El impacto de la COVID-19 sobre los refugiados mayores

Los refugiados mayores corren un riesgo especial de contraer la COVID-19. Los servicios de WASH son clave para reducir la transmisión de enfermedades entre este colectivo vulnerable.

Según la Organización Mundial de la Salud, las personas mayores son las que mayor riesgo corren de padecer la COVID-19. Esto se debe a que los mayores de 60 años son los más vulnerables a desarrollar comorbilidades y están entre los más vulnerables en términos de impacto directo del virus e impacto indirecto de las medidas de prevención y control de la infección[1]. Las personas mayores que viven en los asentamientos de refugiados tienen dificultades concretas para acceder a los servicios básicos de WASH, lo que limita su capacidad de implementar las medidas de higiene destinadas a prevenir la transmisión de la COVID-19. En estos contextos es también extremadamente complicado implementar medidas de distanciamiento social y autoaislamiento porque viven hacinados y en viviendas inadecuadas.

El asentamiento de refugiados de Kyangwali está situado en el distrito de Kikuube, en el oeste de Uganda, y alberga a más de 120 000 refugiados. Este artículo se basa en repetidas entrevistas en profundidad realizadas en dicho asentamiento a 24 refugiados mayores que habían huido de la RDC en los últimos cinco años. Las 50 entrevistas se realizaron en marzo y diciembre de 2020, antes y durante la pandemia de COVID-19, y en ellas se habló del acceso de los refugiados mayores al agua potable, la higiene y el saneamiento. Se realizaron otras 26 entrevistas con las principales partes interesadas[2]

El acceso a los servicios de WASH antes de la COVID-19

De nuestra investigación se desprende que, incluso antes de la COVID-19, el acceso a los servicios de WASH constituía un reto para los refugiados mayores, siendo el acceso al agua el componente más importante y transversal.

El agua, incluida la potable, suele proceder de pozos, manantiales naturales, grifos y depósitos. Otros tipos de acceso al agua limpia como puede ser el agua embotellada son muy limitados por su coste. Esto hace que el acceso al agua dependa de la eficiencia de la distribución pública, de la disponibilidad de recursos naturales y de que los ingresos permitan comprar agua limpia o pagar a alguien para que la recoja. Aunque la mayoría de las zonas de asentamiento disponían de grifos, la frecuente escasez de agua dificultaba su acceso efectivo. Nuestra investigación demostró que era habitual que los refugiados mayores se desplazaran a zonas vecinas dentro del asentamiento en busca de agua. Esto suponía dificultades adicionales, ya que tenían que recorrer caminando distancias más largas y sortear terrenos escarpados para llegar a los manantiales naturales. Ir a buscar agua en estas condiciones es una actividad diaria que pone a prueba su ya deteriorada condición física.

Los más desfavorecidos eran los refugiados mayores que sufrían una movilidad reducida y aquellos que vivían sin la asistencia de parientes más jóvenes. Debido a los trastornos que les causa el desplazamiento, es muy común observar a los refugiados mayores viviendo solos, con otros de edad similar o con familiares mucho más jóvenes, como los nietos.                                                                                                                                                                                 

 “Recojo 30 litros de agua al día... Me resulta muy difícil llevar el agua. Hago dos descansos antes de llegar a la casa”. (Refugiado de 71 años)

La ubicación de los hogares de los refugiados mayores es importante en lo que a cantidad y calidad de los servicios de agua se refiere. Por ejemplo, los que vivían en zonas donde la distribución pública de agua es efectiva estaban satisfechos con la cantidad y, normalmente, con la calidad del agua. Sin embargo, los que residen en zonas con escasez de agua o en las que los manantiales estaban lejos de sus hogares aseguraron haber racionado su consumo debido a la dificultad para acceder a ella. Aunque las fuentes naturales están disponibles para todos, en la práctica surgen desigualdades sobre el consumo y uso del agua que afectan a los más desfavorecidos.

La mayoría de los refugiados mayores que utilizaban los pozos aludieron a que la calidad del agua también era un problema.

“Bebemos esa agua porque creemos que es potable, pero otras personas dicen que no lo es. Sufrimos tifus cuando la bebemos”. (Refugiada de 60 años).

El acceso al jabón es limitado y la mayoría de los entrevistados dijeron que solo lo habían recibido una o dos veces durante los cuatro o cinco años que habían vivido en el asentamiento.

El impacto de la COVID-19

Entre las acciones prioritarias en la respuesta humanitaria de emergencia a la COVID-19 se incluyen el aumento de las instalaciones para el lavado de manos, la promoción de la higiene y la concienciación de la comunidad sobre las prácticas de WASH para reducir la transmisión[3]. Al igual que las intervenciones de WASH prepandémicas, estas respuestas de emergencia afectaron a los refugiados mayores particularmente. La distribución de jabón aumentó en el asentamiento, y la mayoría de los encuestados recibían pastillas cada dos meses. Para algunos entrevistados, el procedimiento para recibir dinero en efectivo y jabón se dividía en dos pasos que se daban en lugares diferentes con el fin de ralentizar la cola y evitar las concentraciones masivas. Sin embargo, para los refugiados mayores, invertir todo un día en hacer cola al aire libre para acceder al dinero en efectivo y al jabón significaba experimentar fatiga física y sobreexposición al sol.

