La protección comunitaria: el enfoque del CICR

El CICR intenta garantizar que sus actividades en favor de los desplazados internos y aquellos en riesgo de desplazamiento sean un apoyo y no menoscaben los mecanismos ni las estrategias de resolución de problemas de las comunidades y los individuos.

Las comunidades e individuos afectados por el conflicto armado y la violencia no esperan a que los actores humanitarios analicen y aborden los problemas y amenazas a los que se enfrentan. Están siempre pendientes de su entorno y toman sus propias decisiones: la de desplazarse como forma de autoprotegerse; decidir cuál es el mejor modo de viajar en grupo y cómo asegurarse de que los menores y la gente mayor no se quedan atrás durante el exilio; elegir antes qué camino tomar; debatir acerca de los lugares a evitar o dónde esconder alimentos y suministros médicos a lo largo del camino; negociar directamente con los portadores de armas...

Hay muchas medidas que la gente adopta antes y durante el exilio para trasladarse de un modo más seguro y organizado, y —mientras se encuentren en situación de desplazamiento— para lidiar con la nueva situación de forma que puedan satisfacer sus necesidades de protección y asistencia. ¿Cómo pueden los actores humanitarios asegurarse de que sus intervenciones no menoscaban los mecanismos de autoprotección y las estrategias de resolución de problemas de las comunidades e individuos en vez de ayudarles a reforzarlas? Y al mismo tiempo, ¿cómo podemos apoyar a las comunidades y a los individuos para evitar que recurran a mecanismos de resolución de estrategias que resulten perjudiciales?

Aunque la proximidad y el diálogo con las poblaciones afectadas siempre hayan formado parte de las modalidades de trabajo del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), en la actualidad este organismo lleva a cabo esfuerzos específicos para asegurarse de que los enfoques de protección comunitaria se integran de forma más sistemática en su respuesta.
Al colaborar de este modo con las comunidades no solo se pretende ayudar a reforzar su resiliencia al reducir su exposición a las amenazas y a estrategias de resolución de problemas perniciosas, sino que también se considera un componente vital del compromiso del CICR a rendir cuentas ante las poblaciones afectadas. Esto implica colaborar con las comunidades y los individuos afectados para entender mejor sus preocupaciones y necesidades de protección, al tiempo que se reconoce que ellos son los “expertos” en su propia situación y se tienen en cuenta sus capacidades y opiniones a la hora de definir la respuesta del CICR.

En algunos casos, el CICR respalda a las comunidades reforzando sus actividades de autoprotección o desarrollando nuevas estrategias propuestas por la comunidad. En los casos en los que se detectara una posible estrategia que no hubiera partido de la comunidad, el CICR la propondría y la consultaría plenamente con ella.

Las actividades de protección basadas en la comunidad que realiza el CICR suponen un importante complemento a sus otros enfoques de protección. A través del diálogo confidencial y del apoyo estructural dirigido a las autoridades y a los portadores de armas[1] (tanto actores estatales como no estatales) el CICR pretende prevenir el desplazamiento forzado entre otras violaciones del derecho internacional humanitario así como comportamientos dañinos que podrían dar lugar a situaciones de desplazamiento entre la población civil[2], ayudando a las autoridades a cumplir con sus obligaciones de proteger y asistir a los desplazados internos bajo su jurisdicción.

Combinando actividades con los portadores de armas, las autoridades y las comunidades, el CICR pretende maximizar los efectos de su protección. La idea es trabajar de forma simultánea para influir en el comportamiento de los perpetradores, ofrecer respaldo a las autoridades responsables y crear un entorno propicio para el respeto de los derechos de las personas y la dignidad a largo plazo, y reforzar su resiliencia reduciendo su exposición a los riesgos. En algunas situaciones se tardará algún tiempo hasta que las actividades relacionadas con los portadores de armas y las autoridades se traduzcan en resultados tangibles y sostenibles, por lo que las actividades de protección comunitaria pueden ayudar a las comunidades a reducir su nivel de vulnerabilidad ante las amenazas a su protección y reforzar sus estrategias de resolución de problemas con un efecto más inmediato. Con el fin de garantizar un enfoque de protección comunitaria sería mejor que se emprendieran actividades complementarias a todos los niveles.

