El regreso de las minorías: el camino a casa

El estudio de los casos de retorno de minorías que han finalizado con éxito podría ayudar a determinar qué políticas serían útiles a otros potenciales retornados.

Las personas desplazadas regresan después de largos períodos de ausencia a pesar de la presencia de autoridades locales hostiles y de la oposición de los nuevos ocupantes o colonos en sus antiguos hogares. ¿Qué hay detrás de estas difíciles decisiones? Estudiar los casos que hayan tenido éxito podría llevarnos a entender mejor qué trámites institucionales y políticas ayudarían en un posible caso de retorno voluntario y de qué manera ayudar a las comunidades que se encuentran en situación de desplazamiento. Con esta posibilidad en mente, analizamos varios casos de migración forzada seguida de retornos voluntarios de minorías (o intenciones de retorno) a gran escala entre bosnios, chipriotas y personas de etnia kurda en Turquía. Nuestra investigación combinó actividades cualitativas sobre el terreno con amplias encuestas cuantitativas que se centraban en los “retornados minoritarios” (es decir, personas desplazadas que regresan a un área que ahora está bajo el control político de otro grupo étnico). Nuestro estudio está motivado por un intento de comprender cómo, tras las depuraciones étnicas y el genocidio, las comunidades luchan por restituir un entorno multiétnico y restablecer relaciones positivas entre mayoría y minoría.

Lo que comparten los retornados minoritarios

Nuestras observaciones sugieren que el género, la edad y la educación son los principales factores que afectan a la probabilidad de retorno individual de los retornados que pertenecen a minorías. En Bosnia y en la región kurda de Turquía, las personas con un alto nivel educativo y con empleo fijo en su lugar de exilio son menos proclives de regresar[1]. Por ejemplo, mientras que es poco probable que las mujeres jóvenes con estudios regresen, los hombres de edad avanzada con un bajo nivel educativo sí tienden a hacerlo en gran medida. Los migrantes forzados también son más proclives a regresar si tienen recuerdos de relaciones interétnicas positivas antes del conflicto; y si todavía ven su residencia de antes del conflicto como un “hogar”. Los datos de Bosnia y Chipre también muestran que las personas desplazadas internas, que son menos nacionalistas, tienen más probabilidades de regresar y vivir como minoría en su antiguo lugar de residencia. Por último, la asociación informal de vecinos en el exilio puede desempeñar un papel clave en la organización y facilitación de los retornos rurales; y las personas desplazadas de zonas donde se dan altas tasas de retorno son más propensas a regresar por sus propios medios[2].

Incluso aunque haya pasado décadas y de que la gente haya restablecido sus vidas en otros lugares, un porcentaje significativo de la población aspira a regresar, especialmente a zonas en las que hay muchas personas de la misma etnia. En Chipre, alrededor de una tercera parte de los desplazados internos grecochipriotas encuestados en 2016 dijeron que nunca habían pensado en volver, ni siquiera en el caso de que se negociara y firmara un acuerdo de paz; otra tercera parte dijo que rara vez o pocas veces pensaban en ello; y otra tercera parte, que siempre lo hacían. Dado que un Chipre reunificado consistiría en una federación con los Estados constituyentes grecochipriota y turcochipriota, presentamos dos escenarios a los potenciales retornados. Cuando se les preguntó qué probabilidades habría de que regresaran y vivieran en su hogar anterior a 1974 bajo una administración grecochipriota durante los tres años siguientes, casi el 60 % dijo que era probable o muy probable. Cuando se les hizo la misma pregunta, pero bajo la administración turcochipriota, el número descendió a poco más del 22 %[3].

Cómo dar apoyo a los retornados

Basándonos en nuestra investigación, tenemos algunas sugerencias sobre el tipo de políticas y acuerdos institucionales que tienen más probabilidades de favorecer el retorno, especialmente entre aquellos que están menos dispuestos a hacerlo. La presencia de las fuerzas de seguridad internacionales y la expulsión de los criminales de guerra de los puestos de poder han contribuido sin duda a facilitar el retorno a Bosnia. Además, en Bosnia y en la región kurda de Turquía, la devolución de la propiedad (casas y tierras) o la compensación por su pérdida o destrucción definitivamente facilitó el retorno: por ejemplo, los retornados kurdos que reciben una indemnización del Estado tienen tres veces más probabilidades de regresar, después de tener en cuenta otros factores. Permitir que las personas desplazadas votaran a distancia en las elecciones locales de su lugar de residencia de antes de la guerra fue un propulsor muy importante del resurgimiento del poder político local en varios casos de retorno masivo de minorías bosnias, como los de Kozarac y Drvar.

Además, asociaciones de vecinos bien organizadas en el exilio han demostrado una clara coordinación, han mejorado la sensación de seguridad y han recreado un cierto sentido de comunidad tras su regreso a Kozarac y a Drvar[4]. Como implican las diferencias en las experiencias y las tasas de retorno de las minorías bosnias y serbobosnias, si los líderes políticos de una comunidad étnica/religiosa respaldan abierta y consistentemente el retorno y lo califican de “patriótico”, es más probable que las personas desplazadas regresen y reconstruyan con éxito su comunidad. El caso de Bulgaria es especialmente instructivo (y contraintuitivo) tras el retorno voluntario de aproximadamente el 40 % de los turcos desplazados en la era pos-Zhivkov. Su regreso fue promovido por la Unión Europea durante las conversaciones de adhesión de Bulgaria, pero también fueron las instituciones políticas inclusivas de Bulgaria (específicamente a través de una representación proporcional en las elecciones nacionales) las que incentivaron las coaliciones y permitieron que el Movimiento por los Derechos y las Libertades —el partido político formado por la comunidad turca tras la transición de Bulgaria a la democracia— se convirtiera en el eje central de las elecciones y desempeñara un papel activo en todos los procesos legislativos críticos del Parlamento[5].

