Soluciones duraderas para los niños retornados

Los marcos de soluciones duraderas que miden el progreso hacia un retorno y una reintegración sostenibles no tienen en cuenta específicamente las diferentes necesidades y experiencias de los niños.

En 2017, más de 68 millones de personas se vieron desplazadas por la fuerza, más de la mitad de las cuales eran menores de 18 años; ese mismo año, cerca de 670 000 refugiados y 4,2 millones de desplazados internos regresaron a sus lugares de origen. A pesar de los sólidos convenios y marcos jurídicos que protegen los derechos de los niños durante el retorno y después, es evidente que en todo el mundo hay países que no los están respetando. Además, son pocos los actores que recopilan datos específicos sobre los menores retornados o que les realizan un seguimiento, por lo que es difícil entender cómo y dónde les estamos fallando a los menores retornados y cómo se podrían abordar esos fallos.

Los menores muestran distintas vulnerabilidades tanto físicas como en lo que respecta a su bienestar psicosocial y, a menudo, tienen menos oportunidades de expresar su propia voluntad en la toma de decisiones en torno a las opciones migratorias. Estas vulnerabilidades específicas de cada edad pueden agravar los ya considerables riesgos a los que se enfrentan todos los retornados. En reconocimiento a sus necesidades particulares, y como complemento del artículo 33 de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 relativo a la “no devolución”, la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) indica que: «Los Estados no devolverán a ningún niño a un país cuando haya razones fundadas para creer que existe un riesgo real de daño irreparable al niño»[1].

Los niños retornados deberían disfrutar, entre otros factores y sin discriminación, del acceso a la seguridad, a un nivel de vida adecuado, a disponer de medios de subsistencia, a la vivienda, a la documentación y al acceso a la justicia como parte de toda solución duradera y de una reintegración sostenible. Los compromisos asumidos por la comunidad internacional para hacer efectivos esos derechos, no obstante, son válidos en tanto en cuanto tengan capacidad de verificar los progresos para lograr dichas condiciones. Se han elaborado herramientas para medir y analizar los progresos hacia un retorno y una reintegración sostenibles, con criterios comunes definidos por el Comité Permanente entre Organismos (IASC, por sus siglas en inglés), pero las directrices y los marcos existentes no contienen indicadores específicamente adaptados para medir las necesidades de los niños.

Con el objetivo de abordar esta brecha, Save the Children ha desarrollado un nuevo conjunto de indicadores específicos para niños que complementan los marcos de retorno y reintegración existentes, y lo que es importante, incluyen una nueva vertiente de salud mental y seguridad psicosocial que se centra en el derecho de los niños a jugar y a socializar, a su propia agencia, a salud mental y a la disponibilidad de ayuda profesional[2]. Durante la aplicación de este marco, Save the Children y Samuel Hall llevaron a cabo una  investigación en 2018-2019 para determinar a qué situación se enfrentan los niños que regresan a cuatro contextos: Siria, Irak, Somalia y Afganistán[3]. Lo que se extrae de ella es un panorama un tanto sombrío: los niños retornados están cayendo en el olvido al prestarse poca atención a sus necesidades y a la información que se recopila sobre ellos.

Datos y brechas

En los cuatro contextos de retorno analizados, la falta de seguridad física, que fue una de las causas fundamentales del desplazamiento inicial, no ha cambiado demasiado. Siria, Irak, Somalia y Afganistán están marcados por la violencia indiscriminada y el maltrato físico a los niños es común. La evidencia disponible revisada en nuestro estudio muestra que los niños retornados tienen más probabilidades que aquellos no desplazados de ser detenidos y caer en la trata de personas, especialmente en Siria e Irak. No existen datos desglosados por edad y antecedentes migratorios con respecto a los indicadores clave de seguridad física, incluido el matrimonio y el trabajo infantil.

Los niños que no pueden regresar a sus hogares y se ven obligados a vivir en refugios temporales o en suburbios suelen tener problemas para acceder al agua potable y a unas mínimas condiciones de salubridad si los comparamos con los no desplazados. Y, en comparación, tienen unos indicadores de nutrición más bajos (entre todos los retornados) que, con frecuencia, son el resultado de la incapacidad de los retornados de acceder a las tierras. El estado de la atención sanitaria es grave en los cuatro contextos de retorno, con una elevada mortalidad infantil y bajas tasas de vacunación, aunque no se recopilan sistemáticamente datos relacionados con la salud y desglosados por edad y situación migratoria. En contexto en los que el acceso a la educación ya es generalmente bajo, los retornados se enfrentan además a dificultades añadidas, como no poder sufragar las tasas escolares o carecer de documentos de identidad.

En las cuatro localizaciones, los niños retornados parecen sufrir claras desventajas respecto al acceso a la seguridad legal, la identidad jurídica, un poder judicial funcional y a la libertad de movimiento. En comparación con los niños no desplazados, también hacen frente a ser separados de sus familias o tutores en más ocasiones.

Los niños repatriados también se enfrentan a desventajas comparativas en la prestación de apoyo a su salud mental, aunque en la actualidad no se está midiendo ni se entiende suficientemente cuál es el impacto de esta carencia en su desarrollo psicológico. De manera sistemática, los niños retornados no pueden acceder a una red social de apoyo y cuidados o a un entorno de juego seguro. Muchos se enfrentan a retos psicosociales que plantean riesgos fundamentales para su bienestar, y la ayuda profesional para estos problemas es escasa o inexistente.

