Amenazas contra la libertad en Alemania

Quienes buscan asilo en Alemania se enfrentan a evaluaciones exprés, el riesgo de arrestos y deportaciones, y largas estancias en "refugios comunitarios” diseminados por  toda Alemania. 

En enero de 2012 Mohamed Rahsepar, un solicitante de asilo iraní, se suicidó después de pasar siete meses en centro de acogida para solicitantes de asilo de Würzburg (un antiguo cuartel militar en el estado sureño de Baviera). Su suicidio encendió protestas a nivel nacional, huelgas de hambre y un “tour bus” de refugiados, que inició un año de campaña a través de las principales ciudades de Alemania, documentando las condiciones de los solicitantes de asilo que viven en los márgenes de la sociedad. En marzo de 2013, miles de personas se reunieron en Berlín para exigir cambios en las prácticas de asilo de Alemania basadas en la disuasión.

 

El nuevo aeropuerto que se está construyendo en Berlín incluirá un complejo de 1.000 metros cuadrados con videovigilancia y rodeado de una valla de tres metros de altura. Estas instalaciones formarán parte de un procedimiento de asilo acelerado “extraterritorial” más amplio, que ya se encuentra implantado en cinco importantes aeropuertos de toda Alemania. Todos los solicitantes de asilo que lleguen a Berlín por aire serán detenidos allí. La Oficina Federal de Inmigración y Refugiados o el Tribunal Administrativo llevarán a cabo una evaluación prioritaria de su solicitud de asilo (incluidas todas las vistas y recursos consiguientes) en un plazo de 19 días. Si una solicitud se considera “manifiestamente infundada”[1], se expedirá una orden de deportación. Según Amnistía Internacional, el 86% de los 4.113 recursos que se remitieron entre 1993 y 2007 por el procedimiento del aeropuerto fueron rechazadas.

El objetivo del Gobierno es minimizar los procesos largos y reducir costes, y evitar que los migrantes económicos soliciten asilo. Sin embargo, muchos han argumentado que este procedimiento, con su evaluación exprés y su detención automática, equivale a una detención arbitraria. Numerosas organizaciones han instado a las autoridades a que se aseguren de que los solicitantes de asilo no sean detenidos de forma rutinaria y que se garantice su derecho a un procedimiento de asilo justo. Argumentan además que las personas con necesidades especiales –entre ellas los menores no acompañados y los supervivientes de experiencias traumáticas y tortura– deberían ser identificados y tenerse en cuenta sus circunstancias especiales. Se ha denunciado que con frecuencia los solicitantes de asilo no llegan a poder obtener representación legal alguna y como consecuencia tienen serias dificultades para cumplimentar los procedimientos necesarios para interponer un recurso, conseguir la suspensión de su deportación o para acceder a los mecanismos de reclamación o a cuidados sanitarios.

El riesgo de detención inmediata y deportación, sin embargo, no es la única barrera que encuentran a su llegada a Alemania. A los solicitantes de asilo que pueden entrar en el país se les dispersa de inmediato a lo largo de los distintos Estados federales y se les obliga a permanecer en uno de los 22 centros de recepción de Alemania durante los tres meses previos a su traslado a un “refugio comunitario”. La estancia en refugios comunitarios varía bastante pero puede llegar a durar años. La regulación sobre residencia (Residenzpflicht) impone aún más restricciones, previniendo que los solicitantes de asilo se trasladen fuera del Estado federal o del distrito designado. En el noreste, en el Estado de Mecklenburgo-Pomerania Occidental, las dificultades a raíz de esto son evidentes. Alojados en viejos barracones militares del Este de Alemania, conectados únicamente por una carretera nacional y rodeados de bosques, cuando se expide una carta de deportación a uno de los solicitantes de asilo, sólo tienen dos semanas para encontrar un abogado y presentar un recurso. Ellos se preguntan dónde van a encontrar un abogado: “Viajar a una ciudad como Hamburgo, donde podríamos disponer de asistencia, está prohibido. Una abogada particular acude al campo dos veces por semana: una mujer para 450 residentes”[2].

Alemania se posicionó hace poco a la cabeza de la respuesta europea a los desplazamientos de refugiados de la región árabe con la ampliación de sus programas de reasentamiento, un agradable gesto de solidaridad internacional y de aceptación de la responsabilidad conjunta. Una mejora de las condiciones de recepción y la ampliación de las posibilidades de inclusión de los programas de subvencionados basados en la familia y en la comunidad podría ser perfectamente el siguiente paso. De hecho, esto supondría una alternativa positiva al sistema de detención de facto que en la actualidad constituye la respuesta estándar de Alemania a los solicitantes de asilo.

Jolie Chai joliechai@gmail.com vive en Berlín, Alemania, y actualmente se encuentra en una misión con el ACNUR. También imparte clases en la Universidad de Erfurt. El presente artículo ha sido redactado a título personal.



[1] Ya sea basándose en la falta de documentos, su procedencia de un país en el que hay seguridad o que hayan entrado a través de un tercer país seguro (de acuerdo con Dublín II).

[2] Krahe, D ‘Purgatory in Provincial Germany: Life Behind Bars Drives Asylum Seekers to Desperation’ (“Sufrimiento en las provincias alemanas: la vida tras las rejas lleva a los solicitantes de asilo a la desesperación”), Der Spiegel, 27 January 2011. http://tinyurl.com/Spiegel-Krahe-27jan2011

 

 

 

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