Jóvenes afganos enfrentan el retorno

Un proyecto en el Reino Unido encaminado a preparar jóvenes para el retorno a Afganistán a través de un programa de retorno voluntario asistido no tuvo éxito. Un enfoque diferente, a más largo plazo, pudo haber sido más apropiado y más eficaz.

Los niños no acompañados que solicitan asilo en el Reino Unido (RU) viven en la precaria situación de tener que aprender a adaptarse a su país de acogida a sabiendas de que con el tiempo pueden ser devueltos al país del cual han huido. Los departamentos de Servicios Sociales de las autoridades locales se encargan de su cuidado de conformidad con la Ley de la Infancia de 1989, pero no reciben financiación una vez que los niños cumplen 18 años. En esta etapa, las solicitudes de asilo de los jóvenes son revisadas ​​y muchos casos  no califican para seguir con el asilo. Este artículo examina el caso de seis jóvenes que al cumplir 18 años dejaron de ser elegibles para recibir la atención de los Servicios Sociales y fueron identificados como personas que ya no están bajo tutela del Estado y cuyos derechos de apelación han sido agotados (ARECL, por sus siglas en inglés) y por ello fueron expulsados del Reino Unido.

El Proyecto Futuro Positivo fue desarrollado en reconocimiento de las necesidades y vulnerabilidades de los jóvenes que enfrentan la posibilidad de ser obligados a retornar a Afganistán. El objetivo básico del proyecto era alentar a estos jóvenes afganos a participar voluntariamente al Retorno Voluntario Asistido (RVA), dándoles capacitación y habilidades extra que les serían útiles una vez retornados en Afganistán. Sin embargo, la fuente de financiación del Proyecto (Fondo de Retorno y Reintegración del gobierno) y su conexión con el Ministerio del Interior significan que se suponía que los potenciales capacitados tenían que solicitar el RVA antes de ser elegibles para el curso de capacitación.

El RVA es uno de varios programas de retorno voluntario promovidos por el gobierno del Reino Unido. El RVA ofrece dinero y apoyo para facilitar la integración de los migrantes que retornan a sus países de origen; tales programas son comunes, pero son controvertidos porque su naturaleza “voluntaria” puede ser debatida en casos en que los migrantes preferirían quedarse, pero están obligados a retornar.

La evidencia existente de nuestra investigación y otros estudios de jóvenes afganos presenta una imagen clara de que los jóvenes “que ya no están bajo tutela del Estado” no quieren retornar[1]. Muchos no pueden imaginar un futuro en Afganistán y el continuo estado de conmoción en el país hace que el retorno sea una perspectiva incierta y aterradora. Además, muchos jóvenes han perdido el contacto con sus familiares y amigos. Las impugnaciones legales contra el retorno forzoso en ocasiones son exitosas y, desde abril de 2015, la legalidad de los vuelos chárter que llevan a los afganos de vuelta a Afganistán está impugnada en los tribunales del Reino Unido.

“Dijeron que teníamos que firmar y regresar...”

El Proyecto no pudo persuadir a ninguno de los jóvenes de este grupo de que solicitaran el RVA. Lo que se les ofreció –capacitación y el más alto nivel disponible de apoyo económico para la reintegración– no supera sus miedos y preocupaciones. Una sesión con el equipo de Choices, la ONG responsable de explicar el RVA en el Reino Unido, fue programada solo para finales de la primera semana, cuando se hizo evidente que los jóvenes no habían entendido completamente que debían comprometerse a regresar a Afganistán para poder recibir la capacitación. Todos dejaron el programa. Enojados y decepcionados por cómo habían salido las cosas. Nos dijeron:

“Nosotros pensamos que podíamos ir a la universidad, que podíamos hacer algo, que podíamos aprender pero luego nos dijeron que teníamos que firmar y regresar. Ya sé cómo funciona, he estado en detención... ellos dan algo de dinero y uno vuelve a Afganistán a vivir allá. ¿Qué voy a hacer con ese dinero si no tengo familia? Si voy a algún lugar y la gente ve que tengo dinero, me van a robar. Me pueden matar también. No es justo”.

Los niños no acompañados solicitantes de asilo necesitan una mejor atención, apoyo y oportunidades educativas para ayudarles a prepararse mejor para la edad adulta y para reducir la posibilidad de detención, indigencia y deportación. En términos más amplios, el estudio ha evidenciado una compleja área de la política de inmigración que, a nuestro parecer, se podría mejorar si las obligaciones de las autoridades locales como “padres institucionales” se centraran más en las necesidades y el futuro de los jóvenes que en cuestiones políticas más generales.

Recomendaciones

Nuestras recomendaciones cuestionan la cultura de los controles migratorios cada vez más punitivos y sostienen que el gasto público en estos niños podría prevenir problemas a largo plazo para su bienestar, el compromiso político y el bienestar social.

·      El RVA e incentivar el retorno: Es necesario que desde el inicio del establecimiento del cuidado a los jóvenes exista un debate respecto a la preparación para el potencial retorno, particularmente en términos de acceso a la educación para futuras carreras y oportunidades de negocio.

·      Formación integral: Con una visión a más largo plazo, la formación podría incorporarse cuando aún están bajo el cuidado como menores. Esto podría ser financiado conjuntamente, a través de los presupuestos de cuidado y formación, permitiendo que el personal de apoyo trabaje más estrechamente con los jóvenes para superar barreras como la búsqueda de cupos escolares adecuados y el acceso a la educación continua.

·      Un enfoque cultural: Fomentar el sentido de pertenencia, ya sea en Afganistán o en el Reino Unido, y el biculturalismo les ayudaría a pensar positivamente acerca del regreso a Afganistán. Esto podría incluir la alfabetización y el dominio de su idioma de origen acorde a la edad y la creación de conexiones y redes sociales en Afganistán. Los servicios para rastrear a familiares también podrían utilizarse de manera más proactiva para desarrollar los pocos vínculos que estos jóvenes pudieran tener.

Además, sigue siendo polémico el financiamiento para las ARECL (personas que ya no están bajo tutela del Estado y cuyos derechos de apelación han sido agotados, y por lo tanto “elegibles para ser deportadas”). Las autoridades locales son financieramente responsables de la prestación de la atención, mientras que el Ministerio del Interior tiene el papel de agente del orden. Debe resolverse la tensión resultante sobre la responsabilidad financiera para que sean factibles enfoques más holísticos sobre el cuidado y apoyo a estos jóvenes. Equipar a un joven con habilidades culturales apropiadas para un futuro en el Reino Unido, así como en su país de origen, tiene el potencial de apoyarlos en la construcción de un futuro positivo como ciudadanos contribuyentes donde sus vidas los lleven.

 

Kim Robinson kim.robinson@deakin.edu.au

Profesora de Trabajo Social en la Facultad de Salud y Desarrollo Social, Universidad de Deakin.

www.deakin.edu.au

 

Lucy Williams L.A.Williams@kent.ac.uk

Investigadora independiente e Investigadora Invitada en la Universidad de Kent.

www.kent.ac.uk/sspssr/



[1] Ver, por ejemplo Gladwell C. (2013) “Ya no es un niño: del Reino Unido a Afganistán”, Migraciones Forzadas No. 44 www.fmreview.org/es/detencion/gladwell;  Schuster L. y Majidi N. (2014) “El estigma de la deportación y la re-emigración”, Journal of Ethnic and Migration Studies, Vol. 41 (4)

www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/1369183X.2014.957174#.VcteNfm4E8h

 

 

 

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