Las mujeres palestinas de Siria se están movilizando para influir en la creación de conocimiento

Las voces de las mujeres palestinas de Siria a menudo no están presentes en el conocimiento que se genera en la investigación y las prácticas humanitarias. Las sesiones “Speaking back” (tomar la palabra) proporcionan enfoques cruciales sobre las experiencias de estas mujeres y su importancia para los debates sobre la movilización por los derechos.

A los migrantes forzosos se les suele pedir que relaten una parte de su vida a periodistas, investigadores y profesionales humanitarios. La producción de conocimiento es parte integrante de las prácticas humanitarias: los agentes humanitarios recopilan, comparten y analizan continuamente testimonios de grupos de personas marginadas con el fin de acceder a fondos y distribuir la ayuda. Sin embargo, las historias y experiencias detalladas de los participantes en las investigaciones a menudo no se escuchan. Raramente se les pide que participen en estos procesos y apenas influyen en la contextualización de sus palabras, voces e imágenes. Pocos investigadores se han involucrado activamente en la capacitación de los participantes de comunidades marginadas, con el fin de que actúen como consultores y expertos que sirvan de base para los diálogos sobre la generación de conocimiento sobre sus propias comunidades.[1]

Como autores, no podemos escribir con un “nosotros” colectivo: Khadija y Amouna[2] se identifican como mujeres cis palestinas y apátridas de Yarmouk, desplazadas de su país natal, Palestina, y de su lugar de nacimiento en Siria. Participaron en el proyecto oral herstory[3] (las historias de ellas) en el que se documentó cómo es recordada la historia por cuatro generaciones de mujeres de herencia palestina nacidas en Siria.[4] Como investigador jefe de Dinamarca, Mette recopiló las grabaciones orales digitales como parte de su tesis de doctorado. Mette estuvo por última vez en Yarmouk en 2012, y Khadija y Amouna escaparon en 2014; desde entonces, Khadija ha obtenido asilo en Alemania, mientras que Amouna y sus hijos permanecen desplazados internamente en un campo de la UNRWA de Siria. Khadija y Mette se conocieron en 2018 en Alemania, y Mette sigue en contacto con Amouna a través de internet. Aunque es mucho lo que nos separa, también es mucho lo que nos une: nos identificamos como mujeres cis, nos encantaban algunos lugares de Siria que solíamos llamar “nuestro hogar” y llevamos una década sin poder volver.

Mucho antes de que las mujeres que participaron se involucraran en este proyecto de investigación, ya estaban activas en la movilización por sus derechos para cruzar las fronteras, acceder a educación, de protección y unificación familiar y para ser reconocidas como palestinas. Por ejemplo, estas mujeres llevaron a cabo protestas a favor de la democracia, organizaron la educación de sus hijos y montaron instalaciones sanitarias y alimentarias mientras vivían en estado de sitio, organizaron funerales dignos e intentaron apoyar el proceso de documentación sobre la cifra de personas fallecidas por hambre sistemática en Yarmouk. Pero estas acciones no aparecieron en los informes de las ONG ni en los estudios académicos. El silenciamiento histórico de las mujeres palestinas apátridas de Siria nos hace ser extremadamente conscientes de los procesos de marginación, las comunidades apátridas y las perspectivas de las mujeres en la migración forzada. Actualmente, la guerra que se libra en Siria afecta a las mujeres palestinas apátridas nacidas en Siria de formas múltiples y complejas.[5] Como autores, nos reunimos para preguntarnos: ¿cómo pueden las mujeres palestinas apátridas influir en la producción de conocimiento utilizando sus experiencias como base?

“Nada sustituye a la experiencia”

 

Los abuelos de Khadija y Amouna huyeron del norte de Palestina a Siria durante el al-nakba[6] y después se asentaron en Yarmouk, un campo no oficial de refugiados en Siria que, no obstante, albergaba 16 instalaciones distintas de la UNRWA, como escuelas, clínicas y cines. Yarmouk se creó en 1957 y, antes del estallido del conflicto en 2011, era el hogar de 160.000 refugiados; la mayor comunidad palestina fuera de Palestina.[7]

En 2014, una imagen icónica atrajo la atención del mundo hacia Yarmouk. En ella aparecían miles de personas haciendo cola para recibir comida en una calle bombardeada. Ese es el motivo por el que mucha gente conoce hoy Yarmouk, lo que perjudica el papel central de la “pequeña Palestina” —tal y como se apodó Yarmouk— de cara a los palestinos de Siria y a la resistencia pacífica en esa etapa del conflicto armado.[8] La imagen también fue portada de la edición de la revista RMF sobre la crisis de Siria.[9]

