Los refugiados y las comunidades de acogida en el mercado laboral de Ruanda

En Ruanda, los refugiados congoleses tienen la misma libertad de circulación y el mismo derecho al trabajo que los ciudadanos ruandeses, pero las experiencias y las actividades económicas de estas dos poblaciones son muy diferentes.

De los aproximadamente 164 500 refugiados registrados de manera oficial que residen en Ruanda en la actualidad, el 45 % proviene de la República Democrática del Congo (RDC). El Gobierno de Ruanda adoptó un enfoque político relativamente progresista para apoyar la integración de los refugiados, quienes tienen la libertad de circular fuera de sus campamentos designados y el derecho a participar en actividades remuneradas o de autoempleo. Este ambiente propicio ayuda a incrementar la interacción económica y social entre los refugiados y las poblaciones locales y, como resultado, uno podría esperar que las áreas que rodean los campamentos tuvieran un mercado laboral de libre acceso tanto para los locales como para los refugiados.

Sin embargo, un análisis de las experiencias de los refugiados y los habitantes locales pone de relieve las diferentes dinámicas, oportunidades y desafíos para ambos grupos. Como parte de un proyecto que examina el impacto de los refugiados congoleses en las comunidades de acogida en Ruanda[1], en mayo de 2016 realizamos encuestas en hogares con refugiados en tres de los campamentos más grandes —Gihembe, Kiziba y Kigeme— y con los residentes locales que vivían cerca. Para el segundo grupo, dividimos la muestra entre aquellas personas que vivían a 10 km de los campamentos y las que vivían a más de 20 km de distancia, para identificar el mayor efecto localizado de estar en contacto con la población de refugiados a diario. También organizamos una serie de debates de grupos focales por separado con los refugiados de cada campamento y con los miembros de la comunidad de acogida que vivían a diferentes distancias de los campamentos. Una conclusión clave es que si bien los refugiados congoleses tienen oficialmente el derecho a trabajar, en realidad, sus experiencias en el mercado laboral local difieren de manera considerable de las experiencias de la población ruandesa local.

Los refugiados congoleses tienen más probabilidades de estar desempleados que los lugareños, y una de las principales razones de esto, mencionada por los propios refugiados es el hecho de que los empleadores locales desconocen el derecho a trabajar del que gozan los refugiados. Según los participantes del grupo focal, es inusual que encuentren un empleo fuera del campamento porque no tienen los documentos de identidad apropiados que solicitan los posibles empleadores. Como dijo un participante del campamento de Kiziba: “En general, te piden una tarjeta de identidad para demostrar que eres un ciudadano ruandés. Es por eso que si no tienes una tarjeta de identidad, no puedes obtener un empleo”.

No es suficiente otorgar el derecho a trabajar; debe existir un seguimiento práctico. Esto puede significar emitir documentos de identidad específicos para los refugiados que los empleadores puedan reconocer y aceptar, o campañas informativas dirigidas a los empleadores para ayudar a garantizar que todos comprendan los derechos de los refugiados.

Los participantes del grupo focal también mencionaron que la mayoría de las oportunidades laborales se encontraban en centros comerciales alejados de los campamentos, y que los elevados costos de transporte y los salarios bajos a menudo les diasuadía de aceptar los empleos. Proporcionar servicios de transporte más asequibles puede hacer que sea más viable para los refugiados encontrar un empleo más allá de las zonas adyacentes a los campamentos.

Empleos y habilidades en los campamentos

Las oportunidades laborales para los refugiados son bastante limitadas fuera de los campamentos, pero dentro de ellos, las mismas organizaciones no gubernamentales e internacionales emplean a una gran cantidad de refugiados. Sin embargo, está claro que estas organizaciones no pueden abordar las necesidades de empleo de todos los refugiados. Esta situación también plantea la cuestión de la dependencia de los refugiados respecto de las organizaciones humanitarias más allá de la protección y las necesidades básicas. Parece ser evidente que mientras más sean los refugiados que puedan integrarse en la economía ruandesa general y no permanecer dentro de los confines del entorno del campamento, mejor será su situación a largo plazo.

No es ninguna sorpresa que hayamos descubierto que las experiencias relacionadas con el trabajo de los refugiados también difieran según su nivel de habilidad. Los refugiados con profesiones y diplomas están en una posición más ventajosa que otros con menos habilidades. Como dijo un participante de Kiziba, “Hay maestros [refugiados] e incluso personal sanitario, pero... la gente común no tiene nada que hacer”. En el diseño de las políticas, es fundamental tener en cuenta esta heterogeneidad, para así facilitar una mayor participación en el mercado laboral local.

