Activismo por la libertad de movimiento en el Sáhara

Los activistas del Sáhara se han movilizado para proteger los derechos de los migrantes a la movilidad y la seguridad durante sus desplazamientos al norte de África, pero se enfrentan a retos significativos en un entorno político hostil.

El Sáhara es el mayor desierto del mundo, de un tamaño casi como el de China o Estados Unidos. Dividido históricamente en países mediante fronteras diseñadas por los poderes coloniales, actualmente la región se enfrenta a los efectos de la externalización de las fronteras europeas.[1] La región alberga diversas comunidades, al contrario del concepto que a menudo se tiene del desierto como un gran espacio vacío. El Sáhara también padece conflictos (geo)políticos por el territorio, los recursos y la movilidad, interconectados entre sí.

Nigeria es uno de los once países a los que llega el Sáhara. Aunque no forma parte de la región de Oriente Medio y el norte de África, desempeña un papel importante en el contexto de la migración. Nigeria alberga a muchas personas que se desplazan, incluyendo a las que están de paso, a personas rechazadas del norte de África o a aquellas que migran por las rutas comerciales que forman parte de la economía de la región.

En lugares como Nigeria, la externalización de las fronteras europeas ha tenido consecuencias especialmente devastadoras. Debido a presiones políticas y a incentivos económicos de la UE, Nigeria aprobó una ley[2] (ley 0-36) en mayo de 2015 sobre el “tráfico ilegal de migrantes” para criminalizar lo que antes era una actividad legal y habitual: el transporte hacia el norte de las personas que se desplazan. Las consecuencias del paso a la clandestinidad de este tipo de trabajo fueron un aumento de los conductores inexpertos, rutas más largas y peligrosas y más muertes.

En respuesta al aumento de la mortalidad en las rutas del desierto, grupos de activistas de Nigeria y otros países africanos crearon Alarme Phone Sahara. Desde 2017, este proyecto, “cuyo objetivo es defender las vidas y la libertad de movimiento de los migrantes y los refugiados contra las políticas migratorias represivas y, a menudo, mortales”, [3] ha llevado a cabo campañas de concienciación sobre las condiciones y los riesgos de los desplazamientos; ha documentado los accidentes, la violencia y las muertes en las rutas migratorias; y ha ayudado a las personas en situaciones difíciles en el desierto.

Moctar Dan Yaye vive en Niamey, Nigeria, y es un activista de Alarme Phone Sahara. En la siguiente entrevista destaca por qué las políticas de la UE destinadas a restringir los movimientos migratorios han desencadenado el activismo como respuestas y por qué, a pesar de las condiciones políticas adversas, Alarme Phone Sahara se ha convertido en una infraestructura transfronteriza de solidaridad.

¿Por qué las personas que se desplazan mueren en el Sáhara?

En el desierto, la mayoría de las muertes se producen por deshidratación: porque los coches se averían, porque la gente se pierde al intentar evitar que les detecten o porque les abandonan. En el pasado, antes de la criminalización del transporte, la gente solía viajar a Libia o Argelia en grupos de coches. Si uno se averiaba, los otros ayudaban. Si alguien estaba en una situación difícil, los que pasaban le ayudaban. Desde la criminalización, ya no hay grupos de coches y cada cual tiene que encontrar su propia ruta. Además, el tipo de conductor ha cambiado. A diferencia de los antiguos conductores, los nuevos son desconocidos para la población local y no conocen el desierto lo suficiente, lo que pone en peligro las vidas.

¿Cómo nació Alarme Phone Sahara?

Alarme Phone Sahara se creó en 2017, después de la llamada “crisis migratoria” de 2015 en Europa. Nos dimos cuenta de que la atención mediática se había centrado en el Mar Mediterráneo y otras zonas fronterizas de la UE. Decidimos atraer la atención sobre lo que ocurría aquí, para mostrar lo que las personas que se desplazaban estaban viviendo antes de llegar al Mediterráneo. Queríamos denunciar las violaciones de los derechos humanos.

Nuestro lema es: libre para irte, libre para quedarte. Nosotros no somos un movimiento de facilitación del movimiento. Simplemente queremos que la gente deje de morir. Nuestras oficinas centrales se encuentran en Agadez, Nigeria —una de las principales puertas de entrada a la migración dirigida al norte—, pero también estamos presentes en muchos otros países africanos, como Mali, Togo, Burkina Faso y Marruecos. También tenemos miembros en Europa, y consideramos que nuestro proyecto es transnacional, entre África y Europa.

Para nosotros,Alarme Phone Sahara es el proyecto hermano de Alarm Phone, la línea de atención de activistas que opera en el Mediterráneo y en la que nos inspiramos. Decidimos crear una estructura similar para el desierto y difundir un número de teléfono al que podrían llamar las personas en situaciones difíciles. Sin embargo, nos dimos cuenta de que crear una línea telefónica no era suficiente, debido a que la cobertura de red es limitada en el desierto.

En muchas zonas del Mediterráneo, la gente utiliza teléfonos por satélite por la cobertura de red tan limitada. ¿La gente que atraviesa el Sáhara lleva consigo teléfonos por satélite?

Las personas que se desplazan casi nunca tienen teléfonos por satélite. Es peligroso llevarlos porque la policía o el ejército podría considerarlo un indicio de pertenencia a una red criminal. Por tanto, tuvimos que pensar en formas alternativas de descubrir las situaciones de peligro.

Decidimos crear una red de voluntarios que viven en las poblaciones en torno a las rutas migratorias hacia Libia o Argelia y que conocen bien estas zonas. Llamamos a estas personas “informantes”, ya que dan la señal de alarma cuando los migrantes están en situaciones difíciles. Saben dónde encontrar cobertura de red telefónica y agua o cómo ayudar a las personas que lo necesitan, por ejemplo reparando coches averiados. Pero encontrar informantes no fue sencillo. Tuvimos que generar confianza entre la población. Con el tiempo, los lugareños se dieron cuenta de que lo que queríamos hacer también era beneficioso para ellos. Para nosotros se trata de una lucha común.

