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Las intervenciones en temas de refugio previenen y mitigan el desplazamiento

Cada año millones de personas tienen que trasladarse de sus hogares por culpa de catástrofes naturales y a menudo permanecen desplazadas porque sus casas han resultado dañadas o destruidas. Ante la probabilidad de que el cambio climático aumente la intensidad y la frecuencia de tormentas, inundaciones y otros fenómenos meteorológicos, la necesidad de mejorar los refugios se hace más urgente. Los Gobiernos, donantes y las ONG locales e internacionales deben centrarse en una combinación “duro/blando” en las intervenciones para adaptar los refugios y mitigar los daños, y en hacerlo consultando con las comunidades.

Con “intervenciones duras” se está haciendo referencia a las estructuras de refugio físicas incluidas aquellas en las que se ha mejorado su adaptabilidad mediante la reparación o modernización de estructuras ya existentes, así como la construcción de nuevas estructuras resistentes a los desastres.

(La modernización es un proceso que consiste en modificar una estructura ya existente para hacerla más resistente a los desastres. Por ejemplo, el refugio puede mejorarse añadiendo apuntalamientos y refuerzos que lo hagan más resistente ante terremotos o vientos fuertes, o incluyendo zonas de almacenaje más altas a prueba de agua para proteger las pertenencias de sus inquilinos de los daños provocados por las inundaciones.)

En ciertas situaciones, el reparar y modernizar un refugio no evitará el desplazamiento; en su lugar, las comunidades necesitarían nuevos hogares resistentes a los desastres. Un buen ejemplo de ello es el diseño de refugios resistentes ante las inundaciones que los Servicios Católicos de Socorro implementaron en 2008 tras consultar con las comunidades de la India pertenecientes a los estados más propensos a sufrir catástrofes de Bengala Occidental y Orissa. El proyecto supuso la construcción de 157 viviendas elevadas por encima del nivel del agua en las inundaciones y construidas con los materiales locales de que se disponía como hormigón y alambradas, que no son arrastrados durante las inundaciones. Los 157 refugios resistieron al ciclón Aila en mayo de 2009[1]. Los cimientos, las paredes, el techo y los pilares permanecieron intactos, y sólo el revestimiento de barro (que se desprendió con el agua) tuvo que ser reemplazado.

Reparar, modernizar y construir nuevos refugios resistentes a los desastres frena el ciclo de desplazamientos de muchas maneras. En primer lugar, las zonas propensas a sufrir catástrofes tienden a padecerlas de forma frecuente, a veces anualmente. Esto no sólo da lugar a desplazamientos recurrentes sino que crea un ciclo de pobreza que impide a la gente protegerse frente a futuros desplazamientos. Por ejemplo, los Servicios Católicos de Socorro descubrieron que las víctimas desplazadas por las inundaciones en Orissa se vieron obligadas a pedir préstamos cuantiosos a los prestamistas locales, que tardarían un año o más en devolver. Pero como sólo pudieron permitirse comprar materiales de construcciones baratos y de baja calidad para reconstruir sus hogares, estas familias los perdieron en la siguiente inundación[2]. Un participante en el proyecto declaró que había perdido su casa unas 10 o 15 veces. En segundo lugar, pequeños programas piloto como éstos favorecen el que otros miembros de la comunidad construyan refugios similares y promueven una mayor concienciación de la comunidad respecto a la adaptación de cara a desastres y a las prácticas y estrategias para mitigar sus consecuencias.

Las intervenciones blandas incluyen el cartografiado, la división de las zonas por usos, el control de la erosión, sistemas de drenaje y alcantarillado, la evaluación del uso de las tierras, las inversiones en programas de gestión y mantenimiento de los refugios comunitarios, y la creación de políticas y la defensa de los derechos de propiedad y tenencia.

