- May 2024
Las tecnologías digitales están transformando nuestras vidas. Las personas desplazadas por la fuerza están haciendo un uso de las tecnologías digitales que rige e influye su proceso de migración y asentamiento en nuevos lugares. Paralelamente, los sectores público y humanitario están empleando estas tecnologías digitales con (o en contra de) las poblaciones desplazadas por la fuerza.
En este número, hablamos de «tecnologías digitales» para referirnos al abanico de tecnologías que conforman los sistemas digitales y los dispositivos empleados para interactuar con dichos sistemas. El modelado predictivo avanzado, el rastreo por geolocalización móvil, el uso y la difusión de la información biométrica, los sistemas financieros digitales y el uso de la inteligencia artificial en los procesos de toma de decisiones son algunas de las tecnologías que abordará el presente número. Estas tecnologías pueden ser desde prometedoras hasta problemáticas. Con frecuencia, es difícil predecir sus efectos en las poblaciones desplazadas por la fuerza o determinar si estos son positivos o negativos.
En su preámbulo, el equipo de Innovación y Servicios Digitales de ACNUR resalta las oportunidades que ofrecen las tecnologías digitales y los peligros de no actuar para garantizar que las personas desplazadas por la fuerza tengan un acceso equitativo a estas oportunidades. Jessica Bither y Jassin Irscheid, de la Fundación Robert Bosch, nos recuerdan que las decisiones que se tomen ahora definirán la arquitectura digital que afectará a la seguridad, la privacidad y la agencia de las personas en tránsito y se preguntarán si estamos atendiendo de manera adecuada a esa responsabilidad.
El elenco de autores de este número debatirá un amplio abanico de tecnologías digitales que utilizan o que se utilizan sobre las poblaciones que viven un desplazamiento forzoso. Natalie Brinham y Ali Johar describen la experiencia de Jafar Alam con el sistema de identidad digital de India y cómo una herramienta que prometía nuevas oportunidades se transformó para facilitar la persecución étnica. Kinan Alajak y sus coautores analizan un cambio similar, por el que los teléfonos móviles que utilizan las poblaciones migrantes en sus rutas acaban siendo instrumentalizados por los Gobiernos para restringir su derecho al asilo. Abril Ríos Rivera, por su parte, utiliza los estudios sobre CBP One para ilustrar la manera en la que la disfunción digital se emplea para coartar el acceso al asilo.
Otros autores abordan el potencial y la necesidad de adoptar nuevas tecnologías. Lala Zinkevych analiza el uso de las herramientas digitales para facilitar la prestación de servicios básicos y explora tres servicios digitales fundamentales para la supervivencia de las mujeres ucranianas desplazadas que son objeto de violencia de género. Wala Mohammed describe los efectos de la exclusión digital en las poblaciones desplazadas en Sudán del Sur, mientras que Saqib Sheikh y Muhammad Noor analizan los esfuerzos por preservar en medios digitales la herencia cultural rohinyá en el contexto de los desplazamientos a gran escala. Marie Godin y sus coautores describen el uso que hacen de las plataformas digitales las organizaciones lideradas por refugiados en Kenya para crear negocios y medios de vida, pese a los notables obstáculos a los que hacen frente.
Por su parte, Nyi Nyi Kyaw da una vuelta de tuerca a los análisis de poder tradicionales sobre el uso de las tecnologías digitales al describir la manera en la que las poblaciones refugiadas en Tailandia han hecho uso de estrategias de contravigilancia y se pregunta si se podría replicar este modelo. Julia Camargo y Amanda Alencar ponen en cuestión las narrativas simplistas sobre el conocimiento y la opinión de las poblaciones desplazadas sobre la recopilación de datos biométricos y analiza respuestas de personas desplazadas provenientes de Venezuela.
El poder sigue siendo una cuestión fundamental para entender cómo y quién utiliza las tecnologías digitales en el contexto de las migraciones forzadas. M. Sanjeeb Hossain y sus coautores matizan la noción de «consentimiento» en lo relativo al uso de datos biométricos con poblaciones refugiadas rohinyás. Francesca Palmiotto y Derya Ozkul analizan las estrategias y los recursos que se precisan para cuestionar el uso por parte de los Gobiernos de los sistemas automatizados para la toma de decisiones sobre migración y refugio. Carolina Gottardo y sus coautores hacen un firme llamamiento a la protección de los derechos humanos para mitigar el riesgo que se presenta cuando las tecnologías digitales se utilizan para facilitar alternativas a la detención de migrantes. Por su parte, Steffen Angenendt y Anne Koch nos recuerdan que la política puede determinar las consecuencias de las previsiones migratorias.
Los artículos aquí recogidos demuestran que no se hace un uso neutro de las tecnologías digitales. En un mundo en el que es imposible no participar de los sistemas digitales, conseguir que estos sistemas sean lo más equitativos, insesgados y adaptados a las necesidades humanas posible nos ayudará a responder al desplazamiento forzado de manera que cosechemos mejores resultados y mayor justicia para las poblaciones desplazadas por la fuerza. Esperamos que este número sea un paso más en este empeño.
Que lo disfruten.
Emily Arnold-Fernández, Directora Editorial; Catherine Meredith, Editora Adjunta; Marie Godin y Derya Ozkul, asesoras expertas en este número