Implicaciones

Las brechas en el conocimiento y la evidencia: Nuestra investigación puso de manifiesto la predominante falta de datos y estándares sobre las condiciones de retorno y reintegración de los niños en todo el mundo, así como la urgente necesidad de invertir en mejores sistemas de recopilación de datos. En particular, encontramos escasez de datos desglosados por edad. Los estudios disponibles sobre los menores retornados, por lo general, suelen ser limitados y anecdóticos. La ausencia de datos fiables hace que sea imposible establecer líneas de base y medir el progreso en la determinación de cuándo y dónde los niños y sus familias se han reintegrado con éxito en sus países de origen. Esto, a su vez, limita la rendición de cuentas y plantea retos para aquellos actores, incluidas las organizaciones no gubernamentales (ONG) y los ministerios gubernamentales, quienes deben actuar como garantes de los derechos de los niños. Sin mejores datos, es difícil diseñar e implementar una programación efectiva para que su retorno sea seguro y concretamente para que su reintegración sea sostenible. Por el contrario, la falta de evidencias pone en tela de juicio la capacidad y la credibilidad de los gobiernos y otras partes interesadas para afirmar que, de hecho, se dan las condiciones para que el retorno de los niños sea seguro y digno.

No se han establecido estándares de protección básicos: Vemos que los niños regresan a entornos donde no pueden acceder plenamente a los derechos garantizados por la Convención sobre los Derechos del Niño, como el derecho a la protección, a la educación y a la atención sanitaria. En otros ámbitos como la seguridad física y material, los datos disponibles apuntan a que hay muchas similitudes entre los niños retornados y los de las comunidades de acogida. Sin embargo, no pueden acogerse a esta falta de diferencias para justificar el retorno de los niños si el contexto al que regresan desde un inicio sigue sin ser un lugar seguro.

La falta de apoyo sostenible tras el retorno: Muchos países desde donde parten los niños retornados entienden que su responsabilidad legal termina cuando llegan a su país de origen. La comunicación entre los actores que participan en los procesos de retorno, como los organismos relacionados con la migración, las embajadas, las autoridades gubernamentales y las ONG en los países de retorno, es limitada. Por último, las prestaciones proporcionadas a los repatriados voluntarios (como la ayuda en especie) se conceden a menudo a nivel familiar, sin que necesariamente repercutan en los niños.

La falta de apoyo antes y después del retorno: Nuestros resultados también ponen de relieve una mayor falta de enfoque y de inversión de recursos tanto en el apoyo previo al retorno como en el proceso a largo plazo de reintegración posterior en el marco de un debate más amplio sobre el retorno. Esta brecha se refleja, en parte, en una falta generalizada de rendición de cuentas vinculada a la ausencia de una medición adecuada de los resultados del proceso de reintegración, y en la insuficiencia de las normas existentes para orientar la labor de retorno y de reintegración basada en derechos.

Recomendaciones

Los niños no deberían regresar antes de que se cumplan los requisitos para que su retorno sea seguro y digno. Se han de poner en marcha mecanismos que establezcan estándares y midan los progresos de forma que se garantice que los niños y sus familias obtengan soluciones duraderas tras su retorno.

Los actores encargados de cuestiones migratorias y los organismos de protección de la infancia deben colaborar en el establecimiento de unos estándares mínimos basados en los derechos para el retorno y la reintegración de los niños. Pero más allá del reconocimiento de este punto, la verdadera labor consiste en abordar cuestiones técnicas prácticas acerca de cómo seguir desarrollando y obteniendo apoyo para la implementación de indicadores que midan el progreso hacia entornos de retorno adaptados a las necesidades de los niños. Estos indicadores deben estar relacionados con datos que puedan ser recopilados de manera realista en contextos tan desafiantes como los del desplazamiento. Este debate metodológico requiere de un compromiso de colaboración entre las partes interesadas en cuestiones de desplazamiento, la academia y la comunidad investigadora en general.

Es fundamental ver los retornos como un proceso, no como un acontecimiento aislado, y garantizar los derechos de los niños a lo largo de todo el viaje de vuelta. La falta de apoyo adecuado puede tener unas repercusiones que se medirían no solo en años, sino en décadas, lo que a su vez tendría un gran impacto a largo plazo para el contexto nacional, regional e incluso mundial. En este sentido, el apoyo a la preparación previa y a la reintegración sostenible después del retorno es una necesidad, y no solo un “complemento” a la programación de los retornos ya establecidos.

Al mismo tiempo, debemos reconocer que habitualmente millones de personas desplazadas organizan su retorno ellas mismas y que, a menudo, tiene lugar antes de que se den unas condiciones de reintegración seguras y propicias sobre el terreno. Las decisiones tomadas por estos retornados “espontáneos” vienen impulsadas por una compleja mezcla de motivaciones interrelacionadas. Una clara prioridad en la investigación es comprender el papel de los niños en los complejos procesos colectivos de toma de decisiones y la repercusión que tienen sobre su bienestar.

 

Stefanie Barratt stefanie.barratt@samuelhall.org
Jefa de Sección de Estándares de Datos y Análisis

Marion Guillaume marion.guillaume@samuelhall.org
Jefa de Sección de Infancia y Juventud

Samuel Hall http://samuelhall.org

Josiah Kaplan Josiah.Kaplan@savethechildren.org
Asesor de investigación sénior, Migration and Displacement Initiative, Save the Children International
www.savethechildren.net

 

[1] Convención sobre los Derechos del Niño, Observación General número 6 www.ohchr.org/en/professionalinterest/pages/crc.aspx  

[2] Save the Children (2018) Durable Solutions for Children Toolkit https://resourcecentre.savethechildren.net/node/14967/pdf/durable_solutions_toolkit_sci_2019.pdf

[3] Save the Children/Samuel Hall (2018) Achieving Durable Solutions for Returnee Children: What do we know?
http://samuelhall.org/wp-content/uploads/2019/05/sh_global_returns_full_report_final.pdf

 

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