Las consecuencias políticas y sociales del desplazamiento continuado en Bosnia-Herzegovina

Veinte años después de Dayton, no facilitar un retorno efectivo a las personas refugiadas y desplazadas internas tuvo consecuencias sociales y políticas tanto a nivel de comunidad como estatal. 

Las guerras de los Balcanes de la década de los 90 desencadenaron un desplazamiento a gran escala en la región. Serbia, Montenegro y Croacia acogieron a cerca del 40% de los refugiados de Bosnia-Herzegovina mientras que Austria, Alemania, Canadá, Estados Unidos y Australia también recibieron a grandes cifras de refugiados. Cien mil personas murieron en el conflicto y dos millones de personas ‒casi la mitad de la población de Bosnia-Herzegovina‒ fueron desplazadas, un millón de las cuales lo hicieron a nivel interno. Aunque el acuerdo de paz que se firmó en Dayton (Ohio) el 21 de noviembre de 1995 establecía el regreso de las personas refugiadas y desplazadas internas a sus lugares de origen, veinte años después las repercusiones del desplazamiento continúan afectando al tejido social, al contexto político y a la economía del país.

Durante los dos primeros años tras la guerra un gran número de personas regresaron del extranjero pero se dirigieron principalmente a zonas en las que su colectivo étnico era el predominante (este fenómeno se conoce como "regreso de las mayorías"). Los “regresos de las minorías” ‒personas desplazadas que ahora serían una minoría étnica en sus lugares de origen‒ solo repuntaron a principios de la década del 2000 y a mediados de esta década estaba claro que la mayoría de los “retornos” eran ficticios. La gente regresaba a su lugar de origen y se censaba allí sólo para reclamar sus bienes inmuebles con el fin de luego venderlos. Entonces volvían a las zonas en las que su colectivo étnico predominaba. Esto se evidenciaba especialmente en el caso de las personas de etnia serbia que se encontraban en Sarajevo, quienes tendían a reasentarse en la parte de la ciudad en la que predominaba su etnia, la parte de la República Srpska.

Algunos desplazados deciden no regresar debido a su traumático pasado y a un constante sentimiento de inseguridad; otros, debido a la ausencia de oportunidades económicas. Las poblaciones desplazadas a menudo experimentan altas tasas de pobreza y limitaciones en el acceso a los servicios sociales y de salud. Es posible que carezcan de medios para costearse el viaje de regreso o para reconstruir sus hogares de antes del conflicto; además, encontrar un trabajo y reintegrarse en una economía en la que ya existe una elevadísima tasa de desempleo resulta especialmente complicado para una persona perteneciente a una minoría étnica. En los casos en los que hay retorno, suelen ser los miembros de la población más mayores y económicamente inactivos los que regresan, lo que afecta a la dinámica de la vida en la comunidad y a su vez entorpece el potencial de actividad económica y de desarrollo de la zona.

Las personas refugiadas y desplazadas también pueden verse disuadidas a la hora de regresar por la reestructuración del Estado en el que, por ejemplo, el sistema educativo se divide por etnias y se sigue el plan de estudios de la mayoría étnica en asignaturas como Historia, Lengua y Religión. Por último, la mayoría de los desplazados internos ‒en especial los más jóvenes‒ ya han reestablecido sus vidas y empleos, han creado un capital social en sus nuevas zonas de residencia, y ya no guardan ninguna conexión con su lugar de origen ni sienten deseos de regresar allí.

Consecuencias políticas y sociales

Bosnia-Herzegovina era el Estado con mayor nivel de mezcla de etnias de la antigua Yugoslavia, con un alto grado de respecto, tolerancia y convivencia. Sin embargo, el desplazamiento de grandes cifras de personas durante el conflicto provocó cambios demográficos en la composición étnica de ciudades y pueblos. Aunque el Anexo 7 del Acuerdo de Paz de Dayton intentó restablecer el carácter multiétnico de Bosnia-Herzegovina, las fronteras de “entidad”[1] siguieron las divisiones adoptadas en tiempos de guerra y, cuando las poblaciones desplazadas no regresaban totalmente a sus lugares de residencia de antes de la guerra, la homogeneidad étnica quedaba aún más como encajada. El resultado fue la creación de comunidades divididas, casi monoétnicas, con poca mezcla de la población.

Esta división en entidades no solo supone fronteras institucionales y estructurales sino también barreras emocionales y psicológicas. Las comunidades mezcladas y heterogéneas fueron aquellas en las que se produjeron las luchas más violentas y el retorno a ellas ha sido lento y complicado. En los casos en los que se han producido, permanece una gran desconfianza y, en algunos casos, una gran  intolerancia étnica, con muy poco potencial para construir comunidades fuertes e integradas.

La desconfianza, la intolerancia y la falta de integración de las comunidades han dado lugar a que fracasen los esfuerzos de reconciliación tanto a nivel de comunidad como a nivel nacional. Aun en los casos en los que se ha producido un regreso de las minorías, éstas no necesariamente facilitaban el proceso de reconciliación; el mero hecho de compartir un mismo espacio vital no implica que los colectivos étnicos hayan resuelto los problemas del pasado ni que se hayan perdonado entre ellos. Y a medida que la gente de diferentes grupos étnicos siga viviendo por separado, se fomentarán las divisiones y se seguirán utilizando por quienes promueven políticas nacionalistas y la potencial secesión, lo que generará una nueva situación de inestabilidad política en el país.

El Acuerdo de Paz de Dayton creó un marco jurídico y político para el retorno de los refugiados y desplazados internos con el objetivo de restaurar la confianza y el respeto mutuo entre etnias; las subsiguientes políticas y enfoques no consiguieron garantizar retornos a largo plazo y, con ellos, estabilidad y la creación de una comunidad. Aunque la mayoría de la población de Bosnia-Herzegovina simplemente desea ser testigo del progreso de la aparición de mejores oportunidades, el enfoque hacia el retorno de los refugiados y desplazados internos ha perpetuado la inestabilidad política y económica al arraigar las divisiones étnicas. La ausencia de comunidades interétnicas integradas a las que podrían haber dado lugar los retornos ha sido una oportunidad perdida de alcanzar la reconciliación.

 

Lana Pasic lana.pasic@gmail.com, @Lana_Pasic

Escritora y asesora de desarrollo de Bosnia-Herzegovina, y colaboradora habitual y editora de Balkanalysis.com.

 



[1] El Acuerdo de Paz de Dayton dividió a Bosnia-Herzegovina en dos “entidades”: la Federación de Bosnia-Herzegovina y la República Srpska. 

 

 

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