- May 2024
El objetivo del presente artículo es dar a conocer y comprender mejor los efectos de la digitalización de los espacios fronterizos sobre la población venezolana refugiada.
Cuando Adri,[1] abogada y madre venezolana de 43 años, cruzó la frontera entre Venezuela y Brasil, quedó sorprendida ante el extenso equipamiento tecnológico que la esperaba a su llegada:
«Cuando entré en la carpa donde se procesaría mi documentación, me llevé una sorpresa enorme. Estaba repleta de computadoras y se escuchaba un teclear constante. La organización que nos brindó asistencia revisó mi permiso de entrada. Me tomaron las huellas dactilares de todos los dedos e incluso me pusieron una especie de binoculares que sacaron imágenes de mis ojos, ¡y no sé muy bien por qué! Todo estaba muy organizado y militarizado, y fueron muy respetuosos».
La historia de Adri ilustra una tendencia global en la gestión fronteriza de los desplazamientos forzados: el uso creciente de tecnologías digitales tanto por parte de los actores estatales como de los de respuesta humanitaria, así como la necesidad de que las personas desplazadas por la fuerza brinden una considerable cantidad de información personal para acceder a los servicios humanitarios, con frecuencia, con poca información o conocimiento sobre cómo se procesarán sus datos.
La gobernanza digital migratoria y fronteriza incluye toda interacción directa o indirecta con una persona en tránsito por medio de actividades como la recopilación de datos biométricos (huellas dactilares o reconocimiento facial o del iris), el monitoreo de los movimientos migratorios, la digitalización de los servicios migratorios, la toma de decisiones automatizada, la elaboración de solicitudes o la asistencia por medio de chatbots o de canales de comunicación unidireccionales en redes sociales.
La digitalización de los procesos migratorios puede mejorar la eficacia de la burocracia derivada de la gestión de la migración, agilizar la labor de las agencias internacionales implicadas en la emisión de documentos identificativos y facilitar la distribución de asistencia humanitaria entre la población refugiada. Sin embargo, se corre el riesgo de que la digitalización de estos procesos contribuya a perpetuar la vulnerabilidad de la población refugiada, dado que sus datos personales podrían utilizarse para fines que escapan a la mera identificación y prestación de ayuda, por ejemplo, para su explotación con fines de lucro, para la vigilancia gubernamental o para otros fines no divulgados. Puede que se las vea o bien como víctimas de las políticas fallidas en sus países de origen o como potenciales sospechosas de haber cometido o de ir a cometer actividades ilegales.
En el marco del complejo panorama de la incorporación de la tecnología para la gobernanza migratoria fronteriza, este artículo expone las opiniones y experiencia de 15 personas refugiadas originarias de Venezuela que estuvieron sujetas a un proceso de recopilación de datos biométricos en la frontera entre Brasil y Venezuela entre 2019 y 2021. Estas personas fueron entrevistadas y participaron en grupos de discusión sobre la gobernanza digital migratoria organizados por las autoras del presente artículo. Antes de analizar sus respuestas, es importante contextualizar el marco digital dispuesto para gestionar a la población venezolana refugiada en Brasil.
La gobernanza digital migratoria en la frontera entre Brasil y Venezuela
La reciente militarización de la frontera entre Brasil y Venezuela desencadenó la digitalización de la gobernanza migratoria de Brasil, para lo que se adoptaron modelos de uso internacional y discursos centrados en la seguridad fronteriza. En los pasos fronterizos se emplean dispositivos digitales de monitoreo, lo que facilita el intercambio de datos y el uso de tecnologías de control migratorio.
En 2021, la Agencia Brasileña de Desarrollo Industrial (ABDI), en colaboración con el Gobierno del estado de Roraima, pusieron en marcha el proyecto «Fronteira Tech», que tuvo un costo de 3,1 millones de reales brasileños (equivalentes a 618 000 dólares estadounidenses), con el fin de monitorear la frontera entre Brasil y Venezuela. La pequeña ciudad fronteriza de Pacaraima adquirió diversos dispositivos tecnológicos: luces inteligentes regulables, luces inteligentes con cámaras y sistemas de vigilancia integrados, sistemas de reconocimiento facial, cámaras PTZ con sensor de movimiento, un centro de datos para el almacenamiento y procesamiento de datos e imágenes, monitores, cámaras de identificación de matrículas, software de reconocimiento de matrículas y un dron con cámara térmica.[2]
En el marco de la recepción de personas procedentes de Venezuela en Brasil, se solicitan tanto información identificativa básica como otros datos más elaborados. Tras su paso obligado por la Policía Federal de Brasil, las personas refugiadas procedentes de Venezuela se someten a un proceso de recogida, gestión y almacenamiento de datos coordinado por dos protocolos de respuesta humanitaria institucional: el sistema PRIMES, o Ecosistema de Registro y Gestión de la Identidad de la Población, que depende de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), y el sistema Acolhedor, que depende del Gobierno de Brasil. El sistema PRIMES gestiona los datos biométricos en un sistema de almacenamiento internacional que, según ACNUR, tiene por objetivo dotar a las personas refugiadas de una identidad digital que les permita acceder a diversos servicios. Por medio de este sistema, ACNUR puede autorizar el acceso a los datos a los Gobiernos de acogida a fin de prestar servicios conjuntos con ACNUR. Los datos que recopila el equipo de ACNUR se utilizan para identificar las acciones necesarias para ayudar a la población refugiada, gestionar los centros de acogida, ofrecer documentación y reubicar a estas personas dentro de Brasil.
