Durante generaciones los pigmeos bambutis han sido nómadas que vivían en la selva pero en 2004 tuvieron que huir de la guerra. Ahora viven en las afueras de Goma con poco o ningún apoyo por parte de las agencias humanitarias. No tienen ni electricidad ni agua corriente; los tejados de paja de los refugios improvisados ofrecen una escasa protección frente a las frecuentes lluvias.
Durante generaciones los pigmeos bambutis han sido nómadas que vivían en la selva pero en 2004 tuvieron que huir de la guerra. Ahora viven en las afueras de Goma con poco o ningún apoyo por parte de las agencias humanitarias. No tienen ni electricidad ni agua corriente; los tejados de paja de los refugios improvisados ofrecen una escasa protección frente a las frecuentes lluvias.
"Aquí no podemos plantar semillas", decía el jefe bambuti, Mupepa Muhindo, rascando la tierra llena de lava. "No se puede cultivar la tierra".
La vida es dura para todos las personas desplazadas internamente, pero es incluso peor para los bambutis, cuyas vidas están asoladas diariamente por la violencia y la discriminación. La discriminación contra los pigmeos está profundamente arraigada en todos los ámbitos de la sociedad congoleña. Tienen serias dificultades para acceder a cualquier tipo de servicio público o social y se les rechaza continuamente. Esta actitud hace que los padres raramente registren los nuevos nacimientos, por lo que el número total de población es difuso, pero se estima que en total hay unos 30.000 en Kivu del Norte y 200.000-500.000 en la República Democrática del Congo.
Muhindo explica que no puede pagar las cuotas de la escuela o los uniformes de sus hijos. "Los niños pigmeos no estudian", dice. "Como no tenemos educación, no nos podemos considerar iguales a los demás".
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