Hemos, creo, ganado aceptación para el argumento…

De una declaración realizada ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 20 de noviembre de 1967:[1]

Me gustaría volver por un momento a la cuestión de África, y al comentario que hice al principio de mi declaración cuando he mencionado la estrecha relación entre el trabajo del Alto Comisionado y el desarrollo. [...] el reasentamiento agrícola es la mejor solución para la situación actual en África. Esto genera dos observaciones que, creo, son las más importantes.

En primer lugar, existe la interdependencia entre el problema de los refugiados y el problema del desarrollo: una interdependencia que pasa a primer plano en la fase de consolidación, que, a su vez, solo es posible en el contexto del desarrollo integral de las regiones donde se asientan los refugiados. Esta es una situación que se debe considerar desde un primer momento. Este enfoque integrado del problema de los refugiados y del problema del desarrollo, la unión de todas las formas de ayuda multilateral y, en su caso, de ayuda bilateral, por sí mismas, permiten lograr la máxima economía en el uso de los recursos y evitar la duplicación y el desperdicio. 

La segunda observación… es la necesidad de garantizar la coordinación entre la asistencia de la Oficina del Alto Comisionado [ACNUR] y la continuidad de los programas de desarrollo que los demás órganos de las Naciones Unidas son capaces de proporcionar. Porque si no hubiera cooperación, si no hubiera continuidad, algunos gobiernos se enfrentarían a una nueva situación de emergencia una vez que los programas de asistencia del Alto Comisionado hubieran finalizado. Porque el Alto Comisionado no se puede hacer cargo de una tarea que no está dentro de su campo e involucrarse en materia de desarrollo que corresponde a otros organismos, y no solo implica a los refugiados, sino también la población indígena de los países donde existen nuestros programas. 

Ahora, si nuestros programas finalizaran antes de que otros organismos nacionales o internacionales estuvieran listos para hacerse cargo, bien podríamos encontramos en una situación muy grave que requiriera una intervención adicional por parte del Alto Comisionado y gastos adicionales. Por lo tanto, es fundamental que coordinemos nuestros esfuerzos; las agencias de desarrollo de las Naciones Unidas y los organismos especializados deben otorgar la máxima prioridad a las solicitudes de los países y para las regiones en las que hay refugiados.

Con ese objetivo en vista, he ampliado mis contactos y esfuerzos con todas las agencias de desarrollo de las Naciones Unidas. La comprensión y el respaldo que he encontrado son de lo más alentadores. Hemos ganado, creo, aceptación en relación con el argumento de que los planes de desarrollo que ignoran la presencia de una gran cantidad de refugiados, con frecuencia hasta cientos de miles de personas de una población indígena, estarían básicamente condenados al fracaso.

 

 

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