Romper el silencio: coerción sexual y abuso en la educación posterior al conflicto

La experiencia de la República Centroafricana deja en claro que los esfuerzos mundiales por aumentar la cantidad de niños escolarizados, particularmente en áreas afectadas por conflictos y para niños desplazados, deben prestar más atención a la seguridad y rendición de cuentas.

En el caso de muchos países afectados por la guerra, la educación anterior al conflicto ya habrá estado en malas condiciones, con carencia de materiales y recursos, clases saturadas y baja calidad de enseñanza. El conflicto habrá exacerbado aún más estas condiciones, interrumpiendo o incluso destruyendo la provisión limitada que había disponible. Los edificios de las escuelas pueden haber sido saqueados, dañados u ocupados, y los maestros capacitados pueden haber huido o haber sido heridos o asesinados, y todo esto en un contexto de aumento de la violencia y sistemas gestionados por el Estado que no funcionan. Los desafíos de reinstaurar la educación en estos lugares son considerables.

Además, garantizar la seguridad de los niños en los contextos educativos continúa siendo difícil. Los niños se enfrentan a riesgos múltiples, como viajes peligrosos a y desde la escuela, un mayor riesgo de violencia física, sexual y de género por parte de los grupos armados o miembros de la comunidad, y violencia entre compañeros dentro de las puertas de la escuela. Estos problemas también deben ser considerados dentro de un contexto más amplio en el cual el castigo corporal está normalmente aceptado y donde el papel de la mujer y de las niñas como sujetos de violencia sexual está generalmente normalizado.

Un problema silencioso

Otra forma de violencia y abuso también afecta a los niños en las escuelas, pero se perpetúa prácticamente en silencio: el abuso sexual y la coerción del personal docente. El “sexo por notas” —o, como los niños lo llaman en muchos lugares, “notas de transmisión sexual”— se refiere a los profesionales docentes que les piden a los niños que realicen actos sexuales a cambio de tareas de enseñanza normales, como calificar una tarea o la adjudicación de notas que necesitan para progresar. A veces se les pide a los niños dinero a cambio de estas tareas de enseñanza básicas; cuando no pueden pagar, otras formas de pago, tal como los favores sexuales, deben reemplazar las contribuciones económicas.

Desde 2016, War Child UK ha brindado apoyo a los niños de Bangui, en la República Centroafricana, en la lucha en contra de estos tipos de abusos en las escuelas. A través de un proyecto de defensores de los jóvenes llamado VoiceMore, un grupo de niños realizó sus propias investigaciones[1] con alumnos de diez escuelas estatales diferentes y determinó que un alto número de niños informó que las incidencias de este tipo son comunes y dan como resultado que los estudiantes sean intimidados, lastimados y que, en consecuencia, abandonan la escuela[2]. Sus hallazgos reflejan otras denuncias de abuso sexual y corrupción en los sistemas escolares de África[3]. En 2015, el programa U-Report de UNICEF hizo a los niños de Liberia una pregunta abierta acerca de cuáles eran sus mayores preocupaciones y el 86 % de niños respondieron diciendo que el sexo a cambio de notas era su mayor preocupación[4]. En 2017, la Universidad de Maastricht publicó un informe acerca de la educación en la República Centroafricana que describió el uso de la violencia, la coerción y la corrupción en las escuelas por parte del personal docente como algo frecuente y persistente[5].

Aunque hay algunas denuncias, esta forma oculta de abuso fue pasada por alto en los debates acerca de otras formas de violencia dentro y cerca de las escuelas. En sitios donde hay una carencia de sistemas de protección adecuados de la comunidad y del Estado —como en la República Centroafricana tras el conflicto—, los perpetradores pueden actuar prácticamente con impunidad. Las iniciativas como la Declaración sobre Escuelas Seguras[6] han ayudado a establecer normas y pautas para proteger la educación en zonas afectadas por conflictos, como la prohibición de ataques en escuelas, pero no se extienden a estos tipos específicos de cuestiones de protección que pueden volverse frecuentes dentro de las escuelas como consecuencia del conflicto. Los factores que contribuyen y exacerban la situación son números e incluyen:

  • falta de dinero y de recursos para invertir en las escuelas y en la capacitación a maestros, para mejorar la calidad y la seguridad de la educación
  • falta de sistemas de denuncia y aplicación de códigos de conducta
  • falta de sistemas de justicia que funcionen para lidiar con los perpetradores
  • capacidad limitada de departamentos gestionados por el Estado, como ministerios de educación para supervisar y administrar escuelas
  • sistemas de gobernanza escolar deficientes y falta de comunicación de los padres con las escuelas para abordar el problema, enfrentar la corrupción y pedir rendición de cuentas a los maestros
  • falta de pago, o pago atrasado, a los maestros
  • prevalencia de “padres-maestros” no cualificados en lugar de maestros profesionales
  • aceptación y normalización de una cultura de la violencia y la corrupción
  • falta de poder y estatus de los niños en relación con los adultos, particularmente aquellos en posiciones de autoridad, como el personal docente.

