Espacios adaptados a los niños: reforzar su papel en la mejora de los resultados del aprendizaje

Apoyar psicosocialmente a los menores con espacios adaptados a ellos puede mejorar los resultados de su aprendizaje pero se necesitan enfoques más localizados, impulsados por colaboraciones y que tengan en cuenta perspectivas de género, así como un refuerzo de los procesos de seguimiento y evaluación. 

El bienestar psicosocial de los menores está directamente relacionado con su capacidad de aprendizaje. En contextos de conflicto y crisis humanitarias, los espacios adaptados a los niños pueden favorecer su bienestar psicosocial y proporcionarles un espacio seguro para el aprendizaje, pero los estudios han demostrado que su calidad, pertinencia, eficacia y sostenibilidad varían mucho[1]. Demasiadas veces se implementan durante largos períodos de tiempo sin que se vayan reduciendo gradualmente o convirtiendo en formatos sostenibles y pertinentes. Además, pueden pasar muy fácilmente a ser lugares donde el objetivo sea chutar la pelota y dibujar, en vez de recibir un apoyo psicosocial concienzudo basado en la investigación y con un enfoque claro. A veces se deja al margen de su planificación a las partes interesadas relevantes como los docentes de la zona, los gestores de las escuelas, los padres y los líderes comunitarios, lo que debilita la relación entre los espacios adaptados a los niños y la mejora de su aprendizaje.

Si bien los espacios adaptados a los niños no constituyen una respuesta integral, sí pueden ser una herramienta importante para mejorar su aprendizaje. A raíz de lo aprendido por la Sociedad de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en contextos nacionales específicos se pone de manifiesto la necesidad de contar con enfoques localizados, impulsados por colaboraciones, que se basen en las capacidades existentes y que proporcionen a los menores espacios seguros. Esto les permite desarrollar una resiliencia significativa y les proporciona la suficiente estabilidad como para que puedan centrarse en su educación durante las crisis humanitarias.

Yemen

Desde 2015, la inseguridad y la inestabilidad en Yemen han obligado a unos 2,8 millones de civiles a abandonar sus hogares. Las consecuencias del conflicto han sido especialmente difíciles para los menores. Los voluntarios locales aseguran que los alumnos de Yemen se sienten desconectados de la escuela y no están motivados para continuar sus estudios. Los menores están sobrecogidos por el conflicto y no se sienten seguros escuchando los sonidos de las bombas y los aviones de combate. Corren el riesgo de que los maten de camino a la escuela y muchos padres deciden que sus hijos se queden en casa.

Al menos medio millón de niños y niñas han abandonado los estudios desde que el conflicto se intensificó en 2015. Además, hay una grave escasez de docentes y 2500 escuelas no están operativas porque han sido dañadas o destruidas, utilizadas con fines militares o como alojamientos para personas desplazadas. La falta de acceso a la educación también ha empujado a los menores y a sus familias hacia alternativas peligrosas, como el matrimonio infantil, el trabajo infantil y el reclutamiento como combatientes.

Para tratar de suplir esta situación, la Media Luna Roja evaluó primero las necesidades consultando con el Ministerio de Educación. A continuación, 118 voluntarios de la Media Luna Roja y 133 docentes pertenecientes a 40 escuelas recibieron formación para la prestación de apoyo psicosocial, y en cada una de esas escuelas se crearon espacios adaptados a los niños para dotarles de un lugar donde puedan tener apoyo psicosocial, jugar, aprender técnicas para protegerse (por ejemplo, cómo acceder a la ayuda y cómo ponerse a salvo) y recibir formación sobre temas como los derechos del niño y la prevención del matrimonio infantil. En los espacios adaptados a los niños se hace hincapié en la educación entre pares porque las escuelas y la Media Luna Roja creen que las actividades dirigidas por los jóvenes son la mejor manera de maximizar su impacto. Por ejemplo, los menores de los espacios adaptados a los niños dirigen asambleas escolares y representan obras de teatro para tratar temas psicosociales y relativos a su protección. Los voluntarios han llevado a cabo sesiones de apoyo psicosocial para menores de diferentes edades. Casi 5000 niñas y niños (y 350 adultos) han sido atendidos cada mes a través del proyecto que comenzó en 2016 y continúa a día de hoy.

