Cómo está cambiando la crisis el papel de las mujeres en Siria

La relevancia de las mujeres como distribuidoras y receptoras ha sido clave para la implementación de la asistencia humanitaria, pero también atestigua una nueva y creciente dinámica social como consecuencia de las revueltas provocadas por la guerra. 

A los sirios les lleva preocupando desde hace mucho tiempo la escasez de ONG internacionales que cuentan con presencia física en el país. Por esto último una cantidad significativa de la respuesta humanitaria al conflicto sirio ha sido encabezada por organizaciones locales y asociaciones de civiles. Por pura necesidad, las mujeres sirias han participado de forma activa, convirtiéndose en agentes del cambio.

“Nuestras vidas [antes] eran predecibles. Todas conocíamos el planteamiento, el nudo y el desenlace de nuestras historias. Luego, se produjo este conflicto y lo puso todo patas arriba. Ya nunca podré volver a hacer lo que hacía antes; ya no podré volver a ser tan sumisa y mediocre”, asegura esta traductora y profesora de inglés de 40 años que ahora es la responsable de la distribución de ayuda de emergencia para 10.000 familias al mes en Alepo. “Ahora conozco Alepo y a sus habitantes como nunca antes. Esta interacción forzada con gente a la que de otra manera nunca habría conocido ha cambiado por completo mi actitud”.

En las zonas sitiadas las mujeres también se arriesgan con regularidad para ayudar a pasar medicinas y alimentos de contrabando a través de los puestos de control, ya que suelen poder pasar sin que las autoridades las registren aunque, en caso de que las pillen, su castigo será severo. Las mujeres se han convertido en proveedoras vitales en estos casos, y su labor es crucial para la supervivencia de otros civiles.

La inmensa mayoría de los nueve millones de sirios que pasan necesidades son personas desplazadas, y las mujeres de estas familias desplazadas internas han visto cómo se producía un cambio radical en los roles tradicionales en sus familias y en las estructuras de la comunidad. Las mujeres pertenecientes a las comunidades más pobres que estaban más o menos confinadas al hogar se convierten a menudo en el único adulto capaz en el hogar y deben mantenerse a sí mismas, a sus hijos y a los ancianos de la familia. Para las mujeres de las zonas rurales que vivían de la agricultura de subsistencia, el desplazarse a zonas urbanas las ha dejado sin su medio de supervivencia diario y en un contexto completamente nuevo en el que sus habilidades no les bastan para asegurar su supervivencia. Las mujeres participan ahora en actividades en las que nunca antes lo habían hecho, y se ha producido una gran demanda de proyectos de integración laboral en un intento de ofrecerles la oportunidad de conseguir unos ingresos alternativos empleando las habilidades que ya tienen.

En Siria, muchos niños llevan dos o tres años sin ir al colegio. Por medio de un modelo centrado en la enseñanza de madres a hijos se está ofreciendo formación a las primeras para enseñarles técnicas con las que animar a sus hijos a aprender aun cuando se pasen la mayor parte del tiempo en casa. Muchas mujeres procedentes del medio rural o de comunidades con los ingresos más bajos son analfabetas o cursaron sólo la educación primaria. Ellas se están beneficiando del apoyo educativo que se ofrece a las mujeres como respuesta a la crisis. Al permitir que las madres mejoren sus conocimientos y que participen de forma activa en la educación de sus hijos, puede continuar el desarrollo de unos niños que, de otro modo, no dispondrían de estructuras de apoyo para el aprendizaje.

La ignorancia entre estas mujeres va más allá del analfabetismo en términos de lectura y escritura. Desconocen las precauciones básicas de higiene y salud que hay que tomar cuando se vive en condiciones de pobreza y que resultan cruciales para garantizar la salud de sus hijos y la suya propia. Antes de la intensificación del conflicto, estas mujeres podían confiar en el sistema de salud, que era muy accesible y gratuito. Sin embargo, el colapso casi total del sector de la sanidad en Siria implica que ahora falta un eslabón de vital importancia en sus vidas. Las organizaciones locales están dando pasos para rellenar ese vacío ofreciendo servicios directos en clínicas o centros médicos, y asegurándose de que las mujeres reciban información sobre la higiene básica, riesgos potenciales para ellas o sus familias y la disponibilidad de asistencia sanitaria profesional.

Aunque el desarrollo de los acontecimientos haya producido un cambio en los roles en la sociedad, tampoco ha sido un adelanto definitivo. En las zonas en las que las fuerzas conservadoras han conseguido el control la independencia de las mujeres se ha limitado.

Aunque hay algunas excepciones, en general las mujeres no han tomado las armas en el conflicto, aunque en gran medida se han llevado la peor parte en esta guerra a nivel físico, psicológico y material. La importancia de las mujeres a la hora de resistirse a la lógica de la guerra que en la actualidad amenaza con sepultar a Siria resulta innegable. Las que de alguna manera formen parte de los esfuerzos humanitarios deberían ser participantes activas en cualquier posible reanudación de un proceso de paz. Su compromiso para sobrevivir a la guerra de forma pacífica las convierte en defensoras de una sociedad inclusiva.

 

Zerene Haddad zerene.haddad@jrs.net es Oficial de Defensa Regional y Comunicaciones del Servicio Jesuita a Refugiados de Oriente Medio y el Norte de África. www.jrsmena.org

 

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