Impacto y consecuencias

El impacto de estos problemas en los niños, su educación, familias, comunidades y países es significativo. Los niños a quienes se les pide un pago o favores sexuales, generalmente responden asistiendo a la escuela con menor frecuencia o abandonándola, como medida de protección, a pesar de su fuerte motivación por recibir educación. En el caso de aquellos que son coaccionados o forzados, en particular las niñas, los efectos de este abuso sexual y emocional en su salud psicológica son considerables, y también pueden resultar en embarazos, ITS y —cuando sus compañeros y la comunidad se enteran— estigmatización social significativa.

La corrupción en las escuelas también contribuye al estrés doméstico, aumentando la carga económica sobre las familias y los cuidadores, como así también sobre los mismos niños, que generalmente se dedican a trabajos arriesgados adicionales en la economía informal para obtener dinero para la escuela. A más largo plazo, la presencia del abuso y la corrupción en el sistema escolar reduce las tasas de retención de alumnos, daña el éxito académico de generaciones de niños y reduce las posibilidades de desarrollo económico del país.

“Debemos romper el silencio en torno a estos problemas y hacer algo hoy para tener esperanzas de un cambio positivo mañana... Si actuamos juntos hoy, mañana nuestro país será mejor”. Stephanie, 16 años, participante de VoiceMore

Romper el silencio: recomendaciones

La seguridad primero: en los últimos años, y en gran parte debido a los Objetivos de Desarrollo Sostenible y otras iniciativas internacionales como la Campaña Mundial por la Educación[7] y La Educación No Puede Esperar[8], muchos países se han comprometido a aumentar drásticamente la asistencia escolar. En el impulso por aumentar esos números, no se deben olvidar la seguridad y la responsabilidad, y es necesario poner más énfasis en garantizar que las escuelas sean lugares seguros para que los niños aprendan.

Mayor rendición de cuentas: el personal docente que comete abusos debe rendir cuentas. La falta de sistemas adecuados en las escuelas para realizar un seguimiento y disciplinar a los maestros implica que los docentes en muchos lugares pueden actuar con impunidad. Los gobiernos deben mostrar un mayor interés en este tema y asegurar que se comunique un mensaje de tolerancia cero a las escuelas y a los directores, denunciando a aquellos que cometan abuso sexual a las autoridades relevantes.

Maneras de denunciar: la corrupción y el abuso en las escuelas tienden a ocultarse. Para los niños es muy difícil alzar la voz, y carecen de maneras de hacerlo, por lo cual las exigencias de dinero y favores sexuales generalmente llevan a que los niños abandonen la escuela. Cada escuela debe contar con sistemas amigables para los niños que les permitan denunciar las exigencias de favores sexuales o pagos.

Generar conciencia: la mayoría de los niños no conocen sus derechos ni saben que estas prácticas son ilegales. Aunque en algunas escuelas pueden existir códigos de conducta, estas no comunican las expectativas a los alumnos o a las comunidades. Todas las escuelas deben tener protocolos claramente definidos acerca de cuál es el comportamiento esperado del personal y de los estudiantes. También deben ayudar a asegurar que los niños y los adultos sean informados acerca de la Convención sobre los Derechos del Niño y las protecciones y garantías que contiene en relación con la educación y la protección del abuso.

“Un niño abusado en una escuela es demasiado. Debemos promover la cultura de la honestidad”. Jean, 17 años, participante de VoiceMore

 

Sophie Bray-Watkins sophieb@warchild.org.uk

Asesora en defensa y participación de la juventud, War Child UK www.warchild.org.uk

 

 

[1] Brindamos apoyo a los jóvenes a medida que planificaron y elaboraron su investigación, incluyendo cómo abordar a otros niños, qué hacer si se sentían incómodos y cómo asegurar la confidencialidad. Los niños crearon un sistema de códigos para registrar la información, no se tomaron nombres y acordamos los pasos a seguir si un encuestado decía haber sido personalmente afectado o realizaba una declaración.

[2] War Child (2016) Combatting Corruption and Abuse in Schools

https://www.warchild.org.uk/sites/default/files/link-files/voicemore_car_report_corruption_and_child_abuse_in_schools.pdf

[3] UNICEF/Plan/ActionAid/SCF Sweden (2010) Too often in silence: a report on school-based violence in West and Central Africa  www.unicef.org/wcaro/VAC_Report_english.pdf;

Plan (2013) A girl’s right to learn without fear: Working to end gender-based violence at school

https://plan-uk.org/file/plan-report-learn-without-fearpdf/download?token=HMORNNVk

[4] UNICEF U-Report Liberia (2015) ‘Success Story: U-Report Liberia exposes Sex 4 Grades in school’ https://ureport.in/story/194/

[5] Universidad de Maastricht (2017) The Child’s Right to Education in the Central African Republic

http://kinderrechtenonderzoek.nl/wp-content/uploads/2017/11/Childrens-raport-ENG-OK.pdf

[6]La Declaración sobre Escuelas Seguras, desarrollada a través de una serie de consultas conducidas por Noruega y Argentina en 2015, ofrece la oportunidad a los Estados de expresar el amplio apoyo político para la protección y la continuación de la educación en conflictos armados.

www.protectingeducation.org/guidelines/support

[7] www.campaignforeducation.org

[8] www.educationcannotwait.org  

 

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