Cambiar la forma en que medimos el éxito en el reasentamiento

Los refugiados no deben ser tratados como pobres extranjeros traumatizados, sino como personas fuertes y capaces que pueden ser valiosos recursos en sus países de reasentamiento.

Si bien es evidente la razón por la cual los países de reasentamiento están interesados ​​en la autosuficiencia de los refugiados, éstos no son necesariamente los mismos puntos de referencia de éxito que usan los refugiados para medirse a sí mismos. Al invertir en entender más sobre cómo los refugiados definen su propio éxito, podemos mejorar nuestra capacidad para evaluar y adaptar los programas destinados a apoyar a los refugiados en su transición hacia el reasentamiento permanente. Además, mediante la reformulación de nuestra definición de qué hace que un resultado sea exitoso, tenemos la oportunidad de basarnos en las fortalezas de los propios refugiados, y mejorar nuestra capacidad para demostrar no sólo la reducción de la carga percibida sobre las comunidades receptoras, sino también el valor que los refugiados reasentados pueden aportar.

De los 15 refugiados reasentados permanentemente y entrevistados sobre el tema de cómo los individuos definen su propio éxito, casi todos reportaron que miden el éxito no por su autosuficiencia económica individual, sino por su capacidad de “retribuir” a sus comunidades y mantener una conexión con su cultura de origen. Aunque este hallazgo no necesariamente refleja los sentimientos de todos los refugiados, sí ofrece una idea de las importantes brechas entre cómo miden el éxito los países receptores (a través de estadísticas de empleo) y cómo miden el éxito quienes reciben los servicios en estos países.

Apoyo a la resiliencia

La resiliencia se suele citar como la principal característica determinante para la integración exitosa en una nueva comunidad y, en ese contexto, se suele ver como una característica necesaria de la persona. Sin embargo, si la resistencia es “[...] la capacidad de las personas de acceder a recursos que mejoren su bienestar y la capacidad de que sus ecologías físicas y sociales hagan que esos recursos estén disponibles de manera significativa [...]”[1], esto también requiere que el país de reasentamiento comparta la responsabilidad por el nivel de éxito que una comunidad de refugiados alcance, garantizando que existan oportunidades y recursos que apoyen el éxito a largo plazo.

Por ejemplo, los Estados Unidos (EEUU), el país con más reasentamiento en el mundo, evalúa los programas basado casi totalmente en un único resultado –encontrar rápidamente un empleo. Esto puede ser eficaz para demostrar la autosuficiencia financiera y la eliminación de la dependencia pública; sin embargo, esto por sí solo no garantiza que esté preparada la base de la resiliencia y el éxito a largo plazo. Imagine que no solo nos preguntamos “¿cuál es la calificación mínima para el éxito?”, sino “¿cómo definen los refugiados su propio éxito? y ¿qué impacto tiene esto en nuestra comunidad?”. Hacer estas preguntas podría, por ejemplo, resaltar los casos donde el apoyo proporcionado por las comunidades receptoras para lograr el éxito a corto plazo, sea un obstáculo para los resultados positivos a largo plazo. Por ejemplo, encontrar un empleo, en un lugar nuevo, en los primeros tres a cuatro meses podría lograr la autosuficiencia inmediata, pero tras una ulterior investigación podríamos encontrar que esto limita el acceso de los refugiados a la formación en idiomas –formación que hubiera podido agregar un beneficio mayor a largo plazo para aumentar el potencial de ascenso en el mercado laboral.

Perspectiva basada en fortalezas

Los países de reasentamiento se beneficiarán más si pueden reconocer los recursos y capacidades inherentes que los refugiados han desarrollado a través de su propia experiencia personal y usar esta información para diseñar programas que refuercen estos talentos en lugar de restringirlos.

Aunque, a nivel de los sistemas burocráticos, infundir en la política una perspectiva de fortalezas centrada en la persona es una posibilidad desalentadora, lo es mucho menos a nivel profesional. A este nivel ya está sucediendo, pero no está bien respaldado o representado en resultados. Un ejemplo es el de un joven refugiado que llegó a los EEUU como menor no acompañado refugiado. Su trabajadora social reconoció la capacidad del joven para el liderazgo y su pasión por ayudar a los demás en el programa; con su ayuda, el joven comenzó un grupo de apoyo para menores no acompañados recién reasentados. Este se transformó en un valioso espacio donde los jóvenes refugiados podían apoyarse mutuamente, compartir conocimiento práctico, desarrollar relaciones personales y comenzar a recobrar su sentido de comunidad y pertenencia. En este caso, la agencia de reasentamiento pudo apoyar un ambiente en el que las fortalezas de los refugiados pudieron ser compartidas con su comunidad de una manera significativa. Si la trabajadora social se hubiera focalizado solo en los déficits y el trauma de esta persona, este resultado no habría sido posible.

Retribuir

Cuando los países de acogida miden el éxito del reasentamiento sólo en términos de autosuficiencia económica, están pasando por alto un gran recurso: el impulso y la dedicación de los refugiados reasentados para retribuir a sus comunidades, países y culturas de origen. Algunos de los refugiados reasentados se ofrecieron como voluntarios en una agencia de reasentamiento, algunos enviaron dinero a sus parientes que todavía estaban en campamentos de refugiados, y algunos comenzaron organizaciones de servicios y sin fines de lucro que tienen un impacto en miles de personas desplazadas a nivel mundial. Tan importante fue el compromiso de “retribución” que ellos lo describieron como un factor de motivación fundamental para estudiar y conseguir un trabajo bien remunerado.

Está claro que los recién llegados que alcanzan su potencial, medido con sus propias definiciones de éxito, pueden realizar contribuciones positivas a sus comunidades de reasentamiento y fuera de ellas. Sin embargo, el aprovechamiento efectivo de este potencial requiere que los países receptores creen entornos donde la resiliencia sea sustentada y las fortalezas sean reconocidas.

Algo que los países receptores pueden hacer para apoyar esto es, para comenzar, ampliar los parámetros que usamos para medir el éxito. Nuevas medidas que tengan en cuenta un espectro más amplio de la integración exitosa proporcionarían oportunidades para demostrar el impacto positivo del reasentamiento de refugiados en las comunidades que los reciben. Esto podría, a su vez, aumentar el apoyo y los recursos destinados a mejorar estos resultados, apoyando así los programas que mejoran los ambientes donde recibimos a los refugiados. En definitiva, esto crearía un positivo ciclo de retroalimentación que haría que los programas de reasentamiento sean más fuertes y más sostenibles a través del tiempo.

Justin S. Lee jslee4@uncg.edu

Profesor Asistente de Trabajo Social, Universidad de Carolina del Norte en Greensboro www.uncg.edu

 

Suzie S. Weng s.weng@unf.edu

Profesora Asistente de Trabajo Social, Universidad del Norte de Florida

www.unf.edu

 

Sarah Ivory sivory@cwsglobal.org

Directora Regional de Programas para EEUU, Servicio Mundial de Iglesias

www.cwsglobal.org

 

 



[1]  Ungar M. (2008) “Resiliencia a través de las culturas”, British Journal of Social Work, Volumen 38.  http://bjsw.oxfordjournals.org/content/38/2/218.full

 

 

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