Por ejemplo, los proyectos que ayudan a los Gobiernos locales a cartografiar las zonas propensas a sufrir catástrofes y a implementar mejores divisiones y planificaciones del uso de las tierras pueden resultar especialmente útiles a la hora de evitar el desplazamiento al prevenir a las comunidades para que no construyan sus casas en zonas identificadas como propensas a sufrir peligros. Estos proyectos deberían incorporar una cartografía de los riesgos y también una planificación ante casos de desastre. Reforzar el derecho a la propiedad y el de tenencia puede ayudar a habilitar a las comunidades para que inviertan en medidas de protección contra el desplazamiento (como un seguro) así como animarles a que realicen un mejor mantenimiento de sus hogares. Las inversiones en programas de formación para la comunidad sobre la gestión y mantenimiento de sus actuales hogares –como reparar los tejados y mantener los apuntalamientos y las juntas[3]– suponen una estrategia con una buena relación coste-efectividad para hacer que los refugios se hagan más resistentes a los desastres[4].

Intervenciones complementarias

Si no se consulta con las comunidades o éstas no se implican en la implementación de intervenciones relacionadas con el refugio, dichas intervenciones no podrán ser mantenidas a largo plazo por la comunidad. No consultar o implicar a las comunidades locales también puede provocar que éstas se creen expectativas nada realistas sobre los resultados de la intervención relacionada con los refugios y de esta forma se merme la confianza entre las comunidades y las ONG, por lo que en un futuro se entorpezca el acceso de éstas últimas para implementar estas intervenciones en zonas propensas a sufrir catástrofes.

Las intervenciones deber ir acompañadas de medidas de reducción del riesgo de desastres como sistemas de alerta temprana, predicciones meteorológicas y una mejora en la gestión del agua y del control de las inundaciones mediante la construcción de diques y la protección o la restauración de pantanos, manglares y otros ecosistemas naturales.

Las medidas de reducción del riesgo de desastres solo protegerán contra los desplazamientos si se implementan a nivel local y si las comunidades locales tienen capacidad para implementarlas de manera efectiva. Por ejemplo, a principios de 2012 Refugees International viajó a Colombia y entrevistó a gente que seguía desplazada 15 meses después de las fuertes lluvias e inundaciones que les habían obligado a huir. Colombia tenía un plan de gestión de riesgos de desastres antes de que empezaran las inundaciones en 2010 y se consideraba un líder en la gestión de riesgos de desastres en Latinoamérica. Pero su plan fracasó y no protegió de manera efectiva a los tres millones de colombianos que se encontraban desplazados o a los que la catástrofe afectó de otro modo. La magnitud del desplazamiento puso de relieve que había fallos en el sistema, sobre todo en cuanto a la falta de implementación y capacidades a nivel local[5].

Conclusiones

A pesar de la extensa investigación y experiencia en lo que a intervenciones efectivas relacionadas con el refugio se refiere, el mayor reto ha sido el fracaso de los Gobiernos, los donantes y las ONG a la hora de tomar medidas preventivas proactivas respecto a las intervenciones relacionadas con el refugio. Es muy frecuente que el refugio resistente a los desastres se construya con financiación humanitaria después de que se produzca una catástrofe y que sólo una pequeña parte del dinero donado se destine a medidas proactivas independientes. Esto no constituye un uso efectivo de los limitados recursos y no evita los desplazamientos a largo plazo. Por ejemplo, la construcción de refugios tras una catástrofe a menudo se centra en la construcción del mayor número de refugios en el menor margen de tiempo, a expensas de la consulta con la comunidad, las capacidades, la cartografía, el urbanismo y el control de la erosión, todos ellos factores esenciales para prevenir el desplazamiento a largo plazo.

Debido a lo anterior, es importante que los Gobiernos, donantes y ONG:

  • Implementen tanto intervenciones duras como blandas en relación al refugio.
  • Se centren en intervenciones que impliquen consultar con la comunidad y que promuevan el desarrollo de las capacidades de las comunidades y su movilización.
  • Complementen estas intervenciones con la inversión en medidas de reducción del riesgo de desastres como la implementación a nivel local de sistemas de alerta temprana.
  • Que en las zonas de peligro se centren en intervenciones proactivas relacionadas con el refugio más que en respuestas humanitarias a corto plazo.

 

Davina Wadley (davina.j.wadley@gmail.com) es socia no residente del Centro Bacon para el Estudio del Desplazamiento por Cambio Climático, Refugees International www.refugeesinternational.org/who-we-are/our-issues/climate-displacement

 

 

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