La migración involuntaria de origen climático: la búsqueda de los pastores nómadas de unos pastos difíciles de alcanzar en Kenia

A medida que los efectos del cambio climático se van volviendo más severos, trasladarse a otras zonas es cada vez más una obligación que una elección para los pastores nómadas turkana. Deberíamos escuchar sus opiniones tanto a nivel local como internacional, y sus conocimientos y percepciones deberían constituir la base de la formulación de políticas.

Provengo de Turkana, una comunidad de pastores nómadas que cuenta con aproximadamente un millón de miembros y ocupa las zonas más áridas del noroeste de Kenia. Nuestra región, el condado de Turkana, se extiende hasta las fronteras con Etiopía, Sudán del Sur y Uganda. Criamos ganado como vacas, burros, camellos, cabras y ovejas, y nos dedicamos a la trashumancia, trasladando el ganado de un lugar a otro en busca de agua y pastos más verdes.

Al condado de Turkana se le conoce también por la fragilidad de su seguridad, ya que ha sufrido repetidos ataques tanto internos como transfronterizos y represalias por parte de otras comunidades trashumantes de la región. Aunque todo el mundo considera ahora que el cambio climático es un nuevo motor del desplazamiento interno, las comunidades trashumantes cuentan, desde hace mucho tiempo, con sus propios medios para hacer frente a los efectos del cambio climático, como trasladarse a países vecinos en los que podría ser que colaborasen o que tuvieran que enfrentarse a sus nuevos vecinos.

Debido en gran parte a la sensación de abandono por parte del Gobierno, los turkana, y de hecho también los demás trashumantes, son reacios en general a seguir las políticas de inmigración. Por su parte, el Gobierno evidentemente no cuenta entre sus prioridades con los retos a los que se enfrentan los turkana, pero las condiciones de esta región requieren unos enfoques innovadores. Es necesario que los Gobiernos sean conscientes de la realidad y estén atentos a las pautas meteorológicas y a la probabilidad de que los trashumantes tengan que trasladarse a otras zonas con su ganado. La experiencia de los turkana ha puesto de manifiesto que el Gobierno es más reactivo que proactivo, aun cuando ya se dispone de información sobre una “migración impulsada por dificultades económicas extremas” planificada de antemano por los trashumantes.

Aprender de la forma de vida de los turkana

Es un error común pensar que las comunidades trashumantes del mundo están constantemente en movimiento. Los turkana desmienten esta narrativa. Aunque se van trasladando de un lugar a otro, cuando los trashumantes turkana llegan a un lugar donde tienen acceso a agua y a pastos verdes se quedan allí y no siguen viajando. Por lo tanto, la decisión de trasladarse a otro lugar no es voluntaria. Además, esta se toma normalmente a título individual, especialmente cuando se trata de trasladarse dentro del propio país. La decisión de cruzar fronteras internacionales, en cambio, sí se suele tomar en grupo porque, como a menudo viajan en medio de situaciones de seguridad inestables, la seguridad es mayor si van juntos. El consejo de ancianos de la comunidad desempeña un papel fundamental en la evaluación y la toma de decisiones. En ocasiones, los ancianos envían emisarios a las comunidades o países vecinos para que inspeccionen los pastos e informen al respecto.

En el contexto de los turkana, existen numerosos factores que influyen en la decisión de la comunidad de trasladarse o no. Antes de decidir trasladarse lo primero que se hace es contrarrestar el agotamiento de los pastos locales mediante el pastoreo controlado, compartiendo con la comunidad y optando por un pastoreo rotativo. Estas restricciones se establecen por consenso y los ancianos toman la iniciativa en la implementación de las normas. Los turkana conceden mucha importancia a la tierra y la consideran una bendición de Akuj (Dios), por lo que la generación actual la mantiene en fideicomiso para futuras generaciones. Otras comunidades trashumantes que mantienen una política abierta en la que los individuos permiten que sus animales pasturen como deseen, se ven a menudo afectadas negativamente. Como los diferentes animales siguen distintos patrones a la hora de pastar, un sistema descontrolado provocará una tragedia en los lugares comunes, lo que tendrá efectos devastadores para todos. El pueblo turkana ha aprendido esas tácticas de supervivencia que vale la pena emular.

Turkana es una región que se enfrenta a las duras realidades que trae consigo el cambio climático, y es urgente y necesario permitir que las opiniones de los trashumantes autóctonos se escuchen en los debates sobre el clima, algo que hasta ahora no se ha hecho. En general, no se ha reconocido la opinión de los trashumantes sobre el cambio climático ni se ha prestado interés a nivel internacional a sus conocimientos acerca de la adaptación al clima, especialmente en los casos en los que las minorías tribales y las comunidades indígenas, como los turkana, están desvinculadas del tejido social del resto del país. Las estrategias comunitarias no se reflejan en la modelización del clima, lo que constituye un fallo importante en nuestro enfoque de la adaptación al clima.