Pero, a diferencia de otras personas que por aquel entonces buscaban refugio fuera de Siria, los palestinos que intentaban escapar al Líbano, Jordania y Turquía fueron rechazados desde 2012. Esta experiencia de ser devueltos a Siria es difícil de comprender para otras personas, incluyendo Mette, a pesar de haberse involucrado activamente en la documentación de dichas devoluciones. Como explicó Khadija:

“Nada puede sustituir a la experiencia. No importa cuántas historias registrara, anotara y tradujera Mette, o cuántas veces escuchara la historia del al-nakba, el continuo nakba o el asedio de Yarmouk, nunca lo entendería de verdad, ni tampoco quienes leyeran sobre ello.”

“Speaking back”: crear un espacio para explorar las historias complejas

Un elemento central del proyecto herstory fue lo que Mette acuñó como sesiones “Speaking back”. Al principio, los participantes contribuyeron al diseño de la investigación antes de que sus historias se registraran. Después, las sesiones “Speaking back” les permitieron explicar más detalladamente sus experiencias, ya que escuchaban sus propias grabaciones y comentaban o corregían cualquier malentendido. Durante estas sesiones, también se facilitaba a las mujeres las traducciones por escrito, para confirmar que las relaciones por escrito fueran fieles a lo que habían dicho y su significado.

De acuerdo con Khadija, esto permitió a los participantes “mostrarnos como personas dinámicas y en crecimiento, afectadas por nuestras complicadas vidas y circunstancias”. Uno de los ejemplos hace referencia a las dificultades para mantener y cultivar las relaciones familiares durante el conflicto. Como activista contra el régimen, Khadija al principio rompió sus vínculos con su padre, el cual se quedó en Siria y, presuntamente, apoyó el régimen de Assad. Pero, con los años, su experiencia fue que las autoridades encargadas del asilo, los empleados de las ONG y los investigadores activistas no comprendieron que, a pesar de los puntos de vista políticos de su padre (ya fueran auténticos o simulados), en su relación también había espacio para el cariño y la paz. Considera que la presentación de sus experiencias en los informes humanitarios también contribuyó a reducir su complejidad como ser humano:

“Para mí, allí había algo que estaba mal. Nuestras palabras se congelan en el tiempo, porque tomar la palabra tenía que terminar en algún momento, y las palabras tenían que imprimirse en informes, artículos y tesis. Pero yo necesito un espacio que admita mi complejidad, y no creo que los informes de la ONU o la investigación académica [...] la reflejen.” 

“Speaking back” permitió a los participantes matizar pensamientos y sentimientos aparentemente contradictorios. Como Khadija, Amouna también tuvo sentimientos encontrados en cuanto a su recuerdo y el de su legado; en este caso, con respecto a su lugar de nacimiento, Yarmouk. Naturalmente, Yarmouk es un lugar que también le trae buenos recuerdos. Al escuchar sus propias grabaciones, Amouna reconoció que la nostalgia por el lugar que fuera su hogar también puede malinterpretarse. Relaciona esto con los planes de la UNRWA de reabrir Yarmouk, impulsados por el régimen sirio y sus aliados:

“¿Cómo podemos volver a crear un hogar temporal sobre las ruinas de Yarmouk, sabiendo todo lo malo que ocurrió allí?” [...] Quien piense que puede reconstruir Yarmouk es un insensato y solo quiere que vuelvan a encerrarnos en campos en los que nos controlen.”

Las palabras de Amouna se hacen eco de lo que los activistas e investigadores han estado pidiendo: la abolición de los campos. Subraya la tendencia de las agencias de la ONU, las ONG internacionales (ONGI) y las autoridades estatales a presentar los campos como el único lugar en el que los palestinos apátridas podrían vivir, y urge a los investigadores, profesionales y legisladores relacionados con la migración forzada a mantener la prohibición de los campos en sus programas. La nostalgia del antiguo hogar no debe utilizarse para idealizar el internamiento en los campos.

