Aprender durante el reasentamiento

La educación es un elemento central de la vida de las familias reasentadas, y es esencial prestar apoyo a los padres y a los menores para que conozcan el sistema educativo y se integren en él.   

Cuando los padres nos cuentan a mis colegas y a mí — profesionales de un servicio de apoyo al reasentamiento de refugiados— por qué decidieron traer a su familia al Reino Unido, la mayoría dice que fue por sus hijos. Por tanto, sabemos que algunas de las primeras preguntas formuladas tanto por los padres como por los hijos de una familia recién reasentada tendrán que ver con la escuela. Los hijos preguntarán cuándo empieza y en qué clase estarán; los padres querrán saber, por ejemplo, a qué distancia está la escuela de su nuevo hogar y si hay gente que hable su lengua materna. La mayoría de los menores a los que prestamos apoyo no han tenido un entorno de aprendizaje propicio después de su desplazamiento. Por ejemplo, es muy común que parte de los casos de acoso y abusos sean contra los alumnos sirios en las escuelas jordanas y libanesas; por lo que padres e hijos llegan con ideas preconcebidas acerca de los docentes y temiendo castigos corporales.

La cita de admisión —una primera reunión entre representantes de la familia y la escuela— sienta las bases de la relación de la familia con el sistema educativo del Reino Unido. En esa cita pueden preguntar todo lo que deseen y también compartir sus preocupaciones sobre los posibles retos a los que se enfrentarán sus hijos. Es esencial contar con un profesional bilingüe que esté presente en esa cita para asegurarse de que los padres entiendan cómo funciona la escuela. Entre otras cosas, los uniformes que se requieren y dónde adquirirlos, los planes de estudios que se impartirán, los lugares y horarios para dejar y recoger a los niños, las vacaciones escolares y las políticas por las que se rigen las faltas de asistencia así como medidas antiacoso y contra la violencia. En la primera reunión con la escuela también se deben incluir aquellos pequeños detalles que son importantes para la experiencia del menor, como por ejemplo una visita guiada para mostrar a los padres y al menor cómo son las aulas, dónde está el comedor y qué tipo de comida se ofrece.

Una vez que el menor se pone el uniforme y entra a la escuela pasa a ser uno más. A muchos menores y a sus padres les preocupa el posible impacto de la “otredad” a raíz de los servicios diferenciados en los que al menor se le saca del aula normal para que asista a clases independientes de inglés como lengua adicional (EAL, por sus siglas en inglés). Por eso, hemos organizado reuniones con los padres para ayudarles a comprender la necesidad de prestar apoyo a los menores durante un período de transición que responda a sus necesidades adicionales, de modo que finalmente se integren con los demás alumnos. Sin embargo, las siglas y acrónimos y el vocabulario especializado que utilizan los profesionales en estas reuniones pueden parecer extraños y amenazantes. Los organismos que les brindan apoyo pueden ayudarles mediante explicaciones claras de estos términos y procesos aparentemente complicados.

Recibir elogios y apoyo

Una pregunta que a menudo hacen los padres tiene que ver con cuál es la mejor manera de hacer un seguimiento del progreso educativo de sus hijos. Algunos padres están acostumbrados a que los docentes de su país de origen pongan deberes a diario y se quejan de que los del Reino Unido raramente lo hagan. Sin embargo, los sistemas de recompensas y evaluación pueden ayudar a los padres a seguir el progreso de sus hijos desde diferentes ángulos; por ejemplo, los docentes pueden emitir estrellas y certificados para demostrar que el alumno ha sido respetuoso, servicial, etc.