Criminalizar la migración ha perjudicado a toda la economía de la región. Muchas personas participaban en actividades relacionadas con la migración, que antes era algo normal y legal. Los habitantes de las poblaciones no quieren que nadie muera en el desierto, pero tienen miedo de las consecuencias de interactuar con los migrantes. Temen la criminalización. Por eso, intentamos encontrar ideas juntos para abordar la cuestión. También nos reunimos con antiguos conductores que antes transportaban a personas (legalmente), para que nos asesoraran y para compartir nuestra información con ellos. Si nuestros informadores se enteran de casos de migrantes abandonados, no pueden transportarlos porque la policía les puede considerar contrabandistas o traficantes. Lo que sí pueden hacer, sin embargo, es orientar a los migrantes e informarles de a qué distancia están de Libia o de la población más cercana.

En combinación con esta red de informantes, nuestra línea de atención funciona bien. A veces, cuando informamos a las autoridades sobre los casos de peligro, nos permiten a nosotros o a nuestros informadores evacuar a los migrantes a las poblaciones más cercanas. También recibimos llamadas de personas de distintas ciudades de Nigeria que preguntan sobre los riesgos del viaje, o llamadas del extranjero de personas en la diáspora que están buscando a alguien. 

Algunas organizaciones internacionales afirman que en el Sáhara mueren más personas que en el Mediterráneo. ¿Tienen algún cálculo aproximado de cuántas personas mueren en el desierto cuando migran?

Nadie sabe cuántos cuerpos de personas fallecidas se esconden en el desierto. Alarme Phone Sahara nunca ofrece cálculos de la cantidad de personas que mueren en el desierto. Las organizaciones que afirman saberlo es posible que lo digan porque utilizan esas cifras para justificar su trabajo u obtener financiación. En la esfera política, los números son los que otorgan importancia a un problema, pero para nosotros no se trata de números, sino de seres humanos. Nosotros defendemos los derechos humanos. Lo que hacemos es llamar la atención sobre el hecho de que se están produciendo muertes en el desierto, y sobre la criminalización y la represión de los defensores de los derechos humanos que participan en el rescate.

¿Cuáles considera que son sus mayores éxitos y sus principales obstáculos?

Hemos conseguido llamar la atención sobre lo que ocurre en el Sáhara; es decir, antes de que la gente llegue al Mediterráneo y a Europa. Para nosotros, esto es un auténtico logro. También hemos hecho varios recorridos por Europa para hablar a distintos tipos de público sobre la situación que se vive aquí. Además, hemos podido documentar lo que nadie había documentado antes: las devoluciones de migrantes de Argelia. Ahora hay más gente concienciada de la escala de las devoluciones que se producen a lo largo de la frontera entre Argelia y Nigeria.

El principal desafío al que nos enfrentamos es la ley 0-36 y la falta de protección legal. Trabajamos en una situación en la que nos podrían criminalizar en cualquier momento si considerasen que estamos ayudando a la “migración irregular” o no acusaran de tráfico de personas. Y eso nos asusta. Otro desafío importante es la cuestión de la seguridad. El desierto es un lugar peligroso por la militarización y la inseguridad cada vez mayores. Corremos el riesgo de salir allí por nuestra cuenta para defender el derecho de todos a la movilidad.

¿Alguna vez se siente en peligro por su activismo? ¿Los activistas europeos no entienden lo que implica hacer activismo en el Sáhara?

Cuando haces activismo como este, en un país como el nuestro, la sensación de peligro y de miedo son constantes. El mayor problema es que, si te pasa algo, no sabes a quién dirigirte. Pueden meterte en la cárcel, o algo peor. Para controlar la migración, las autoridades locales y las fuerzas internacionales se alían. En 2021 fui agredido físicamente por hombres uniformados sin saber exactamente su motivo para hacerlo. ¿Fue por mi activismo, o solo por estar en el lugar equivocado y el momento equivocado?

Yo no diría que los activistas europeos desconocen por completo nuestro contexto. Estamos en contacto con muchas redes internacionales y les informamos del entorno en el que trabajamos. Aun así, creo que no comprenden del todo la situación y las condiciones en las que actuamos. Todos somos activistas, pero no todos estamos en la misma situación. Ellos tienen privilegios de los que otros carecen, algo que deben recordar y poner en el centro de nuestras colaboraciones.

Algunos activistas pueden moverse libremente. Algunos están protegidos por la ley. Otros no lo están.

Otro tema son las finanzas. Ser activista aquí cierra muchas puertas, incluso en el trabajo remunerado, algo que no ocurre en el hemisferio norte. Con frecuencia aquí no se puede hacer activismo abiertamente. A los activistas y compañeros del hemisferio norte yo les pediría que siempre recuerden esto, y que siempre compartan el conocimiento de los contextos y las realidades de los activistas en el hemisferio sur.

 

Moctar Dan Yaye mdanyaye@gmail.com

Alarme Phone Sahara, Departamento de Comunicación y Relaciones Públicas

 

Maurice Stierl maurice.stierl@uni-osnabrueck.de @MauriceStierl

Investigador, Institute for Migration Research and Intercultural Studies, Universidad de Osnabrück

 

[1] Véase www.fmreview.org/externalisation para saber más sobre la externalización.

[2] République du Niger (2015) ‘Loi Nº 2015-36 du 26 mai 2015 relative au traffic illicite de migrants’ www.refworld.org/docid/60a505e24.html

[3] https://alarmephonesahara.info/en/

 

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