Aunque la presencia del grupo armado no estatal al-Shabaab se concentra principalmente en Mogadiscio y el centro de Somalia, su influencia se extiende más allá de las fronteras hasta las vidas de los refugiados somalíes que intentaban huir de la violencia.
Aunque la presencia del grupo armado no estatal al-Shabaab se concentra principalmente en Mogadiscio y el centro de Somalia, su influencia se extiende más allá de las fronteras hasta las vidas de los refugiados somalíes que intentaban huir de la violencia.
Después de 20 años de guerra, Harakat al-Shabaab1 es la principal fuerza militar opositora del Gobierno de Mogadiscio apoyado por la ONU y respaldado militarmente por la Unión Africana. Promoviendo la visión de la ummah, un estado islámico unificado regido por la leyes de la shari'a, al-Shabaab atrae tanto apoyo popular, como feroces críticas de la población somalí de dentro y fuera del país. Al-Shabaab es considerado tanto el instigador principal del actual conflicto, como su solución más viable. Su concepción de que el Islam está por encima del tribalismo podría unir incluso a aquéllos a quienes el grupo ha obligado a desplazarse. Aunque la presencia militar de al-Shabaab se concentra en Somalia, recibe financiación a escala mundial y, concretamente, desde el barrio keniata de Eastleigh.
Ubicado a las afueras del principal distrito financiero de Nairobi, Eastleigh es conocido como el centro económico y comunitario de la comunidad desplazada somalí. En los últimos veinte años este distrito ha pasado de ser un suburbio de Nairobi de clase media-baja, a una zona de bullente actividad comercial y un importante conducto de grandes cantidades de dinero. El flujo de dinero de Eastleigh lo mueven principalmente los desplazados somalíes residentes en Nairobi, los campos de Dadaab en la provincia Nororiental de Kenia y familiares residentes en Somalia.2
Es bien conocido en todo Eastleigh que al-Shabaab utiliza el dinero remitido para financiar sus operaciones en Somalia y que tiene lazos directos con varios negocios del distrito keniata; es más, se sospecha que la mayor parte de los negocios y tiendas están dirigidos por miembros o afiliados de al-Shabaab. Muchas tiendas venden videos de propaganda de al-Shabaab producidos en estudios de Eastleigh. De esta forma, al-Shabaab puede difundir su mensaje, proporcionar ingresos a los negocios locales y reforzar su posición en la comunidad.
Con el fin de adoctrinar, Al-Shabaab promueve y apoya a los residentes de Eastleigh no sólo con simples tiendas o puestos de té, sino invirtiendo grandes sumas de dinero en la construcción y la puesta en funcionamiento de mezquitas para asegurarse el apoyo de los clérigos del distrito. Influyendo en los discursos de las mezquitas locales, Al-Shabaab impulsa la idea de una Somalia basada en principios islámicos y no en afiliaciones políticas o tribales.
Las escuelas cuyo programa educativo difunda los valores de al-Shabaab, también pueden recibir dinero y material. Incluso algunas de las escuelas patrocinadas por al-Shabaab ofrecen uniformes escolares inspirados en los de este grupo armado.
Pese a que los beneficios ofrecidos a los nuevos reclutas son, sorprendentemente, mínimos, los jóvenes de Eastleigh siguen uniéndose a al-Shabaab en respuesta al adoctrinamiento, la pobreza y la ausencia de oportunidades, entre otras cosas. Por desgracia, al-Shabaab rara vez aporta la ayuda necesaria o deseada a estos jóvenes, a menudo vulnerables, puesto que la organización considera enrolarse como un deber nacional para salvar y unificar la nación de Somalia.
El principal problema de la presencia en Eastleigh de al-Shabaab es la enorme censura sobre la comunidad desplazada. En algunos lugares las mujeres jóvenes deben cubrirse completamente. Pero la censura también se nota entre los hombres pues, debido a la dificultad para saber quién de la comunidad pertenece a al-Shabaab, las personas son bastante reacias a decir o hacer algo que pueda llamar una atención no deseada.
Conclusión
Pese a que no todos los somalíes comparten la visión de un estado islámico radical, la posibilidad del fin de la violencia, la reunificación del Estado bajo un Gobierno Somalí y la vaga posibilidad de un retorno, resultan muy sugerentes. Al-Shabaab es considerado mejor opción para una paz duradera que un Gobierno en Mogadiscio amparado por las Naciones Unidas, visto por muchos como un despilfarro económico y del que algunos temen que el apoyo extranjero pueda suponer una fuerte injerencia extranjera en Somalia a largo plazo. Lo más importante es que el éxito de al-Shabaab se ha llegado a entender como la posibilidad de cualquier hombre de elevarse por encima de las restricciones tradicionales del tribalismo y un medio para iniciar nuevas oportunidades para una población cansada de la violencia de la guerra y las frustraciones del desplazamiento.
Mitchell Sipus es Investigador y Consultor Independiente. Es Graduado del Centro de Estudios sobre Refugiados y Migraciones Forzadas de la Universidad Americana y de la Universidad de Cincinnati.
El estudio de campo se llevó a cabo en Eastleigh, Nairobi y Kenia, en octubre de 2010.
1 En árabe, “hombres jóvenes”.
2Lindley, Anna, 2007 ‘Protracted displacement and remittances: the view from Eastleigh, Nairobi’ (Desplazamiento prolongado y remesas: el punto de vista de Eastleigh, Nairobi), New
Issues In Refugee Research, ACNUR. Disponible (en inglés) en: http://www.unhcr.org/46ea519d2.html