Además, las reuniones de padres, a las que asisten los menores junto con sus progenitores, pueden ayudarles a recibir información de parte de los profesores, especialmente en la secundaria, ya que es una de las pocas ocasiones en que pueden ver los cuadernos de ejercicios de sus hijos y escuchar hablar sobre las clases. El menor es elogiado delante de los padres y se dan más detalles sobre su progreso y sobre cómo ellos pueden fomentarlo en casa. Una vez más, es muy recomendable asegurarse de que un profesional bilingüe asista a esas reuniones. Como los padres con muy poco nivel de inglés pueden tener dificultades para entender los deberes de sus hijos, estas reuniones con los docentes ayudarían al trabajador de apoyo a comprender mejor las necesidades del menor  y a valorar cuál es la forma más apropiada de prestarle apoyo, por ejemplo, a través de clubes de deberes, tutorías y otros proyectos que organizaciones locales y nacionales puedan ofrecer para ayudar a los refugiados y a los solicitantes de asilo con su formación.

Dar voz a los menores

En las citas de admisión y en las reuniones de padres, los menores deben tener la oportunidad de expresar sus opiniones, de hablar de sus experiencias educativas previas y también de conocer, desde el principio, a personas que serán importantes en su día a día escolar. Las escuelas también son un buen lugar para fomentar que los menores de la comunidad de acogida desarrollen empatía hacia sus nuevos compañeros de clase y participen en la creación de un entorno acogedor y solidario en el centro. Existen pequeños detalles que pueden marcar una gran diferencia como tener un compañero de juegos o alguien con quien almorzar, y lo ideal sería introducir o identificar a un miembro del personal que hable el mismo idioma que el menor para que pueda comunicarse con sus compañeros. Esto también tranquiliza a los padres al saber que su hijo podrá expresarse en un momento de crisis.

Entre las buenas prácticas de las escuelas está la de proporcionar a los niños un paquete de recursos visuales para ayudarles a expresar sus emociones, y equipar los espacios de aprendizaje y socialización con reglas establecidas en forma de imágenes o símbolos. Permitir que los alumnos consulten diccionarios o accedan a tabletas para utilizar herramientas de traducción en línea o proporcionarles pequeñas pizarras donde puedan dibujar o esbozar respuestas (y corregirlas a medida que avanzan sin dejar un rastro permanente de sus errores) son otras maneras de ayudar a los menores a comunicarse a pesar de sus dificultades con el lenguaje.

No podemos dejar de insistir en la importancia de que los menores sigan utilizando y aprendiendo su lengua materna. Esto les permite mantener el vínculo con sus raíces y su identidad, conectar con sus años de aprendizaje previos y garantizar que los padres puedan mantener un canal de comunicación claro. Hemos observado que los menores suelen abstenerse de hablar su lengua materna una vez que empiezan la escuela, o que piden a sus padres que no se dirijan a ellos en ella. Esto tiene que ver con el sentimiento de vergüenza en torno a un elemento de su identidad que los distingue del resto de sus compañeros de clase, o simplemente puede que estén reproduciendo las reglas que imperan dentro del aula de habla inglesa. Hemos prestado apoyo a los padres para que apunten a sus hijos a clases de fin de semana en las que se les enseña su lengua materna. Cuando sea posible, los docentes deberían animar a los estudiantes a hablar o escribir en su primer idioma a la hora de planificar y ofrecer respuestas. Si hay un auxiliar docente bilingüe o un alumno que hable el mismo idioma, se le debería facilitar la interpretación para que el menor pueda participar en la conversación de manera más plena.

La Southfields Academy en el suroeste de Londres es un buen ejemplo de cómo una escuela puede defender la diversidad de los alumnos.[1] Su Grupo Internacional acoge a casi 150 alumnos extranjeros que se han incorporado al sistema educativo inglés y entre ellos se incluyen migrantes, refugiados, solicitantes de asilo y menores no acompañados. Los menores recién reasentados pueden compartir —como grupo— su experiencia durante el proceso de transición al entorno de aprendizaje. A este grupo de menores se les ha reservado toda un área de la escuela donde pueden sentirse parte de la norma, no la excepción. Cada miembro de la plantilla que les da clases es consciente de los retos a los que se enfrentan estos menores en lo que respecta al lenguaje y a las diferentes experiencias de los distintos métodos de aprendizaje. Los voluntarios actúan como mentores de los estudiantes y les ayudan a aprender inglés y también con su aprendizaje fuera de la escuela, y a planificar su futuro a través de orientación sobre sus salidas profesionales y sobre las diferentes vías de la educación superior.