Por otro lado, el Gobierno de Brasil puso en marcha el sistema Acolhedor, que funciona como registro y base de datos oficial para su programa de reubicación interna. También se registran digitalmente en este sistema datos no biométricos, tales como nombre, estudios, formación, profesión, cualificaciones, datos familiares, número de identificación fiscal, permiso de trabajo y cartilla de vacunaciones. La base de datos del sistema Acolhedor permite acceder a esa información y compartirla con otras organizaciones socias, tales como los ministerios de Brasil, las administraciones locales, agencias de las Naciones Unidas, ONG internacionales y organizaciones de la sociedad civil.
Paradójicamente, ambos sistemas operan en un contexto de desigualdad digital creciente en el seno de la comunidad venezolana refugiada. Por un lado, la gobernanza migratoria es cada vez más sencilla gracias a estas plataformas, que brindan formación, recursos financieros, actividades de entretenimiento, servicios y reconocimiento digital del estatus de refugiado. Por otro lado, el tránsito de la población refugiada desde Venezuela hasta Brasil está caracterizado por un acceso limitado a información y una conectividad restringida, lo que ilustra la magnitud de su precariedad. Entre los desafíos comunicativos a los que hace frente la población venezolana, el más apremiante es la falta de acceso a recursos digitales y a wifi para acceder a información continua y confiable.
En este contexto de tensión entre, por un lado, la precariedad de la información de la población de Venezuela y, por el otro, la digitalización de los servicios migratorios fronterizos, aspiramos a entender mejor cuáles son las prácticas de suministro de datos personales y la faceta más subjetiva relacionada con la privacidad de la información desde la perspectiva de la población vulnerable. En nuestras entrevistas a este grupo de migrantes de Venezuela, se identificaron dos estrategias principales como las mejores para lograr sus objetivos: 1) adoptar un enfoque colaborativo con las autoridades, y 2) lidiar con ese complejo equilibrio entre cooperación y ligera aprensión.
La lógica de la cooperación directa
Adoptar una actitud de cooperación con las autoridades migratorias es la manera en que la población venezolana procura garantizar su entrada y estancia en Brasil, así como el acceso a una variedad de prestaciones. Los ejemplos que se exponen a continuación ilustran las experiencias de la población venezolana con la recopilación de datos biométricos y su predisposición a cooperar en el proceso.
André sintió sorpresa al ver los dispositivos biométricos empleados para el escaneo de las huellas dactilares y el reconocimiento del iris: «Fue distinto. Supuse que era para saber mejor quién llegaba a Brasil. Seguí todas las instrucciones y respondí a todas sus preguntas».
A Nora le resultaron extraños los dispositivos de medición biométrica, hasta que supo que estaban diseñados para identificar los rasgos únicos de cada persona:
«Bueno, me pareció un poco raro, pero sabía que era una manera de identificarme. En ningún momento se me pasó por la cabeza nada malo, ni me sentí intimidada ni nada por el estilo. Me limité a seguir las instrucciones que me daban».
A María no le sorprendió el uso de la tecnología biométrica y subrayó que era necesario pasar por ese proceso de toma de huellas dactilares y de reconocimiento ocular para poder cruzar una frontera internacional:
«A mí me resultó de lo más normal, porque yo sabía que, para poder entrar en otro país, tienen que cachearte, tomar tus huellas dactilares y seguir todo un procedimiento. No me resultó extraño, ni me sentí intimidada o acosada».
Algunas de las personas entrevistadas sintieron que era importante seguir los pasos al pie de la letra para demostrar que eran gente de fiar. Luz, enfermera de 41 años, lo explicó así: «Yo soy transparente; no tengo nada que ocultar. Vine aquí para trabajar y ayudar en lo que hiciera falta. Si ese es el precio que debo pagar por entrar en Brasil, por mí no hay problema».
Someterse a este proceso de identificación biométrico también se percibió como algo exclusivo o importante. Edward dijo sentirse fascinado por la tecnología empleada en el proceso de identificación biométrica: «Fue muy emocionante. Era la primera vez que veía esos dispositivos electrónicos. Me sentía como en una película de James Bond. Todo estaba informatizado, era moderno y de tecnología punta».
