Recuperación y apoyo tras un desastre en Japón

Debido a que Soka Gakkai es una organización confesional local, reunía varios aspectos que le permitieron contribuir eficazmente a los esfuerzos de socorro tras el terremoto y el tsunami ocurridos en Japón en marzo de 2011, respondiendo a las necesidades físicas y psicológicas.

El 11 de marzo de 2011 el oriente de Japón fue golpeado por un terremoto de magnitud 9, seguido por un tsunami ocurrido aproximadamente 30 minutos después. Hasta el 22 de junio la cifra de muertes había llegado a más de 15.000, más de 7.000 personas seguían desaparecidas y más de 110.000 vivían en refugios o viviendas temporales. Muchos pueblos y ciudades de la región afectada habían sido completamente destruidos. Miles de personas se ofrecieron como voluntarias para las actividades de socorro, al igual que diversos grupos, incluyendo a Soka Gakkai, un movimiento budista laico que de inmediato estableció un equipo de coordinación de la respuesta al desastre.

Las acciones de los miembros de Soka Gakkai que se involucraron –muchos de los cuales vivían en las zonas afectadas– se cimentaban en la creencia budista de que la vida de todas las personas posee igual dignidad y valor; los miembros generalmente oran y actúan por “la felicidad de sí mismos y de los demás”, incluso mediante el voluntariado. Debido a que Soka Gakkai es una organización confesional local, reunía varios aspectos que le permitieron contribuir eficazmente a los esfuerzos de socorro, respondiendo a las necesidades físicas y psicológicas.

En primer lugar, la red de centros comunitarios de Soka Gakkai proporcionó refugios y suministros de socorro a los evacuados. Algunas casas de los miembros también fueron utilizadas para alojar a los evacuados de la zona y como puntos para la distribución de suministros de socorro. En segundo lugar, los voluntarios entregaron suministros de socorro en los refugios generales de evacuación y también, a través de nuestra red comunitaria, a otras personas que no fueron golpeadas directamente por el desastre, pero que estaban severamente afectadas por la destrucción de la infraestructura. Debido a sus redes y al conocimiento de su comunidad local, los miembros voluntarios sabían la localización de las personas en las zonas afectadas y los suministros que podrían necesitar. En tercer lugar, proporcionamos servicios fúnebres y de oración para el apoyo psicológico, dedicando oraciones por la rápida recuperación de las zonas afectadas. Por último, se donó dinero a diferentes municipios de las zonas afectadas.

Las organizaciones religiosas pueden desempeñar un extraordinario papel en la prestación de apoyo material y psicológico. Sin embargo, las organizaciones religiosas con sede en Japón deben coordinar más eficazmente con los organismos del sector público, como el gobierno nacional y los municipios locales. Akihiko Morishima, entonces líder de Soka Gakkai, declaró en una entrevista en la prefectura de Miyagi (la más afectada por el tsunami): “Hemos llevado a cabo nuestras actividades de socorro centrados en primer lugar en el individuo necesitado que está justo en frente de nosotros. [...] La administración pública, sin embargo, no necesariamente puede tener el mismo enfoque. Por lo general, da prioridad a la eficiencia y la igualdad de acceso a la ayuda”. Ambos enfoques tienen sus propias fortalezas que deben complementarse mutuamente. En situaciones de emergencia, las organizaciones confesionales deben trabajar solidariamente más allá de las diferencias entre sus tradiciones religiosas. En este sentido, es significativo que en abril de 2011 fuera presentada una red (llamada Proyecto de Coordinación Religiosa de Japón para la Ayuda en caso de Desastres[i])



[i] https://sites.google.com/site/syuenrenindex (Disponible solamente en japonés)

 

 

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