Replantear las lecciones del campamento de refugiados de Zaatari

Los esfuerzos humanitarios para construir un campamento de refugiados modelo cuando se levantó el campamento de Azraq en Jordania —basándose en lo supuestamente aprendido en el campamento de Zaatari— no consideraron aspectos cruciales de la gobernanza de Zaatari.

El campamento de refugiados de Zaatari en Jordania, el segundo campamento más grande del mundo y el hogar temporal de 80 000 sirios, se construyó en 2012 y se materializó en dos semanas cuando miles de sirios huyeron de la ciudad de Dara en el suroeste de Siria. La infraestructura física del campamento era precaria en sus inicios. Las tiendas de campaña colapsaban en la arena fangosa en el invierno, los refugiados se manifestaban en contra de las condiciones del campamento y la guerra en su país natal y el entorno sugería un clima de desconfianza general. Dos años después, los organismos humanitarios en Jordania intentaban construir un nuevo campamento modelo: Azraq. Sin embargo, aunque los organismos humanitarios consideren que Zaatari ha fracasado en muchos aspectos es, por mucho, el campamento más popular entre los refugiados.

Zaatari

La rápida transformación de Zaatari en la cuarta ciudad más grande de Jordania[1] a menudo se atribuye exclusivamente a la resiliencia de sus habitantes emprendedores. Sin embargo, la gobernanza humanitaria del campamento también desempeñó un papel clave en esto, ya que se permitió la creación espontánea de espacios públicos para los refugiados utilizando servicios proporcionados por organizaciones no gubernamentales (ONG) como escuelas, centros de distribución de pan y clínicas médicas. Cuando los primeros habitantes aprovecharon el tráfico regular a pie a lo largo de la calle principal del campamento para abrir tiendas independientes, creando lo que se conoce como los “Shams Élysées” (jugando con el nombre de la Avenida de los Campos Elíseos [Avenue des Champs Élysées], una prestigiosa calle en París, y Sham que significa “Siria” en árabe), ACNUR, la Agencia de la ONU para los refugiados, no cerró esta calle, sino que negoció con los comerciantes para regular su tamaño y el uso de la electricidad. De hecho, las ONG hacen concesiones constantes para permitir un grado de desarrollo en el campamento que pueda regularse en aras de la seguridad, pero que permita condiciones llevaderas para los residentes. El exdirector del campamento Kilian Kleinschmidt hizo que una parte de su trabajo fuera conocer a los líderes de las redes informales de Zaatari, muchos de los cuales se habían trasladado desde Dara, con el fin de establecer confianza entre los organismos humanitarios y los líderes refugiados.

El plano original de Zaatari había previsto tiendas de campaña y, en última instancia, remolques, organizados en hileras simétricas más sencillo de manejar y más presentable para los donantes que lo visitaran. Quienes estaban encargados incluso crearon un mapa de Zaatari, el primer mapa satelital de un campamento de refugiados.[2] Sin embargo, a medida que los refugiados trasladaron sus hogares temporales para estar más cerca de sus familiares o para unirse a otros remolques, el mapa se volvió menos geométrico a nivel estético, dejando a la vista callejones sin salida, ampliaciones improvisadas en las viviendas y gente apiñada. Considerando la apariencia, en el Zaatari de hoy ningún remolque se parece a otro, gran parte de la infraestructura se ha pintado para imitar la vegetación de Dara y cientos de pequeños huertos privados y públicos se han cultivado en el terreno desértico.

El aparato humanitario de Zaatari, si bien limita la actividad de los refugiados, también ha hecho un esfuerzo para involucrarse con los refugiados a nivel individual. Aunque las intervenciones humanitarias en el campamento podrían obtener mejores resultados atendiendo las necesidades de los hombres, muchas mujeres reciben apoyo para asumir el rol de proveedoras principales para sus familias. Las jóvenes que asisten a los programas de las ONG encuentran el valor para resistirse al matrimonio precoz en favor de la educación o el trabajo. Los hombres jóvenes que necesitan ganar dinero pueden capacitarse en tecnología, barbería y costura para no tener que recurrir a trabajos físicamente arduos y en los que suelen ser explotados por salarios mínimos, tales como transportar carretillas de grava en el campamento. Los trabajadores humanitarios se han desempeñado como mentores para alentar a los niños a asistir a la escuela regularmente y trabajar en pos de la profesión que deseen.

Azraq

La entrada en Azraq revela un fuerte contraste con Zaatari. El ingreso de Zaatari siempre está repleto de trabajadores humanitarios y de refugiados que van y vienen. En Azraq, los vehículos de las ONG son el único tipo de movimiento que se ve a lo largo de una calle de sentido único. A primera vista, la innumerable cantidad de hileras de remolques oculta cualquier evidencia de actividad. Las descuidadas canchas de baloncesto le dan al campamento un aspecto de abandono. Azraq luce más como un depósito de almacenamiento que como un hogar a largo plazo para personas que huyen de la violencia.

