Escuelas de la calle y autobuses escuela: provisión de educación informal en Francia

A la luz del acceso cada vez más limitado a la escolarización por parte de los solicitantes de asilo e inmigrantes en Francia, han surgido iniciativas de voluntarios para brindar una educación informal indispensable.

Tras la destrucción de la Jungla de Calais en 2016, el gobierno francés lanzó su política de tolerancia cero hacia los campamentos, mediante la cual la policía y los equipos de “limpieza” destruyen sistemáticamente cualquier asentamiento informal. La fundamentación es que Francia tiene instituciones para albergar a inmigrantes, siempre y cuando acepten ingresar en el sistema de asilo formal. Sin embargo, para aquellos que, por cualquier motivo, no ingresan en el sistema, esto implica una mayor exclusión; al continuar con esta política, las autoridades francesas menoscaban el acceso no solo a niveles de vida básicos, sino también a la educación y otros servicios cruciales que brindaban los voluntarios en los asentamientos informales.

Los solicitantes de asilo no reciben enseñanza de la lengua oficial en Francia hasta que se les haya otorgado la condición de refugiados. No obstante, comenzar las clases antes en el proceso de asilo no solo facilitaría la integración de aquellos cuyas solicitudes se aceptan, sino que también brindaría competencias valiosas y ofrecería una distracción durante meses de ansiosa espera. Los solicitantes de asilo consideran la educación como un impulsor del cambio a través del cual pueden mejorar su calidad de vida, competir en el mercado laboral, etc.; en otras palabras, como algo esencial para tener una vida nueva en una sociedad nueva. Muchas personas en Francia promueven espacios de hospitalidad simples, espacios sin condiciones ni obligaciones que permitan a los solicitantes de asilo tener tiempo para descansar y pensar su plan para el futuro. Brindar educación podría ser una manera ideal de facilitarlo.

A pesar de las condiciones difíciles, hay muchas iniciativas comunitarias que brindan educación de manera informal. Todas las tardes a las 18:30, los inmigrantes y solicitantes de asilo se reúnen en la Plaza de Stalingrado en el noreste de París. Se dividen en tres grupos, de acuerdo con su dominio del francés, y se sientan en las escalinatas que conducen a la plaza pública. Tres maestros voluntarios —uno de cada nivel— de la organización local de voluntarios BAAM (Bureau d’accueil et d’accompagnement des migrants)[1] traen pizarras y bolígrafos, repasan el alfabeto, oraciones básicas y vocabulario o gramática para los alumnos más avanzados.

En Calais, mientras tanto, el Proyecto de Autobús Escuela[2] busca brindar educación básica a aquellos jóvenes que viven de manera informal. Cada día, este autobús de dos pisos amarillo brillante va a un lugar en Calais o Grande-Synthe, a corta distancia de donde viven las personas en zonas de bosque, lo más ocultos posible. El piso superior del autobús se ha convertido en un aula, con una sala más pequeña en la que se pueden realizar sesiones con un grupo pequeño. El piso inferior es un área recreativa para jugar y tocar instrumentos musicales. Para muchos, esta escuela móvil es uno de los pocos espacios seguros donde el aprendizaje es posible. La mayor parte de los días, el autobús está poblado de personas con ansias de aprender, especialmente en los meses de invierno, cuando también es uno de los pocos espacios que brinda refugio. Más allá de brindar la tan necesaria educación informal, el Autobús Escuela muestra públicamente el deseo de aprender de los recién llegados (y el de los voluntarios de enseñar), contrarrestando la criminalización de las personas desplazadas y mostrando un modelo de recepción humano.

 

Maria Hagan mhh35@cam.ac.uk  

Doctoranda, Departamento de Geografía, Universidad de Cambridge www.geog.cam.ac.uk

 

[1] https://baamasso.org/en/

[2] www.schoolbusproject.org/

 

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