- May 2024
Las intervenciones en efectivo podrían tener el potencial de promover el empoderamiento, la autonomía y la autosuficiencia de las comunidades, pero su desigual implantación y la política vinculada a la asistencia en efectivo mediada por la biometría ponen en jaque la consecución de estos objetivos.
Si bien los sistemas de identificación biométrica y las intervenciones en efectivo no son nuevas y llevan mucho tiempo en el sector de la ayuda humanitaria, la verificación biométrica vinculante para el acceso a la asistencia en efectivo y mediante vales es un fenómeno relativamente nuevo. Desde el 2013, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) introdujeron la tecnología de identificación biométrica en Kenya para garantizar la eficacia y la rendición de cuentas en la distribución de ayuda. Las personas refugiadas se registran biométricamente en PRIMES, el sistema de registro de ACNUR, por medio de su Sistema Biométrico de Gestión de la Identidad.
La tecnología biométrica registra los rasgos fisiológicos empleados para identificar de manera inequívoca a una persona, tales como el escaneo de las huellas dactilares o el iris o el reconocimiento facial. En el caso de la asistencia en efectivo y mediante vales, la tecnología biométrica se combina con otras tecnologías de prestación de asistencia en efectivo, tales como las tecnologías móviles y las de contabilidad distribuida (por ejemplo, la tecnología de cadena de bloques o blockchain). En las dos últimas décadas, la tecnología biométrica se ha convertido en una parte integral de las operaciones de ACNUR y está en auge gracias a su presunta capacidad de rendición de cuentas y sus garantías para con los donantes, así como a su capacidad de adecuación a los requisitos normativos de los proveedores de servicios. En Kenya, debido a la legislación nacional, los programas en efectivo deben cumplir el principio de «conozca a su cliente» y otros requisitos gubernamentales para la obtención de tarjetas SIM y la apertura de cuentas bancarias.
La Red CALP publicó recientemente su informe Estado Global de los Programas de Transferencias Monetarias 2023, que muestra que la asistencia en efectivo y mediante vales actualmente constituye el 21 % del total de la asistencia humanitaria. Las intervenciones en efectivo son una modalidad de prestación de asistencia muy prometedora. En primer lugar, promete ser para los actores humanitarios un mecanismo rápido, eficaz y rentable para garantizar que la ayuda llega a las zonas afectadas por el conflicto y los desastres. En segundo lugar, promete ser para las poblaciones afectadas, inclusive las refugiadas, una vía para el empoderamiento, la autonomía y la dignidad en la elección, así como un estímulo para la economía local. Los actores humanitarios aducen que, si se vinculan la biometría y el efectivo, se favorecerá la rendición de cuentas, se prevendrán las duplicaciones y el fraude y se garantizará que la ayuda llega a las personas adecuadas. Sin embargo, la asistencia en efectivo mediada por biometría también puede politizarse.
El presente artículo profundiza en la distribución de efectivo, el proceso por el que se lleva a cabo, los motivos por los que se emplea y las diversas maneras en las que se vive en países particulares, en situaciones de emergencia y en crisis prolongadas. Su objetivo es argumentar que la falta de homogeneidad en la distribución de efectivo mediada por la biometría podría socavar los esfuerzos de promoción de la independencia y la dignidad en la elección, así como exacerbar la exclusión.
Variaciones en los programas de efectivo
El panorama de la asistencia en efectivo y mediante vales es complejo e implica a toda una panoplia de actores, tales como organismos de las Naciones Unidas, donantes, gobiernos de acogida, organizaciones no gubernamentales, empresas tecnológicas y proveedores de servicios financieros. Cada una de estas partes dispone sus propios requisitos, lo que tiene implicaciones en el diseño de la intervención.