Por último, para garantizar que el retorno sea sostenible, el desarrollo económico local y las oportunidades económicas para los retornados deben planificarse con antelación y se les debe prestar apoyo a posteriori. Parece más probable que los potenciales repatriados apoyen los acuerdos de paz si estos garantizan sus derechos a la propiedad y/o el acceso a una indemnización justa de conformidad con estándares internacionales como los Principios Pinheiro o con precedentes establecidos por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Y lo que es más importante, la imagen general de los desplazados internos y los refugiados como grupos radicalizados debe replantearse. En Chipre, en contra de lo que se cree, casi el doble de los grecochipriotas no desplazados frente a los desplazados internos estaban absolutamente decididos a rechazar un futuro plan de paz, a pesar de que a menudo se retrataba a los últimos como menos dispuestos a alcanzar un compromiso. Un estudio similar entre los palestinos sugiere que los refugiados son más propensos a aceptar un plan de paz que los no desplazados, lo que indica tendencias similares incluso en entornos más polarizados[6].

Una agenda de futuros estudios de investigación

Aunque nuestro estudio sobre el retorno de las minorías ha dado lugar a varios hallazgos importantes, hasta ahora no hemos respondido a algunas preguntas clave que podrían servir de inspiración para futuras  investigaciones. En primer lugar, nuestras constataciones a nivel individual indican que los miembros más mayores de la familia (especialmente los hombres) son quienes están más a favor del retorno, mientras que los más jóvenes (especialmente las mujeres) son quienes más se oponen a ello. Sin embargo, no disponemos de los datos necesarios para comprender cómo y por qué miembros de una familia con opiniones tan distintas llegarían a tomar una determinada decisión colectiva de retorno, esperemos que sin que se produzca una dolorosa división familiar.

En segundo lugar, aunque sabemos que las mujeres jóvenes con estudios son las que menos probabilidades tienen de regresar, no podemos decir si esta preferencia se da como resultado de disponer de mayores oportunidades educativas y empleo remunerado en el lugar de exilio o de si puede ser una consecuencia de querer evitar regresar a una comunidad rural patriarcal.

En tercer lugar, como la mayoría de los casos de éxito de retorno masivo se han producido en poblados y municipios monoétnicos, no está claro qué políticas se necesitan para facilitar el retorno masivo de las minorías a las zonas urbanas y, por tanto, para recrear ciudades multiculturales. Los datos sobre el escaso número de retornos de minorías urbanas sugieren que es importante crear un cuerpo de policía multiétnico y emplear prácticas no discriminatorias de contratación. Los retornados rurales tienden a ser más autosuficientes al depender, por ejemplo, de sus propias tierras para producir alimentos, mientras que los retornados urbanos dependerían de la voluntad de los demás (es decir, de la mayoría étnica) para conseguir empleo y asegurarse un sustento.

En cuarto lugar, hasta ahora nuestro trabajo de investigación no ha podido medir el impacto de los diferentes contextos en tiempos de guerra (como la intensidad regional de la violencia, las tasas de mortalidad local y el nivel de destrucción de las viviendas) ni recopilar datos específicos relativos a los tiempos (como la finalización de los estudios) que expliquen por qué el retorno podría tener lugar más bien en una etapa temprana que no tardía.

Aunque ahora entendemos lo que ha funcionado en algunos casos de retornos de minorías que eran difíciles, desaconsejamos extrapolar nuestras conclusiones a otros contextos posconflicto sin antes analizarlos a través de encuestas similares. Para que el proceso de retorno sea voluntario, sostenible y exitoso, es fundamental permitir que las personas desplazadas puedan expresar sus principales preocupaciones, contrapartidas deseadas, prioridades e intenciones. Ellos son los que tienen que encontrar la fuerza y el coraje para enfrentarse al difícil camino de regreso a casa.

 

Djordje Stefanovic djordje.stefanovic@adelaide.edu.au
Profesor titular, Departamento de Sociología, Criminología y Estudios de Género, Universidad de Adelaida 

https://researchers.adelaide.edu.au/profile/djordje.stefanovic

Neophytos Loizides n.loizides@kent.ac.uk
Profesor, Escuela de Política y Relaciones Internacionales, Universidad de Kent
www.kent.ac.uk/politics/staff/canterbury/loizides.html

 

[1] Stefanovic D y Loizides N (2017) “Peaceful Returns: Reversing Ethnic Cleansing after the Bosnian War”, International Migration 55(5): 217-234; Stefanovic D, Loizides N y Parsons S (2015) “Home is Where the Heart Is? Forced Migration and Voluntary Return in Turkey’s Kurdish Regions”, Journal of Refugee Studies 28(2): 276–296.

[2] Metivier S, Stefanovic D y Loizides N (2017) “Struggling for and Within the Community: What Leads Bosnian Forced Migrants to Desire Community Return?”, Ethnopolitics 17(2): 147–164.

[3] Véase Psaltis C, Cakal H, Loizides N y Kuscu I (2019) “Internally Displaced Persons and the Cyprus Peace Process” International Political Science Review (DOI: 10.1177/0192512119872057)

[4] Sivac-Bryant S (2016) Re-Making Kozarac. London: Palgrave Macmillan.

[5] Loizides N y Kutlay M (2019) “The Cyprus Stalemate: Opportunities for Peace and Lessons from Turkish-Bulgarian Ethnic Relations” in Heraclides A y Cakmak G A (Eds) Greece and Turkey in Conflict and Cooperation. Routledge.

[6] Diálogo con Khalil Shikaki y Dahlia Scheindlin basado en datos extraídos de http://pcpsr.org/en/node/731

 

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