El impacto del alojamiento y los asentamientos humanitarios sobre la protección de los niños

No se ha prestado suficiente atención al diseño de los alojamientos y asentamientos en los campamentos de refugiados en situaciones prolongadas en el este de África. Sin que nos demos cuenta, los resultados obstaculizan el desarrollo de los niños pequeños. 

Ser un niño y vivir en una situación de refugiado prolongada en un campamento del este de África significa que la geopolítica y las normas internacionales influyen en cómo duermes, en las comidas que haces, y en las actividades diarias que se realizan en tu escuela infantil. A menudo, los campamentos a largo plazo carecen de instalaciones con fines educativos y zonas de juegos así que los niños pasan la mayor parte del tiempo en su casa o alrededor de ella, lo que hace que esta se convierta en su principal espacio de aprendizaje. El ámbito del hogar repercute tanto de forma directa como indirecta en el aprendizaje y afecta al desarrollo cognitivo, físico, socioemocional y del lenguaje.

Los alojamientos de los campamentos no están pensados para ser hogares ni mucho menos entornos donde se estimule el aprendizaje, y su función al respecto es deficiente. Están destinados y diseñados para ser alojamientos provisionales de emergencia para protegerse de las inclemencias del tiempo y de las amenazas externas, tal y como establecen las normas humanitarias internacionales[i]. Dado que las situaciones de refugio en campamentos llevan décadas aumentando en todo el mundo, resulta de vital importancia preguntarse cómo afectaría al desarrollo de los niños el hecho de que estos alojamientos se pudieran concebir como hogares y como espacios de aprendizaje para sus habitantes a corto y largo plazo. ¿Qué efectos tendrían si fueran ideados para que una familia prosperara y para que los niños aprendieran, descansaran y jugaran?

El presente artículo presenta los hallazgos de una investigación sobre los componentes espaciales de los hogares de los refugiados congoleños en campamentos a largo plazo en Ruanda, Uganda y Kenia. Recabar conocimientos acerca de los componentes espaciales que respaldan y fomentan el aprendizaje, tal y como los perciben sus habitantes, podría dar lugar a una serie de recomendaciones para convertir los alojamientos existentes y futuros en viviendas familiares y espacios de aprendizaje estimulantes.

El entorno en el que viven actualmente entorpece el aprendizaje de los niños.

Los elementos que influyen en el aprendizaje de los niños pequeños se encuentran en el barrio, en la vivienda, en su distribución interior, y en sus elementos estructurales y materiales.

Asentamientos superpoblados: La escasez de tierras es común en los campamentos a largo plazo. En Ruanda, por ejemplo, los espacios comunes escasean, las casas son pequeñas y los aseos son compartidos e inadecuados para los niños pequeños. Los alojamientos, extremadamente pequeños y hacinados, se sitúan en lugares abruptos y saturados. En la mayoría de las casas de una o dos habitaciones se alojan entre dos y doce personas en un espacio de 12 m2. Estas características hacen que las casas sean ruidosas y estén saturadas, lo que da lugar a unas mayores tasas de abusos físicos. El cerebro de los niños reacciona desarrollando mecanismos de afrontamiento que afectan a su capacidad de atención[ii].

La vivienda: Las casas congoleñas normalmente no están rodeadas por una valla, lo que reduce la capacidad de controlar a los niños pequeños y permite que la gente que pasa interactúe con ellos en los jardines tanto delanteros como traseros. Solo las casas de Kakuma (Kenia), que destacaban por ser las más inseguras de todos los campos que se han estudiado, solían tener vallas. Tanto en el este de Uganda y Ruanda como en su parte occidental, al ser pequeñas las casas, los niños merodean por las calles. Todos los encuestados señalaron las vallas como un elemento imprescindible y las calles como uno de los principales riesgos para el desarrollo de los niños.

Disposición de las casas: A su llegada, a los refugiados se les proporciona una parcela de terreno (el tamaño varía dependiendo del país de acogida), una lona y unos postes para que construyan un alojamiento provisional. En Ruanda y en Kenia las agencias humanitarias les ayudan a construir la primera estructura. A medida que las tiendas de campaña evolucionan hasta convertirse en construcciones de barro (típicamente rectangulares en el caso de las congoleñas), la falta de espacio y de recursos tiende a hacer que las familias tengan que limitarse a tener una o dos habitaciones. Solo la letrina, si la tienen, está separada de la vivienda principal. Una habitación hace las funciones de sala de estar, comedor, cocina y dormitorio. Si hay una segunda habitación, se utiliza como dormitorio pero se desdobla como almacén y, a veces, se comparte con animales. Los usos compartidos en habitaciones pequeñas con escasa ventilación contribuyen a crear interiores insalubres, con humo, malolientes y húmedos que hacen que los niños enfermen y eso, a menudo, les impide ir a la escuela o jugar.

