Tragedias de camino a Europa: una perspectiva desde África

A medida que Europa lidia con los retos inherentes a la hora de responder a la llegada de grandes cifras de migrantes, resulta vital tener en mente que las personas implicadas han abandonado sus hogares y sus países por alguna razón. Muchas de ellas preferirían haberse quedado en casa. De alguna manera, fueron forzadas a migrar. 

La actual migración de África a Europa es un síntoma de los muy arraigados problemas que existen en el continente. Aunque hay algo de cierto cuando se dice que se han realizado algunos progresos y que las economías de algunos países de África están registrando crecimiento, el panorama global entre las poblaciones básicas de toda África es bastante distinto. La mayoría siguen viviendo en la más absoluta pobreza, sin acceso a unos buenos cuidados sanitarios, ni al agua potable, sin posibilidad de llevar a sus hijos a escuelas decentes ni de pagar a los corruptos funcionarios del Gobierno para recibir unos servicios a los que tienen derecho. Podríamos caer en el error de creer que la desesperación que les lleva a trasladarse a Europa difiere poco de la de aquellos que proceden de países relativamente estables.

Aparte de la guerra y la persecución, el detonante en gran medida de la actual migración hacia Europa desde África es el desempleo que existe en el continente, con una cantidad de mano de obra en constante aumento que subsiste en pésimas condiciones sin perspectiva de mejora. Mucha gente joven se encuentra con pocas opciones aparte de trasladarse a centros urbanos con la esperanza de encontrar trabajo y poder vivir decentemente. Se pasan años vagando por las calles en busca de un empleo que no existe. Sin trabajo, y sin posibilidad de un futuro digno, se instaura un sentimiento de desesperanza que les lleva a pensar que la solución la encontrarán en otro lugar. La migración rural-urbana por un empleo urbano que no existe provoca al final la emigración a otros lugares. Según su percepción, Europa ofrece todas las respuestas a su actual desesperanza, pero luego llegan allí y chocan de bruces con la dura realidad: no tienen un sitio donde dormir, ni comida, ni atención sanitaria, tienen frío y están solos.

La mayoría de los que se trasladan a otro lugar son jóvenes y, en gran medida, pertenecen a la generación de los medios de comunicación sociales. Están “conectados”, son televidentes empedernidos y escuchan emisoras de radio internacionales a las que actualmente pueden acceder a través de sus teléfonos móviles. Cuando oyen hablar de que las condiciones económicas en Europa son mucho mejores que en sus propios países sienten una tentación muy fuerte de marcharse. Esto se ve exacerbado por los compatriotas que se habrían marchado antes y habrían conseguido encontrar trabajo y enviar algo de dinero a casa, aunque fuera poco. Para los potenciales migrantes que se encuentran desesperados, esta es una especie de victoria y, por tanto, ellos, como es comprensible, se preparan también para emprender el viaje en busca de trabajo en el extranjero. Los migrantes están dispuestos a jugarse la vida para llegar a Europa en busca de seguridad y de una vida mejor.

Algunas de las soluciones necesarias

Boutros Boutros Ghali, ex Secretario General de las Naciones Unidas, dijo una vez que « [...] las personas desarraigadas son producto de un fracaso, el fracaso a la hora de resolver [...] las causas subyacentes [...]»[i].

Primero y más importante: los Gobiernos de los países de origen tienen que revisar sus propios sistemas y comportamientos y enfrentarse al problema, ya que son ellos quienes tienen la solución a largo plazo. No ha habido un cambio de paradigma en el modo en que se hacen negocios. Se debe crear trabajo, desarraigar la corrupción y reformar la gobernanza. Del mismo modo, los países receptores necesitan reconocer que el problema no sólo afecta a Europa sino que hay también cuestiones reales en los países de origen que dan pie a la migración y que necesitan ser abordadas. Es necesaria una alianza entre los países de migración y los de origen para abordar los problemas.