Implicar a los participantes en las investigaciones

Además del enfoque de las sesiones “Speaking back”, los participantes en las investigaciones colaboraron de otras maneras. Por ejemplo, Mette y los participantes compartían una misma comprensión del funcionamiento de las técnicas utilizadas durante la grabación, la traducción y los análisis. Muchas partes de los análisis fueron realizadas conjuntamente con las mujeres participantes. La mayoría de los participantes valoraban mucho aprender más sobre cómo se cifran, traducen y anonimizan los datos, y cómo se utilizan las herramientas de software para organizar los temas. Se repartieron cuadernos a todos los participantes para que apuntaran notas que pudieran querer consultar más tarde o conservar. Los participantes a los que les costaba escribir podrían registrar sus notas digitalmente, una opción que necesariamente implica asegurarse de que los participantes saben cómo mantener seguros los datos, por ejemplo mediante el cifrado y la anonimización de los nombres, los lugares y el género.

La participación como parte integrante de las luchas por los derechos

A menudo se hace creer a la gente que participar en investigaciones puede conllevar un cambio de sus circunstancias. Sin embargo, aunque registrar historias orales y compartir experiencias puede tener efectos terapéuticos, el destino de las mujeres palestinas de Siria se mantiene intacto la mayoría de las veces o, en algunas ocasiones, empeora debido a la investigación humanitaria. La posibilidad de que la mera creación de conocimiento —para la planificación humanitaria o la investigación académica— pueda lograr un cambio por sí misma es muy limitada. Pero seguir buscando formas creativas de dirigir, crear, debatir en reuniones o talleres y publicar investigaciones puede asegurar una mejora de la dignidad de las comunidades marginadas y puede formar parte de la evolución y el avance de las luchas por los derechos.

En este proyecto, “Speaking back” y otros enfoques participativos influyeron en los resultados de la investigación y ayudaron a revelar importantes matices y dificultades que, de otra forma, no se conocerían. Pero la asimetría de poder entre el investigador y los investigados no cambió, en especial por la necesidad de que muchos de los participantes fueran anonimizados por sus circunstancias y por la falta de reconocimiento institucional de su aportación. Y, ante todo, mostró que, aunque las mujeres palestinas de Siria participan activamente en las luchas por los derechos, por desgracia sus esfuerzos apenas son tenidos en cuenta por los responsables de las políticas ni se destacan en las investigaciones o en la práctica.

 

Khadija Al-Khawaja

Estudiante universitaria, Hochschule Stralsund

 

Amouna Tammimi

Pediatra, UNRWA Health Centre

 

Mette Edith Lundsfryd Stendevad mette.lundsfryd@mau.se @MLundsfryd

Becaria de investigación, Universidad de Malmö

 

[1] Por ejemplo, Dance J, Lory y Johnson L (2019), Ideal Dialogues with Immigrants of Color in Sweden and The United States: A Participatory-Ethnographic Approach (“Diálogos ideales con inmigrantes de raza negra en Suecia y Estados Unidos: un planteamiento participativo y etnográfico”), Journal of Ethnographic & Qualitative Research, 13, pp. 169–186.

[2] Khadija y Amouna son seudónimos de las autoras.

[3] El término herstory (las historias de ellas) subraya que se trata de una persona que se identifica como “ella” la que cuenta su propia historia (hakya). Las historias registradas contienen narraciones sobre ella, su vida y la de otras mujeres. Esto incluye historias de hombres, estados, niños y organizaciones.

[4] Stendevad M E L (2022), Palestinian Women of Syria Speaking Back. Portraying Stateless Female Diaspora (“Las mujeres palestinas de Siria toman la palabra. Un retrato de la diáspora femenina apátrida”), tesis doctoral, Universidad de Leicester

[5] Erakat N (2014), Palestinian refugees and the Syrian uprising: Filling the protection gap during secondary forced displacement (“Los refugiados palestinos y la rebelión siria: cómo llenar el vacío de protección en el desplazamiento forzoso secundario”), International Journal of Refugee Law, doi 10.1093/ijrl/eeu047

[6] Al-nakba es la palabra árabe utilizada para designar el hecho histórico del desalojo del pueblo palestino de Palestina y la guerra de 1947-1949. Su traducción es “el desastre”.

[7] https://bit.ly/unrwa-yarmouk

[8] Al-Khatib A (2021), Little Palestine (Diary of a Siege) (“La pequeña Palestina [Diario de un asedio]”), Films de Force Majeure, Bidayyat for Audiovisual Arts, Doha Film Institute https://bit.ly/little-palestine

[9] www.fmreview.org/syria

 

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