Humanitarismo liderado por refugiados en el campamento de Chatila en el Líbano

Las iniciativas humanitarias lideradas por los refugiados palestinos “establecidos” en respuesta a la llegada de "nuevos" desplazados sirios al campamento de Chatila plantean preguntas clave sobre las limitaciones del sistema humanitario y sobre la representación de los refugiados como víctimas pasivas.

El campamento de Chatila, que ocupa poco más de dos kilómetros cuadrados y medio en la frontera del sur de Beirut, es uno de los campamentos de refugiados palestinos establecido en el Líbano en 1949 para apenas 3000 personas. Hoy en día, el campo ocupa la misma limitada extensión pero tiene unos 40 000 habitantes. Aunque la pobreza, las viviendas hacinadas y las malas condiciones sanitarias asolan Chatila, desde 2011 el campamento se ha convertido en un lugar de refugio para los nuevos refugiados procedentes de Siria. Este lugar se ha erigido en un espacio de refugio para los desplazados sirios más fácilmente gracias a los vínculos preexistentes y a las relaciones de parentesco entre refugiados sirios, incluidos refugiados palestinos de Siria, y refugiados palestinos del Líbano que ya vivían en Chatila. Como consecuencia, se estima que la población de Chatila se ha incrementado más del doble desde que empezó el conflicto en Siria. Las respuestas humanitarias lideradas por refugiados que se han dado a los refugiados sirios que llegaron al campamento de Chatila, en gran medida, no están documentadas. Sin embargo, tales iniciativas han supuesto formas clave y palpables de apoyo, solidaridad y hospitalidad, en un ejemplo de lo que Fiddian-Qasmiyeh llama “humanitarismo refugiado-refugiado”[1].

A pesar de la pobreza, de los escasos recursos y los servicios deficientes, los refugiados palestinos establecidos – los que ya vivían en el campamento– han hecho uso de los recursos oficiales y extraoficiales para proporcionar a los recién llegados procedentes de Siria apoyo material e inmaterial durante las fases iniciales de su llegada. A través de redes informales, numerosos refugiados palestinos acogieron a familias sirias en sus hogares durante meses, brindándoles apoyo físico y moral. De forma más oficial, también se han utilizado mezquitas para dar cobijo a los nuevos refugiados y celebrar días de solidaridad con los sirios, donde los refugiados palestinos donan ropa, colchones, mantas y otros recursos.

Diferentes clasificaciones de palestinos entran bajo diferentes mandatos internacionales. Los refugiados palestinos, aquellas “personas cuyo lugar habitual de residencia era Palestina entre el 1 de junio de 1946 y el 15 de mayo de 1948 y que perdieron su hogar y medios de vida a consecuencia del conflicto de 1948” (incluyendo a descendientes de los hombres refugiados palestinos, así como a sus hijos adoptivos), entran dentro del mandato del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS)[ii]. Los refugiados "establecidos" en Chatila están bajo el mandato del OOPS, puesto que anteriormente eran refugiados palestinos (ahora conocidos como refugiados palestinos del Líbano). ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ofrece sus servicios a cualquiera que se ajuste a la definición de refugiado recogida en la Convención de Ginebra de 1951, que incluye a los sirios (excluyendo a los palestinos). Esta distinción no sólo produce una brecha de protección jurídica y social entre los refugiados palestinos y los sirios en Chatila, sino que también repercute en la relación y los desequilibrios de poder entre los “nuevos” refugiados y los “ya establecidos” en el campo. Según Majdi Adam, activista social palestino y capitán del club deportivo palestino Shatila's Palestine Sports Club, a los refugiados palestinos de Siria se les ha visto en los centros de distribución para sirios pidiendo ayuda para sí mismos y preguntando: “Nosotros también somos refugiados; ¿por qué la ayuda es solo para los sirios?”[iii] Majdi nos contó que los refugiados palestinos tuvieron su propia iniciativa para combatir esta diferenciación irrazonable. Un refugiado le había dicho: “Empezamos con nuestras propias iniciativas mientras trabajábamos con las ONG que sólo ayudan a sirios. Por ejemplo, registrábamos a los sirios en los papeles como se requería, pero luego, por la noche, también proporcionábamos a los refugiados palestinos de Siria lo que necesitaban”.

La comunidad de refugiados establecidos también es crítica con la forma en que se distribuyen los limitados recursos. Por ejemplo, Majdi nos dijo que los organismos de ayuda le dan a cada familia la misma cantidad de suministros, con independencia de cuántos hijos tengan. Los refugiados establecidos que trabajan con estas organizaciones han tenido su propia iniciativa para llenar este vacío. “A las familias que tienen muchos hijos les decíamos que volvieran por la noche y les dábamos más mantas y recursos para cubrir sus necesidades”, explicó Majdi. Estas iniciativas lideradas por refugiados colocan a los refugiados palestinos en posición de suministradores de ayuda y no como receptores dependientes. Y lo que es más importante, estas experiencias muestran las perspectivas de los refugiados sobre las deficiencias de la respuesta humanitaria y cómo la solidaridad entre refugiados puede ayudar a llenar estas lagunas. Como dijo uno de los refugiados palestinos del Líbano que trabajaba con el OOPS: “Como refugiados palestinos, sabemos lo que se siente cuando no tienes un lugar seguro adónde ir o no eres bienvenido. Nuestra responsabilidad humana, ética y como ciudadanos es ofrecerles todo lo que podamos y, al menos, recibirles”.