Kenia

La vida es dura para los migrantes y refugiados que viven en los asentamientos informales de los centros urbanos de Kenia y tal vez lo sea más para los menores, quienes viven en condiciones de pobreza y hacinamiento, que luchan por acceder a la escuela, y algunos de los cuales tienen que trabajar y se enfrentan al riesgo siempre presente de la violencia de género. En respuesta a esta situación, Cruz Roja Kenia ha establecido una colaboración con 30 escuelas para crear espacios adaptados en los que niñas y niños de 11 a 14 años de edad aprenden nuevas habilidades, organizan actividades sociales y tienen acceso al apoyo psicosocial que les brindan cerca de 40 voluntarios de Cruz Roja. Estos son orientadores profesionales que llevan a cabo actividades diseñadas para aumentar la autoestima, la autoconciencia y la confianza. También ofrecen a los menores la posibilidad de tener a alguien con quien hablar, les asesoran y les ayudan a acceder a medidas de protección, salud y a los servicios sociales por medio de las organizaciones no gubernamentales locales. Cada año se llega a más de 3000 menores a través de estas colaboraciones con las escuelas.

Los jóvenes voluntarios complementan el trabajo de los orientadores compartiendo conocimientos y aptitudes —a través de talleres y de eventos escolares, como las tutorías después de las clases— que ayudan a los menores ser más resilientes y a estar más a salvo. También hacen de enlace entre la Cruz Roja, las escuelas y los padres, e incluso organizan reuniones escolares con los padres y otros cuidadores para ayudarles a hallar formas de mejorar el aprendizaje y el bienestar psicosocial de los menores.

Preguntas sobre los espacios adaptados a los niños

La medida del impacto y la sostenibilidad de proyectos como estos siguen estando bajo cuestión. Entre los obstáculos para medir las intervenciones se incluyen la falta de planificación desde un principio para incorporar la evaluación a los proyectos, los limitados recursos financieros dentro de los mismos, la falta de profesionales autóctonos con experiencia en la realización de evaluaciones, el tiempo necesario para hacerlo, la constante rotación de participantes dentro y fuera, y la impredecible situación de seguridad de muchos lugares de difícil acceso. Además, la relación entre el bienestar psicosocial y los resultados del aprendizaje de los menores en entornos humanitarios sigue basándose en la observación general y requiere un mayor escrutinio.

Un problema que se da en muchos espacios adaptados a los niños que tienen por objeto mejorar los resultados psicosociales es la falta de una programación que tenga en cuenta las cuestiones de género. Según nuestra experiencia, con demasiada frecuencia se ve y se trata a los menores a través de un enfoque que no tiene en cuenta adecuadamente el género. Esto da lugar a proyectos faltos de elementos psicosociales importantes, que no reconocen todas las necesidades de los menores y que pueden perpetuar las desigualdades de poder y la discriminación basadas en el género. Un análisis de género de los proyectos psicosociales y educativos —tanto en su fase de planificación como en la de evaluación— será necesario para abordar esta cuestión.

La Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (FICR), en colaboración con World Vision International, ha elaborado un nuevo conjunto de herramientas para espacios adaptados a los niños que se basa en una serie de evaluaciones llevadas a cabo por World Vision y en una revisión de lo aprendido en la implementación de este tipo de espacios en los programas de emergencias[2]. La FICR también ha publicado un nuevo estudio que examina la necesidad de mejorar la protección de los menores no acompañados y separados de sus familias contra la violencia sexual y de género en lugares de difícil acceso[3]. Estas conclusiones refuerzan aún más la necesidad de garantizar el bienestar psicosocial de los menores para que puedan acceder a los servicios básicos, como la protección y la educación. La promoción del bienestar psicosocial de los menores mediante el uso de espacios adaptados a los niños les permite dedicar tiempo al aprendizaje y adquirir las aptitudes necesarias para afrontar sus retos y para mejorar los resultados de aprendizaje en los entornos humanitarios, incluidas las situaciones de desplazamiento.

Gurvinder Singh gurvinder.singh@ifrc.org

Asesor sénior de Protección Global de la Infancia

 

Charlotte Tocchio charlotte.tocchio@ifrc.org

Coordinadora Mundial de Educación Humanitaria

 

Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja www.ifrc.org

 

[1] World Vision (2015) Evaluation of Child Friendly Spaces  www.wvi.org/sites/default/files/Guidance%20for%20CFS%20M%26E_1.pdf

[2] Herramientas disponibles en http://pscentre.org/archives/publication/child-friendly-spaces; Informe de lecciones aprendidas disponible en https://media.ifrc.org/ifrc/wp-content/uploads/sites/5/2017/05/IFRC-CFS-Lessons-Learned-Report-2017.pdf

[3] FICR (2018) Alone and Unsafe: Children, migration and sexual and gender-based violence https://media.ifrc.org/ifrc/wp-content/uploads/sites/5/2018/11/181126-AloneUnsafe-Report-EN-web.pdf

 

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