El acceso al agua sigue siendo un reto para los refugiados mayores. Aunque han puesto en marcha estrategias para tratar de satisfacer sus necesidades de WASH, estas tienen repercusiones más amplias en sus vidas. Por ejemplo, racionar el agua para beber y bañarse puede tener consecuencias para su nutrición y su salud; también afecta a su higiene:

“La disponibilidad de agua es la misma que antes de la COVID-19. Hemos reducido el uso de agua para poder lavarnos las manos. Lavamos la ropa en el pozo, no en casa. Hemos reducido la cantidad para beber y para bañarnos”. (Refugiado de 88 años).

La participación comunitaria

Desde el inicio de la pandemia de COVID-19, las operaciones humanitarias en toda Uganda se han visto afectadas. Transmitir los mensajes sanitarios sobre la COVID-19 en asentamientos de refugiados como Kyangwali, donde se hablan varias lenguas diferentes y las reuniones masivas están prohibidas, ha sido todo un reto. Los líderes comunitarios —que comprenden cuáles son las necesidades de su comunidad y están acostumbrados a tratar con sus miembros— recibieron formación por parte de los actores humanitarios para difundir información sobre las medidas de WASH. Este enfoque de la difusión de información sanitaria parece ser eficaz para los refugiados mayores, que afirmaron conocer a los líderes de su comunidad y confiar en ellos. Como consecuencia de estas estrategias, la comprensión de las buenas prácticas parece ir en aumento y se están viendo resultados.

La participación comunitaria en los servicios de salud pública, como la distribución de bidones y la difusión de información, ha sido clave para llegar a más personas y prestar los servicios de forma eficiente. Las alianzas con los líderes comunitarios en la prestación de servicios de los actores humanitarios han dado lugar a buenas prácticas, sobre todo para todos aquellos —principalmente refugiados mayores— que tienen problemas de movilidad y padecen enfermedades crónicas. Sin embargo, cuando los líderes también son pobres, los incentivos en metálico pueden favorecer su participación. También es necesario establecer sistemas de seguimiento y rendición de cuentas que garanticen la distribución equitativa de los productos y servicios para los más vulnerables.

Conclusiones

El acceso y el uso de los servicios de WASH para los refugiados mayores mejoró parcialmente durante la pandemia de la COVID-19 en Uganda, aunque siguen existiendo algunas barreras. Los problemas de saneamiento e higiene se abordaron aumentando la distribución de jabón y bidones entre los hogares. Pero, aunque la mayoría de los refugiados mayores declararon haber recibido suficiente jabón para sus instalaciones sanitarias y de lavado de manos mensuales, el uso compartido de las letrinas por parte de dos o más hogares seguía siendo un problema para algunas familias. La implementación de un lavado de manos más estricto se vio obstaculizada al no haberse aumentado también el acceso a agua limpia. Algunos refugiados mayores no recibieron más o mejor acceso al agua y siguieron bebiendo de manantiales naturales y pozos cuya calidad no está controlada. Aunque se ha puesto en marcha una estrategia de suministro de instalaciones para el lavado de manos a la comunidad de refugiados, hay otros factores como la distancia y el tiempo para ir a buscar agua que dificultan que los refugiados mayores puedan acceder a este recurso de forma efectiva.

Los refugiados mayores necesitan poder acceder a una suficiente cantidad y calidad de agua de una buena fuente, disponible cuando la necesiten y de forma gratuita, junto con un mayor acceso al jabón y a instalaciones para lavarse las manos. Sensibilizarse sobre las necesidades especiales de WASH de los refugiados mayores contribuirá a mejorar su acceso a los servicios esenciales en tiempos de pandemia y más allá.

 

Evelyn Avalos Cortez elavaloscortez@dundee.ac.uk @evelynavalosc

Doctoranda en Geografía Humana, Universidad de Dundee

 

Lorraine van Blerk lcvanblerk@dundee.ac.uk @LvanBlerk

Profesora de Geografía Humana, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Dundee

 

[1] OMS (2020) “Older people are at highest risk from COVID 19, but all must act to prevent community spread” www.euro.who.int/en/health-topics/health-emergencies/coronavirus-covid-19/statements/statement-older-people-are-at-highest-risk-from-covid-19,-but-all-must-act-to-prevent-community-spread bit.ly/WHO-statement; Help Age International (2020) “Protecting older people during the Covid 19 pandemic” www.helpage.org/what-we-do/protecting-older-people-during-the-coronavirus-covid19-pandemic/ bit.ly/HelpAge-refugees 

[2] Las entrevistas con las partes interesadas se realizaron con organismos internacionales, el sector público, las ONG y estudiosos que trabajan en cuestiones humanitarias en Uganda.

[3] OCHA (2020) UN Emergency Appeal for Response to COVID 19 and its Impacts: Uganda bit.ly/Uganda-COVID19-OCHA

 

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