Los campamentos de refugiados de Dadaab y Kakuma, así como el asentamiento de Kalobeyi, todos ellos en Kenya, son estudios de caso que ejemplifican bien las variaciones en los programas de transferencia de efectivo. Bamba Chakula («consigue tu comida» en suahili) es el programa de transferencia de efectivo del PMA, que se distribuye por medio del teléfono móvil y de una cartera digital. En colaboración con Safaricom, el PMA se responsabiliza de las tarjetas SIM que entrega a las personas beneficiarias de la ayuda. El dinero se transfiere a sus carteras digitales y pueden gastarlo en los comercios designados con los que la agencia tiene acuerdo. Las personas en el campamento de refugiados de Dadaab solo pueden recibir el dinero en forma de cupones digitales que pueden canjearse en las tiendas de alimentos designadas, ya que se teme que puedan destinar los fondos a financiar el terrorismo o al blanqueo de capitales. Por otro lado, quienes habitan en el asentamiento integrado de Kalobeyei sí reciben su efectivo sin restricciones.
Dadaab, que está compuesto en su mayoría por personas refugiadas de origen somalí, ha sido un punto conflictivo durante mucho tiempo. El Gobierno de Kenya ha amenazado con cerrar el campamento en numerosas ocasiones a lo largo de los años por motivos de seguridad. Los campamentos de Kalobeyei y de Kakuma, por su parte, albergan en su mayoría a personas refugiadas de Sudán del Sur. Como explicó una persona que trabajaba para el PMA en Dadaab, un mismo programa puede ejecutarse de manera distinta en distintos lugares porque las agencias deben adherirse a los requisitos impuestos por el gobierno de acogida.
Los problemas derivados de las restricciones en las transferencias de efectivo y en los problemas de lectura biométrica
«En el caso de Dadaab, creo que el Gobierno es un poco reticente a pasar al uso libre de efectivo por diversos motivos. Uno de ellos es la seguridad: una vez entregas una cuantía de dinero, no sabes para qué se va a utilizar. Puede que se esté utilizando para patrocinar algunas de las actividades a las que el Gobierno se opone, como está pasando con Al-Shabaab», expuso un responsable de la cadena de suministro del PMA.
En el marco del presente artículo, se ha hablado con personas refugiadas en Dadaab sobre sus experiencias con la biometría y las transferencias de efectivo. Sus opiniones cuestionan ese discurso de que la asistencia en efectivo y mediante vales aportan de manera automática libertad y dignidad en la elección.
En Dadaab, Kakuma y Kalobeyei, las personas refugiadas deben pasar por una verificación biométrica mensualmente para recibir asistencia. Si en tres meses no acuden a la distribución de alimentos, se les desactiva la tarjeta. Si bien la biometría suele presentarse como un mecanismo fiable para identificar y comprobar a las personas beneficiarias, algunas de las personas entrevistadas en este estudio expusieron que no siempre se consiguen leer sus datos biométricos. Uno de estos refugiados fue Harún, un mecánico que explicó que, en ocasiones, sus datos biométricos no se leían bien, lo que ralentizaba el proceso de acceso al efectivo: «El mes pasado, no pude acceder a Bamba Chakula porque me dijeron que no podían leer mis huellas dactilares. Al no poder leerlas, mi mujer tuvo que venir y escanear las suyas».
Otra residente del campamento, Zahra, explicó su frustración al no ser capaz de adquirir los alimentos que necesitaba: «Solo algunas tiendas aceptan este vale y nos obligan a adquirir los alimentos de ellas. Si pido comprar algo distinto con mis 1000 chelines, me dicen que no, que solo puedo comprar lo que tienen ahí. Pero puede que no tengan lo que necesito. Si no puedes comprar lo que quieres con ese dinero, ¿para qué sirve?».
Si bien las transferencias en efectivo están pensadas para adquirir alimentos, es frecuente que se utilicen para comprar otros productos de primera necesidad, como medicamentos, o para pagar por servicios, inclusive las tasas de escolarización. En uno de los grupos focales con población refugiada en Ifo se habló de que es habitual pedir a los proveedores que cambien los cupones por dinero en efectivo a cambio de parte del importe para poder comprar medicación, lo que devalúa la cuantía del cupón.