Materiales y estructura: Las casas de barro no tienen cimientos, sus tejados son precarios y no están bien preparadas para aguantar las aguas pluviales. Todos estos factores se suman a entornos estructuralmente débiles, húmedos, oscuros y polvorientos. Como los residentes carecen de materiales adecuados para asegurar las aberturas en las paredes, estas estructuras admiten poca ventilación y luz. Las goteras y los zócalos putrefactos son comunes, hasta el punto de que algunos niños aseguran que tienen miedo de que se les caiga la casa encima. Los tejados hechos de planchas de acero y lona contribuyen a que los interiores sean abrasadores durante el día y gélidos por la noche. Estos interiores insalubres son una causa constante de enfermedades respiratorias y de la piel que también reducen la asistencia a la escuela y su capacidad de atención en la misma.

Espacios para dormir: A menudo son compartidos entre adultos y niños y entre géneros. Apenas tienen camas, colchones o ropa de cama. Los suelos de tierra, cubiertos solo con láminas de plástico, son caldo de cultivo de las enfermedades y los parásitos de la piel. Las áreas para dormir compartidas, la saturación y las tensiones familiares contribuyen a que se produzcan abusos a menores, y algunos de los que son maltratados a su vez se convierten en maltratadores en parques infantiles y escuelas. La privación del sueño tiene un efecto directo sobre el aprendizaje de los niños y sus actividades cotidianas, mientras que el abuso sexual tiene efectos a largo plazo en su desarrollo en general.

Aseos: La falta de unas instalaciones de saneamiento adecuadas es endémica en los campamentos de refugiados prolongados en la zona objeto de estudio. En Ruanda, las letrinas son compartidas entre decenas o centenas de usuarios. Ninguna está adaptada a las necesidades de los niños. En el noroeste de Kenia y el sudoeste de Uganda, cada casa tiene su propio aseo, aunque algunas familias que no pueden construirse uno suelen tener que hacer sus necesidades entre los arbustos o en el aseo de sus vecinos. La falta de aseos aptos para niños provoca accidentes y abusos.

Conclusiones

Los encuestados congoleños señalaron dos factores principales del aprendizaje de los niños en el entorno del propio hogar: la protección de amenazas externas y la unidad familiar. Los padres y cuidadores valoraban tener control sobre un espacio cerrado que les protegiera del sol y de la lluvia y, en algunos casos, de los abusos. Los niños manifestaron la importancia de pasar tiempo con sus hermanos y, especialmente, con su madre. Todos los encuestados coincidieron en que estar a salvo y sentirse seguros en casa refuerza la autoestima y la confianza de los niños, lo que afecta al aprendizaje directo e indirecto, y evitará comportamientos peligrosos más adelante.

Los encuestados recomendaron que se diseñaran intervenciones destinadas a mejorar la unidad familiar y el desarrollo integral de los niños. Se dividen en dos categorías: elementos preventivos y elementos estimulantes.

Intervenciones para evitar la desintegración de la familia, el abuso a menores, las enfermedades, accidentes y desapariciones: Cuando sea posible, espaciar las casas y colocar una zona exterior vallada, potencialmente compartida entre conjuntos de alojamientos. Facilitar la construcción de particiones internas para favorecer que haya zonas separadas para dormir y aberturas en las pareces para evitar que haya humedad en el interior. Debería haber cimientos y sistemas básicos de gestión de las aguas pluviales para mantener unas estructuras más seguras y fuertes. Por último, las familias que no puedan construir aseos deberían recibir ayuda para hacerlo, y se deberían colocar unos que sean seguros y estén adaptados para los niños en las instalaciones públicas compartidas.

Intervenciones para estimular la unidad familiar y el aprendizaje directo e indirecto de los niños pequeños: Destinar zonas exteriores sombreadas dentro del recinto vallado de la casa para que puedan dormir la siesta, jugar, protegerse del sol o cocinar los días de lluvia. Proporcionarles colchones y estructuras simples de camas para favorecer que tengan un sueño adecuado.

A pesar de este tipo de pruebas, los alojamientos de emergencia provisionales son la norma tanto en los asentamientos ya establecidos como en los nuevos en toda la región. Este enfoque está obstaculizando el aprendizaje y el desarrollo de los niños pequeños. Pero es posible transformar estos entornos domésticos utilizando herramientas de diseño accesibles, económicas y efectivas. Para generar conocimientos acerca de cómo se podría hacer eso, los profesionales de los alojamientos humanitarios y de los asentamientos necesitan entender mejor las necesidades de protección de los niños y el impacto del entorno construido, y poner un mayor énfasis en ambos elementos durante el programa de desarrollo.

 

Nerea Amorós Elorduy nerea.elorduy.14@ucl.ac.uk

Doctoranda, The Bartlett, University College London www.ucl.ac.uk/bartlett



[i] Corsellis T y Vitale A (2005) Transitional Settlement: Displaced Populations [El asentamiento transitorio: las poblaciones desplazadas], Oxfam Publishing; Consejo Noruego para los Refugiados (2008), Manual de Herramientas de Gestión de Campos www.alnap.org/resource/7846.aspx

[ii] Evans G (2006) “Child Development and the Physical Environment” [El desarrollo infantil y el entorno físico], Annual Review of Psychology Vol. 57:423-451

www.annualreviews.org/doi/full/10.1146/annurev.psych.57.102904.190057?url_ver=Z39.88-2003&rfr_id=ori%3Arid%3Acrossref.org&rfr_dat=cr_pub%3Dpubmed&

 

 

 

 

 

 

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