El papel del voto a distancia a la hora de fomentar el retorno

Cuando de verdad es posible volver a casa, ¿qué influye en que un migrante forzado decida regresar a su lugar de residencia de antes del conflicto, a menudo enfrentándose a condiciones muy difíciles? ¿Qué papel puede desempeñar el voto a distancia?.

Un importante número de víctimas de la “depuración étnica” han regresado a sus hogares en toda Bosnia-Herzegovina pero ningún municipio ha tenido tanto éxito revirtiéndola como la región de Drvar, en la zona occidental del país. En 1991, el 97% de los 17 000 habitantes de Drvar eran de etnia serbia. Tras la ofensiva que tuvo lugar en septiembre de 1995 por parte de las fuerzas de etnia croata, de su población original sólo quedaban 83 personas mayores en pueblos aislados. En torno al año 2000, los retornados de etnia serbia representaban el 70% de la población local, lo que convirtió a Drvar en el primer municipio en el que la mayoría existente antes de la guerra se restableció a través de retornos pacíficos[1].

No sólo un gran número de antiguos residentes de la región de Drvar empezó a regresar antes del cambio de rumbo nacional que se produjo en 1999-2000 sino que además ganaron las elecciones locales, consiguieron una representación significativa en los cuerpos de Policía y en la administración local, y recuperaron la condición de mayoría demográfica que tenían antes de la guerra. Esto se consiguió a pesar de la acérrima resistencia a regresar en algunos distritos.

En el presente artículo combinamos los hallazgos del trabajo de campo realizado en la región de Drvar en 2011 con los datos recopilados en Bosnia-Herzegovina en junio y julio de 2013[2], e incluimos información sobre las personas que actualmente están desplazadas y sobre las retornadas. Una encuesta centrada en las personas desplazadas es relativamente rara por distintas razones. Suele ser arriesgada para la seguridad personal de los entrevistados, a la vez que políticamente delicada y es difícil llevarla a cabo con una muestra representativa de encuestados desplazados. En las zonas de conflicto, los migrantes forzados representan un sector de la población vulnerable pero en movimiento. Aunque su vulnerabilidad les hace extremadamente importantes para la ciencia social, su movilidad les convierte en un colectivo difícil de representar en los muestreos. Por eso dichos estudios suelen centrarse en la población disponible en campos de refugiados o barrios designados, y obvian a aquellas personas desplazadas que se encuentran más integradas entre la población general. Al final, los Gobiernos, las organizaciones internacionales y las ONG a menudo se ven obligadas a tomar decisiones sin haber consultado a los colectivos vulnerables.

Ateniéndonos a la importancia de la preocupación por la seguridad y de los recuerdos del hogar a la hora de tomar decisiones acerca del retorno, nuestros datos indican que las mujeres y aquellos que experimentaron la victimización en tiempos de guerra son menos proclives a regresar. Del mismo modo, los bosnios más mayores con recuerdos positivos de las relaciones  entre personas de distintas etnias  antes del conflicto serán más propensos a repatriarse que los jóvenes o quienes guarden recuerdos negativos. Los migrantes forzados con mayor nivel educativo son menos partidarios de volver, lo que probablemente tenga que ver con que su integración económica en su nuevo lugar de residencia sea más sencilla. Las mujeres jóvenes son las más reacias, lo que podría deberse a las mayores oportunidades para las mujeres en las zonas urbanas de Bosnia (o en los países occidentales de exilio) en comparación con las pequeñas localidades bosnias o sus zonas rurales. Por último, las personas procedentes de zonas donde el nivel de retorno ha sido alto también serán más propensas a regresar.

 

La experiencia del retorno bosnio pone de relieve varias limitaciones de un mantenimiento de la paz patrocinado internacionalmente. Incluso en las poblaciones en las que el esfuerzo de la comunidad supuso regresos exitosos, los retornos masivos no solían ir acompañados de programas de desarrollo económico bien diseñados ni financiados adecuadamente. Muchos repatriados se volvieron a marchar pero esta vez básicamente por razones económicas: para encontrar trabajo. Aunque las ciudades de Bosnia-Herzegovina hubiesen sido antaño realmente multiétnicas, ahora eran abrumadoramente monoétnicas. Pero existen ejemplos de repatriaciones exitosas en municipios o pueblos más pequeños y monoétnicos, sobre todo en la región de Drvar.

La coalición por Drvar

La asociación de personas desplazadas de Drvar (la Coalición por Drvar) se constituyó cuando se hizo evidente para los que querían regresar que las autoridades de diferentes partes de Bosnia-Herzegovina no estaban realmente interesadas en implementar el derecho de retorno. Uno de los primeros logros de los líderes de la Coalicion por Drvar fue convencer a sus seguidores de que les votaran en sus localidades de origen de antes de la guerra, en contra de los intereses de quienes ya contaban con los votos de los desplazados de etnia serbia para consolidar su propio control en las partes de Bosnia-Herzegovina en las que ahora predominaban.