Talleres de protección comunitaria

El CICR organiza talleres que reúnen a miembros de una comunidad y a personal de la ONG en busca de un mayor entendimiento de sus necesidades específicas, vulnerabilidades y capacidades, y de participar en un debate estructurado con resultados y conclusiones concretas. Los participantes debaten acerca de los problemas y amenazas a los que se enfrentan y los clasifican por orden de importancia. Luego analizan sus causas y consecuencias y sugieren medidas concretas para abordarlos e identificar las correspondientes estrategias de resolución de problemas. Tras el taller, el CICR evalúa cada propuesta y, cuando es necesario, valora si es factible. Luego comparte con la comunidad sus propuestas acerca de qué actividades podrían implementarse y ésta participa en el diseño y la implementación de las actividades seleccionadas. Cuando se reciben propuestas de la comunidad que quedan fuera del alcance del CICR se trasladan a otros actores para un posible seguimiento por su parte.

La selección de los participantes de los talleres resulta crucial, y la composición de los grupos analizados debe permitir que se tengan en consideración las vulnerabilidades relacionadas con el género, la edad y las discapacidades. Esto ayuda a que el CICR tenga en cuenta las vulnerabilidades específicas de los desplazados internos, y sus capacidades para contribuir a su propia protección. En contextos de desplazamiento, los hombres pueden ser especialmente vulnerables ante las detenciones arbitrarias, las mujeres a la explotación, los menores al reclutamiento forzado y la gente mayor y las personas con discapacidad a las restricciones de movimiento. El taller de protección comunitaria también podría emplearse para reunir a miembros de las comunidades de desplazados internos y a residentes para intentar que entiendan mejor las posibles similitudes y/o diferencias en las situaciones de los desplazados internos (o retornados) frente a las de sus comunidades de acogida, y para promover estrategias conjuntas.

Actividades concretas dentro de un marco de protección comunitaria

El CICR señala cinco tipos de actividades que pueden implementarse como parte de un marco de protección comunitaria para ayudar a la gente a abordar sus vulnerabilidades específicas y sus problemas de protección, teniendo en cuenta sus capacidades, durante las diferentes fases del desplazamiento.

Educación/concienciación sobre los riegos: Entre estas actividades se incluyen la información sobre amenazas y cómo abordarlas o evitarlas, y la concienciación de los desplazados internos acerca de sus derechos para que sepan cómo acceder a los servicios esenciales y cómo detectar los casos en los que las autoridades no estén cumpliendo con sus obligaciones. Por ejemplo, el CICR ha llevado a cabo en Ucrania durante los últimos años actividades educativas sobre el peligro de las minas para los desplazados internos y retornados en zonas contaminadas de minas o de artillería que no han explotado. Desde 2010, el CICR organiza en Georgia sesiones informativas para las familias de las personas desaparecidas, la mayoría de las cuales eran personas desplazadas internas a largo plazo, acerca de sus derechos legales con relación a pensiones y a la declaración de desaparición de una persona necesarias para que la familia reúna los requisitos para recibir ayuda estatal. La información sobre los derechos y servicios resulta de especial importancia para los desplazados internos, quienes se encuentran en un lugar nuevo, a menudo privados de sus redes de apoyo habituales y sin acceso a la información necesaria para que puedan disfrutar de sus derechos y acceder a los servicios básicos.

Autoprotección: Durante la fase previa al desplazamiento, la protección comunitaria puede emplearse para ayudar a la gente en riesgo a prepararse mejor para él, ayudando a las comunidades a reforzar sus sistemas de alerta temprana y a reducir algunos de los posibles riesgos asociados al exilio, como la separación familiar y la pérdida de documentos esenciales. En Cauca, Colombia, el CICR ayudó en 2011 a las comunidades expuestas al inminente desplazamiento a salvaguardar sus pertenencias. A las familias les entregaron unas cajas en las que podían depositar sus posesiones más valiosas, que luego una ONG local almacenó en una zona segura.

Asistencia para reducir la exposición a los riesgos: Esta asistencia aborda las necesidades físicas de una persona al mismo tiempo que reduce su exposición a una amenaza directa, o que ofrece una alternativa a las estrategias de resolución de problemas que resulten arriesgadas o perniciosas. En algunos contextos, el CICR podría trasladar un pozo para que estuviera más cerca de la comunidad de desplazados internos y que la gente no se expusiera al tener que recorrer largas distancias para recoger agua. En Sri Lanka, el CICR ofrece actividades generadoras de ingresos a las viudas retornadas para reducir su necesidad de recurrir a estrategias perniciosas como dejar de buscar asistencia sanitaria para ahorrar dinero o enviar a los niños fuera a trabajar.

