El papel de las comunidades de acogida en el norte del Líbano

Los estudios realizados en Akkar, en el norte del Líbano, sugieren que el papel desempeñado por la comunidad de acogida da fe de la sobrada capacidad local, que debería ampliarse para promover un compromiso cívico y un empoderamiento aún mayores.

Son dos los problemas en torno a la respuesta de las comunidades de acogida libanesas con respecto a la presencia de refugiados sirios. El primero es la pugna entre las estrategias a corto plazo frente a las estrategias a largo plazo de cara al desplazamiento, siendo las primeras respuestas de emergencia que, en gran medida, excluyen a la comunidad de acogida y las segundas, enfoques "de desarrollo" que las incluyen como sectores de población “vulnerables”. El segundo son las diferencias en la percepción y los enfoques entre actores, en especial entre los actores gubernamentales y los no gubernamentales, con respecto a si a los actores de la comunidad de acogida se les debería tomar en serio como un canal de asistencia empoderado o si se les debería considerar “vulnerables”.

Las comunidades de acogida desempeñan un papel significativo en la asistencia a los refugiados sirios como consecuencia de la decisión del Gobierno libanés de no establecer campos de refugiados. Esta asistencia adopta muchas formas diferentes. Por ejemplo, hay ciudadanos particulares libaneses que acogen a gente directamente en sus hogares (ya sean familiares, antiguos conocidos o completos extraños); otros particulares prestan un “hogar” vacío o un edificio anexo para que una familia refugiada pueda utilizarlo sin cobrarle alquiler; hay propietarios que rebajan la cuota del alquiler o aceptan largas demoras en su pago; algunos particulares prestan un poco de dinero a los refugiados para sus gastos cotidianos; y los hay que donan muebles, ropa y ofrecen trabajo y mayores cantidades de dinero a refugiados sirios a los que no conocen.

La asistencia espontánea que ofrecen estas comunidades de acogida ‒que en muchos aspectos recuerda a la de la comunidad de acogida albana durante la mucho más corta crisis de refugiados de Kosovo de 1999‒ debería incorporarse a estrategias de desarrollo más a largo plazo; las comunidades de acogida no sólo deberían considerarse como un sector de la población vulnerable que necesita asistencia sino que sería más útil considerar a sus integrantes también como actores empoderados con potencial para generar iniciativas cohesivas comunitarias. Esto también exigiría modificar la perspectiva de la comunidad de acogida para matizar la visión de su propia capacidad potencial, junto con su grado de vulnerabilidad.

¿Cómo operan las comunidades de acogida?

La mayoría de la asistencia que la comunidad de acogida aporta a los refugiados sirios ha llegado a través de los intercambios personales y de la interacción personal. Dado que muchos particulares ofrecen refugio a completos extraños, aparte de la compasión humanitaria, no es sólo que los particulares libaneses estén ayudando a sus familiares o a antiguos conocidos sino simplemente que estas afiliaciones más cercanas tienden de manera natural a crear una proporción ligeramente mayor de apoyo. No es posible definir ninguna tendencia en sentido amplio sobre quién está ofreciendo apoyo: particulares libaneses, hombres y mujeres; pudientes o que viven sólo con lo justo; que son familia numerosa o que viven solos, todos están contribuyendo para dar asistencia. Por supuesto, deberíamos remarcar que también hay individuos que intentan aprovecharse de la situación explotando la vulnerabilidad de los refugiados y les cobran alquileres caros o les pagan salarios precarios.

Con esto se está creando una microeconomía en escalas muy concretas, dado que los refugiados venden cupones de alimentos o de asistencia médica a cambio del alquiler o por dinero en efectivo para realizar otros pagos. Un colectivo de madres jóvenes que vivían en tiendas de campaña en unas tierras a las afueras de la localidad de Halba relataron cómo vendían los pañales que recibían de ACNUR como parte de la ayuda humanitaria para pagar el alquiler de las tierras. Otra mujer relataba cómo “paga” su contribución a los vecinos que le ayudaron a construir un aseo y que colaboraron con pequeñas cantidades de dinero, para lo que les entrega la comida excedente que recibe de los vales de alimentos de ACNUR. La gente también consigue pequeñas cantidades de crédito con los tenderos locales semanalmente. El sistema de intercambio de trabajo se hace también evidente entre los trabajadores manuales con destrezas y los maestros. Estos trapicheos a pequeña escala entre los refugiados y sus anfitriones resultan útiles para ambos sectores de población y destacan la importancia de un intercambio comercial “autónomo” dignificado para los refugiados y la importancia del papel de la comunidad de acogida a la hora de ofrecer asistencia al aceptar a refugiados en la vida económica informal de la comunidad.

Por otro lado, los particulares libaneses que están acogiendo a familias sirias no siempre esperan algo a cambio de la ayuda que están prestando; de hecho, muchos considerarían esto como un afrenta a sus esfuerzos humanitarios personales. Aunque sí se está dando una forma de economía basada en las donaciones consistente en que muchos libaneses que ofrecen asistencia esperan que los sirios se la devuelvan en algún momento en el futuro y tanto unos como otros entienden que así ocurrirá. Para muchos refugiados sirios, el devolver la asistencia que reciben constituye una necesaria fuente de orgullo. En realidad, los sirios están creando de forma involuntaria una carga de deuda u obligación que les costará muchos años devolver.