Los encargados de la planificación de Azraq querían construir el campamento de forma que se pudieran crear aldeas dentro del campamento con el fin de preservar las estructuras tradicionales de la comunidad siria y, al mismo tiempo, atender las necesidades de las personas más vulnerables: mujeres solteras y madres, personas con discapacidades y ancianos. Sin embargo, también prevalecía el objetivo primordial y abrumador de garantizar la seguridad. Construido en una región aislada del desierto del noreste, Azraq está mucho más apartado que Zaatari. Los vehículos del ejército jordano están ubicados en puntos elevados en las afueras de Azraq, mirando hacia el desierto, así como a la entrada y la salida del campamento, donde los funcionarios controlan los permisos de los trabajadores y los vehículos humanitarios. Si bien estas medidas destacan los esfuerzos para mantener a los refugiados del campamento a salvo de amenazas externas, un recorrido por Azraq revela que la seguridad, en realidad, prioriza el bienestar de los trabajadores humanitarios. El campamento base de los funcionarios administrativos de las ONG se encuentra a diez minutos en automóvil de la aldea más cercana de Azraq. En comparación con la densa disposición en Zaatari de mercados, centros de ONG y remolques en 12 distritos de 5 km2, las cuatro aldeas de Azraq, destinadas a albergar hasta 130 000 refugiados, se encuentran divididas a lo largo de 15 km2 por grandes terrenos desocupados y el vacío es abrumador. Irónicamente, la abundancia de espacio en Azraq tiene la finalidad de limitar el movimiento de los refugiados; las manifestaciones políticas son más difíciles de organizar cuando la movilización es un reto y la comunidad está físicamente desconectada.

Muchos trabajadores humanitarios afirman que la organización de Azraq es lo que lo distingue como campamento modelo. Además de los beneficios en seguridad, esto significa hacer las cosas más convenientes para los trabajadores humanitarios; en este aspecto, uno de ellos mencionó el uso sin precedentes de la divulgación de datos a través de Google Drive. Esto implica que el campamento funciona de una forma más eficaz que Zaatari, pero ha impuesto unas capas burocráticas que el desorden comparativo de Zaatari ha logrado sortear en la mayoría de los casos. El resultado: un espacio altamente controlado, miserable y medio vacío; con distritos simétricos que limitan la actividad económica, el movimiento y la expresión personal. Algunos refugiados han comparado el campamento con una prisión al aire libre, mientras que los observadores humanitarios lo han descrito como una pesadilla distópica.

Diferencias críticas

Los planificadores humanitarios de Azraq no tuvieron en cuenta una diferencia crítica entre las poblaciones de ambos campamentos. Zaatari es un refugio para los sirios que huyeron de la represión de Assad en Dara, la ciudad donde comenzó su revolución, y muchos habían participado en las primeras manifestaciones contra Assad. Algunos de los que llegaron o fueron designados a Azraq también provenían de Dara, pero muchos otros habían huido de Homs y Aleppo y una cantidad significativa huyó del ISIS en Raqqa y tienen menos posibilidades de estar políticamente activos que sus contrapartes de Dara en Zaatari. Así, a pesar de la extensa planificación de las dos primeras aldeas construidas de Azraq (Aldea 3 y 6) para evitar el tipo de expresión política presenciada en Zaatari, los responsables debieron improvisar continuamente y agregaron las siguientes dos aldeas (5 y luego 2) para responder a los grupos de sirios que huían de los nuevos acontecimientos en el conflicto sirio. Unos 21 000 sirios que permanecían en la frontera de Rukban después de huir del ISIS en 2016 fueron aceptados en Jordania con la condición de permanecer en la Aldea 5 hasta su traslado a la recientemente construida Aldea 2[3]. Dos años más tarde, la falta de electricidad en ambas aldeas deja a la vista un marcado contraste con la imagen de preparación proyectada en 2014[4].

Al dar prioridad a la organización y la seguridad, el sistema humanitario de Azraq ha restringido el potencial de las actividades laborales de los refugiados. La división de las aldeas para limitar la movilidad política también interfiere con la rutina diaria, lo que dificulta que los refugiados puedan ir al supermercado o asistir a reuniones organizadas por ONG. Los trabajadores humanitarios también se ven afectados, ya que a veces deben esperar durante horas un medio de transporte para trasladarse entre las aldeas. A diferencia de Zaatari, donde surgieron espacios públicos no oficiales de manera espontánea en las muchas áreas donde los refugiados realizaban sus actividades diarias, el interminable vacío de Azraq ha dejado, en realidad, muy poco espacio para la creación de áreas comunales significativas. Con unas pocas hileras de bancos junto a oficinas construidas en remolques, los centros comunitarios en cada aldea están diseñados más para que los refugiados puedan hablar con los funcionarios,  que para la construcción de comunidad. Creados y gestionados por los organismos de gobernanza de Azraq, los mercados son más tranquilos y menos transitados que los bulliciosos Shams Élysées de Zaatari y solo ofrecen una pequeña cantidad de tiendas que los refugiados tienen permitido administrar. Además del mercado, Azraq ejecuta un plan de voluntariado basado en incentivos para que los refugiados trabajen para las ONG de manera rotativa, pero la alta demanda significa que los 14 000 refugiados que se han registrado deben esperar por lo general 11 meses cada año a su turno.

Está claro que la resiliencia de los habitantes de Azraq se puede ver en varios aspectos: familias disfrutando del té a la sombra en las mañanas, improvisadas estanterías que transforman remolques de una sola habitación en un espacio más funcional, huertos que varios de ellos han cultivado y las pequeñas tiendas o salones independientes que funcionan fuera de los remolques. Al igual que los sirios de Zaatari, los de Azraq también se han adaptado. Pero lo que hace que Zaatari funcione como campamento de refugiados es todo lo que Azraq decidió evitar desde el principio: desarrollo orgánico, oportunidades económicas, un sentido de comunidad. A pesar de que Zaatari no tuvo tiempo para prepararse ante la llegada de los refugiados, se convirtió en un espacio donde siempre hay alguna actividad en la que los residentes pueden participar. Azraq, por otra parte, tiene por objetivo esperar: esperar para recibir servicios, esperar para conseguir trabajo, esperar para regresar a casa.

Melissa N Gatter mg745@cam.ac.uk

Doctoranda, Universidad de Cambridge www.cam.ac.uk

 

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