«Cuando algún familiar enferma, tienes que comprar medicina… Así que negocias con esa persona [el proveedor de la tienda]. Si dices que es para comprar medicina, no te pone pegas. En cuanto se entera de que alguien ha enfermado y que no tienes dinero, saca el efectivo y te lo da directamente en mano», explicó George.
El uso de la biometría como condición previa para poder acceder a la asistencia en efectivo también favorece una dinámica por la que las personas refugiadas se sienten atrapadas en el campamento. Es necesario verificar las huellas dactilares una vez al mes para que las tarjetas sigan vigentes. No se puede acceder al dinero fuera del campamento, por ejemplo, en Nairobi. Hay jóvenes que comentan que uno de los principales factores por los que siguen en el campamento es el miedo a perder Bamba Chakula, pese a que allí tengan pocas oportunidades laborales. Si se marcharan del campamento, nada les garantiza que vayan a encontrar trabajo, lo que los haría aún más vulnerables.
Los riesgos para la protección de datos
Existen muchos riesgos potenciales de gran calado asociados a la recopilación y el almacenamiento de los datos biométricos. Dado que puede haber diversos actores públicos y privados implicados, las agencias humanitarias tienen poco control sobre el posible uso de los datos una vez que se comparten. En función de la manera y el lugar en el que se almacenan los datos, también puede haber riesgos de piratería informática y de violaciones de la seguridad de los datos.
La incorporación de la biometría y de otras tecnologías a la asistencia en efectivo y mediante vales plantea riesgos vinculados al consentimiento, a la privacidad, a la protección de datos y a la responsabilidad. Ya ha habido ejemplos sonados de lo que ocurre cuando no se protegen datos sensibles e inmutables. En 2021, el Gobierno de Bangladesh compartió los datos biométricos (que habían sido recopilados por ACNUR) de 830 000 refugiados rohinyás con el Gobierno de Myanmar para que estudiara su repatriación. Ese mismo año, los talibanes se apropiaron de dispositivos biométricos pertenecientes al ejército estadounidense tras volver a hacerse con el poder. Esto llevó a grupos de la sociedad civil a temer que también se hubieran puesto en peligro los datos de origen humanitario recogidos en Afganistán, inclusive los biométricos.
El uso de la biometría difiere de operación en operación. Esto puede verse en la respuesta de ACNUR y de otras entidades socias a las emergencias internacionales. En operaciones de emergencia recientes en Afganistán, Yemen y Sudán, la biometría también ha sido un requisito para acceder a la asistencia en efectivo. Las agencias de Naciones Unidas han tratado de implantar diversos mecanismos de rendición de cuentas, tales como la biometría o la localización por GPS, para responder a las acusaciones de fraude y desviación de fondos, lo que en algunos casos derivó en disputas con los gobiernos locales y la suspensión de las ayudas.
Ucrania: ¿cambio de paradigma en el uso de la biometría o excepción?
El enfoque que se adoptó para responder a la crisis en Ucrania es distinto. Las agencias optaron por eliminar el requisito de la identificación biométrica y utilizar otros mecanismos para depositar asistencia en efectivo sin restricciones y para diversos fines en la que está siendo una de las mayores respuestas de emergencia, ya que se estima que, desde noviembre de 2022, se han desembolsado más de mil millones de dólares. Una nota de Human Rights Watch describió la respuesta en Ucrania como un «cambio de paradigma» y un «importante paso adelante para proteger los derechos de las personas usuarias de las ayudas».