La sostenibilidad de la acogida

Sin embargo, es importante no caer en la trampa de idealizar esta forma de humanitarismo refugiado-refugiado. A lo largo de los siete años transcurridos desde la llegada de los sirios, se ha ido pasando de la hospitalidad a la hostilidad y a las tensiones. Los refugiados palestinos establecidos reconocieron que, cuando se dieron cuenta de que el conflicto en Siria iba a durar más de un año, su relación con los sirios en el campamento empezó a cambiar. Los entrevistados describieron como algo inevitable la creciente presión que ha supuesto acoger a refugiados sirios durante los últimos siete años, teniendo en cuenta la escasez de recursos y las malas condiciones de vida que ya existían en el campamento.

La tensión se ha sentido sobre todo en torno a escuelas, puestos de trabajo y acceso a la atención sanitaria. Las escuelas han juntado en una misma clase a refugiados palestinos, tanto del Líbano como de Siria, y las clases están abarrotadas. Se tarda mucho más que antes en acceder a la atención sanitaria y el sector del empleo informal se ha vuelto más competitivo. Un refugiado palestino del Líbano protestaba: “Para alguien como yo, que trabajo pintando paredes, pido un salario de US$ 40 al día, mientras que un sirio acepta $ 20”.

Como en los últimos años el OOPS se ha visto obligado a aplicar medidas de austeridad debido a la falta de financiación, ha habido un evidente descenso de los servicios. De hecho, el gasto medio anual del OOPS por refugiado ha caído de unos $ 200 en 1975 a unos $ 110 en la actualidad. Además, mientras que ACNUR busca soluciones duraderas, como el reasentamiento de los refugiados sirios registrados, el OOPS no ofrece oportunidades equivalentes a los refugiados palestinos de Siria o del Líbano bajo su mandato, ya que esto podría significar la pérdida de su derecho de retorno. Por otra parte, puesto que la legislación laboral libanesa prohíbe a los refugiados palestinos del Líbano y de Siria acceder a 36 profesiones (entre ellas, la medicina, la agricultura y el transporte público) y debido a la limitada condición jurídica de los sirios en el Líbano, ambas poblaciones de refugiados se ven obligadas a competir en el sector informal. En efecto, las políticas y los regímenes internacionales contribuyen de manera significativa a las repercusiones negativas que los refugiados han percibido en un espacio superpoblado y con escasos recursos, menoscabando la sostenibilidad del humanitarismo refugiado-refugiado.

No obstante, es importante señalar que algunos refugiados también apreciaron repercusiones positivas. Cuando se preguntó a los refugiados palestinos establecidos por los cambios en su vida social tras la llegada de los nuevos refugiados, todos fueron positivos. Para Majdi, su llegada supuso un incentivo para volverse socialmente activo: “Nos hizo recordar nuestro propio desplazamiento como refugiados palestinos. Esto me motivó para invertir el doble de energía en mi labor social. Empezamos dando la bienvenida y animando a sirios y refugiados palestinos de Siria a unirse al club [deportivo] para ayudarles a olvidar sus sufrimientos e integrarse en la comunidad”. Dos refugiados sirios reflexionaban: “Cuando llegamos aquí por primera vez nos sentíamos muy incómodos e intimidados, como extraños, así que siempre preferíamos estar solos con otros sirios. Pero ahora sentimos que nos hemos integrado en el campamento y en la vida laboral. A día de hoy, si te paseas por las calles, no notarás ninguna diferencia entre un sirio y un palestino en el campamento”.

Teniendo en cuenta la falta de recursos, espacio físico y derechos que aguantan los refugiados en Chatila, puede considerarse inevitable el paso de la hospitalidad a la hostilidad.  Sin embargo, esta generalización no hace justicia a los principales obstáculos para la solidaridad refugiado-refugiado, detonados en gran medida por políticas gubernamentales injustas y por un programa humanitario desequilibrado que ofrece un trato diferenciado basado en la nacionalidad. Para construir enfoques basados en el desarrollo que puedan respaldar el humanitarismo refugiado-refugiado y limitar la marginación de los refugiados palestinos establecidos, es importante revaluar la eficacia de los programas actuales teniendo en cuenta las propias perspectivas de los refugiados, así como empoderarles como partes interesadas en su propio futuro.

 

Hind Sharif sharifhind@gmail.com

Becaria Sakharov, Subcomisión de Derechos Humanos, Dirección General de Políticas Exteriores de la Unión, Parlamento Europeo

www.europarl.europa.eu 


[1] Fiddian-Qasmiyeh E (2016) “Repressentations of Displacement in the Middle East” [Representaciones del Desplazamiento en Oriente Medio]Public Culture 28(3)

http://bit.ly/F-Qasmiyeh-Public-Culture-2016 Véase también Fiddian-Qasmiyeh E (2016) “Refugiados que acogen a refugiados”, Revista Migraciones Forzadas 53 www.fmreview.org/es/proteccion-comunitaria/fiddianqasmiyeh

[iii] Este artículo está basado en entrevistas realizadas con refugiados palestinos y sirios en el campamento de Chatila en el Líbano y con miembros de la plantilla de personal del OOPS, entre abril y mayo de 2017. Una versión más larga de este artículo se encuentra disponible como parte del informe de 2017 Syrian Refugees in Lebanon: Between Resilience and Vulnerability [Los refugiados sirios en el Líbano: entre la resiliencia y la vulnerabilidad], publicado por la Universidad de San José de Beirut

http://bit.ly/ISP-Syrians-resilience-2017

 

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