documentado casos de crímenes de guerra por parte de grupos armados no estatales que han dado lugar a desplazamientos, como dar un ultimátum público a grupos étnicos concretos de la población civil para que se marchen si no quieren tener que enfrentarse a un ataque inminente. En varios de estos casos se secuestró en los puestos de control a muchos civiles que huían y sus propiedades fueron saqueadas e incendiadas.
El acto de huir en sí puede ser peligroso, ya que uno puede ser víctima de abusos y ataques por el camino. Cada día es una lucha para poder asegurarse el acceso a la comida, el alojamiento, los cuidados sanitarios y otras necesidades esenciales. Por ejemplo, menos del 3% de los desplazados internos encuentra alojamiento en los centros colectivos oficiales establecidos por el Gobierno. El resto vivirán con familias de acogida o en alojamientos privados mientras sus recursos se lo permitan, o en campamentos improvisados y asentamientos informales desperdigados en los que se producen excesivos problemas relacionados con la seguridad.
Mientras tanto, la guerra de asedio –una táctica empleada por las partes del conflicto– implica que muchos civiles (241.000 en la actualidad) se encuentran literalmente atrapados en sus comunidades, sin acceso a asistencia e incapaces de exiliarse. De hecho, los desplazados internos son la mayor proporción de miembros de un colectivo más amplio de 10,8 millones de personas que necesita asistencia humanitaria urgente dentro del país.
Se estima que 4,6 millones de personas que necesitan asistencia en Siria se encuentran en zonas que las Naciones Unidas han denominado “de difícil acceso” para los actores humanitarios. Más de 50 trabajadores humanitarios han sido asesinados desde que diera comienzo el conflicto, 36 de ellos pertenecientes a la Media Luna Roja Siria. Además de los riesgos para la seguridad, las entregas de ayuda humanitaria deben sortear onerosas trabas administrativas y burocráticas para su aprobación, lo que conlleva grandes retrasos. Una vez en la carretera, los convoyes pueden encontrarse con el bloqueo total por las partes del conflicto. Por poner un ejemplo, el coordinador del Socorro de Emergencia de las Naciones Unidas denunció que sólo en julio de 2014, después de casi dos años y más de 20 solicitudes de la ONU, se pudo entregar la ayuda en forma de alimentos y servicios sanitarios a las 24.000 personas que vivían en la ciudad sitiada de Madamyiet El-Sham en la zona rural de Damasco; no habían recibido asistencia desde octubre de 2012. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) llegó en julio de 2014 hasta una comunidad de 10.000 personas en Dara que se encontraba en situación de extrema necesidad y que no había recibido ningún tipo de asistencia externa desde que en marzo de 2011se iniciara el conflicto. Hasta mediados de julio de 2014, no se autorizaron los convoyes humanitarios transfronterizos, que permitían líneas más directas para entregar la ayuda a las personas necesitadas. Mientras tanto, continúan pendientes las solicitudes de la Comisión de Investigación y de otros tantos expertos de la ONU en derechos humanos para entrar en el país.
Pese a las restricciones, la ayuda va saliendo adelante cuando y donde puede. Por ejemplo, cada mes el PMA entrega alimentos a 3,7 millones de personas tanto en zonas controladas por el Gobierno como en otras bajo el control de la oposición. En julio de 2014 la Organización Mundial de la Salud distribuyó medicamentos, vacunas y suministros médicos de urgente necesidad para más de medio millón de personas, mientras que UNICEF ayudó a 16,5 millones a acceder al agua potable.
La financiación sigue constituyendo un reto: de los 2.280 millones solicitados para implementar el Plan de Respuesta Humanitaria de Siria para 2014, a finales de agosto sólo se había recibido el 30% de los fondos necesarios. Algunos sectores de vital importancia como la seguridad, el alojamiento y la educación reciben una financiación inferior al 15%.
Mientras no se ponga fin al conflicto, la ya inmensa cantidad de personas que se han visto forzadas a exiliarse dentro o fuera de Siria (en la actualidad 9,45 millones, casi la mitad de la población siria de antes de la guerra) continuará incrementándose de forma inevitable. La dimensión interna de la crisis del desplazamiento resulta especialmente significativa y existe el riesgo de que se haga aún más grande debido también a que cada vez es más difícil, especialmente para los refugiados palestinos en Siria, cruzar la frontera y quedarse en alguno de los países vecinos. Por poner un ejemplo: desde enero de 2013 más de 100 refugiados han sido deportados desde Jordania y devueltos a una Siria devastada por la guerra[4]. Además, la mayoría de los casi 3 millones que han solicitado asilo en otros países primero fueron desplazados internos que iban de camino a la frontera para cruzarla. Para quienes se han visto obligados a exiliarse, las crisis de desplazamiento interno y externo a menudo constituyen partes de una misma historia que se van cruzando. Aunque gran parte de la atención –de la comunidad internacional, los medios de comunicación y también de los investigadores– se ha centrado en la muy trágica y mucho más visible dimensión externa, es decir, en la crisis de los refugiados (actualmente la más grande del mundo) más del doble de personas se encuentran desplazadas dentro de Siria, donde siguen estando expuestas junto con otros civiles a una situación de peligro extrema. Para responder de manera efectiva a la “crisis de desplazamiento siria” es necesario un enfoque global que garantice la protección de las personas que se encuentran a ambos lados de la frontera.
Erin Mooney erin.d.mooney@gmail.com es asesora de protección sénior, ProCap (Proyecto para crear capacidad de reserva en materia de protección), y en 2013 participó en las operaciones de las Naciones Unidas en Siria. Es una de las asesoras internacionales de RMF.
[1] A menos que se indique de otro modo, todas las cifras citadas son las que manejan las Naciones Unidas y están actualizadas con fecha de finales de agosto de 2014. Si desea obtener cifras y análisis actualizados regularmente sobre la situación en Siria, consulte www.unocha.org/syria
[2] Observatorio de Desplazamiento Interno, 14 de mayo de 2014. http://tinyurl.com/IDMC-Syria-every-60-seconds
[3] La Comisión de Investigación Internacional Independiente sobre la situación en la República Árabe de Siria fue establecida en agosto de 2011 por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Se puede consultar su 7º informe de 12 de febrero de 2014 y el 8º informe de 27 de agosto de 2014 en http://tinyurl.com/OHCHR-SyriaCommission