Y por último, se está formando un gran número de redes de asistencia entre las mujeres. Muchas familias de refugiados no tienen ningún hombre que esté presente y, a menudo, los que están presentes tienen una discapacidad o no pueden trabajar y las mujeres libanesas suelen ofrecerles asistencia. Aunque las mujeres rara vez ostentan posiciones de autoridad gubernamental a nivel municipal en el norte del Líbano, a menudo son propietarias de tierras e inmuebles y matriarcas dentro de sus hogares, o son viudas o sus maridos trabajan fuera, en el Golfo. Estas mujeres están más predispuestas a alquilar un edificio anexo o un sótano de su casa si se da el caso y pueden.

El apoyo de la comunidad de acogida en Akkar refleja una comunidad con un gran espíritu humanitario y una sensibilidad moral por el bienestar de los refugiados, demuestra la actitud proactiva de los libaneses y revela que existen lazos de confianza entre los miembros de las dos comunidades nacionales (aunque debemos remarcar que no necesariamente serían comunidades religiosas diferentes).

Ayuda a las comunidades de acogida

Estos anfitriones libaneses que abren las puertas de sus casas a los refugiados operan básicamente de forma paralela a la asistencia que las ONG dan a los refugiados. Desde el principio, se ha visto a la comunidad de acogida libanesa como un colectivo vulnerable excluido de los grandes planes orientados a emergencias dirigidos a los refugiados. En la actualidad se les considera “vulnerables” pero también como una parte integral del enfoque de “desarrollo” a largo plazo, lo que se ve como el mejor modo de lidiar con la crisis prolongada de refugiados sirios. Dentro del Plan Regional de Respuesta 6 de 2014, se pretende que las comunidades y las autoridades locales sean respaldas mediante actividades en áreas de actuación como el agua y el saneamiento, la cohesión social, la salud y el empleo, que serán desarrolladas por actores humanitarios y de desarrollo[i]. La planificación de estas iniciativas demuestra una concienciación acerca de la importancia de los actores locales como agentes sociales en el apoyo a la población refugiada, junto con la necesidad de dejar de excluirles.

Algunos programas ‒como la unión insignia del Gobierno libanés y las Naciones Unidas dentro del Programa de Apoyo de las Comunidades de Acogida Libanesas‒ siguen enmarcando a las comunidades de acogida dentro de la categoría de “vulnerables” más que en la de “empoderadas”. Sin embargo, hay ejemplos de programas que se dirigen hacia un apoyo sostenible e integrado para las comunidades de acogida. Una ONG polaca ayudó en la rehabilitación de un edificio anexo a una casa de acogida libanesa para hacerla habitable para una familia refugiada añadiéndole un cuarto de baño, una cocina, chimenea, ventanas y puertas. Resulta significativo que esta ONG tratara más con la casera del edificio que con los refugiados. Y las ONG locales (como Akkar Network for Development) están llevando a cabo proyectos con el ayuntamiento y proyectos de empoderamiento de las mujeres con el objetivo de desarrollar la capacidad de la comunidad.

¿Un precedente?

La crisis de refugiados de Kósovo en 1999, donde casi medio millón de refugiados kosovares cruzaron la frontera hacia Albania, ayudó a transformar la sociedad civil albanesa y a promover relaciones a largo plazo entre albanos y kosovares. Fueron las acciones de la población albana hacia los refugiados como ofrecerles alojamiento, alimentos, educación y servicios de asesoramiento al 70% de ellos, lo que generó cierto nivel de confianza entre ambos pueblos y, muy importante, entre la sociedad civil y el Gobierno local. Esto le produjo a los albanos un sentimiento de empoderamiento que continuaría tiempo después.

En el caso de los refugiados kosovares, las ONG albanas desempeñaron un papel fundamental a la hora de localizar a las familias de acogida y de ayudarles contactar con los programas de ACNUR. Por su parte, las autoridades locales establecieron refugios colectivos. Estas colaboraciones fomentaron la confianza y la comunicación entre los diferentes segmentos de la sociedad y aumentaron de forma directa la cohesión social y la capacidad local.

La cuestión clave que debe surgir del papel de las comunidades de acogida en el Líbano es si la actual combinación de respuestas locales, nacionales e internacionales a la crisis provocarán el desarrollo de la capacidad a largo plazo a nivel local. Aunque ampliar la asistencia humanitaria ofrecida por la comunidad de acogida pueda resultar problemático debido a su naturaleza ad hoc, ahora es cuando el potencial que tiene para la futura cohesión de la comunidad y el compromiso ciudadano podría reforzarse. La perspectiva de la propia comunidad de acogida debería adaptarse hacia una matización de la visión de su capacidad potencial, junto con su vulnerabilidad, para conseguir alcanzar este objetivo.

Helen Mackreath hmackreath@gmail.com es profesora en práctica



[i] 2014 Syria Regional Response Plan: Strategic Overview (Plan de Respuesta Regional de Siria: perspectiva general estratégica)

http://reliefweb.int/sites/reliefweb.int/files/resources/Syria-rrp6-full-report.pdf

 

 

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