Las negociaciones bilaterales de los países implicados para permitir el pastoreo recíproco por parte de los trashumantes y los esfuerzos concertados para fomentar el pastoreo conjunto parece ser la mejor solución para poner fin a los incesantes conflictos sobre los pastos. En 2019, Uganda firmó un acuerdo con Kenia para conceder derechos de pastoreo a los trashumantes turkana en su territorio y para permitir el uso compartido de la presa de Kobebe (propiedad de Uganda). Estas medidas han sido efectivas y este tipo de iniciativas —si las adoptan otras comunidades que se enfrenten a problemas similares en otros lugares— podrían llegar a permitir a comunidades afectadas por el clima huir de las inclemencias en sus tierras indígenas y buscar refugio tranquilamente en tierras extranjeras.

A pesar de haber sido puramente nómadas a lo largo de su historia, el cambio climático ha obligado a los turkana a adoptar cada vez más el sistema agropastoril. Esto es especialmente evidente en la región que sigue el recorrido de los ríos Turkwel y Kerio que, debido a la sequía, ahora solo fluyen durante las estaciones lluviosas. Aquí el Gobierno y las ONG han ayudado a los turkana a adoptar dicho sistema agropastoril. Además, varios miembros de la comunidad turkana se dedican a la pesca en el lago Turkana. Es necesario adoptar y apoyar esos esfuerzos de adaptación de base como medidas paliativas para que las comunidades trashumantes puedan diversificar sus medios de vida, recuperarse y restablecerse. Pero esto solo será posible para quienes vivan alrededor de lagos y ríos y tengan acceso a terrenos en sus orillas.

La cultura y la fe juegan un gran papel en la vida de los turkana. Hacer sacrificios a los ancestros es una práctica común, tradicionalmente orientada a prevenir y reducir las consecuencias negativas del cambio climático. Aunque la ciencia apunta a que el cambio climático es la consecuencia de una serie de actividades humanas desastrosas, los turkana creen que la sequía que les empuja a tener que trasladarse a otros lugares se debe a que el Akuj no está contento. ¡Dos mundos totalmente distintos! El debate sobre el clima debe tener en cuenta estas creencias, desacreditándolas si es necesario para que la ciencia y la tradición formen parte del mismo guion.

El carácter involuntario de la migración

La Convención de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados no aborda la cuestión emergente de las personas desplazadas por las repercusiones del cambio climático. Algunos investigadores sostienen que la terminología correcta que debería adoptarse sería “migrantes climáticos” —ya que el término “refugiado climático” no está legitimado—, pero esto obviaría la involuntariedad que caracteriza a la mayoría de los casos (si no a todos) de migración de origen climático, especialmente en un contexto de trashumancia. Es necesario reconocer el cambio climático como motivo fundamental para exiliarse para así situarlo en el centro del discurso sobre los refugiados. ACNUR y la Organización Internacional para las Migraciones deberían procurar hacer un seguimiento de las condiciones climáticas y las pautas meteorológicas en las zonas ocupadas por los trashumantes para estar suficientemente preparados para ayudarles en caso de que se vean obligados a trasladarse a otro lugar.

Mientras tanto, será necesario ofrecer oportunidades a las personas, como los turkana, para que migren con dignidad, especialmente en los casos de migración impulsada por dificultades económicas extremas. Para esta comunidad, que ha ido adoptando cada vez más la agricultura, existen diversas iniciativas para adaptarse al clima que pueden fortalecer su resiliencia, como la formación y asistencia para ayudarles a obtener cultivos más resistentes a la sequía. Es imperativo aumentar el acceso de los trashumantes a unos medios de vida alternativos a su tradicional condición de nómadas. No obstante, cabría señalar también que las intervenciones más apropiadas dependen, en gran medida, del contexto específico de una comunidad local. Los Gobiernos y la comunidad internacional deben hacer más por apoyar los esfuerzos de adaptación de los propios trashumantes y promover vías de migración legales. Si se quiere tener en cuenta las opiniones de las personas que se encuentran en la base, esto es especialmente lo que las más afectadas quieren.

 

Ekai Nabenyo ikainabenyo@gmail.com @Article43Kenya
Fundador, Article 43, grupo de defensa en relación a las cuestiones climáticas en Kenia www.article43.org

 

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