El Artículo IV del Anexo 3 del Acuerdo de Paz de Dayton estipula que “un ciudadano que ya no viva en la localidad en la que residía en 1991 podrá votar, por norma general, en dicha localidad ya sea en persona o a distancia”[3]. Esta provisión electoral permitió a las personas refugiadas y desplazadas internas enviar sus votos a distancia a sus ciudades de origen de antes de la guerra y en 1997, por ejemplo, Mile Marčeta fue elegido a distancia alcalde de Drvar. Descrito por los medios de comunicación internacionales como “un símbolo de esperanza en una tierra de odio”, el alcalde convenció a entre 1 600 y 2 000 personas desplazadas de que le acompañaran en su regreso a la localidad. A pesar de la resistencia de la población de etnia croata, del asesinato de dos ancianos retornados y de un intento de asesinato contra el propio Marčeta, los migrantes forzados consiguieron restablecerse en sus tierras. La Coalición por Drvar no solo ayudó a revertir la depuración étnica sino que también lideró la movilización del apoyo de la comunidad internacional y promovió a nivel local una Coalición nacional y multiétnica para el Retorno de los Expulsados.

 
El cartel con el que se anunciaba la Coalición por Drvar consistía en un amplio mapa amarillo de toda Bosnia-Herzegovina y una fotografía de una casa con una pequeña chimenea. “Hocu kuci,” decía. “Quiero volver a casa”.
 

 

La experiencia en Drvar destaca la importancia del voto a distancia para que los retornos tengan éxito. En Drvar muchos desplazados internos conservaron su voto en los municipios en los que residían antes del conflicto, incluso durante el exilio. En lo que respecta al Artículo 20.8 de la Ley Electoral Bosnia, el voto a distancia para las personas desplazadas seguirá estando vigente hasta que el Alto Representante de las Naciones Unidas o la Asamblea Parlamentaria de Bosnia-Herzegovina decidan lo contrario[4]. El derecho de voto constituyó un elemento clave en la arquitectura de Dayton a diferencia de otras mediaciones de paz lideradas por las Naciones Unidas como el Plan Annan para Chipre, donde existían importantes restricciones de los derechos políticos de las personas desplazadas. Para evitar que surgieran problemas en las sociedades posconflicto en las que las autoridades municipales representasen exclusivamente a los nuevos o a los antiguos habitantes pero no a ambos, los arreglos de paz deberían combinar el voto a distancia con sistemas de poder compartido a nivel local (lo que se echaba en falta en Dayton)[5]. Tales mecanismos institucionales permitirían a los refugiados y a los desplazados internos mantener lazos financieros, institucionales y políticos con su región de origen.

¿Podrían replicarse en otras sociedades posconflicto los casos de éxito en repatriación que se han dado en Bosnia-Herzegovina? Aunque algunas condiciones parezcan singulares de Bosnia y difíciles de replicar ‒como la presencia masiva de organismos de ayuda internacionales en un protectorado de facto‒, otras podrían aplicarse en otros lugares. Si un acuerdo posconflicto permitiera a los migrantes forzados votar en las elecciones municipales desde su lugar de desplazamiento (mediante un mecanismo de voto a distancia), éstos podrían recuperar pacíficamente su participación en las instituciones políticas locales y animarse a regresar.

 

Djordje Stefanovic djordje.stefanovic@smu.ca

Profesor adjunto, Departamento de Sociología y Criminología, Saint Mary's University. www.smu.ca

 

Neophytos Loizides n.loizides@kent.ac.uk

Profesor adjunto en Análisis de Conflictos Internacionales, Escuela de Política y Relaciones Internacionales, Universidad de Kent. www.kent.ac.uk

 



[1] International Crisis Group (May 2000) Bosnia refugee logjam breaks: is the international community ready? [La eliminación de los bloqueos de los refugiados de Bosnia: ¿Está preparada la Comunidad Internacional?] ICG Balkans, Report No 95. www.crisisgroup.org/en/regions/europe/balkans/bosnia-herzegovina/095-bosnias-refugee-logjam-breaks-is-the-international-community-ready.aspx

[2] La recopilación de datos fue llevada a cabo por oficinas de los Servicios de Promoción de Inversiones de Bosnia-Herzegovina con sede en Sarajevo, gracias a la financiación aportada por el Consejo de Investigaciones sobre Ciencias Sociales y Humanidades de Canadá, como parte del proyecto de retorno voluntario pacífico que en inglés se llamó “The Way Home: Peaceful Voluntary Return Project”. Si desea consultar un estudio anterior que se centra en los retornos comunitarios vea Stefanovic D. y Loizides N. (2011) The Way Home: Peaceful Return of Victims of Ethnic Cleansing [El camino a casa: el retorno pacífico de las víctimas de la depuración étnica], Human Rights Quarterly, 33 (2): 408-430.

 

 

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