La escuela como una fuente mayor de empoderamiento

Los espacios de aprendizaje tienen el potencial de empoderar también a otros miembros de la familia, especialmente a las mujeres. Dado que son las principales cuidadoras en las familias de refugiados a las que ayudamos, participan plenamente en los preparativos a nivel práctico para ir y volver de la escuela y son muy conscientes de lo que sus hijos están aprendiendo, hacen un seguimiento de cómo les ha ido el día a los niños en la escuela, hablan con los docentes para conocer su opinión y asisten a las reuniones. Esta implicación es una de sus mayores motivaciones para aprender inglés. Los menores, que tienen cerebros jóvenes capaces de absorber más información y están inmersos en un ambiente angloparlante, también disfrutan haciendo de maestros de sus mayores.

Las escuelas pueden tener muchos otros efectos positivos en la vida de la familia, más allá de la educación de sus hijos. Por ejemplo, los cafés por la mañana en la escuela después de que hayan dejado a sus hijos ofrecen a los padres la oportunidad de conocerse. Esto puede ayudar a aliviar el aislamiento que algunos pueden estar experimentado, crear vínculos entre las comunidades y ofrecer a los padres la oportunidad de compartir experiencias similares y de conocer la escuela y a su personal. Algunos centros educativos también ofrecen a los padres clases de inglés para extranjeros (ESOL, por sus siglas en inglés). El espacio de aprendizaje ya es familiar y, como en la escuela ya conocen a los padres, no tienen que pasar por un proceso de evaluación ni rellenar formularios para demostrar que cumplen con los requisitos. Y las clases que ofrece la escuela de sus hijos pueden encajar mejor con los horarios de los padres.

Por último, las escuelas son un espacio seguro en el que las mujeres pueden explorar nuevas oportunidades de formación y trabajo. Las organizaciones que ofrecen apoyo a los padres pueden ayudarles a darse cuenta de que su experiencia a la hora de proporcionar a sus hijos unos cuidados sistemáticos y con paciencia es una destreza que se busca en el cuidado de los niños y en la enseñanza.  Por ejemplo, Single Homeless Project ha negociado recientemente ofertas de empleo en escuelas para dos mujeres refugiadas, una como auxiliar de comedor en una escuela primaria y otra como profesora de apoyo; en ambos casos, su primera tarea remunerada desde que se establecieron[2].

Los padres que se encuentran en situación de desplazamiento centran gran parte de su energía en la crianza y educación de sus hijos, pero pueden haber sufrido experiencias traumáticas, haber tenido malas experiencias relacionadas con la escolarización o simplemente tener temores e ideas preconcebidas acerca de la educación de sus hijos en su país de asentamiento. A los padres se les debería acompañar en el proceso de aprendizaje sobre el sistema escolar y este debería centrarse en las opiniones de los menores. A medida que su viaje a través de la escuela ayude a los menores a florecer y a desarrollar vínculos significativos con sus compañeros y con el mundo que los rodea, los padres también comenzarán a tener en cuenta su propio aprendizaje y crecimiento.

Marwa Belghazi Marwa.belghazi@gmail.com  

Jefa de equipo, Servicio de Reasentamiento de Refugiados – SHP (Single Homeless Project) www.shp.org.uk/welcoming-refugees/   

 

[1] www.southfieldsacademy.com  

[2] Véase también Belghazi M (2018) “El apoyo a los refugiados recientemente reasentados en el Reino Unido” Revista Migraciones Forzadas número 58 www.fmreview.org/es/economias/belghazi

 

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