Contar con quienes son fuente de amenazas: Promover o desarrollar estrategias de participación implica: a) organizar actividades que refuercen los intentos de las comunidades de asegurarse de que las autoridades y los portadores de armas cumplen con sus obligaciones y respetan los derechos de la comunidad, y b) actividades de mediación y enlace entre comunidades, autoridades y portadores de armas para desarrollar un diálogo directo. Por ejemplo, durante un reciente taller de protección comunitaria con los desplazados internos de un campamento en la República Centroafricana las mujeres afirmaron haber creado una asociación para contar con una mejor herramienta a la hora de elevar sus preocupaciones a los portadores de armas y negociar un acceso seguro a las tierras. El CICR está considerando actualmente la posibilidad de respaldar esos esfuerzos.

La autoorganización de la comunidad y la cohesión social: Aunque los portadores de armas suelen ser quienes causan daños, los propios civiles también pueden provocar sufrimiento. Esto es especialmente cierto en situaciones de desplazamiento en las que la cohesión social —la voluntad de los miembros de una comunidad de cooperar con los demás para lidiar mejor con las amenazas y mejorar su resiliencia— ha sido debilitada y en los casos en que las tensiones entre las comunidades de acogida y la población desplazada o entre las propias personas desplazadas inclusive son comunes y podrían aumentar a medida que el desplazamiento pase a ser prolongado. Debido a su mandato específico, el CICR en sí no aborda el tema de la cohesión social pero las Sociedades nacionales de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (los socios básicos del CICR en situaciones de desplazamiento) pueden realizar una gran contribución a esta cuestión. Sin embargo, algunas de las actividades del CICR podrían tener repercusiones positivas en lo que respecta a la reducción de las tensiones entre las comunidades de acogida y los desplazados internos, al mismo tiempo que responden a las necesidades materiales de estos últimos. Por ejemplo, con el fin de distender las tensiones en situaciones en las que las comunidades de acogida y los desplazados internos compiten por los escasos recursos naturales como la leña, el CICR podría distribuir briquetas entre los desplazados internos.

Limitaciones y restricciones

La contribución de las actividades de protección comunitaria para reducir la exposición a amenazas y la necesidad de recurrir a estrategias perniciosas, y sus repercusiones concretas son difíciles de medir si no es de forma cualitativa. Durante las evaluaciones del impacto se suele pedir a las comunidades locales con las que el CICR ha estado trabajando que expliquen de qué manera las intervenciones han contribuido a su seguridad y bienestar.  Algunas actividades de protección basadas en la comunidad podrían ofrecer una falsa sensación de seguridad. En Sudán, por ejemplo, el CICR entregó silbatos a las mujeres desplazadas que iban a recolectar leña para que pudieran alertar en caso de peligro. Durante la última evaluación de la intervención, nos dimos cuenta de que las mujeres se iban demasiado lejos y que los silbatos no podían escucharse desde donde les atacaban.

Implementar la protección basada en la comunidad lleva mucho tiempo. El personal debe estar formado en metodología de protección comunitaria, se deben llevar a cabo evaluaciones y hay que movilizar a miembros de equipos de diferentes programas. Esto hace que sea complicado implementarla durante las emergencias. En épocas de emergencias graves, cuando el acceso y la seguridad son una preocupación, a menudo no será factible organizar un taller de protección comunitaria con personas que están huyendo o que no se encuentran todavía en una situación estable, pero aún existirán formas de hacer que las comunidades participasen. El CICR podría llevar a cabo talleres con personas que hayan abandonado recientemente una situación concreta. En febrero de 2016, el CICR organizó un taller de protección comunitaria con refugiados sirios recién llegados a Jordania para recabar información sobre la situación de los desplazados internos en la frontera siria que ellos habían abandonado recientemente. Otra posible solución sería realizar talleres de protección comunitaria con miembros de la Cruz Roja o de la Media Luna Roja que vivan entre la comunidad desplazada y que, por tanto, puedan tener un conocimiento más directo de la situación.

A pesar de estas limitaciones, la protección comunitaria yace en el corazón de las operaciones del CICR, lo que refuerza la  responsabilidad para con las personas afectadas y garantiza que las comunidades sean reconocidas como agentes de su propia protección.

Angela Cotroneo acotroneo@icrc.org
Asesora de desplazados internos

Marta Pawlak mpawlak@icrc.org
Asesora de protección comunitaria

Comité Internacional de la Cruz Roja www.icrc.org/es



[2] Si desea más información sobre el CICR y la prevención del desplazamiento, vea Talviste V, Williamson J A y Zeidan A (2012) “El enfoque del CICR en situaciones previas al desplazamiento” Revista Migraciones Forzadas no. 41. www.fmreview.org/es/prevencion/talviste-et-al

 

 

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