Pero, si se analiza con detenimiento, se puede intuir que puede no ser un cambio de paradigma, sino una mera excepción. Esto se debe en parte al contexto particular de la crisis de Ucrania, donde la comunidad refugiada y desplazada interna ya contaba con documentos de identificación. La alta tasa de alfabetización entre la población ucraniana también puede haber ayudado a que se sienta lo suficientemente empoderada como para negarse a compartir sus datos personales. También ha habido una importante labor del Estado ucraniano, de una coalición de organizaciones no gubernamentales y de otras agencias de la sociedad civil para oponerse al uso de la biometría. Muchas ONG sobre el terreno se han negado a recopilar datos biométricos y han utilizado otros mecanismos de identificación, tales como los números de identificación fiscal, los permisos de conducir o los pasaportes. La Sociedad de la Cruz Roja de Ucrania ha trabajado estrechamente con la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, los proveedores de servicios financieros y los departamentos del Gobierno, inclusive el Ministerio de Política Social, para hacer un seguimiento de todos los aspectos de la asistencia en efectivo y mediante vales. Ucrania también cuenta con una legislación nacional muy clara en materia de protección de datos y, asimismo, se rige por el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) de la Unión Europea.
En diciembre de 2020, ACNUR puso en marcha una solución de pagos basada en la tecnología de cadena de bloques, que utilizaba la red Stellar para distribuir efectivo entre la población afectada en Ucrania. La tecnología de cadena de bloques, un libro mayor descentralizado y distribuido que almacena datos de manera permanente, se ha utilizado de manera combinada con los teléfonos móviles para que todo el mundo tenga una cartera digital. La ayuda se distribuye por medio de una cartera digital en la divisa USD Coin (USDC), una criptomoneda estable vinculada al valor del dólar estadounidense. Las personas receptoras de la ayuda se descargan una aplicación y reciben un código en su teléfono móvil para confirmar que están en posesión del dispositivo. Confirman su identidad aportando un dato personal, como la fecha de nacimiento. Entonces, la persona puede utilizar su permiso de conducir para retirar los fondos en cualquier oficina de MoneyGram. Al igual que otros programas de asistencia como AccessRC, desplegado por la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, este es un programa voluntario que permite a la población desplazada ucraniana elegir entre tres mecanismos distintos para recibir asistencia.
Los riesgos del uso de las comprobaciones biométricas en el Sur Global
Es probable que el uso de las tecnologías biométricas en las operaciones humanitarias y, en particular, en las intervenciones en efectivo no decaiga en el futuro, sino que siga creciendo. A medida que aumente su uso, también lo hará la cantidad de datos personales que se recopilan, almacenan y comparten. Esta información podría ser accesible para los distintos agentes públicos y privados implicados, inclusive las empresas tecnológicas y los proveedores de servicios financieros.
Es fundamental comprender los riesgos para la seguridad de los datos derivados de los programas de efectivo mediados por la biometría. El 85 % de las personas desplazadas habitan en el Sur Global, donde, al contrario que en Ucrania, no suele haber políticas de protección de datos o, si las hay, están poco desarrolladas o no se aplican. Además, estas leyes pocas veces permiten incorporar a la población refugiada y desplazada en cualquier marco de protección.
Reflexiones sobre las implicaciones generales
Este artículo ha expuesto los distintos mecanismos de distribución de la asistencia en efectivo mediada por la biometría y los pareceres que despierta en las operaciones humanitarias. Los gobiernos de acogida pueden influir en el diseño y la ejecución de los programas de transferencia de efectivo (o incluso oponerse a ellos por completo). Como se ha visto en el caso de Dadaab, los programas de transferencia de efectivo mediados por la biometría plantean numerosos desafíos para las poblaciones desplazadas, por ejemplo, la exclusión cuando no se reconocen sus datos biométricos o las limitaciones a la libertad y dignidad de elección derivadas de la política ligada a la nacionalidad y la identidad.
La distribución de efectivo por medio de tecnología de cadena de bloques sin necesidad de registro biométrico en la respuesta a la crisis de Ucrania es un avance interesante. Sin embargo, es probable que no represente un cambio de mentalidad en el sector, sino que sea una mera excepción derivada de la importante labor de activismo de la sociedad civil internacional y ucraniana. Esto plantea la siguiente pregunta: ¿quién va a abogar por las millones de personas refugiadas y desplazadas del Sur Global para garantizar que se benefician de la asistencia en efectivo sin poner en jaque su privacidad y libertad de elección?
Roda Siad
Doctoranda en Comunicación, Universidad McGill
roda.siad@mail.mcgill.ca