Trabajo para el Centre for Community Health and Development International (CHAD), una organización no gubernamental local del noreste de Nigeria. Trabajo estrechamente con la comunidad internacional, colaborando con varias iniciativas locales y globales y estoy activamente involucrado en las respuestas de protección y gobernanza aquí en Nigeria (muchas de la cuales reciben apoyo de socios internacionales).
He estado siguiendo la agenda de localización y me sentí alentado por el lanzamiento de el Gran Acuerdo[1] y los compromisos que asumieron los donantes para apoyar a las organizaciones no gubernamentales (ONG) locales como la mía. Sé que el Gran Acuerdo recomienda que 25 % de los fondos humanitarios globales sean destinados a organizaciones como CHAD y otros equipos de respuesta locales. Sin embargo, cuanto más he intentado acercarme a los donantes y la comunidad global, más estúpido me han hecho sentir.
Yo, mis colegas y muchos otros actores locales no somos estúpidos. En realidad sabemos cosas. ¿Y adivinen qué? ¡Somos capaces de saber más! Reconocemos que no somos perfectos. Muchos de nosotros fuimos educados en un país con carencia de liderazgo responsable y sin mucho acceso a información y oportunidades. Pero también conozco a mi comunidad y estoy trabajando muy duro para ser parte del impulso del cambio que queremos ver en nuestra sociedad.
Así que quisiera que se imaginaran qué se siente al recibir la siguiente respuesta que recibimos de un donante este año:
“Aunque sus estrategias son prometedoras, sus necesidades de desarrollo de capacidades son una enorme preocupación para nosotros, gracias por responder a la convocatoria de propuestas. Les deseamos suerte en sus futuros intentos”.
Qué ridículo. En primer lugar, ese es el motivo por el cual les escribí.
No es la primera vez que nos rechazan por haber pedido ayuda para desarrollar nuestra capacidad al mismo tiempo que pedimos fondos para un proyecto. Ahora nos preguntamos si es posible que los donantes pudieran estar sugiriendo que deberíamos mentir sobre nuestras debilidades institucionales. Tal vez eso nos podría abrir sus puertas.
A cambio, nuestra honestidad significa que continuamos viéndonos forzados a asociarnos con la ONU y con ONG internacionales que luego nos hacen pasar por las verificaciones de debida diligencia para determinar nuestras “capacidades débiles”. Pero nosotros ya sabíamos cuáles eran (se las dijimos en nuestra propuesta). Entonces, recibimos capacitación elemental en talleres que se centran en temas que mis jóvenes colegas y yo podríamos haber asimilado fácilmente leyendo un documento en PDF o documentos de referencia en línea. No recibimos ninguna tutoría. O entrenamiento. Ni compromisos a largo plazo. Y luego, tenemos que pasar días alejados de nuestros programas para recibir a personas que hacen verificaciones aleatorias para que nos digan lo que ya sabemos, que todavía no tenemos las capacidades correctas. Pero no somos magos. Sin apoyo concreto —personas, financiación flexible e inversiones de capital (que, por cierto, ustedes brindaron a las ONG internacionales en lugar de a nosotros)— no podemos implementar los sistemas.
Estas verificaciones de debida diligencia interminables (hemos tenido tres en los últimos 12 meses solamente) continúan describiéndonos a nosotros y a otras ONG con una imagen negativa, poniendo de relieve nuestra capacidad limitada como una justificación por la cual los fondos deben ir a las ONG internacionales en lugar de a nosotros. ¿Ante quién rinden cuentas los socios internacionales?
También es confuso para nosotros, porque el Gran Acuerdo parece significar la apertura de las ventanas de la financiación a socios nacionales e internacionales, y aún así los donantes siguen sorprendiéndose cuando les pedimos la oportunidad de administrar el fortalecimiento de nuestras propias capacidades con la ayuda de expertos externos de confianza y genuinos.
Los instamos a que sean un poco más confiados y un poco menos rígidos en su enfoque para involucrarse efectivamente con los actores locales. Un poco más inteligentes, un poco menos punitivos de nuestras deficiencias y mucho más atentos a lo que verdaderamente necesitan los actores locales genuinos y trabajadores como CHAD.
No quiero ser parte de una nueva ola de jóvenes desilusionados. Quiero continuar conduciendo a mi comunidad hacia un futuro mejor,descubrir el poder de movilizar las buenas voluntades de la comunidad internacional, para incorporar definitivamente el avance tecnológico. Yo, como otros actores locales, podemos ser una fuerza de cambio poderosa. Utilicen este poder. Está desaprovechado, es fresco, es optimista y está dispuesto.
Usen Listowell Efe usen.listowell@chadintl.org
Gerente de programa, Centre for Community Health and Development International (CHAD International) www.chadintl.org