Los Gobiernos de África han de tener más en cuenta las aspiraciones de sus ciudadanos que desean viajar fuera del país para buscar trabajo y apoyarles en una búsqueda e inserción ordenada donde sea necesario. Es difícil negar que la migración a Europa no sólo le está robando a África a su juventud sino también su futuro. Algunos migrantes son profesionales con alta cualificación que han sido formados con un coste tremendo para los países de origen.

Mientras tanto, la razón por la que esta gente se embarca en botes desvencijados y entra a Europa de forma clandestina es que se le ha impedido viajar de forma legítima.

 

Lo pusimos muy difícil para entrar [en Europa], creamos un mercado de contrabando [...] todo empezó con la introducción de los visados [...] en 1991, [...] antes de eso, había más o menos fronteras abiertas [...]. Muchos migrantes venían para ganar dinero y luego volver a sus países”.

Hein de Haas, ex Codirector del Instituto Internacional de las Migraciones, Oxford.

 

 

Europa necesita revisar sus políticas migratorias para que permitan una entrada más sencilla y más fácil con permisos para trabajar e incentivos para abandonar este continente libremente cuando el visado expire. Sería complicado plantear soluciones para aquellos “migrantes económicos” que tienen pocas oportunidades de que se les conceda asilo sin incluir el regreso a sus países de origen. Esta postura recibiría más apoyo por parte de mucha gente mientras que salvaguardaría y garantizaría la seguridad de los refugiados y solicitantes de asilo de forma que ninguna persona sería retornada a un lugar en el que su vida estuviera amenazada.

Se ha sugerido que la gran visibilidad de la llegada de grandes cifras de migrantes, refugiados y solicitantes de asilo a Europa puede provocar temor y, como consecuencia, dañar la institución del asilo en este continente. Se debería trabajar conjuntamente para identificar a los refugiados y solicitantes de asilo y gestionar sus casos de forma distinta al resto. Como con todas las situaciones de desplazamientos de población, la base de toda respuesta ha de ser la protección. Aunque para algunos migrantes la solución podría ser regresar (o ser retornados) a su hogar, el hecho de incluir a refugiados entre estos migrantes podría ser desastroso. Es importante que a las medidas de control de la inmigración se le unan unas adecuadas medidas de protección para que se pueda distinguir a los refugiados y solicitantes de asilo de quienes no necesitan protección internacional. Pero no se debería olvidar o ignorar que, con independencia de cuál sea la causa de su traslado, se han de respetar los derechos humanos de todas las personas implicadas.

Conclusiones

Para muchos, migrar a Europa no era su primera opción. La migración desde África sólo es un síntoma de problemas más profundamente arraigados como la pobreza subyacente en los informes de progreso y crecimiento. Otros son refugiados que buscan protegerse de la guerra, de la persecución y de las violaciones de los derechos humanos. Gracias a los medios de comunicación han ido comprendiendo que Europa defiende los derechos humanos y que cuando lleguen les protegerá de sus Gobiernos, y les ofrecerá un mejor asilo. Europa debería responder asumiendo su responsabilidad de ayudar a quienes buscan protección frente a la guerra, la persecución y las violaciones de los derechos humanos.

Los Gobiernos de África necesitan revisar sus propios sistemas y políticas para descubrir por qué una cantidad tan grande de sus ciudadanos se están marchando aunque tengan que asumir grandes riesgos para ello. Para reducir la tentación de migrar, los Gobiernos de África también deberían prestar más atención a las aspiraciones de sus ciudadanos y gestionar mejor la migración al mismo tiempo que combaten el elemento delictivo de los movimientos migratorios. En este empeño, Europa también debería hacer más por facilitar la migración legal.

Finalmente, los esfuerzos de rescate y los intentos de cortar las redes de contrabando mediante campañas militares a corto plazo probablemente no tengan un efecto duradero a menos que se enfoque el fenómeno de la migración de forma global y se adopten medidas para abordar no sólo las políticas migratorias demasiado restrictivas de Europa sino también las causas y los factores de expulsión en los países de origen.

 

John Okecho Moses Okello jomokello@gmail.com



[i] ACNUR (1995) La situación de los refugiados en el mundo 1995: en busca de soluciones www.unhcr.org/4a4c70859.html

 

 

 

 

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