Los habitantes locales en el mercado laboral

Nuestra investigación demuestra que se ha producido un alejamiento de las actividades agrícolas de subsistencia entre los habitantes locales y las comunidades de acogida. Más específicamente, las personas en edad laboral que viven a 10 km de un campamento tienen más probabilidades de involucrarse en empleos remunerados (es decir, trabajar para un empleador con un sueldo fijo) que en la agricultura o la cría de ganado. Además, observamos que las mujeres que viven cerca de un campamento tienen más probabilidades de ser trabajadoras autónomas que aquellas que residen en regiones más alejadas, lo que ilustra una importante dinámica específica de género en este ajuste del mercado laboral local[2]. Una vez más, los debates de los grupos focales revelaron resultados más matizados. Por ejemplo, con frecuencia se decía que los refugiados de Gihembe son propietarios de tiendas pequeñas o peluquerías fuera del campamento y que emplean a personas locales, mientras que los habitantes locales también trabajan en los campamentos en proyectos de construcción. Como dijo un participante de Gihembe: “Desde que [los refugiados] llegaron aquí, las actividades económicas se han incrementado. Se han construido muchas viviendas y se han multiplicado las actividades de venta. Existen diferentes mercados comerciales que se han creado debido al campamento”.

Por último, los debates también arrojan luz sobre algunos efectos distributivos entre la población local con respecto a quién se beneficia de la presencia de los refugiados. Los participantes que viven cerca de Kigeme, por ejemplo, destacaron diferencias en la interacción económica basadas en circunstancias personales, en particular que las personas más favorecidas económicamente de su comunidad suelen ser quienes se involucran de manera comercial con los refugiados y quienes probablemente se beneficien de esa interacción. Una vez más, esto demuestra la necesidad de considerar también la heterogeneidad dentro de la comunidad de acogida al tratar de comprender cómo puede influir un campamento de refugiados en las poblaciones locales.

Un aspecto positivo que descubrimos fue que las actividades del mercado laboral de los pobladores locales no parecen verse afectadas de manera negativa por los refugiados; de hecho, la economía local más dinámica que resulta de todo esto proporcionó mayores oportunidades de empleo remunerado y empleo autónomo. Por otra parte, no encontramos evidencia de que haya habido un aumento de la competencia en el mercado laboral o resentimiento de la población local debido a la presencia de los refugiados. Por el contrario, la interacción económica y social entre grupos se dio como una explicación de las buenas relaciones entre las dos poblaciones.

En el caso de los refugiados congoleses, sin embargo, las experiencias fueron un poco más variadas. Gozar del derecho al trabajo y, por consiguiente, a tener acceso al mercado laboral local no es suficiente para promover una autosuficiencia sostenible, y se necesita una estrategia más integral para ofrecer oportunidades a la población de refugiados en general. Esta estrategia podría incorporar documentos de identidad estandarizados para los refugiados, provisión de información para los empleadores locales y mejores servicios de transporte fuera de los campamentos. Esperamos que estas observaciones puedan guiar no solo a los actores pertinentes en Ruanda sino también a los gobiernos de otros países de acogida de refugiados en la adopción de medidas eficaces para promover la integración económica y social en beneficio de los refugiados y las comunidades de acogida por igual.

Özge Bilgili o.bilgili@uu.nl

Profesora asistente, Centro Europeo de Investigación sobre Migraciones y Relaciones Étnicas (ERCOMER), Universidad de Utrecht https://ercomer.eu/

 

Craig Loschmann c.loschmann@maastrichtuniversity.nl

Investigador adjunto, Escuela de Gobernanza da Maastricht/UNU-MERIT, Universidad de Maastricht www.maastrichtuniversity.nl 

 

[1] Financiado por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados.

[2] Véase también Bilgili Ö, Loschmann C y Siegel M (2017) ‘The Gender-Based Effects of Displacement: The Case of Congolese Refugees in Rwanda’, documento de trabajo no. 21 de la Alianza Mundial de Conocimientos sobre Migración y Desarrollo (KNOMAD) www.knomad.org/publication/gender-based-effects-displacement-case-congolese-refugees-rwanda

 

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