La lógica de la cooperación, de la mano de una ligera aprensión
Pese a adoptar una actitud colaborativa, la población venezolana tuvo inquietudes, reticencias o dudas a la hora de ceder sus datos a las autoridades migratorias. Compartir datos personales fue una experiencia abrumadora y preocupante para algunas de las personas entrevistadas. Héctor, un estudiante de 19 años, llegó a Brasil siendo menor y recuerda haber sentido una cierta ansiedad: «Sentí un poco de ansiedad, porque yo era menor de edad y creía que me iban a mandar de vuelta a Venezuela. Me pusieron un aparato para leerme los ojos y pensé “un momento, ¿esta máquina puede decir la edad que tengo?”».
Al temer que la máquina de escaneo del iris pudiera detectar su edad, Héctor se sintió obligado a divulgarla y a contar la traumática experiencia de soportar violencia sexual para sobrevivir. En última instancia, divulgar esta información le permitió acceder a asistencia sanitaria básica y a un refugio. Otras personas expresaron su malestar ante la posibilidad de que los Gobiernos de Brasil y Venezuela cruzaran datos. Por ejemplo, Yara, una influyente en redes sociales de 32 años, dijo sentir preocupación al dar información personal como consecuencia de la persecución política del régimen venezolano.
La inquietud a la hora de compartir sus datos también tenía que ver con la ausencia de información sobre el uso y la difusión que se daría de los datos de las personas refugiadas. La mayoría de las personas entrevistadas desconocían casi o por completo cómo se gestionan los datos en un contexto humanitario. Algunas suponían que sus datos podrían estar almacenados en una base de datos de seguridad nacional y que se compartiría con otras organizaciones humanitarias, como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Mario recuerda que, cuando fue a buscar trabajo en el seno de esa misma organización, ya tenían todos sus datos, lo que hizo que solo tuviera que enviar su hoja de vida. Cuando Karen preguntó para qué estaban recabando esos datos, la policía fronteriza le informó que era por motivos de seguridad y un requisito para entrar en Brasil. Sin embargo, no se les dio más información sobre quién tendría la titularidad o el control de dichos datos.
Recomendaciones y discusión
Este artículo evidencia la importancia de evaluar de manera crítica los procesos de recopilación de datos biométricos y de diseñar de manera colaborativa políticas públicas para abordar esta cuestión. En la actualidad, el acceso a prestaciones como el refugio o la reubicación está supeditado al suministro de datos a estos sistemas, pero no se permite a la población venezolana refugiada gestionar sus propios datos. Informar a las comunidades de refugiados sobre estos sistemas y los datos que recopilan es un primer paso fundamental para promover un entorno en el que se otorgue un consentimiento informado basado en la dignidad y el respeto. Sin embargo, los responsables de la formulación de políticas, las organizaciones humanitarias y los desarrolladores de la tecnología deben tomar en consideración otros aspectos:
- El acceso a las tecnologías digitales y la alfabetización digital pueden verse influidos por factores como la clase social, el género, la edad, la raza o el trasfondo cultural de la persona. Estos factores pueden determinar la experiencia de una persona refugiada en su proceso de acogida, acceso a los servicios migratorios o recopilación de datos.
- Es fundamental garantizar que las personas refugiadas tengan un acceso ilimitado a las plataformas que almacenan sus datos personales. Dotar a las personas refugiadas de la autonomía y de un espacio dedicado para la gestión, actualización, rectificación de incoherencias o solicitud de eliminación de sus datos por medio de un proceso oficial de retirada de datos son elementos fundamentales para que los sistemas de suministro de datos sean transparentes.
- Tomar en consideración las capacidades, las opiniones y las sugerencias de las propias personas refugiadas para mejorar la gobernanza digital migratoria. Ya sea para diseñar plataformas, recopilar datos, intercambiar información o implementar políticas que afecten la vida de las personas refugiadas, es fundamental incorporar sus comentarios y opiniones, a fin de garantizar que se responda de manera adecuada a sus necesidades y vivencias.
Julia Camargo
Profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad Federal de Roraima (UFRR) y doctoranda en la Escuela Superior de Publicidad y Marketing (ESPM) de São Paulo
julia.camargo@ufrr.br
Amanda Alencar
Profesora titular de Medios de Comunicación y Migraciones en la Universidad Erasmo de Róterdam pazalencar@eshcc.eur.nl linkedin.com/in/amanda-alencar-76563654/
[1] Usamos pseudónimos para proteger la privacidad de las personas aquí citadas.
[2] Entre los equipos adquiridos, había productos de Hikvision, una empresa internacionalmente reconocida especializada en ofrecer soluciones electrónicas de seguridad. Sin embargo, esta empresa había suministrado equipos similares a Reino Unido, Australia y los Estados Unidos, que dejaron de emplearlos ante las dudas sobre el monitoreo y el intercambio de datos no autorizados.